Odisea por América: unir la Patagonia con Alaska

La aventura de dos chubutenses, Facundo Astutti, oriundo de Trelew, y Carolina Carou, de Puerto Madryn-

10 ABR 2020 - 20:26 | Actualizado

Por Martín Tacón / Redacción Jornada

¿Quién no ha soñado alguna vez con recorrer el mundo y vivir de la aventura? Esta es la historia de dos chubutenses que se animaron a cumplir ese sueño. Son Facundo Astutti (29 años), oriundo de Trelew, y Carolina Carou (27 años), de Puerto Madryn. Ambos son profesores en Educación Física, estudiaron en la Universidad Nacional de La Plata y se conocieron en el año 2012 en un viaje de la facultad a un congreso en Bariloche. Aquel viaje unió sus vidas, y ahora, juntos, emprendieron la gran odisea: unir la Patagonia con Alaska en una Volkswagen combi. Llevaban 25.000 kilómetros recorridos hasta que la pandemia del COVID-19 interrumpió su periplo.

-¿Cómo nació esta odisea?

-La idea surgió luego de en un viaje relámpago antes de tener que volver a la rutina universitaria en el 2013. Fuimos a Florianópolis, Brasil, por 15 días. Teníamos poco tiempo y poca plata. Viajamos en colectivo 27 horas con carpa en mano y las mochilas con lo necesario para acampar. En esas vacaciones nos picó el bichito del viajero. A partir de ahí decidimos darle un cambio a nuestra forma de vida. ¡Queríamos vivir viajando! En Brasil nos encontramos con las combis Volkswagen, amor a primera vista. Al verlas, nos dimos cuenta que al acondicionarlas con lo necesario eran una solución a la hora de trasladarse, dormir, comer y refugiarse, haciendo el viaje más económico y sencillo. Al volver, con esa idea fija, nos pusimos en campaña para buscar nuestra combi, mientras terminábamos nuestros estudios. Para nosotros ahí comenzó la Odisea. Trabajamos duro para recaudar el dinero y finalmente a fines del 2015 pudimos comprarla.

-¿Qué consiguieron?

-Compramos una combi VW modelo 82, a quien bautizamos con el nombre de "ODISEA". Sus dos significados nos resultaron muy representativos para lo que estábamos viviendo y lo que queríamos que suceda: Odisea: - Serie de penalidades y dificultades que pasa alguien para llevar a cabo algo; - Viaje de larga duración, lleno de aventuras adversas y favorables. Al comprarla pensamos que el vehículo estaba en buen estado, pero no fue así. Tuvimos muchísimos contratiempos y dificultades para convertirla en nuestra casa (mecánico, chapa, pintura, interiores, etc). Pero luego de dos años y algunos meses de trabajar duro, y con la ayuda de nuestra familia y amigos, el 22 abril del 2018 a las 22 hs en la Patagonia Argentina, comenzó nuestra aventura. ¡Salimos a recorrer el continente americano!

-¿Cuál fue el primer destino?

-Mientras restaurábamos a Odisea, nos fuimos metiendo en el mundo “combinauta”, leyendo historias de otros viajeros, consejos y posibles destinos. Fue en ese momento donde decidimos hacer valer tanto esfuerzo y llegar hasta lo más al norte del continente. Decidimos unir la Patagonia con Alaska. La idea inicial era subir bordeando la costa pacífica y luego volver por la costa atlántica. Hoy en día no tenemos bien en claro qué va a pasar. Si bien el mar es nuestro gran referente a la hora de elegir los destinos, no tenemos una ruta marcada y la idea es conocer la mayor cantidad de países del continente sin un tiempo ni ruta definida. Alaska es nuestro primer “gran” objetivo. Vivir viajando nos abrió la mente a nuevos posibles destinos. Nuestro primer destino, luego de atravesar la cordillera, fue Chile, país que recorrimos casi por completo de sur a norte.

-¿Qué países y ciudades conocieron?

