Día Mundial del Alzheimer: los sentidos, entre lo artístico y la percepción

El 21 de septiembre es el Día Mundial del Alzheimer y una forma de abordaje de esta patología es a través de las actividades artísticas y su relación con las enfermedades relacionadas con la memoria y sobre cómo la forma en que percibimos el mundo determina la forma en que nos expresamos y viceversa.

19 SEP 2019 - 11:00 | Actualizado

Escribe el Dr. Ismael Calandri (*)

Desde pequeños se nos entrenó a pensar en los sentidos como compartimentos estancos anclados a órganos específicos como los ojos o la nariz.

Las neurociencias hace largo tiempo han abandonado ideas como esta, desde el hecho de que sean solo cinco, a la idea de la compartimentalización, todo ha dado paso a una concepción más dinámica en la que entran múltiples circuitos del sistema nervioso.

Sentir es un proceso que comienza cuando un aspecto de la realidad es transformado en una cuota de información, este es el trabajo de neuronas modificadas que emiten señales cuando, por ejemplo, reciben luz, se estiran o detectan pequeñas partículas de una sustancia en el aire.

Este simple paso desencadena miles de procesos, la información se disemina a lo largo del sistema nervioso para ser utilizada a niveles conscientes e inconscientes. La luz que recibió una neurona de la retina es convertida, por ejemplo, en información que va a ser aprovechada para procesos como ajustar nuestro reloj interno, decidir el tono de los músculos del ojo, ajustar nuestro equilibrio y por supuesto va a llegar a las vías de la percepción.

Percibir es una tarea específica del órgano más evolucionado del ser humano, la corteza cerebral, en él esa cuota de información va a atravesar cientos de circuitos que tienen como objeto darle forma y convertirla en un objeto reconocible.

Reconocer sólo es posible cuando esa información ahora filtrada es comparada con la que ya almacenamos, es ahí donde interviene casi todo el cerebro, y se ponen en juego áreas que tienen que ver con el lenguaje y que almacenan las definiciones arquetípicas de lo que conocemos, cortezas de la memoria que contrastan éste con cientos de objetos del pasado y cortezas que tienen que ver con la emocionalidad, que obviamente también va a depender de la memoria y experiencias pasadas.

Si hablamos de viejas concepciones, nuestra idea sobre el arte, como la creación de objetos con un sentido meramente estético ha dado paso a un concepto más dinámico. Hoy el arte es un medio para despertar sensaciones en el otro y recibirlas a la vez, una invitación por parte del artista a delinear, probar, imaginar, inventar a través las experiencias estéticas.

Parece difícil tender el puente del funcionamiento neuronal a la apreciación artística; sin embargo, el funcionamiento de los sentidos es nuestra guía.

Siguiendo esta ruta compleja el arte se transforma en información que incide sobre nosotros en planos conscientes o no, despierta respuestas inconscientes, dilata nuestras pupilas o nos marea; sacude nuestros recuerdos y exige comparaciones, pone en tela de juicio nuestros conceptos o crea nuevos, nos devuelve a tiempos donde objetos parecidos cruzaron nuestro camino o abren nuevos caminos para objetos a encontrar.

Así como nuestro sistema nervioso es indivisible de quienes somos, el arte es indivisible de los caminos de la percepción; cuando vemos, vemos con todo el cuerpo, con nuestra historia y nuestras ideas. Esto crea un momento tan único que podremos apreciar cientos de veces una obra, pero siempre la percibiremos distinto.

(*) Neurólogo del Centro de Memoria y Envejecimiento de Fleni (Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia).

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19 SEP 2019 - 11:00

Escribe el Dr. Ismael Calandri (*)

Desde pequeños se nos entrenó a pensar en los sentidos como compartimentos estancos anclados a órganos específicos como los ojos o la nariz.

Las neurociencias hace largo tiempo han abandonado ideas como esta, desde el hecho de que sean solo cinco, a la idea de la compartimentalización, todo ha dado paso a una concepción más dinámica en la que entran múltiples circuitos del sistema nervioso.

Sentir es un proceso que comienza cuando un aspecto de la realidad es transformado en una cuota de información, este es el trabajo de neuronas modificadas que emiten señales cuando, por ejemplo, reciben luz, se estiran o detectan pequeñas partículas de una sustancia en el aire.

Este simple paso desencadena miles de procesos, la información se disemina a lo largo del sistema nervioso para ser utilizada a niveles conscientes e inconscientes. La luz que recibió una neurona de la retina es convertida, por ejemplo, en información que va a ser aprovechada para procesos como ajustar nuestro reloj interno, decidir el tono de los músculos del ojo, ajustar nuestro equilibrio y por supuesto va a llegar a las vías de la percepción.

Percibir es una tarea específica del órgano más evolucionado del ser humano, la corteza cerebral, en él esa cuota de información va a atravesar cientos de circuitos que tienen como objeto darle forma y convertirla en un objeto reconocible.

Reconocer sólo es posible cuando esa información ahora filtrada es comparada con la que ya almacenamos, es ahí donde interviene casi todo el cerebro, y se ponen en juego áreas que tienen que ver con el lenguaje y que almacenan las definiciones arquetípicas de lo que conocemos, cortezas de la memoria que contrastan éste con cientos de objetos del pasado y cortezas que tienen que ver con la emocionalidad, que obviamente también va a depender de la memoria y experiencias pasadas.

Si hablamos de viejas concepciones, nuestra idea sobre el arte, como la creación de objetos con un sentido meramente estético ha dado paso a un concepto más dinámico. Hoy el arte es un medio para despertar sensaciones en el otro y recibirlas a la vez, una invitación por parte del artista a delinear, probar, imaginar, inventar a través las experiencias estéticas.

Parece difícil tender el puente del funcionamiento neuronal a la apreciación artística; sin embargo, el funcionamiento de los sentidos es nuestra guía.

Siguiendo esta ruta compleja el arte se transforma en información que incide sobre nosotros en planos conscientes o no, despierta respuestas inconscientes, dilata nuestras pupilas o nos marea; sacude nuestros recuerdos y exige comparaciones, pone en tela de juicio nuestros conceptos o crea nuevos, nos devuelve a tiempos donde objetos parecidos cruzaron nuestro camino o abren nuevos caminos para objetos a encontrar.

Así como nuestro sistema nervioso es indivisible de quienes somos, el arte es indivisible de los caminos de la percepción; cuando vemos, vemos con todo el cuerpo, con nuestra historia y nuestras ideas. Esto crea un momento tan único que podremos apreciar cientos de veces una obra, pero siempre la percibiremos distinto.

(*) Neurólogo del Centro de Memoria y Envejecimiento de Fleni (Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia).


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