“Las condiciones climáticas acompañan y muchos de los productores han invertido en la aplicación de tecnologías para riego y fertilizaciones avanzadas, que levantan los rendimientos, por cuanto se espera una cosecha que andará entre las 800 y 900 toneladas”, adelantó el ingeniero Javier Mariño (INTA).
“Previamente –agregó-, los productores ya tienen acordado el destino de su fruta y el precio de venta. Los valores son interesantes para el sector, entre $135 y $150 por kilo, según la calidad de cada partida. Son montos singulares en comparación a la temporada anterior”.
Acerca de las posibilidades de exportación, dijo que “del exterior hay demanda por frambuesa orgánica, un producto que no es común en el país, aunque los chacareros que tienen capacidad de enviar afuera están con los números a la par con el mercado interno. De todas maneras, es una buena noticia, porque cuanto más demanda de fruta tengamos, alienta al productor a trabajar más y saber que los números cierran”.
La mayor parte se vende en fresco y un porcentaje menor es elaborado por las industrias de la región (dulces, licores, helados). “También es importante como mercado el corredor turístico que se extiende desde San Martín de los Andes, al norte, hasta Esquel, al sur, que demanda y consume las frambuesas de la Comarca Andina”, graficó Mariño.
“La frambuesa no es un producto fácil de encontrar en las góndolas de un supermercado, como ocurre con las frutillas o las cerezas”, acotó.
“El hecho de que la frambuesa tenga una floración escalonada a lo largo del verano/otoño, siempre facilita que haya cosecha. En cambio, el panorama no es tan favorable para las cerezas. Nuestra zona tiene condiciones climáticas críticas (vientos, heladas, primaveras lluviosas), con estacionalidad muy acotada, cualquier contingencia adversa nos deja sin fruta”, comparó.
Un capítulo especial para la mano de obra calificada y necesaria para la recolección de fruta fina: “Hay cosecheros locales, pero aquellos productores medianos, que necesitan mayor cantidad de jornaleros, traen a gente del norte que ya conocen. También hay que destacar que a los lugareños les interesa más ocuparse durante el verano en otras actividades relacionadas al turismo, lo que genera una competencia en los valores que cada sector paga. A veces, el productor no llega a completar su necesidad de cosecheros. La frambuesa debe recolectarse en el día preciso, de lo contrario se cae y es rendimiento que se pierde”, justificó.
Recordó enseguida que “la frambuesa es la punta de lanza de toda la fruta fina, aunque hay chacras donde se cultivan moras, cassis, corintos, grosellas, guindas, arándanos, boysemberries, frutillas. Todos los cultivos tienen muy poca aplicación de productos químicos y el valor agregado es que contamos con veranos secos y sin incidencia de plagas, que sumado a la calidad del agua y a la cantidad de horas sol, nos permite obtener una fruta con más azúcar”, valoró.
Entre las frutas silvestres sobresalen la rosa mosqueta, el sauco y el maqui, que son cosechadas por los lugareños y generalmente van a la industria de las dulcerías e infusiones.
La fruta fina sigue en importancia al turismo como principales actividades económicas del corredor andino. “La producción primaria mueve mucha gente en el campo (en una chacra con 2 hectáreas de fruta, necesitan 30 personas cosechando); una hectárea de frambuesa rinde en promedio entre 7.500 y 8.000 kilos, se cosecha a mano y el peso promedio de cada fruto son 5/6 gramos. Lleva mucho trabajo en mano de obra y con los acuerdos salariales vigentes se está pagando bien”, insistió Mariño.#
“Las condiciones climáticas acompañan y muchos de los productores han invertido en la aplicación de tecnologías para riego y fertilizaciones avanzadas, que levantan los rendimientos, por cuanto se espera una cosecha que andará entre las 800 y 900 toneladas”, adelantó el ingeniero Javier Mariño (INTA).
“Previamente –agregó-, los productores ya tienen acordado el destino de su fruta y el precio de venta. Los valores son interesantes para el sector, entre $135 y $150 por kilo, según la calidad de cada partida. Son montos singulares en comparación a la temporada anterior”.
Acerca de las posibilidades de exportación, dijo que “del exterior hay demanda por frambuesa orgánica, un producto que no es común en el país, aunque los chacareros que tienen capacidad de enviar afuera están con los números a la par con el mercado interno. De todas maneras, es una buena noticia, porque cuanto más demanda de fruta tengamos, alienta al productor a trabajar más y saber que los números cierran”.
La mayor parte se vende en fresco y un porcentaje menor es elaborado por las industrias de la región (dulces, licores, helados). “También es importante como mercado el corredor turístico que se extiende desde San Martín de los Andes, al norte, hasta Esquel, al sur, que demanda y consume las frambuesas de la Comarca Andina”, graficó Mariño.
“La frambuesa no es un producto fácil de encontrar en las góndolas de un supermercado, como ocurre con las frutillas o las cerezas”, acotó.
“El hecho de que la frambuesa tenga una floración escalonada a lo largo del verano/otoño, siempre facilita que haya cosecha. En cambio, el panorama no es tan favorable para las cerezas. Nuestra zona tiene condiciones climáticas críticas (vientos, heladas, primaveras lluviosas), con estacionalidad muy acotada, cualquier contingencia adversa nos deja sin fruta”, comparó.
Un capítulo especial para la mano de obra calificada y necesaria para la recolección de fruta fina: “Hay cosecheros locales, pero aquellos productores medianos, que necesitan mayor cantidad de jornaleros, traen a gente del norte que ya conocen. También hay que destacar que a los lugareños les interesa más ocuparse durante el verano en otras actividades relacionadas al turismo, lo que genera una competencia en los valores que cada sector paga. A veces, el productor no llega a completar su necesidad de cosecheros. La frambuesa debe recolectarse en el día preciso, de lo contrario se cae y es rendimiento que se pierde”, justificó.
Recordó enseguida que “la frambuesa es la punta de lanza de toda la fruta fina, aunque hay chacras donde se cultivan moras, cassis, corintos, grosellas, guindas, arándanos, boysemberries, frutillas. Todos los cultivos tienen muy poca aplicación de productos químicos y el valor agregado es que contamos con veranos secos y sin incidencia de plagas, que sumado a la calidad del agua y a la cantidad de horas sol, nos permite obtener una fruta con más azúcar”, valoró.
Entre las frutas silvestres sobresalen la rosa mosqueta, el sauco y el maqui, que son cosechadas por los lugareños y generalmente van a la industria de las dulcerías e infusiones.
La fruta fina sigue en importancia al turismo como principales actividades económicas del corredor andino. “La producción primaria mueve mucha gente en el campo (en una chacra con 2 hectáreas de fruta, necesitan 30 personas cosechando); una hectárea de frambuesa rinde en promedio entre 7.500 y 8.000 kilos, se cosecha a mano y el peso promedio de cada fruto son 5/6 gramos. Lleva mucho trabajo en mano de obra y con los acuerdos salariales vigentes se está pagando bien”, insistió Mariño.#