Punto a punto como buscan el ARA “San Juan”

El buque Seabed Constructor trabaja nuevamente en el área de búsqueda. Los vehículos remotos barren el fondo del mar con distintas tecnologías para encontrar anomalías que puedan aportar datos sobre el submarino desaparecido.

06 OCT 2018 - 18:17 | Actualizado

En los últimos días el buque noruego “Seabed Constructor” volvió al área de búsqueda del mar argentino en el que se intenta encontrar el desaparecido submarino “ARA San Juan”, de la Armada Argentina.
 
El sumergible se reportó desaparecido desde las horas posteriores al 15 de noviembre del 2017, cuando dio aviso sobre averías a la base naval de la cual dependía, tras lo cual no se tuvieron nuevos datos sobre la nave militar, tripulada por 44 personas.
 
En las últimas horas el reporte de búsqueda dado a conocer por la Armada Argentina en conjunto con la empresa Ocean Infinity, que opera el buque “Seabed Constructor”, dio cuenta que a las 6 de la mañana del sábado se encontraba posicionado en un punto identificado de acuerdo a las coordenadas como  45° 40´.875 de latitud sur, y
60° 08´.190 de longitud oeste.
 
En la mañana del sábado se recuperaron el AUV 2 y el AUV 6, sobre los cuales se trabajaba en la descarga de datos y procesamiento de los mismos. En tanto que aún permanecían operando los AUV’s 1, 5 y 7 en sus respectivos patrones de búsqueda.
 
Pero ¿Cómo operan los equipos encargados de buscar el submarino ARA San Juan?. En la práctica, una vez que son descendidos del buque Seabed Constructor, los vehículos submarinos autónomos utilizan ecosonda multihaz, sonar de barrido lateral, magnetómetro y perfilador de subfondo para realizar el mapeo del fondo marino y detección de anomalías en una primera inspección.


 
Desde que empezó la tarea por parte de la empresa estadounidense Ocean Infinity avanza y al momento se está realizando el barrido en 5 áreas, las cuales fueron inspeccionadas inicialmente por los AUV (Vehículos Submarinos Autónomos) para luego dar lugar al descenso de los ROV (Vehículos Operados Remotamente) que, con otras capacidades, permiten investigar en detalle los puntos de interés.
 
Los equipos con los que cuentan los AUV, o los que en su momento se utilizaron para el operativo inicial de búsqueda del submarino, son las ecosondas multihaz que no sólo permiten obtener información sobre la línea de navegación del dispositivo/buque, sino que también realizan un barrido hacia las áreas a cada lado.
 
Como su nombre lo indica, se trata de un equipo que emite múltiples haces, cerca de 850, formando un abanico de barrido de hasta 150º y cuya resolución para detectar anomalías en el fondo depende del ancho individual de cada uno de los 850 haces que conforman el barrido completo.

 


 
Un dispositivo que es fundamental para el estudio del fondo marino es el denominado SONAR (SOunding NAvigation and Ranging). Así como en la atmósfera lo que permite ver es la luz y los sensores son los ojos; en la hidrósfera, es decir en el océano, en el mar, en los ríos y lagos, lo que se utiliza es el sonido para poder navegar e identificar objetos sobre el fondo.
 
El sonar es un instrumento que utiliza un método indirecto para saber cómo es el fondo del mar y qué profundidades tiene, incluso para conocer qué hay debajo de los sedimentos del fondo marino. En ese sentido, una ecosonda es un tipo de sonar que funciona de modo similar al eco, es decir, permite medir la distancia desde la superficie del agua al fondo en función del doble tiempo de “viaje” del sonido desde la ecosonda.

Para utilizar este método previamente deben conocerse las condiciones físicas y químicas de la columna de agua, las cuales son heterogéneas. En el mar existen distintas capas, napas o estructuras en la columna de agua y cada una con diferente salinidad, temperatura y densidad. Esto a su vez varía estacionalmente y geográficamente durante el año, y se ve afectado por las corrientes marinas que están en permanente movimiento. Dichos factores, principalmente la temperatura, afectan el tiempo de “viaje” del sonido.
 
