Editorial / El justicialismo de Chubut tocó fondo y se acerca la hora de una renovación profunda

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Linares, Mutio, Taboada y Luque, la noche de la derrota del 9 de junio
29 JUN 2019 - 21:01 | Actualizado

Si algunos creían que la derrota en las elecciones del 9 de junio era lo más abajo que iba a caer el Partido Justicialista de Chubut este año, se equivocaron. Faltaba un polémico cierre de listas que terminó en escándalo y vergüenza por culpa de una agrupación aliada a la actual dirigencia justicialista chubutense: el partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo (CET), liderado por el actual diputado nacional y dirigente de Camioneros, Jorge Taboada.

Quienes estuvieron el sábado pasado a la medianoche en la sede del PJ en Rawson siguen contando lo sucedido con cara de estupor. No pueden creer que una patota que ni siquiera está integrada por afiliados al PJ haya entrado a la sede partidaria a romper todo. Desde sillas y puertas, hasta dientes y costillas.

El apoderado de una lista peronista de Comodoro Rivadavia, Guillermo Vilanova, se llevó la peor parte. Convulsionó en el piso de la sede del PJ, perdió varias piezas dentarias y todavía se sigue realizando análisis para saber qué consecuencias puede tener la paliza que recibió.

Todo esto, dicen varios testigos, a la vista de algunos dirigentes del PJ que miraban a la horda de los camioneros como si eso estuviera sucediendo en otro lugar.

Vergüenza ajena

Por si fuera poco, el intendente de Comodoro, Carlos Linares –derrotado en las recientes elecciones- tuvo el tupé de salir a pedir disculpas pero ¡a Jorge Taboada!, “por no haber podido cumplir la promesa” de que iba a dejarlo repetir como diputado nacional a pesar de que su paso por la Cámara baja fue de una pobreza sublime.

Linares no dijo una palabra de los afiliados peronistas que sufrieron la violencia dentro de su propio partido, ni tampoco tuvo valor para cuestionar la decisión de Cristina Fernández de Kirchner, que claramente nunca lo tuvo como referente local serio y a la hora de los bifes le ordenó que el candidato que encabece la lista de diputados nacionales sea Santiago Igon, el actual legislador, integrante de La Cámpora y cercano a Máximo Kirchner.

A quienes se rasgan las vestiduras por el “dedazo” hay que recordarles que Igon era un virtual desconocido hace cuatro años, no ahora. Y su paso por el Congreso fue mucho más digno que varios de los otros siete legisladores nacionales (cinco diputados y tres senadores) que deben defender los intereses del pueblo de Chubut y del Estado provincial.

En todo caso, lo más grave no fue el “dedazo” de CFK sino la poca relevancia de la dirigencia local del PJ para poder discutir y confrontar una decisión como la que les ordenaron cumplir. Por este y otros motivos es que la renovación del PJ debe empezar ya mismo con un festival de pasos al costado.

Rápidos de reflejos

Si había una elección que el PJ Chubut podía ganar este año en la provincia –tal vez, la única en mucho tiempo- era, precisamente, la de diputados nacionales. Ahora, con esta interna desatada, las chances de alzarse con dos de las tres bancas que se ponen en juego en octubre se reducen sensiblemente.

En este contexto, los dos “ganadores” de este sismo en el peronista fueron el gobernador Mariano Arcioni y su vice electo, Ricardo Sastre. El primero ya se subió de manera decidida al carro del Frente de Todos, comparte actos con Alberto Fernández y definió su apoyo a la fórmula con Cristina.

El madrynense, ni lerdo ni perezoso, lanzó a los cuatro vientos sus aspiraciones por presidir el partido al que se afilió a los18 años. Lo hizo, inclusive, antes de que se diera el bochorno de la sede del PJ.

Sastre cree que es la hora de sacar a flote al PJ con muchos de los sectores peronistas que lo acompañan en Chubut al Frente. Y, por supuesto, con muchas agrupaciones y sindicatos que fueron raleados por la conducción de Ricardo Mutio, que llegó ahí impulsado por Linares y Juan Pablo Luque, y nadie sabe cómo es que todavía no presentó la renuncia con la Mesa de Conducción en pleno.

Es necesario para la salud democrática de Chubut que el peronismo renazca de sus cenizas. Como así también la Unión Cívica Radical, que todavía no puede sacarse de encima el lastre que le colgaron varios dirigentes importantes a los que la historia los ubicará en su lugar por haber dejado que la alianza Cambiemos diluyera el poder y la presencia territorial que el radicalismo tenía.

Lejos de los personeros de la antipolítica, que insisten en que la gente vota “candidatos” y no propuestas -y mucho menos a partidos políticos-, hay que abogar por un regreso a las fuentes del peronismo y el radicalismo, los dos partidos que han gobernado Chubut desde el regreso de la democracia, hace 36 años. Nada más y nada menos.