-Hasta ahora hemos conocido 8 países contando Argentina. El recorrido comenzó en la costa atlántica, de Puerto Madryn cruzamos todo Chubut y entramos a Chile por el Paso Cardenal Samoré. De Chile conocimos desde Puerto Montt hasta Iquique, casi siempre por la costa pacífica. Salimos a renovar el tiempo de permanencia por el Paso los Liberadores, pisamos Argentina y regresamos a seguir conociendo Chile. Estuvimos más o menos 5 meses en Chile. Luego salimos por el Paso Colchane-Pisiga a Bolivia. Estuvimos sólo un mes en Bolivia, pero conocimos el salar de Uyuni, Oruro, La paz y Copacabana (lago Titicaca). De ahí pasamos a Perú por el paso de Kasani y fuimos para el lado de Cusco, y luego para las ruinas de Machu Pichu. Bajamos luego a la costa pasando por Abancay, Pampa Galera (4600 msnm), Nazca, desierto de Huacachina, hasta llegar de nuevo al pacifico (Paracas). Subimos por la costa pasando por Lima y toda playa que tenía acceso hasta la frontera con Ecuador (Huaquillas). Estuvimos también unos 5 meses recorriendo Perú. De Ecuador conocimos bastante la costa completa desde General Villamil hasta Las Peñas, conocimos la Sierra desde Ambato hasta Tulcán y la selva desde Puerto Misahuallí hasta el volcán Reventador (casi 5 meses en Ecuador). Pasamos a Colombia por la frontera de Tulcán a Ipiales. Conocimos Ipiales, Santuario de las Lajas, Pasto, Laguna de la Cocha, Popayán, Embalse de la Salvajina, Cali, Lago Calima, el Eje Cafetero, Armenia, Salento, Filandia, Pereira, Medellín, Guatape, Santa Fe de Antioquia. De ahí nos fuimos al Caribe y conocimos toda la costa y sus playas desde Necocli hasta Palomino, pasando por Cartagena y Barranquilla. Luego de 5 meses en Colombia embarcamos la combi en un contenedor desde el puerto de Cartagena con destino Panamá (es el único tramo donde la ruta se corta porque está el Tapón de Darién). Nosotros fuimos en velero 4 días pasando por las islas de San Blas. De Panamá conocimos Colón, Panamá, varias playas del pacifico (Farallon, Venao, Cambutal, Santa Catalina, Las Lajas), Los Cangilones de Gualaca. Estuvimos un mes y salimos por el Paso Canoas a Costa Rica. De Costa Rica conocimos Playa Pavones, Uvita, Dominical, Quepos, Parritas, Jaco, Herradura. Actualmente estamos en una playa que se llama Banderas cerca de Parrita.

-Deben haber hecho muchos amigos. ¿Alguna anécdota inolvidable?

-Lo más lindo del viaje es la gente que conoces o te cruzas en el momento exacto cuando lo necesitas. Una linda anécdota en referencia a esto sucedió en Chile, en San Felipe, cerca de Santiago. Estábamos buscando un lugar para pasar la noche cerca de un río que nos marcaba la app que usamos los viajeros para ver dónde ir a dormir. La cuestión es que el punto era un basural, muy feo, y no sabíamos dónde ir, se hizo de noche y teníamos un poco de miedo. Justo en ese momento, mientras pensábamos qué hacer al costado de la ruta, mágicamente, nos llega el llamado de Cristian, un combinauta que vivía por ahí cerca, invitándonos a su casa, sin siquiera conocernos en persona. Esa noche, pasamos de casi dormir en un basural a comer en un restaurante y dormir en la casa de una familia hermosa.

Otra cosa similar nos sucedió hace poco con esto de la cuarentena en Costa Rica. Cerraron las playas, luego de una semana en una playa donde la policía nos había autorizado, y nos traían siempre agua y comida. Tuvimos que movernos a otro sitio no muy lindo, cuando la situación se comenzó a complicar y aumentaron las restricciones. Cuando nos estábamos ubicando, llegó un vecino de la zona (sin conocernos) para decirnos que tenía una casa donde quedarnos hasta que pase la pandemia. ¡No lo podíamos creer! Y como ellos, muchísimas personas que se acercan a apoyarnos y dispuestos a dar una mano sin pedir nada a cambio. ¡Eso es mágico!

También son inolvidables los momentos compartidos con otros viajeros del mundo, con quienes compartimos pedacitos de viaje, comidas, historias, mates, navidades, cumpleaños, rutas, sin importar la nacionalidad ni el idioma. Formamos grandes amistades.

-¿Dónde estaban cuando arrancó la pandemia del coronavirus?