Además, en bajas profundidades las ondas acústicas usadas tienen frecuencias altas (como si fueran sonidos bien agudos) y en grandes profundidades se usan frecuencias bajas que no se atenúan con la distancia, tienen larga longitud de onda; y así estas ondas acústicas pueden alcanzar esas grandes profundidades.
 
Hoy, la tecnología permite obtener un rendimiento completo de todo el barrido de haces. Éstos permiten caracterizar el fondo marino a través de su textura e identificar desde cuerpo de rocas o sedimentos, al mismo tiempo que permiten detectar rasgos en la columna de agua, como plumas de gas emanadas del fondo, cardúmenes, construcciones submarinas, buques hundidos, entre otros.
 
Otro de los equipos empleados para el estudio del fondo marino es el sonar de barrido lateral. Se trata de un tipo de ecosonda que permiten obtener una imagen acústica del fondo marino con muy alta resolución, ya que utiliza combinaciones de altas y bajas frecuencias y permite discriminar texturas del fondo por el tipo de respuesta acústica que caracteriza a cada tipo de fondo marino. Son aplicadas en investigaciones geológicas, detección de objetos, búsqueda y rescate, arqueología submarina, inspección de construcciones, cables y cañerías.
 
Amplia tecnología
 
El Servicio de Hidrografía Naval –dependiente del Ministerio de Defensa– posee un sonar de barrido lateral para aguas someras, el cual es utilizado en la inspección de enfilaciones en el acceso a puertos, inspección de muelles y escolleras y búsqueda submarina y fluvial.
 
El perfilador de subfondo es una ecosonda que trabaja en muy bajas frecuencias y se utiliza para investigar la estructura geológica hasta 80 metros debajo del fondo marino, con una resolución estratigráfica de 20 centímetros.

 


 
El magnetómetro autocompensado instalado en cada AUV de Ocean Infinity permite detectar con alta sensibilidad objetos ferromagnéticos sobre el fondo o enterrados bajo el fondo marino.
 
Los ecosondas y el magnetómetro pueden estar instalados en buques de superficie, vehículos remolcados operados remotamente (ROTV) y vehículos submarinos autónomos (AUV); en todas las combinaciones y modelos según las profundidades de investigación y aplicaciones.
 
La integración de los datos procesados de todos los dispositivos acústicos mencionados y del magnetómetro permite lograr una interpretación con el menor grado de ambigüedad en la identificación fehaciente del objetivo investigado.
 
Vehículos ROB
 
A bordo del “Seabed Constructor” hay dos Vehículos Operados Remotamente (ROV) que son utilizados en las distintas áreas de exploración. El ROV está conectado, por medio de un cable umbilical, a una unidad de control de un buque en superficie. De esta forma, la energía de alimentación, el control de operación y los datos ambientales e imágenes del objeto inspeccionado son enlazados mediante el cable coaxial con la central de control instalada en el laboratorio a bordo del buque, desde donde en tiempo real y en forma remota, operan el vehículo.
 
Su principal uso es la inspección con una gran capacidad de maniobrabilidad; además, gracias al equipamiento pueden portar entre ellos uno o dos brazos manipuladores con capacidad para recoger muestras para su análisis, también cortar cables y activar válvulas, dependiendo de lo que se quiere inspeccionar.


 
“Hay distintas clasificaciones para trabajar en diferentes profundidades, el ROV está comunicado con el laboratorio desde donde se lo comanda a través de un cable que puede ser coaxial o fibra óptica por el cual se transmiten en tiempo real los datos de todos los sensores que tiene montado. El descenso (arriado) y ascenso (izado) del ROV se realiza mediante un guinche instalado en la cubierta del buque, el que posee la cantidad de cable suficiente para operar a las profundidades de diseño del ROV”, expresó el especialista en Batimetría Oceánica del Servicio de Hidrografía Naval, dependiente del Ministerio de Defensa, Capitán de Fragata Walter Reynoso Peralta.
 