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Linares, Mutio, Taboada y Luque, la noche de la derrota del 9 de junio
29 JUN 2019 - 21:01

Si algunos creían que la derrota en las elecciones del 9 de junio era lo más abajo que iba a caer el Partido Justicialista de Chubut este año, se equivocaron. Faltaba un polémico cierre de listas que terminó en escándalo y vergüenza por culpa de una agrupación aliada a la actual dirigencia justicialista chubutense: el partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo (CET), liderado por el actual diputado nacional y dirigente de Camioneros, Jorge Taboada.

Quienes estuvieron el sábado pasado a la medianoche en la sede del PJ en Rawson siguen contando lo sucedido con cara de estupor. No pueden creer que una patota que ni siquiera está integrada por afiliados al PJ haya entrado a la sede partidaria a romper todo. Desde sillas y puertas, hasta dientes y costillas.

El apoderado de una lista peronista de Comodoro Rivadavia, Guillermo Vilanova, se llevó la peor parte. Convulsionó en el piso de la sede del PJ, perdió varias piezas dentarias y todavía se sigue realizando análisis para saber qué consecuencias puede tener la paliza que recibió.

Todo esto, dicen varios testigos, a la vista de algunos dirigentes del PJ que miraban a la horda de los camioneros como si eso estuviera sucediendo en otro lugar.

Vergüenza ajena

Por si fuera poco, el intendente de Comodoro, Carlos Linares –derrotado en las recientes elecciones- tuvo el tupé de salir a pedir disculpas pero ¡a Jorge Taboada!, “por no haber podido cumplir la promesa” de que iba a dejarlo repetir como diputado nacional a pesar de que su paso por la Cámara baja fue de una pobreza sublime.

Linares no dijo una palabra de los afiliados peronistas que sufrieron la violencia dentro de su propio partido, ni tampoco tuvo valor para cuestionar la decisión de Cristina Fernández de Kirchner, que claramente nunca lo tuvo como referente local serio y a la hora de los bifes le ordenó que el candidato que encabece la lista de diputados nacionales sea Santiago Igon, el actual legislador, integrante de La Cámpora y cercano a Máximo Kirchner.

A quienes se rasgan las vestiduras por el “dedazo” hay que recordarles que Igon era un virtual desconocido hace cuatro años, no ahora. Y su paso por el Congreso fue mucho más digno que varios de los otros siete legisladores nacionales (cinco diputados y tres senadores) que deben defender los intereses del pueblo de Chubut y del Estado provincial.

En todo caso, lo más grave no fue el “dedazo” de CFK sino la poca relevancia de la dirigencia local del PJ para poder discutir y confrontar una decisión como la que les ordenaron cumplir. Por este y otros motivos es que la renovación del PJ debe empezar ya mismo con un festival de pasos al costado.

Rápidos de reflejos

Si había una elección que el PJ Chubut podía ganar este año en la provincia –tal vez, la única en mucho tiempo- era, precisamente, la de diputados nacionales. Ahora, con esta interna desatada, las chances de alzarse con dos de las tres bancas que se ponen en juego en octubre se reducen sensiblemente.

En este contexto, los dos “ganadores” de este sismo en el peronista fueron el gobernador Mariano Arcioni y su vice electo, Ricardo Sastre. El primero ya se subió de manera decidida al carro del Frente de Todos, comparte actos con Alberto Fernández y definió su apoyo a la fórmula con Cristina.

El madrynense, ni lerdo ni perezoso, lanzó a los cuatro vientos sus aspiraciones por presidir el partido al que se afilió a los18 años. Lo hizo, inclusive, antes de que se diera el bochorno de la sede del PJ.

Sastre cree que es la hora de sacar a flote al PJ con muchos de los sectores peronistas que lo acompañan en Chubut al Frente. Y, por supuesto, con muchas agrupaciones y sindicatos que fueron raleados por la conducción de Ricardo Mutio, que llegó ahí impulsado por Linares y Juan Pablo Luque, y nadie sabe cómo es que todavía no presentó la renuncia con la Mesa de Conducción en pleno.

Es necesario para la salud democrática de Chubut que el peronismo renazca de sus cenizas. Como así también la Unión Cívica Radical, que todavía no puede sacarse de encima el lastre que le colgaron varios dirigentes importantes a los que la historia los ubicará en su lugar por haber dejado que la alianza Cambiemos diluyera el poder y la presencia territorial que el radicalismo tenía.

Lejos de los personeros de la antipolítica, que insisten en que la gente vota “candidatos” y no propuestas -y mucho menos a partidos políticos-, hay que abogar por un regreso a las fuentes del peronismo y el radicalismo, los dos partidos que han gobernado Chubut desde el regreso de la democracia, hace 36 años. Nada más y nada menos.


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