-Cuando arrancó, estábamos en Playa Bochinche (Costa Rica), al norte de Jacó. Pasó la policía avisando que las playas se iban a cerrar, que el gobierno decretaba estado de emergencia nacional, cerrando las fronteras, playas y sitios públicos. En un principio anunciaron 15 días de cuarentena, que luego se fueron extendiendo debido al aumento de casos. Nos dijeron que busquemos un sitio alejado y seguro. Nosotros no estábamos muy informados a nivel mundial de la situación ya que no teníamos internet. Entonces decidimos volver unos kilómetros buscando alguna playa más alejada de la población. Fue así como después de ser sacados de 2 lugares llegamos a Playa Banderas y nos quedamos ahí 8 días. La policía, muy amable, nos autorizó a quedarnos, ya que no llegaba gente y era lo más seguro para todos. Nos visitaban todos los días facilitándonos agua y frutas. Luego fueron aumentando los casos (hoy 467) y se tomaron medidas más estrictas de circulación y control. Eso generó que algunos visitantes que no aguantaban quedarse en su casa consideraran injusto que nosotros estemos allí, sin entender nuestra situación, y comenzaron a enviar fotos a las autoridades. Esto hizo que tengamos que movernos a otro sitio más alejado. Pero por suerte se acercó un vecino muy amable y sin conocernos ni pedir nada a cambio, nos invitó a quedarnos en una casa con todas las comodidades.

-¿Qué restricciones han tenido que tomar?

-Nuestra idea era volver a Panamá y recorrer algunos sitios que nos habían quedado pendientes, pero con el cierre de fronteras no pudimos llegar. Nos tomamos la situación con mucha responsabilidad, tratando de mantener las distancias. Salimos al pueblo una vez únicamente para hacer compras. Tomando los recaudos indicados. Y con paciencia y buena vibra para que todos juntos podamos salir de esta y poder continuar con nuestra vida viajera de manera segura. Por el momento no podemos tomar decisiones de cómo seguir, resta esperar y aprovechar el tiempo para hacer esas cosas que siempre quedan pendientes.

-¿Qué han visto en las calles?

-Solo tenemos la información que nos brinda la policía cuando pasan patrullando. Nosotros estamos a unos 7 km del pueblo y no salimos. Si bien en esta zona no hay casos, las restricciones se están ajustando cada vez más. Según nos cuentan, Costa Rica se está tomando esta emergencia con mucha responsabilidad a diferencia de los países vecinos, y eso preocupa mucho a los costarricenses.

-Es parte de la aventura. ¿Nunca se les cruzó por la cabeza volver?

-Son situaciones del viaje, nos lo tomamos bien, no nos volvemos locos. Tomamos los recaudos necesarios, pero también sabemos que la cosa es seria, que hay gente que la está pasando muy mal y otra que no lo toma con la seriedad que conlleva. Mientras más aislados y quietos estemos, la situación será mejor. Así que estamos tranquilos, no pensamos nunca en dejar la combi y volver a Argentina; ella es nuestra casa ahora. Tenemos fe de que esto pase pronto y poder seguir ruta. Son situaciones impredecibles que hay que afrontar.

-¿Qué aprendieron en todo este viaje?

-Hemos aprendido que todo lo que uno da o brinda a alguien, en algún momento vuelve. Que hay muchísima más gente buena en el mundo que mala. Que la gente es muy solidaria. Que las cosas cuando uno las desea, llegan en momento y lugar preciso. Que de las cosas malas siempre luego va a surgir algo bueno. A ser pacientes, a analizar las situaciones con la cabeza fría antes de actuar, a amar y cuidar la naturaleza más que nunca, a ser ahorrativos en todos los sentidos, a vivir simple, a vivir con muy poco dinero, a hacer artesanías para sustentarnos económicamente, recetas típicas de cada país, de mecánica VW, a compartir, a confiar en los extraños, música y costumbres típicas. Pero por sobre todas las cosas aprendimos a disfrutar e invertir en nuestro tesoro más preciado que es el TIEMPO, a saber vivir el presente aprendiendo cosas nuevas día a día.

-Tienen una página de Instagram con muchísimos seguidores. ¿Es importante para ustedes el contacto en redes sociales?

