Editorial / Irracionales

Justo cuando las aguas, muy de a poco, comenzaban a aquietarse. O cuando el resultado de la elección nacional hacía avizorar la llegada de un nuevo tiempo, no sólo para todos los argentinos sino para los chubutenses en particular, que reventaron las urnas con votos de Alberto Fernández y pidieron a gritos un cambio pero en serio.

07 NOV 2019 - 18:32 | Actualizado

En medio de todo eso, y sin olvidarse de la profunda crisis económica, financiera y social que atraviesa Chubut, la irracionalidad volvió a apoderarse de algunos que convirtieron el día en un “jueves negro”.

No sólo no se han resuelto ninguno de los problemas sino que quienes deberían tener un poco de cordura institucional para encaminar la cosa, bajar los ánimos y encontrar una salida para que cientos de miles de chicos de Chubut puedan volver a las aulas aunque sea unos días antes de termine el año, han vuelto a detonar todos los puentes, si es que todavía quedaba alguno por donde cruzar.

El tono con el que el gremialista docente Santiago Goodman y el ministro coordinador Federico Massoni venían expresándose en público en los últimos días causaba un poco de escozor en los sectores más racionales del sector docente y del propio Gobierno.

En el medio, cuando no, flota la amargura y el desconsuelo de la mayor parte de la sociedad, que no termina de recuperarse de un 2019 nefasto desde lo económico y escabroso desde lo social.

Chubut necesita menos personajes como Goodman y Massoni. Dos irracionales que se subieron a una especia de “paravalanchas” de la soberbia a defender posiciones que su momento pueden que hayan tenido algo de legitimidad, pero que ahora se transformaron en dos extremistas que agitan sin importar las consecuencias, sin importarles que las consecuencias de sus actos afectan a toda una sociedad que quiere que los docentes y todos los que trabajan decentemente cobren sus sueldos, pero que también desea que los reclamos gremiales no pierdan la cordura, sobre todo cuando las víctimas son chicos que nunca más van a recuperar el tiempo perdido este año.

Claro que el reclamo docente nació con legitimidad y todavía tiene muchos argumentos en ese sentido. Por supuesto que las leyes hay que cumplirlas y que los delitos tienen que ser prevenidos o juzgados. Pero montarse de manera obtusa sobre lo que es o debería ser en medio de tanta tensión social, es de una irresponsabilidad supina.

También, hay que decirlo, al Estado le cabe mayor responsabilidad en lo sucedido en Rawson porque es quien debe garantizar los derechos de todos los ciudadanos. Cuando el Estado se comporta como se comportaron algunos jefes policiales, las consecuencias están a la vista.

Los esfuerzos que algunos integrantes del Gobierno provincial intentan hacer para encaminar el carro van a seguir siendo vanos si dejan en manos inexpertas y con tonos soberbios el manejo de una situación tan sensible. Tampoco los docentes de a pie que reclaman por sus derechos deberían aceptar que la irracionalidad domine a sus líderes.

Chubut está en el fondo del pozo y algunos de los que podrían tener gestos para sacarla de esa posición, siguen cavando fosas a sus pies. Así no se puede.

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07 NOV 2019 - 18:32

En medio de todo eso, y sin olvidarse de la profunda crisis económica, financiera y social que atraviesa Chubut, la irracionalidad volvió a apoderarse de algunos que convirtieron el día en un “jueves negro”.

No sólo no se han resuelto ninguno de los problemas sino que quienes deberían tener un poco de cordura institucional para encaminar la cosa, bajar los ánimos y encontrar una salida para que cientos de miles de chicos de Chubut puedan volver a las aulas aunque sea unos días antes de termine el año, han vuelto a detonar todos los puentes, si es que todavía quedaba alguno por donde cruzar.

El tono con el que el gremialista docente Santiago Goodman y el ministro coordinador Federico Massoni venían expresándose en público en los últimos días causaba un poco de escozor en los sectores más racionales del sector docente y del propio Gobierno.

En el medio, cuando no, flota la amargura y el desconsuelo de la mayor parte de la sociedad, que no termina de recuperarse de un 2019 nefasto desde lo económico y escabroso desde lo social.

Chubut necesita menos personajes como Goodman y Massoni. Dos irracionales que se subieron a una especia de “paravalanchas” de la soberbia a defender posiciones que su momento pueden que hayan tenido algo de legitimidad, pero que ahora se transformaron en dos extremistas que agitan sin importar las consecuencias, sin importarles que las consecuencias de sus actos afectan a toda una sociedad que quiere que los docentes y todos los que trabajan decentemente cobren sus sueldos, pero que también desea que los reclamos gremiales no pierdan la cordura, sobre todo cuando las víctimas son chicos que nunca más van a recuperar el tiempo perdido este año.

Claro que el reclamo docente nació con legitimidad y todavía tiene muchos argumentos en ese sentido. Por supuesto que las leyes hay que cumplirlas y que los delitos tienen que ser prevenidos o juzgados. Pero montarse de manera obtusa sobre lo que es o debería ser en medio de tanta tensión social, es de una irresponsabilidad supina.

También, hay que decirlo, al Estado le cabe mayor responsabilidad en lo sucedido en Rawson porque es quien debe garantizar los derechos de todos los ciudadanos. Cuando el Estado se comporta como se comportaron algunos jefes policiales, las consecuencias están a la vista.

Los esfuerzos que algunos integrantes del Gobierno provincial intentan hacer para encaminar el carro van a seguir siendo vanos si dejan en manos inexpertas y con tonos soberbios el manejo de una situación tan sensible. Tampoco los docentes de a pie que reclaman por sus derechos deberían aceptar que la irracionalidad domine a sus líderes.

Chubut está en el fondo del pozo y algunos de los que podrían tener gestos para sacarla de esa posición, siguen cavando fosas a sus pies. Así no se puede.


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