Los datos que se observan y se transmiten mediante el ROV son monitoreados y estudiados desde un laboratorio: “Se monitorea cómo está posicionado el buque, cuántos metros por segundo se está arriando y la cantidad de cable que está desplegado en el agua. Asimismo, en el mismo ROV hay instalados varios sensores que miden la temperatura del agua, la salinidad y turbidez, entre otras mediciones”, agregó el Capitán Reynoso Peralta.
 
De esta manera, a través del cable umbilical se transmiten las imágenes de las diferentes cámaras de video HD color, escáner laser (en tiempo real) y la información de los sensores a la unidad de control del buque, como así también la información del estatus de funcionamiento del sistema de navegación y posicionamiento del ROV. En tanto, siempre hay una conexión a través de un sistema USBL (Ultra Short Base Line) para controlar dónde está posicionado el ROV y controlar si está dirigiéndose a la zona de exploración planificada.
 
Un mapa del fondo del mar
 
La búsqueda del submarino “ARA San Juan” se localiza frente a las costas patagónicas, y así, a 318 millas náuticas (589 km) al través de Comodoro Rivadavia, situado en la parte central del Golfo San Jorge, se encuentra el sector de búsqueda del submarino ARA “San Juan” que fue dividido recientemente en cinco zonas.
 
El buque “Seabed Constructor” se encuentra realizando el trabajo en el talud de la Plataforma Continental Argentina, a 318 millas náuticas al través de Comodoro Rivadavia en donde el área de búsqueda se dividió recientemente en cinco zonas a fin de organizar el relevamiento de datos.
 
La anomalía hidroacústica informada el 23 de noviembre de 2017 por el Embajador Argentino en Viena (Austria), lugar donde funciona la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO), permitió identificar un área con el centro a 27 km de la última posición conocida del buque.


 
En dicho sector, ubicado frente al Golfo San Jorge, se encuentra el talud continental que está conformado por tres aterrazados. La parte superior es la más estrecha, con una pendiente pronunciada. El segundo está conformado por una pendiente más leve que tiene entre 700 y 800 metros de profundidad. Es aquí donde se comienzan a formar los cañones submarinos y sus tributarios (ramificaciones). Por último, continúa una superficie escalonada hasta llegar al talud inferior, el cual llega a los 3.000 metros de profundidad, desembocando en la emersión continental (también denominadas llanuras abisales).
 
Cañones submarinos
 

De acuerdo a las investigaciones realizadas por el Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada Argentina (autoridad de Búsqueda y Rescate, SAR), en conjunto con el Servicio de Hidrografía Naval dependiente del Ministerio de Defensa, se proyectó una zona donde habría ocurrido el evento que produjo el naufragio del submarino ARA “San Juan”. Allí se encuentra el punto de inicio (cabecera) del cañón denominado “Almirante Brown”.
 
Los cañones pueden ser graficados y entendidos como ríos submarinos que en su cabecera poseen entre 60/70 metros de profundidad y 800 metros de ancho. Su constitución data de millones de años atrás y están conformados por arena, arcilla, limo y otros aglomerados. Además, poseen pequeñas formaciones coralinas que se constituyen por la presencia de yacimientos de gas natural.
 
Según los estudios realizados sobre el fondo marino, a mayor profundidad la velocidad de las corrientes disminuye. Por ello, cuando algo se deposita allí, las mismas corrientes generan “socavones” a su alrededor. Así, el objeto no será erosionado tan rápido y la acumulación de sedimentos será paulatina.
 
Los resultados arrojados hasta el momento del operativo de búsqueda han dado cuenta de una precisión de datos acorde a la tecnología empleada por la empresa “Ocean Infinity”. Los AUV (Vehículo Submarino Autónomo) empleados no sólo disponen de sonares de barrido lateral con ondas multihaz, magnetómetros y dispositivos para la captura de imágenes y transmisión en vivo, sino que también están equipados con un perfilador de subfondo, que permiten analizar qué hay por debajo de la superficie del fondo marino.
 