-Sí, usamos Instagram, Facebook y YouTube (lo tenemos abandonado, pero está). Si bien no nos desesperamos en tener seguidores o estar todo el día subiendo cosas, nos gusta compartir momentos de nuestro estilo de vida, que es muy distinto al de la mayoría. También muchas veces conocemos gente increíble gracias a las redes, que nos invitan a sus casas, o pasan a saludarnos, o nos acompañan virtualmente. También nos ayudó en ocasiones para hacer intercambios. Casi nunca tenemos Internet para dedicarle tiempo a eso, en realidad en un principio lo hicimos para que nuestros familiares y amigos sigan el viaje y la gente se copó y las páginas fueron creciendo. Nos tiran muy buenas vibras y eso está buenísimo y a nosotros nos gusta contagiar a que se animen a viajar, o simplemente a mostrar que se puede vivir de otra manera más simple. Nos divierte interactuar con nuestros seguidores, responder preguntas o curiosidades. Pero también disfrutamos mucho de la desconexión virtual.

-¿Qué hacen para ganar dinero?

En un principio salimos con ahorros, pero sabíamos que se iban a terminar y que teníamos que buscar alguna manera de generar ingresos. Las artesanías las fuimos aprendiendo en el camino, primero haciendo pulseras, pintando algunos cuadritos. Después fuimos creciendo con las técnicas en macramé y filigranas en acero inoxidable. Otros viajeros artesanos nos enseñaron, también con tutoriales. Y de a poco fuimos sumado al puesto nuevas creaciones. También nos gusta mucho la fotografía, entonces sacamos fotos, postales del viaje, y las ofrecemos a voluntad para todos aquellos que quieran dejar su aporte. En el viaje, aunque esa es nuestra base económica, surgieron trabajos temporales: de ayudante de albañil, lava copas, vendiendo pescados y pintando cuadros para un hostel. Cada oportunidad que se presenta es buena para generar ingresos y aprender cosas nuevas.

-Tienen un estilo de vida muy particular. ¿Qué le dirían a esa gente que no se anima?

-Les diríamos que no esperen más, si realmente lo desean, que la vida es una y se pasa rápido. Si postergamos todo para más adelante nunca concretamos nada, y no hay nada peor que arrepentirse de algo por no haberlo hecho.

Lo más difícil es animarse, después el camino te brinda las herramientas necesarias, siempre aparecen soluciones para todo y es mucho más fácil de lo que pensamos. Que no tengan miedo por el dinero, ni la edad, ni la familia ni el trabajo fijo, ni las mascotas o lo que sea. Siempre hay una solución o estrategia para salir de viaje. Que lo material no se lo van a llevar al cajón, que disfruten y vivan la historia que quieran contar.

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10 ABR 2020 - 20:26

Por Martín Tacón / Redacción Jornada

¿Quién no ha soñado alguna vez con recorrer el mundo y vivir de la aventura? Esta es la historia de dos chubutenses que se animaron a cumplir ese sueño. Son Facundo Astutti (29 años), oriundo de Trelew, y Carolina Carou (27 años), de Puerto Madryn. Ambos son profesores en Educación Física, estudiaron en la Universidad Nacional de La Plata y se conocieron en el año 2012 en un viaje de la facultad a un congreso en Bariloche. Aquel viaje unió sus vidas, y ahora, juntos, emprendieron la gran odisea: unir la Patagonia con Alaska en una Volkswagen combi. Llevaban 25.000 kilómetros recorridos hasta que la pandemia del COVID-19 interrumpió su periplo.

-¿Cómo nació esta odisea?

-La idea surgió luego de en un viaje relámpago antes de tener que volver a la rutina universitaria en el 2013. Fuimos a Florianópolis, Brasil, por 15 días. Teníamos poco tiempo y poca plata. Viajamos en colectivo 27 horas con carpa en mano y las mochilas con lo necesario para acampar. En esas vacaciones nos picó el bichito del viajero. A partir de ahí decidimos darle un cambio a nuestra forma de vida. ¡Queríamos vivir viajando! En Brasil nos encontramos con las combis Volkswagen, amor a primera vista. Al verlas, nos dimos cuenta que al acondicionarlas con lo necesario eran una solución a la hora de trasladarse, dormir, comer y refugiarse, haciendo el viaje más económico y sencillo. Al volver, con esa idea fija, nos pusimos en campaña para buscar nuestra combi, mientras terminábamos nuestros estudios. Para nosotros ahí comenzó la Odisea. Trabajamos duro para recaudar el dinero y finalmente a fines del 2015 pudimos comprarla.

-¿Qué consiguieron?

