Eluned Morgan, la mujer que rompió los paradigmas de la Colonia Galesa

Escribió seis libros, publicó columnas en distintos periódicos. Fue una luchadora por su género y, probablemente, la primera mujer cronista de la Patagonia.

27 JUL 2020 - 21:24 | Actualizado 14 NOV 2022 - 17:54

Por Carlos Hughes / @carloshughestre

Fumaba en pipa, montaba y cruzaba la provincia entre caballos y carretas, escribió seis libros, publicó columnas en periódicos de Europa, manejó un diario local, nunca se casó y viajó por el mundo. Fue la versión feminista de la Colonia Galesa, entre dos siglos, allá lejos y hace tiempo.

Eluned Morgan nació en el mar y amaba las profundidades. Hija de Lewis Jones, manejó con cierto desdén esa circunstancia, aunque todo su recorrido, y su legado, no lo olvidan.

Profundamente creyente, vivió siempre a contramano de los paradigmas de la época; pregonaba sobre el comportamiento social y también de sus pares de género, pero no practicó casi nunca sus prédicas.

Su recorrido no está exento de reconocimiento, pero carece de llegada por fuera de la Colonia Galesa, sus descendientes y sus historiadores. Aún hay mucho por decir sobre esta mujer extraordinaria que pasó por el mundo con un siglo de anticipación.

Eluned Morgan nació el 9 de abril de 1870 en alta mar, cuando el barco Myfanwy que trasladaba a su familia navegaba a la altura de la Bahía de Vizcaya.

Fue la tercera hija de Ellen Gryffydd y Lewis Jones, el hombre que comandó la experiencia de la Colonia Galesa en Chubut incluso antes que se conformara. No obstante, jamás usó su apellido paterno. Morgan era el apellido de su abuela y ella se identificaba con él porque, además, en galés significa “que viene del mar”.

Hablaba tres idiomas pues al galés y al inglés le sumó el castellano y tenía, como su padre, un fuerte carácter: “Yo creo que de chicos le teníamos un poco de miedo” recuerda Alwina Thomas en “Desde el Aula entre las Matas”, historia de la educación en la Colonia Galesa editada por la Asociación San David de Trelew.

Alwina relata que “solía ir a la biblioteca de Gaiman –que manejaba Eluned- ella nos elegía los libros y nosotros no nos atrevíamos a contradecirla”.

Su pertenencia familiar le dio chances que no eran comunes para la época: realizó seis viajes a Gales, en donde trabajó y perfeccionó sus estudios, y también recorrió el Mediterráneo, visitando Egipto, Palestina, Siria, Italia y Francia.

Fue la mano derecha de su padre al punto que, cuando éste no estaba en la Colonia, editaba el periódico Y Drafod en donde además escribía sus columnas, al igual que lo hizo en distintos momentos para diarios de Gran Bretaña.

Eluned Morgan fue, probablemente, la primera cronista mujer de La Patagonia. Y de hecho uno de sus libros, “Hacia Los Andes”, nació en forma de notas que tomó en su recorrido hacia la cordillera que luego fueron publicadas en el diario Cymru de Gales.

Es allí donde mencionó, como al pasar, su afición a fumar: “Allí había un primitivo banco colocado debajo de la placentera sombra e instintivamente supe que era éste un rincón para ser profanado por el humo de la seductora pipa”, apuntó en el relato de un encuentro con lugareños a mitad de camino hacia el oeste profundo.

Fue también “Hacia Los Andes” una crítica lapidaria a la campaña del desierto y una defensa de los pueblos originarios, con quienes ella mantuvo desde siempre una gran relación, acaso desde que fue compañera de banco durante todo un año escolar de quien luego fuera el Cacique Kánkel (que ella mencionó en su libro como Kengel).

Además de estudiar y trabajar, en Gales dedicó buena parte de sus esfuerzos a promocionar el idioma y las bondades de la colonia, realizando giras por todo el país y dando conferencias sobre la identidad galesa.

Al regresar de su primer viaje lo hizo con la idea de mejorar la educación de los jóvenes en la Colonia. Así fue que creó, a mediados de 1890, la Escuela Secundaria con Internado para Señoritas, que instaló en la casa de su padre, en Trelew.

Celia Codeseira del Castillo cuenta sobre esta experiencia, en un texto publicado en 2013 en la revista Cruz del Sur: “Bajo su dirección y secundada por su prima Mair Griffith, la enseñanza impartida fue evaluada por el reverendo William Casnodyn Rhys, quien publicó un informe analizando la calidad de las pruebas tomadas. Aunque el proyecto educativo fue de avanzada, en 1892 el establecimiento cerró sus puertas. El gobierno nacional había creado escuelas públicas gratuitas que beneficiaron a la enseñanza oficial en la Colonia”.

