Cómo fueron los crímenes: “Nicolás se suicidó porque había matado a dos”

28 ABR 2019 - 21:11 | Actualizado

Según la Justicia Federal, el 6 de diciembre de 2018 a las 15, en Berwin al 200 de Puerto Madryn, Genaro Carrizo, Nicolás Cerrudo, Aaron Sepúlveda, Nicolás Valencia y B.B convocaron a Federico Lomeña. Pensó que cobraría $ 70.000. Discutieron, lo golpearon y le asestaron al menos 20 puñaladas de dos cuchillos diferentes en el tórax, el hígado, los riñones, los pulmones y el corazón. Lo ahorcaron con una remera negra y un doble nudo.

Dos días después, Cerrudo y Nalib Zajur lo habrían metido dentro de un mueble de madera y cubierto con una frazada. Lo habrían llevado en un Renault Clío hasta Playa Paraná, con Genaro Martínez y Nicolás Wild. Bajan el mueble con mucho esfuerzo, dos palas y una bolsa de residuos negra. Lo envuelven y lo entierran con cemento y cal para acelerar la descomposición. Un imputado habló del “olor a mierda” de la caja.

Se halló sangre en los muebles, en un trozo de tela, un hierro y una manguera azul. Habían intentado limpiar todo. Policía debió usar un equipo de luz ultravioleta para descubrir las manchas lavadas. Los investigadores descubrieron un mensaje de Cerrudo a Martínez pidiéndole el Clío antes del crimen: “Necesito que me hagas un favor, si me hacés el favor te doy churro”.

Zajur contó que en la playa, Cerrudo le ordenó: “Andá al otro lado de la calle, quedáte de campana y avísame si viene alguien”. En media hora pasaron tres autos. “Le gritaba a Nicolás para que se agachara un poco”. Le pagaron con 30 gramos de marihuana.

López

El 10 de diciembre, pasadas las 23, según el procesamiento que firmó Lleral, el que fue a la casa de Berwin fue Héctor López. Estaban B., Cerrudo, Sepúlveda y Giulio De Cecco. Discutieron por la misma deuda. Quebraron su cuello con una manguera. Golpearon su cabeza con un fierro y mutilaron sus manos.

Una puñalada en el corazón lo remató. Le sacaron la ropa, lo bañaron y lo envolvieron en una frazada. Para que entrara en el auto quebraron el cuerpo.

Cargaron el cadáver en el baúl de propio VW Vento de López y lo enterraron en el Parque Ecológico El Doradillo con cemento y cal, de madrugada, para no ser vistos. Pusieron un arbusto sobre la tierra movida.

Abandonaron el vehículo, que apareció con manchas de sangre. Las habían intentado lavar con nafta comprada en la YPF de Gales y Juan B. Justo: el techo, el baúl, el torpedo y los asientos. Se encontró un cuchillo carnicero con sangre y ropa. La batería había sido desconectada.

Los familiares de López hallaron ropa de Lomeña y Carrizo manchada de sangre, bolsas vacías de cal y de cemento, frazadas, una lona con polvo blanco y manchas hemáticas, guantes, un trozo de manguera azul, un iPhone con dos disparos en su pantalla y una alfombra del rodado.

El 11 de diciembre se denunció su desaparición. Su pareja declaró que la noche anterior, mientras ella preparaba la cena, López le dijo que iba en su Volkswagen Vento a buscar un lavarropas a lo de “Maxi”. Pero no había vueltoo. Era raro porque él siempre se comunicaba. Aclaró que López no vivía de la droga sino que vendía ropa y zapatillas.

Pero la “madre de crianza” de López dijo que la versión de la novia era poco creíble. Un lavarropas no entraba en el auto y López lavaba la ropa siempre en casa. Su hijo aparecía con plata o con cosas caras, que no podía adquirir de la venta de ropa o zapatillas. “Para ella andaba metido en la droga”, dice en la causa.

El “Maxi” del lavarropas era Cerrudo. Vivía con su abuela y con Carrizo en la casa de Berwin. Declaró que López y Lomeña tenían una deuda por marihuana y cocaína con “El Mendocino”. El proveedor no los había amenazado pero en la semana iba a estar en Madryn y “la situación iba a ser distinta”. Habían escapado a Buenos Aires porque según Lomeña, “todos iban a caer y no iba a ser uno del montón”.

Describió a “El Mendocino” como un canoso, morocho, siempre de chomba. Traía del norte panes de marihuana que se enterraban. En Madryn no tenía antecedentes y que por eso “andaba tranquilo”.

Horas después de esta declaración, Cerrudo se ahorcó y dejó una carta despidiéndose de su familia. Pedía perdón y explicaba: “Esto nos pasa por jugar con fuego”.

A su velatorio fue B. El chico de 17 años les dijo a un par de amigos que “boletearon a dos” y que habían “descartado” un auto en El Doradillo, con lujo de detalles. “Nicolás se suicidó porque había matado a dos, lo mejor era que yo me vaya a Buenos Aires ya que era gente pesada y nos iba a involucrar a todos, porque yo era su amigo. Siempre nos juntábamos en el patinódromo II a tomar unas cervezas”, declaró. En casa del menor se secuestró un cuchillo, un trapo rejilla y una remera con sangre.