-Compramos una combi VW modelo 82, a quien bautizamos con el nombre de "ODISEA". Sus dos significados nos resultaron muy representativos para lo que estábamos viviendo y lo que queríamos que suceda: Odisea: - Serie de penalidades y dificultades que pasa alguien para llevar a cabo algo; - Viaje de larga duración, lleno de aventuras adversas y favorables. Al comprarla pensamos que el vehículo estaba en buen estado, pero no fue así. Tuvimos muchísimos contratiempos y dificultades para convertirla en nuestra casa (mecánico, chapa, pintura, interiores, etc). Pero luego de dos años y algunos meses de trabajar duro, y con la ayuda de nuestra familia y amigos, el 22 abril del 2018 a las 22 hs en la Patagonia Argentina, comenzó nuestra aventura. ¡Salimos a recorrer el continente americano!

-¿Cuál fue el primer destino?

-Mientras restaurábamos a Odisea, nos fuimos metiendo en el mundo “combinauta”, leyendo historias de otros viajeros, consejos y posibles destinos. Fue en ese momento donde decidimos hacer valer tanto esfuerzo y llegar hasta lo más al norte del continente. Decidimos unir la Patagonia con Alaska. La idea inicial era subir bordeando la costa pacífica y luego volver por la costa atlántica. Hoy en día no tenemos bien en claro qué va a pasar. Si bien el mar es nuestro gran referente a la hora de elegir los destinos, no tenemos una ruta marcada y la idea es conocer la mayor cantidad de países del continente sin un tiempo ni ruta definida. Alaska es nuestro primer “gran” objetivo. Vivir viajando nos abrió la mente a nuevos posibles destinos. Nuestro primer destino, luego de atravesar la cordillera, fue Chile, país que recorrimos casi por completo de sur a norte.

-¿Qué países y ciudades conocieron?

-Hasta ahora hemos conocido 8 países contando Argentina. El recorrido comenzó en la costa atlántica, de Puerto Madryn cruzamos todo Chubut y entramos a Chile por el Paso Cardenal Samoré. De Chile conocimos desde Puerto Montt hasta Iquique, casi siempre por la costa pacífica. Salimos a renovar el tiempo de permanencia por el Paso los Liberadores, pisamos Argentina y regresamos a seguir conociendo Chile. Estuvimos más o menos 5 meses en Chile. Luego salimos por el Paso Colchane-Pisiga a Bolivia. Estuvimos sólo un mes en Bolivia, pero conocimos el salar de Uyuni, Oruro, La paz y Copacabana (lago Titicaca). De ahí pasamos a Perú por el paso de Kasani y fuimos para el lado de Cusco, y luego para las ruinas de Machu Pichu. Bajamos luego a la costa pasando por Abancay, Pampa Galera (4600 msnm), Nazca, desierto de Huacachina, hasta llegar de nuevo al pacifico (Paracas). Subimos por la costa pasando por Lima y toda playa que tenía acceso hasta la frontera con Ecuador (Huaquillas). Estuvimos también unos 5 meses recorriendo Perú. De Ecuador conocimos bastante la costa completa desde General Villamil hasta Las Peñas, conocimos la Sierra desde Ambato hasta Tulcán y la selva desde Puerto Misahuallí hasta el volcán Reventador (casi 5 meses en Ecuador). Pasamos a Colombia por la frontera de Tulcán a Ipiales. Conocimos Ipiales, Santuario de las Lajas, Pasto, Laguna de la Cocha, Popayán, Embalse de la Salvajina, Cali, Lago Calima, el Eje Cafetero, Armenia, Salento, Filandia, Pereira, Medellín, Guatape, Santa Fe de Antioquia. De ahí nos fuimos al Caribe y conocimos toda la costa y sus playas desde Necocli hasta Palomino, pasando por Cartagena y Barranquilla. Luego de 5 meses en Colombia embarcamos la combi en un contenedor desde el puerto de Cartagena con destino Panamá (es el único tramo donde la ruta se corta porque está el Tapón de Darién). Nosotros fuimos en velero 4 días pasando por las islas de San Blas. De Panamá conocimos Colón, Panamá, varias playas del pacifico (Farallon, Venao, Cambutal, Santa Catalina, Las Lajas), Los Cangilones de Gualaca. Estuvimos un mes y salimos por el Paso Canoas a Costa Rica. De Costa Rica conocimos Playa Pavones, Uvita, Dominical, Quepos, Parritas, Jaco, Herradura. Actualmente estamos en una playa que se llama Banderas cerca de Parrita.

-Deben haber hecho muchos amigos. ¿Alguna anécdota inolvidable?

