En una nota presentada al subsecretario de Ambiente municipal, Daniel González, plantean que la extracción realizada “va en detrimento de nuestro patrimonio vegetal, cuya protección se encuentra amparada por la Carta Orgánica Municipal al expresar que el municipio instrumenta un proceso de ordenamiento territorial y ambiental participativo y permanente en pos de proteger el ecosistema humano, natural y ecológico y en especial el aire, suelo, fauna y flora”.
Junto con un informe técnico, las profesionales hicieron referencia a la Ordenanza Nº3779 y modificatorias donde expresamente se prohíbe extraer plantas autóctonas advirtiendo que la intervención producida es generadora de posibles riesgos ambientales. Además de plantear la suspensión de estas tareas plantean una intervención urbanística con diferentes organismos técnicos para recuperar el espacio.
“El problema surge a partir de un proyecto de limpieza, no de mala fe pero con el objetivo de que el espacio esté un poco más ordenado, no se accionó correctamente y la limpieza incluyó el retiro completo de la cobertura vegetal. El problema a partir de eso, es que dejaron un suelo desnudo, libre a la acción de los agentes erosivos que son el viento y la lluvia”, explicó la licenciada Natalia Vittone.
La “limpieza” realizada en cercanías del Intercambiador de Km. 4 incluyó a especies vegetales que tienen entre otras funciones, la de absorber la salinidad del suelo. “No son yuyos, ni matas sino especies características. No son vistosas pero son propias y se adaptan a la falta de agua, los fuertes vientos, la resequedad y salinidad del suelo. Ahora tenemos un desierto”, lamentaron desde el equipo que compone el Departamento de Gestión Ambiental dependiente de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. También relacionaron que la limpieza programada y sistemática del espacio, generaba una opción laboral que ahora se ha perdido para personas y cuadrillas que se asignaban a esta tarea. “Ya no hay más nada que limpiar, ni mantener”.
Las profesionales proponen que ante el impacto ambiental y paisajístico ocasionado, replantar especies autóctonas pese a la complejidad del proceso de activación de las semillas. “Buscamos la formación de quienes trabajan en terreno. Las cooperativas que intervienen deben ser capacitadas y saber cómo limpiar la basura o hacer podas controladas. No queremos ni leyes, ni ordenanzas que después no se cumplan pero sí pretendemos un trabajo en conjunto”.
“Las característica del suelo hacen que sea un factor ambiental con alta sensibilidad y esto generará un aumento del particulado lo que puede afectar a la visibilidad de las personas, de los automovilistas y ocasionar impedimentos en la salud como alergias o afecciones respiratorias”, explicaron las especialistas de la UNPSJB.
En caso de lluvias, el suelo erosionará más rápidamente, hay posibilidades de carcavamiento y “coladas” de barro que pueden afectar la transitabilidad de los caminos.
En una nota presentada al subsecretario de Ambiente municipal, Daniel González, plantean que la extracción realizada “va en detrimento de nuestro patrimonio vegetal, cuya protección se encuentra amparada por la Carta Orgánica Municipal al expresar que el municipio instrumenta un proceso de ordenamiento territorial y ambiental participativo y permanente en pos de proteger el ecosistema humano, natural y ecológico y en especial el aire, suelo, fauna y flora”.
Junto con un informe técnico, las profesionales hicieron referencia a la Ordenanza Nº3779 y modificatorias donde expresamente se prohíbe extraer plantas autóctonas advirtiendo que la intervención producida es generadora de posibles riesgos ambientales. Además de plantear la suspensión de estas tareas plantean una intervención urbanística con diferentes organismos técnicos para recuperar el espacio.
“El problema surge a partir de un proyecto de limpieza, no de mala fe pero con el objetivo de que el espacio esté un poco más ordenado, no se accionó correctamente y la limpieza incluyó el retiro completo de la cobertura vegetal. El problema a partir de eso, es que dejaron un suelo desnudo, libre a la acción de los agentes erosivos que son el viento y la lluvia”, explicó la licenciada Natalia Vittone.
La “limpieza” realizada en cercanías del Intercambiador de Km. 4 incluyó a especies vegetales que tienen entre otras funciones, la de absorber la salinidad del suelo. “No son yuyos, ni matas sino especies características. No son vistosas pero son propias y se adaptan a la falta de agua, los fuertes vientos, la resequedad y salinidad del suelo. Ahora tenemos un desierto”, lamentaron desde el equipo que compone el Departamento de Gestión Ambiental dependiente de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. También relacionaron que la limpieza programada y sistemática del espacio, generaba una opción laboral que ahora se ha perdido para personas y cuadrillas que se asignaban a esta tarea. “Ya no hay más nada que limpiar, ni mantener”.
Las profesionales proponen que ante el impacto ambiental y paisajístico ocasionado, replantar especies autóctonas pese a la complejidad del proceso de activación de las semillas. “Buscamos la formación de quienes trabajan en terreno. Las cooperativas que intervienen deben ser capacitadas y saber cómo limpiar la basura o hacer podas controladas. No queremos ni leyes, ni ordenanzas que después no se cumplan pero sí pretendemos un trabajo en conjunto”.
“Las característica del suelo hacen que sea un factor ambiental con alta sensibilidad y esto generará un aumento del particulado lo que puede afectar a la visibilidad de las personas, de los automovilistas y ocasionar impedimentos en la salud como alergias o afecciones respiratorias”, explicaron las especialistas de la UNPSJB.
En caso de lluvias, el suelo erosionará más rápidamente, hay posibilidades de carcavamiento y “coladas” de barro que pueden afectar la transitabilidad de los caminos.