 

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06 OCT 2018 - 18:17

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El sumergible se reportó desaparecido desde las horas posteriores al 15 de noviembre del 2017, cuando dio aviso sobre averías a la base naval de la cual dependía, tras lo cual no se tuvieron nuevos datos sobre la nave militar, tripulada por 44 personas.
 
En las últimas horas el reporte de búsqueda dado a conocer por la Armada Argentina en conjunto con la empresa Ocean Infinity, que opera el buque “Seabed Constructor”, dio cuenta que a las 6 de la mañana del sábado se encontraba posicionado en un punto identificado de acuerdo a las coordenadas como  45° 40´.875 de latitud sur, y
60° 08´.190 de longitud oeste.
 
En la mañana del sábado se recuperaron el AUV 2 y el AUV 6, sobre los cuales se trabajaba en la descarga de datos y procesamiento de los mismos. En tanto que aún permanecían operando los AUV’s 1, 5 y 7 en sus respectivos patrones de búsqueda.
 
Pero ¿Cómo operan los equipos encargados de buscar el submarino ARA San Juan?. En la práctica, una vez que son descendidos del buque Seabed Constructor, los vehículos submarinos autónomos utilizan ecosonda multihaz, sonar de barrido lateral, magnetómetro y perfilador de subfondo para realizar el mapeo del fondo marino y detección de anomalías en una primera inspección.


 
Desde que empezó la tarea por parte de la empresa estadounidense Ocean Infinity avanza y al momento se está realizando el barrido en 5 áreas, las cuales fueron inspeccionadas inicialmente por los AUV (Vehículos Submarinos Autónomos) para luego dar lugar al descenso de los ROV (Vehículos Operados Remotamente) que, con otras capacidades, permiten investigar en detalle los puntos de interés.
 
Los equipos con los que cuentan los AUV, o los que en su momento se utilizaron para el operativo inicial de búsqueda del submarino, son las ecosondas multihaz que no sólo permiten obtener información sobre la línea de navegación del dispositivo/buque, sino que también realizan un barrido hacia las áreas a cada lado.
 
Como su nombre lo indica, se trata de un equipo que emite múltiples haces, cerca de 850, formando un abanico de barrido de hasta 150º y cuya resolución para detectar anomalías en el fondo depende del ancho individual de cada uno de los 850 haces que conforman el barrido completo.

 


 
Un dispositivo que es fundamental para el estudio del fondo marino es el denominado SONAR (SOunding NAvigation and Ranging). Así como en la atmósfera lo que permite ver es la luz y los sensores son los ojos; en la hidrósfera, es decir en el océano, en el mar, en los ríos y lagos, lo que se utiliza es el sonido para poder navegar e identificar objetos sobre el fondo.
 
El sonar es un instrumento que utiliza un método indirecto para saber cómo es el fondo del mar y qué profundidades tiene, incluso para conocer qué hay debajo de los sedimentos del fondo marino. En ese sentido, una ecosonda es un tipo de sonar que funciona de modo similar al eco, es decir, permite medir la distancia desde la superficie del agua al fondo en función del doble tiempo de “viaje” del sonido desde la ecosonda.

Para utilizar este método previamente deben conocerse las condiciones físicas y químicas de la columna de agua, las cuales son heterogéneas. En el mar existen distintas capas, napas o estructuras en la columna de agua y cada una con diferente salinidad, temperatura y densidad. Esto a su vez varía estacionalmente y geográficamente durante el año, y se ve afectado por las corrientes marinas que están en permanente movimiento. Dichos factores, principalmente la temperatura, afectan el tiempo de “viaje” del sonido.
 