-Lo más lindo del viaje es la gente que conoces o te cruzas en el momento exacto cuando lo necesitas. Una linda anécdota en referencia a esto sucedió en Chile, en San Felipe, cerca de Santiago. Estábamos buscando un lugar para pasar la noche cerca de un río que nos marcaba la app que usamos los viajeros para ver dónde ir a dormir. La cuestión es que el punto era un basural, muy feo, y no sabíamos dónde ir, se hizo de noche y teníamos un poco de miedo. Justo en ese momento, mientras pensábamos qué hacer al costado de la ruta, mágicamente, nos llega el llamado de Cristian, un combinauta que vivía por ahí cerca, invitándonos a su casa, sin siquiera conocernos en persona. Esa noche, pasamos de casi dormir en un basural a comer en un restaurante y dormir en la casa de una familia hermosa.

Otra cosa similar nos sucedió hace poco con esto de la cuarentena en Costa Rica. Cerraron las playas, luego de una semana en una playa donde la policía nos había autorizado, y nos traían siempre agua y comida. Tuvimos que movernos a otro sitio no muy lindo, cuando la situación se comenzó a complicar y aumentaron las restricciones. Cuando nos estábamos ubicando, llegó un vecino de la zona (sin conocernos) para decirnos que tenía una casa donde quedarnos hasta que pase la pandemia. ¡No lo podíamos creer! Y como ellos, muchísimas personas que se acercan a apoyarnos y dispuestos a dar una mano sin pedir nada a cambio. ¡Eso es mágico!

También son inolvidables los momentos compartidos con otros viajeros del mundo, con quienes compartimos pedacitos de viaje, comidas, historias, mates, navidades, cumpleaños, rutas, sin importar la nacionalidad ni el idioma. Formamos grandes amistades.

-¿Dónde estaban cuando arrancó la pandemia del coronavirus?

-Cuando arrancó, estábamos en Playa Bochinche (Costa Rica), al norte de Jacó. Pasó la policía avisando que las playas se iban a cerrar, que el gobierno decretaba estado de emergencia nacional, cerrando las fronteras, playas y sitios públicos. En un principio anunciaron 15 días de cuarentena, que luego se fueron extendiendo debido al aumento de casos. Nos dijeron que busquemos un sitio alejado y seguro. Nosotros no estábamos muy informados a nivel mundial de la situación ya que no teníamos internet. Entonces decidimos volver unos kilómetros buscando alguna playa más alejada de la población. Fue así como después de ser sacados de 2 lugares llegamos a Playa Banderas y nos quedamos ahí 8 días. La policía, muy amable, nos autorizó a quedarnos, ya que no llegaba gente y era lo más seguro para todos. Nos visitaban todos los días facilitándonos agua y frutas. Luego fueron aumentando los casos (hoy 467) y se tomaron medidas más estrictas de circulación y control. Eso generó que algunos visitantes que no aguantaban quedarse en su casa consideraran injusto que nosotros estemos allí, sin entender nuestra situación, y comenzaron a enviar fotos a las autoridades. Esto hizo que tengamos que movernos a otro sitio más alejado. Pero por suerte se acercó un vecino muy amable y sin conocernos ni pedir nada a cambio, nos invitó a quedarnos en una casa con todas las comodidades.

-¿Qué restricciones han tenido que tomar?

-Nuestra idea era volver a Panamá y recorrer algunos sitios que nos habían quedado pendientes, pero con el cierre de fronteras no pudimos llegar. Nos tomamos la situación con mucha responsabilidad, tratando de mantener las distancias. Salimos al pueblo una vez únicamente para hacer compras. Tomando los recaudos indicados. Y con paciencia y buena vibra para que todos juntos podamos salir de esta y poder continuar con nuestra vida viajera de manera segura. Por el momento no podemos tomar decisiones de cómo seguir, resta esperar y aprovechar el tiempo para hacer esas cosas que siempre quedan pendientes.

-¿Qué han visto en las calles?

-Solo tenemos la información que nos brinda la policía cuando pasan patrullando. Nosotros estamos a unos 7 km del pueblo y no salimos. Si bien en esta zona no hay casos, las restricciones se están ajustando cada vez más. Según nos cuentan, Costa Rica se está tomando esta emergencia con mucha responsabilidad a diferencia de los países vecinos, y eso preocupa mucho a los costarricenses.

