En las últimas horas falleció a los 70 años en Puerto Madryn José Calvo, aunque para todo el mundo era “Calvito”. Este apreciado vecino de la ciudad portuaria fue durante décadas y a través de su actividad como mozo, una referencia en su actividad.
Hace algunos años, cuando dejó la actividad, recordó a Jornada que sus comienzos fueron “gracias al papá de Ariel Bordenave allá por el año 70, yo vivía frente a Prefectura, un día pasa Angelito y me dice “vos tenés que ser mozo”, yo le dije que estaba loco. Pero bueno, así fue como empecé a trabajar”.
A lo largo de 47 años de trabajo, supo definir su profesión con amabilidad, constancia y dedicación.Se inició en el Club Náutico, sobre la Avenida Rawson y luego paso por el “Restaurant París”, mientras terminaban la actual cantina “El Náutico”, en Roca y Lugones.
A lo largo de los años también supo atender a clientes en el Hostal del Rey, restaurant “El Águila” y “Puerto Mariscos”, entre otros espacios gastronómicos.
Para Calvito, ser mozo fue una forma de vida, una profesión que la sintió como propia. La comunidad portuaria ya lo extraña.
En las últimas horas falleció a los 70 años en Puerto Madryn José Calvo, aunque para todo el mundo era “Calvito”. Este apreciado vecino de la ciudad portuaria fue durante décadas y a través de su actividad como mozo, una referencia en su actividad.
Hace algunos años, cuando dejó la actividad, recordó a Jornada que sus comienzos fueron “gracias al papá de Ariel Bordenave allá por el año 70, yo vivía frente a Prefectura, un día pasa Angelito y me dice “vos tenés que ser mozo”, yo le dije que estaba loco. Pero bueno, así fue como empecé a trabajar”.
A lo largo de 47 años de trabajo, supo definir su profesión con amabilidad, constancia y dedicación.Se inició en el Club Náutico, sobre la Avenida Rawson y luego paso por el “Restaurant París”, mientras terminaban la actual cantina “El Náutico”, en Roca y Lugones.
A lo largo de los años también supo atender a clientes en el Hostal del Rey, restaurant “El Águila” y “Puerto Mariscos”, entre otros espacios gastronómicos.
Para Calvito, ser mozo fue una forma de vida, una profesión que la sintió como propia. La comunidad portuaria ya lo extraña.