Además, en bajas profundidades las ondas acústicas usadas tienen frecuencias altas (como si fueran sonidos bien agudos) y en grandes profundidades se usan frecuencias bajas que no se atenúan con la distancia, tienen larga longitud de onda; y así estas ondas acústicas pueden alcanzar esas grandes profundidades.
 
Hoy, la tecnología permite obtener un rendimiento completo de todo el barrido de haces. Éstos permiten caracterizar el fondo marino a través de su textura e identificar desde cuerpo de rocas o sedimentos, al mismo tiempo que permiten detectar rasgos en la columna de agua, como plumas de gas emanadas del fondo, cardúmenes, construcciones submarinas, buques hundidos, entre otros.
 
Otro de los equipos empleados para el estudio del fondo marino es el sonar de barrido lateral. Se trata de un tipo de ecosonda que permiten obtener una imagen acústica del fondo marino con muy alta resolución, ya que utiliza combinaciones de altas y bajas frecuencias y permite discriminar texturas del fondo por el tipo de respuesta acústica que caracteriza a cada tipo de fondo marino. Son aplicadas en investigaciones geológicas, detección de objetos, búsqueda y rescate, arqueología submarina, inspección de construcciones, cables y cañerías.
 
Amplia tecnología
 
El Servicio de Hidrografía Naval –dependiente del Ministerio de Defensa– posee un sonar de barrido lateral para aguas someras, el cual es utilizado en la inspección de enfilaciones en el acceso a puertos, inspección de muelles y escolleras y búsqueda submarina y fluvial.
 
El perfilador de subfondo es una ecosonda que trabaja en muy bajas frecuencias y se utiliza para investigar la estructura geológica hasta 80 metros debajo del fondo marino, con una resolución estratigráfica de 20 centímetros.

 


 
El magnetómetro autocompensado instalado en cada AUV de Ocean Infinity permite detectar con alta sensibilidad objetos ferromagnéticos sobre el fondo o enterrados bajo el fondo marino.
 
Los ecosondas y el magnetómetro pueden estar instalados en buques de superficie, vehículos remolcados operados remotamente (ROTV) y vehículos submarinos autónomos (AUV); en todas las combinaciones y modelos según las profundidades de investigación y aplicaciones.
 
La integración de los datos procesados de todos los dispositivos acústicos mencionados y del magnetómetro permite lograr una interpretación con el menor grado de ambigüedad en la identificación fehaciente del objetivo investigado.
 
Vehículos ROB
 
A bordo del “Seabed Constructor” hay dos Vehículos Operados Remotamente (ROV) que son utilizados en las distintas áreas de exploración. El ROV está conectado, por medio de un cable umbilical, a una unidad de control de un buque en superficie. De esta forma, la energía de alimentación, el control de operación y los datos ambientales e imágenes del objeto inspeccionado son enlazados mediante el cable coaxial con la central de control instalada en el laboratorio a bordo del buque, desde donde en tiempo real y en forma remota, operan el vehículo.
 
Su principal uso es la inspección con una gran capacidad de maniobrabilidad; además, gracias al equipamiento pueden portar entre ellos uno o dos brazos manipuladores con capacidad para recoger muestras para su análisis, también cortar cables y activar válvulas, dependiendo de lo que se quiere inspeccionar.


 
“Hay distintas clasificaciones para trabajar en diferentes profundidades, el ROV está comunicado con el laboratorio desde donde se lo comanda a través de un cable que puede ser coaxial o fibra óptica por el cual se transmiten en tiempo real los datos de todos los sensores que tiene montado. El descenso (arriado) y ascenso (izado) del ROV se realiza mediante un guinche instalado en la cubierta del buque, el que posee la cantidad de cable suficiente para operar a las profundidades de diseño del ROV”, expresó el especialista en Batimetría Oceánica del Servicio de Hidrografía Naval, dependiente del Ministerio de Defensa, Capitán de Fragata Walter Reynoso Peralta.
 