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28 ABR 2019 - 21:11

Según la Justicia Federal, el 6 de diciembre de 2018 a las 15, en Berwin al 200 de Puerto Madryn, Genaro Carrizo, Nicolás Cerrudo, Aaron Sepúlveda, Nicolás Valencia y B.B convocaron a Federico Lomeña. Pensó que cobraría $ 70.000. Discutieron, lo golpearon y le asestaron al menos 20 puñaladas de dos cuchillos diferentes en el tórax, el hígado, los riñones, los pulmones y el corazón. Lo ahorcaron con una remera negra y un doble nudo.

Dos días después, Cerrudo y Nalib Zajur lo habrían metido dentro de un mueble de madera y cubierto con una frazada. Lo habrían llevado en un Renault Clío hasta Playa Paraná, con Genaro Martínez y Nicolás Wild. Bajan el mueble con mucho esfuerzo, dos palas y una bolsa de residuos negra. Lo envuelven y lo entierran con cemento y cal para acelerar la descomposición. Un imputado habló del “olor a mierda” de la caja.

Se halló sangre en los muebles, en un trozo de tela, un hierro y una manguera azul. Habían intentado limpiar todo. Policía debió usar un equipo de luz ultravioleta para descubrir las manchas lavadas. Los investigadores descubrieron un mensaje de Cerrudo a Martínez pidiéndole el Clío antes del crimen: “Necesito que me hagas un favor, si me hacés el favor te doy churro”.

Zajur contó que en la playa, Cerrudo le ordenó: “Andá al otro lado de la calle, quedáte de campana y avísame si viene alguien”. En media hora pasaron tres autos. “Le gritaba a Nicolás para que se agachara un poco”. Le pagaron con 30 gramos de marihuana.

López

El 10 de diciembre, pasadas las 23, según el procesamiento que firmó Lleral, el que fue a la casa de Berwin fue Héctor López. Estaban B., Cerrudo, Sepúlveda y Giulio De Cecco. Discutieron por la misma deuda. Quebraron su cuello con una manguera. Golpearon su cabeza con un fierro y mutilaron sus manos.

Una puñalada en el corazón lo remató. Le sacaron la ropa, lo bañaron y lo envolvieron en una frazada. Para que entrara en el auto quebraron el cuerpo.

Cargaron el cadáver en el baúl de propio VW Vento de López y lo enterraron en el Parque Ecológico El Doradillo con cemento y cal, de madrugada, para no ser vistos. Pusieron un arbusto sobre la tierra movida.

Abandonaron el vehículo, que apareció con manchas de sangre. Las habían intentado lavar con nafta comprada en la YPF de Gales y Juan B. Justo: el techo, el baúl, el torpedo y los asientos. Se encontró un cuchillo carnicero con sangre y ropa. La batería había sido desconectada.

Los familiares de López hallaron ropa de Lomeña y Carrizo manchada de sangre, bolsas vacías de cal y de cemento, frazadas, una lona con polvo blanco y manchas hemáticas, guantes, un trozo de manguera azul, un iPhone con dos disparos en su pantalla y una alfombra del rodado.

El 11 de diciembre se denunció su desaparición. Su pareja declaró que la noche anterior, mientras ella preparaba la cena, López le dijo que iba en su Volkswagen Vento a buscar un lavarropas a lo de “Maxi”. Pero no había vueltoo. Era raro porque él siempre se comunicaba. Aclaró que López no vivía de la droga sino que vendía ropa y zapatillas.

Pero la “madre de crianza” de López dijo que la versión de la novia era poco creíble. Un lavarropas no entraba en el auto y López lavaba la ropa siempre en casa. Su hijo aparecía con plata o con cosas caras, que no podía adquirir de la venta de ropa o zapatillas. “Para ella andaba metido en la droga”, dice en la causa.

El “Maxi” del lavarropas era Cerrudo. Vivía con su abuela y con Carrizo en la casa de Berwin. Declaró que López y Lomeña tenían una deuda por marihuana y cocaína con “El Mendocino”. El proveedor no los había amenazado pero en la semana iba a estar en Madryn y “la situación iba a ser distinta”. Habían escapado a Buenos Aires porque según Lomeña, “todos iban a caer y no iba a ser uno del montón”.

Describió a “El Mendocino” como un canoso, morocho, siempre de chomba. Traía del norte panes de marihuana que se enterraban. En Madryn no tenía antecedentes y que por eso “andaba tranquilo”.

Horas después de esta declaración, Cerrudo se ahorcó y dejó una carta despidiéndose de su familia. Pedía perdón y explicaba: “Esto nos pasa por jugar con fuego”.

A su velatorio fue B. El chico de 17 años les dijo a un par de amigos que “boletearon a dos” y que habían “descartado” un auto en El Doradillo, con lujo de detalles. “Nicolás se suicidó porque había matado a dos, lo mejor era que yo me vaya a Buenos Aires ya que era gente pesada y nos iba a involucrar a todos, porque yo era su amigo. Siempre nos juntábamos en el patinódromo II a tomar unas cervezas”, declaró. En casa del menor se secuestró un cuchillo, un trapo rejilla y una remera con sangre.


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