Opinión / Los primeros 35 años

04 NOV 2018 - 21:00 | Actualizado

Por Raúl “Bulín” Fernández  /  Especial para Jornada

El 30 de octubre se cumplieron los primeros 35 años de Democracia continua en nuestro país. Inédito en más de 200 años desde la independencia y consecuente con una forma que elegimos para siempre, aún con todas sus imperfecciones.
“Con la democracia se cura, se educa y se crece”, señalaba Raúl Alfonsín en aquellos discursos históricos de 1983 y generaba la euforia de propios y extraños. Reconocer la valentía de cientos de mujeres y hombres que pusieron sus nombres en las listas de candidatos de todos los partidos, es lo primero que me transmite el recuerdo. Porque nadie podía saber cuánto duraría el despertar de la noche más horrenda de la historia argentina.
Los más jóvenes y aventureros aprendíamos a pasos acelerados lo que significaba el retorno de un sistema que en el colegio secundario nos “vendían” en paquete cerrado. La lectura cotidiana, el debate en cada local que se abría, escuchar a los más grandes, sorprendernos de las atrocidades de la dictadura, armar las Juventudes Políticas como desafío colectivo o movilizarse en las calles; sería un formato cotidiano que dio vida al sistema y a la militancia de todos los colores. Con el tiempo pudieron observarse las equivocaciones, la “muerte de las ideologías”, los traidores que cuidaron su propio espacio, aquellos que eligieron no estar más involucrados, los nuevos partidos según conveniencias de intereses y tantas otras opciones que dieron muestra de las falencias del sistema.
El Juicio a las Juntas y su reiniciación, las leyes innovadoras, el freno a los levantamientos carapintadas con respaldo de la oposición, el reconocimiento a nuevas mayorías, el sostenimiento de las minorías, la recuperación de empresas de bandera, el repaso de la historia según sus protagonistas y muchos otros factores positivos también están presentes.
¿Existe algo mejor? Por ahora no. Debe la Democracia curarse en salud generando mecanismos de acción, de participación, de compromiso, de hacerse cargo individual pero también colectivamente. En un mundo individualista, capitalista y comercial a destajo seguramente no será fácil el desafío de crecer. ¿Qué otra alternativa queda?
Para quienes la política es una pasión buscaremos encontrar variables que permitan la comprensión de que este sistema es el camino para encontrar soluciones para una sociedad más justa, equitativa y solidaria.
Las imperfecciones, que las hay y muchas, se corrigen a partir de asumir responsabilidades, proponer ideas y proyectos y accionar en consecuencia. Si hubo quienes, sin buscarlo, dieron hasta su vida para volver a tener Democracia; si existen las Madres, Abuelas e Hijos que arrastran las heridas en carne propia para pedir memoria, verdad y justicia; si un millar de jóvenes perdieron su vida por el absurdo decidir de una dictadura; si vecinos de cada uno de nuestros pueblos han honrado la posibilidad de que el conjunto defina por sobre lo individual, no podemos menos que hacernos cargo y seguir militando.
Si para los que peinamos canas y nuestros hijos son adultos sigue siendo un desafío, son apenas 35 años de continuidad y las nuevas generaciones pueden tomar los buenos ejemplos para seguir sumando. Hacer lo contrario sería la resignación.#

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04 NOV 2018 - 21:00

Por Raúl “Bulín” Fernández  /  Especial para Jornada

El 30 de octubre se cumplieron los primeros 35 años de Democracia continua en nuestro país. Inédito en más de 200 años desde la independencia y consecuente con una forma que elegimos para siempre, aún con todas sus imperfecciones.
“Con la democracia se cura, se educa y se crece”, señalaba Raúl Alfonsín en aquellos discursos históricos de 1983 y generaba la euforia de propios y extraños. Reconocer la valentía de cientos de mujeres y hombres que pusieron sus nombres en las listas de candidatos de todos los partidos, es lo primero que me transmite el recuerdo. Porque nadie podía saber cuánto duraría el despertar de la noche más horrenda de la historia argentina.
Los más jóvenes y aventureros aprendíamos a pasos acelerados lo que significaba el retorno de un sistema que en el colegio secundario nos “vendían” en paquete cerrado. La lectura cotidiana, el debate en cada local que se abría, escuchar a los más grandes, sorprendernos de las atrocidades de la dictadura, armar las Juventudes Políticas como desafío colectivo o movilizarse en las calles; sería un formato cotidiano que dio vida al sistema y a la militancia de todos los colores. Con el tiempo pudieron observarse las equivocaciones, la “muerte de las ideologías”, los traidores que cuidaron su propio espacio, aquellos que eligieron no estar más involucrados, los nuevos partidos según conveniencias de intereses y tantas otras opciones que dieron muestra de las falencias del sistema.
El Juicio a las Juntas y su reiniciación, las leyes innovadoras, el freno a los levantamientos carapintadas con respaldo de la oposición, el reconocimiento a nuevas mayorías, el sostenimiento de las minorías, la recuperación de empresas de bandera, el repaso de la historia según sus protagonistas y muchos otros factores positivos también están presentes.
¿Existe algo mejor? Por ahora no. Debe la Democracia curarse en salud generando mecanismos de acción, de participación, de compromiso, de hacerse cargo individual pero también colectivamente. En un mundo individualista, capitalista y comercial a destajo seguramente no será fácil el desafío de crecer. ¿Qué otra alternativa queda?
Para quienes la política es una pasión buscaremos encontrar variables que permitan la comprensión de que este sistema es el camino para encontrar soluciones para una sociedad más justa, equitativa y solidaria.
Las imperfecciones, que las hay y muchas, se corrigen a partir de asumir responsabilidades, proponer ideas y proyectos y accionar en consecuencia. Si hubo quienes, sin buscarlo, dieron hasta su vida para volver a tener Democracia; si existen las Madres, Abuelas e Hijos que arrastran las heridas en carne propia para pedir memoria, verdad y justicia; si un millar de jóvenes perdieron su vida por el absurdo decidir de una dictadura; si vecinos de cada uno de nuestros pueblos han honrado la posibilidad de que el conjunto defina por sobre lo individual, no podemos menos que hacernos cargo y seguir militando.
Si para los que peinamos canas y nuestros hijos son adultos sigue siendo un desafío, son apenas 35 años de continuidad y las nuevas generaciones pueden tomar los buenos ejemplos para seguir sumando. Hacer lo contrario sería la resignación.#


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