-Es parte de la aventura. ¿Nunca se les cruzó por la cabeza volver?

-Son situaciones del viaje, nos lo tomamos bien, no nos volvemos locos. Tomamos los recaudos necesarios, pero también sabemos que la cosa es seria, que hay gente que la está pasando muy mal y otra que no lo toma con la seriedad que conlleva. Mientras más aislados y quietos estemos, la situación será mejor. Así que estamos tranquilos, no pensamos nunca en dejar la combi y volver a Argentina; ella es nuestra casa ahora. Tenemos fe de que esto pase pronto y poder seguir ruta. Son situaciones impredecibles que hay que afrontar.

-¿Qué aprendieron en todo este viaje?

-Hemos aprendido que todo lo que uno da o brinda a alguien, en algún momento vuelve. Que hay muchísima más gente buena en el mundo que mala. Que la gente es muy solidaria. Que las cosas cuando uno las desea, llegan en momento y lugar preciso. Que de las cosas malas siempre luego va a surgir algo bueno. A ser pacientes, a analizar las situaciones con la cabeza fría antes de actuar, a amar y cuidar la naturaleza más que nunca, a ser ahorrativos en todos los sentidos, a vivir simple, a vivir con muy poco dinero, a hacer artesanías para sustentarnos económicamente, recetas típicas de cada país, de mecánica VW, a compartir, a confiar en los extraños, música y costumbres típicas. Pero por sobre todas las cosas aprendimos a disfrutar e invertir en nuestro tesoro más preciado que es el TIEMPO, a saber vivir el presente aprendiendo cosas nuevas día a día.

-Tienen una página de Instagram con muchísimos seguidores. ¿Es importante para ustedes el contacto en redes sociales?

-Sí, usamos Instagram, Facebook y YouTube (lo tenemos abandonado, pero está). Si bien no nos desesperamos en tener seguidores o estar todo el día subiendo cosas, nos gusta compartir momentos de nuestro estilo de vida, que es muy distinto al de la mayoría. También muchas veces conocemos gente increíble gracias a las redes, que nos invitan a sus casas, o pasan a saludarnos, o nos acompañan virtualmente. También nos ayudó en ocasiones para hacer intercambios. Casi nunca tenemos Internet para dedicarle tiempo a eso, en realidad en un principio lo hicimos para que nuestros familiares y amigos sigan el viaje y la gente se copó y las páginas fueron creciendo. Nos tiran muy buenas vibras y eso está buenísimo y a nosotros nos gusta contagiar a que se animen a viajar, o simplemente a mostrar que se puede vivir de otra manera más simple. Nos divierte interactuar con nuestros seguidores, responder preguntas o curiosidades. Pero también disfrutamos mucho de la desconexión virtual.

-¿Qué hacen para ganar dinero?

En un principio salimos con ahorros, pero sabíamos que se iban a terminar y que teníamos que buscar alguna manera de generar ingresos. Las artesanías las fuimos aprendiendo en el camino, primero haciendo pulseras, pintando algunos cuadritos. Después fuimos creciendo con las técnicas en macramé y filigranas en acero inoxidable. Otros viajeros artesanos nos enseñaron, también con tutoriales. Y de a poco fuimos sumado al puesto nuevas creaciones. También nos gusta mucho la fotografía, entonces sacamos fotos, postales del viaje, y las ofrecemos a voluntad para todos aquellos que quieran dejar su aporte. En el viaje, aunque esa es nuestra base económica, surgieron trabajos temporales: de ayudante de albañil, lava copas, vendiendo pescados y pintando cuadros para un hostel. Cada oportunidad que se presenta es buena para generar ingresos y aprender cosas nuevas.

-Tienen un estilo de vida muy particular. ¿Qué le dirían a esa gente que no se anima?

-Les diríamos que no esperen más, si realmente lo desean, que la vida es una y se pasa rápido. Si postergamos todo para más adelante nunca concretamos nada, y no hay nada peor que arrepentirse de algo por no haberlo hecho.

Lo más difícil es animarse, después el camino te brinda las herramientas necesarias, siempre aparecen soluciones para todo y es mucho más fácil de lo que pensamos. Que no tengan miedo por el dinero, ni la edad, ni la familia ni el trabajo fijo, ni las mascotas o lo que sea. Siempre hay una solución o estrategia para salir de viaje. Que lo material no se lo van a llevar al cajón, que disfruten y vivan la historia que quieran contar.


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