Descubren un nuevo virus en la Antártida

Un equipo internacional de científicos, del que participa el INTA, halló un virus desconocido en la perla antártica, una de las dos especies de plantas que habita el continente helado. El microbio pertenece a la familia Barnaviridae.

02 OCT 2018 - 14:17 | Actualizado

Científicos de la Argentina, los Estados Unidos, Reino Unido e Italia descubrieron un nuevo virus al revisar una secuencia de barnavirus extraída de un transcriptoma de la perla antártica –especie de planta que habita en la Antártida–. El microbio pertenece a la familia Barnaviridae, afecta los cultivos de champiñones y puede producir grandes pérdidas económicas.
 
La presencia de este virus, que vive en las hojas de la planta conocida como perla antártica o clavel antártico (Colobanthus quitensis), plantea interrogantes acerca de su supervivencia microbiana en condiciones tan extremas y su interacción con hospedadores, pero también abre nuevas posibilidades como herramienta para el control biológico.
 
Para Humberto Debat, biólogo del Instituto de Patología Vegetal en el Centro de Investigaciones Agropecuarias del INTA –Córdoba– y uno de los autores del estudio, se abren ahora nuevos interrogantes sobre el rol del virus y la posibilidad de generar daño o beneficio a la planta.
 
Además, los investigadores se preguntan cómo hace para replicarse en un ambiente tan adverso y a temperaturas bajo cero y si, en su supervivencia, hay un hongo oculto aún no descubierto que le provee un microclima.
 
El virus hallado pertenece a la familia Barnaviridae y, aunque su miembro más conocido afecta los cultivos de champiñones, no todos son perjudiciales. Recientemente se descubrió uno de la misma familia que actúa sobre Rhizoctonia solani, un hongo patógeno muy extendido que causa estragos en diversas hortalizas. “Ese virus podría servir como una herramienta de control biológico que reemplace el uso de agroquímicos”, explicó Debat.
 
El nuevo virus, reconocido como “barnavirus 1 asociado con Colobanthus quitensis” (CqABV1), fue encontrado al revisar una base de datos online que contiene la información de la expresión genética de la perla antártica.
 
Muestras de esa planta habían sido recogidas por dos de las autoras, Laura Bertini y Carla Caruso, de la Universidad de la Tuscia –Viterbo, Italia– durante una campaña en una base polaca cercana de la base argentina Carlini, en la Isla 25 de mayo de las Shetland del Sur. En esa región, la temperatura anual promedio es inferior a 2,3 °C.
 
Según Debat, “existen fuertes evidencias de que el hospedante real de este virus es un hongo aún desconocido que vive en el pequeño microhabitat de la perla antártica, por lo que se están realizando estudios complementarios para identificarlo”.
 
De acuerdo con el investigador, Caruso regresó a la Antártida para tomar no sólo muestras de ARN de la perla antártica, sino también del suelo y de las hojas frescas que llevó a su laboratorio en Italia donde logró cultivar hongos asociados con esta planta. Según sus estimaciones, “estamos más cerca de completar la historia”, indicó Debat.
 
El estudio también podría tener implicancias productivas, dado que CqABV1 pertenece a una familia de agentes infecciosos presentes en cultivos de importancia alimentaria. “Su estudio puede brindar información básica para el diseño de estrategias que sirvan para mejorar el rendimiento agrícola”, aseguró Debat.
 
El trabajo, recientemente publicado en la revista “Archives of Virology”, también lleva la firma de los investigadores de la Universidad de Harvard, Max Nibert y Austin Manny, y de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, Andrew Firth.
 

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02 OCT 2018 - 14:17

Científicos de la Argentina, los Estados Unidos, Reino Unido e Italia descubrieron un nuevo virus al revisar una secuencia de barnavirus extraída de un transcriptoma de la perla antártica –especie de planta que habita en la Antártida–. El microbio pertenece a la familia Barnaviridae, afecta los cultivos de champiñones y puede producir grandes pérdidas económicas.
 
La presencia de este virus, que vive en las hojas de la planta conocida como perla antártica o clavel antártico (Colobanthus quitensis), plantea interrogantes acerca de su supervivencia microbiana en condiciones tan extremas y su interacción con hospedadores, pero también abre nuevas posibilidades como herramienta para el control biológico.
 
Para Humberto Debat, biólogo del Instituto de Patología Vegetal en el Centro de Investigaciones Agropecuarias del INTA –Córdoba– y uno de los autores del estudio, se abren ahora nuevos interrogantes sobre el rol del virus y la posibilidad de generar daño o beneficio a la planta.
 
Además, los investigadores se preguntan cómo hace para replicarse en un ambiente tan adverso y a temperaturas bajo cero y si, en su supervivencia, hay un hongo oculto aún no descubierto que le provee un microclima.
 
El virus hallado pertenece a la familia Barnaviridae y, aunque su miembro más conocido afecta los cultivos de champiñones, no todos son perjudiciales. Recientemente se descubrió uno de la misma familia que actúa sobre Rhizoctonia solani, un hongo patógeno muy extendido que causa estragos en diversas hortalizas. “Ese virus podría servir como una herramienta de control biológico que reemplace el uso de agroquímicos”, explicó Debat.
 
El nuevo virus, reconocido como “barnavirus 1 asociado con Colobanthus quitensis” (CqABV1), fue encontrado al revisar una base de datos online que contiene la información de la expresión genética de la perla antártica.
 
Muestras de esa planta habían sido recogidas por dos de las autoras, Laura Bertini y Carla Caruso, de la Universidad de la Tuscia –Viterbo, Italia– durante una campaña en una base polaca cercana de la base argentina Carlini, en la Isla 25 de mayo de las Shetland del Sur. En esa región, la temperatura anual promedio es inferior a 2,3 °C.
 
Según Debat, “existen fuertes evidencias de que el hospedante real de este virus es un hongo aún desconocido que vive en el pequeño microhabitat de la perla antártica, por lo que se están realizando estudios complementarios para identificarlo”.
 
De acuerdo con el investigador, Caruso regresó a la Antártida para tomar no sólo muestras de ARN de la perla antártica, sino también del suelo y de las hojas frescas que llevó a su laboratorio en Italia donde logró cultivar hongos asociados con esta planta. Según sus estimaciones, “estamos más cerca de completar la historia”, indicó Debat.
 
El estudio también podría tener implicancias productivas, dado que CqABV1 pertenece a una familia de agentes infecciosos presentes en cultivos de importancia alimentaria. “Su estudio puede brindar información básica para el diseño de estrategias que sirvan para mejorar el rendimiento agrícola”, aseguró Debat.
 
El trabajo, recientemente publicado en la revista “Archives of Virology”, también lleva la firma de los investigadores de la Universidad de Harvard, Max Nibert y Austin Manny, y de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, Andrew Firth.
 


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