Los datos que se observan y se transmiten mediante el ROV son monitoreados y estudiados desde un laboratorio: “Se monitorea cómo está posicionado el buque, cuántos metros por segundo se está arriando y la cantidad de cable que está desplegado en el agua. Asimismo, en el mismo ROV hay instalados varios sensores que miden la temperatura del agua, la salinidad y turbidez, entre otras mediciones”, agregó el Capitán Reynoso Peralta.
 
De esta manera, a través del cable umbilical se transmiten las imágenes de las diferentes cámaras de video HD color, escáner laser (en tiempo real) y la información de los sensores a la unidad de control del buque, como así también la información del estatus de funcionamiento del sistema de navegación y posicionamiento del ROV. En tanto, siempre hay una conexión a través de un sistema USBL (Ultra Short Base Line) para controlar dónde está posicionado el ROV y controlar si está dirigiéndose a la zona de exploración planificada.
 
Un mapa del fondo del mar
 
La búsqueda del submarino “ARA San Juan” se localiza frente a las costas patagónicas, y así, a 318 millas náuticas (589 km) al través de Comodoro Rivadavia, situado en la parte central del Golfo San Jorge, se encuentra el sector de búsqueda del submarino ARA “San Juan” que fue dividido recientemente en cinco zonas.
 
El buque “Seabed Constructor” se encuentra realizando el trabajo en el talud de la Plataforma Continental Argentina, a 318 millas náuticas al través de Comodoro Rivadavia en donde el área de búsqueda se dividió recientemente en cinco zonas a fin de organizar el relevamiento de datos.
 
La anomalía hidroacústica informada el 23 de noviembre de 2017 por el Embajador Argentino en Viena (Austria), lugar donde funciona la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO), permitió identificar un área con el centro a 27 km de la última posición conocida del buque.


 
En dicho sector, ubicado frente al Golfo San Jorge, se encuentra el talud continental que está conformado por tres aterrazados. La parte superior es la más estrecha, con una pendiente pronunciada. El segundo está conformado por una pendiente más leve que tiene entre 700 y 800 metros de profundidad. Es aquí donde se comienzan a formar los cañones submarinos y sus tributarios (ramificaciones). Por último, continúa una superficie escalonada hasta llegar al talud inferior, el cual llega a los 3.000 metros de profundidad, desembocando en la emersión continental (también denominadas llanuras abisales).
 
Cañones submarinos
 

De acuerdo a las investigaciones realizadas por el Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada Argentina (autoridad de Búsqueda y Rescate, SAR), en conjunto con el Servicio de Hidrografía Naval dependiente del Ministerio de Defensa, se proyectó una zona donde habría ocurrido el evento que produjo el naufragio del submarino ARA “San Juan”. Allí se encuentra el punto de inicio (cabecera) del cañón denominado “Almirante Brown”.
 
Los cañones pueden ser graficados y entendidos como ríos submarinos que en su cabecera poseen entre 60/70 metros de profundidad y 800 metros de ancho. Su constitución data de millones de años atrás y están conformados por arena, arcilla, limo y otros aglomerados. Además, poseen pequeñas formaciones coralinas que se constituyen por la presencia de yacimientos de gas natural.
 
Según los estudios realizados sobre el fondo marino, a mayor profundidad la velocidad de las corrientes disminuye. Por ello, cuando algo se deposita allí, las mismas corrientes generan “socavones” a su alrededor. Así, el objeto no será erosionado tan rápido y la acumulación de sedimentos será paulatina.
 
Los resultados arrojados hasta el momento del operativo de búsqueda han dado cuenta de una precisión de datos acorde a la tecnología empleada por la empresa “Ocean Infinity”. Los AUV (Vehículo Submarino Autónomo) empleados no sólo disponen de sonares de barrido lateral con ondas multihaz, magnetómetros y dispositivos para la captura de imágenes y transmisión en vivo, sino que también están equipados con un perfilador de subfondo, que permiten analizar qué hay por debajo de la superficie del fondo marino.
 
 


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