No obstante, ella siguió con su lucha por una escuela para adolescentes. En 1904 nació la Sociedad Camwy de Educación Intermedia que buscaba crear un instituto secundario para mayores de 14 años en donde se impartiera el idioma galés. Fue protagonista, recorrió pueblos gestionando donaciones para construir el edificio escolar y dos años después se inauguró el Colegio Camwy. La mayoría de los bancos de los alumnos habían pertenecido a la Escuela fundada por Eluned en Trelew.

Con las letras

Como escritora se enroló en la línea del Romanticismo Galés y fue partícipe, desde muy joven, de actividades culturales. Tanto en la Patagonia como en Gales participo de Eisteddfod, ciclos literarios y musicales de origen celta. Su primer libro de relatos data de 1891.

Y aunque rompió con todos los paradigmas de mujer de la época, un año después de publicar “Hacia Los Andes” escribió, junto a Esther Emmet y T. Williams, un ensayo sobre la organización familiar que, sin embargo, ella no siguió con demasiado rigor.

Cuando su padre no estaba en el Valle se hacía cargo de la publicación de periódico Y Drafod, en donde además escribía sus propios artículos.

Además de Hacia Los Andes, publicó Algas Marinas, Por Tierra y Por Mar (de su viaje a Tierra Santa) e Hijos del Sol (la vida de los Incas en Perú) y después de 1970, en Gales, se publicaron otras dos obras: “Cartas de enamorada a William George”, hermano del primer ministro británico David Lloyd George; y “Correspondencia con el Pastor Nantlais Williams”, a quien había invitado a visitar las capillas del Chubut, en 1938.

En el primero de sus libros, Hacia Los Andes, dedicó todo un capítulo a describir y defender a los tehuelches en el contexto de la conquista del desierto que llevaba adelante el gobierno nacional, a la que criticó severamente. Y antes de ello narró un episodio poco difundido relacionado a la muerte de los tres galeses que acompañaron a John Daniel Evans en la travesía que terminaría con el caballo Malacara salvando la vida de “El Baqueano”

Según detalló allí Eluned, un grupo de galeses salió a vengar los hechos y dio con los cuerpos mutilados de sus compatriotas que, días antes de la masacre, habían adquirido ropa militar a un mercachifle. Cantaron a viva voz como despedida, pero no encontraron rastros para seguir la búsqueda. Meses más tarde supieron que esa noche estaban rodeados pero que los aborígenes no los atacaron porque, al escucharlos entonar música en galés, supieron que no les habían dado muerte a los militares que entonces los perseguían y los mataban, sino a miembros de aquel pueblo con el que tan pacífica relación mantenían desde los inicios de la Colonia.

Ese grupo fue comandado por el propio Evans y entre ellos estuvo Lewis Jones, quien encabezó los oficios religiosos de los tres colonos.

Todos los libros de Eluned Morgan fueron material de estudio en las escuelas, una forma de transmitir las tradiciones celtas a los más jóvenes.

Carácter

En Algas Marinas, para muchos su mejor obra, relató un episodio singular que marca, no obstante, su particular temperamento: El barco en el que se trasladaban hacia Sudamérica cruzaba una tempestad en el Canal de la Mancha por lo que el capitán ordenó a todo el pasaje abandonar la cubierta. Pero ella, que se reconoció siempre como hija del mar, quería presenciar lo que entendía como un gran espectáculo de la naturaleza. Discutió hasta que consiguió que la amarraran a un mástil. Y se dio el gusto. Eluned Morgan fue un poco eso, una mujer libre que nunca dejó que se le escaparan sus sueños sin importar demasiado lo que se necesitaba para lograrlo.

Romanticismo galés

Se ubicó entre los escritores del Romanticismo Galés, un movimiento iniciado casi cien años antes, en Anglesey, que se dedicó a la búsqueda de antiguos manuscritos. Desde allí, ella convivió con prosistas focalizados en revivir la cultura galesa publicando narrativas de viaje, ensayos históricos, biografías y documentos de esa índole.

En el Centenario del Desembarco en Puerto Madryn, Lewis Saunders la refirió en el Western Mail de Carfiff: “Ella vive y seguirá viviendo como escritora. Ese período comenzó con el memorable Eisteddfod de Bangor, en 1902 y concluyó con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Fue una etapa de oro en la restauración de la poesía galesa, iniciada por T. Gwynn Jones, W. J. Griffydd y Silyn Roberts hasta R. W Parry y el joven T. H. Parry Williams. En todos estos excitantes años, sólo existió un escritor de prosa creativa cuyo trabajo puede compararse con aquel de los poetas. Es el de la galesa-sudamericana Eluned Morgan”. El mismo texto fue citado por Mathews Henry Jones en “Trelew, un desafío patagónico”.

En su nombre

La biblioteca de la Asociación Camwy, el Instituto Provincial de Formación Docente, la Escuela Provincial 40 de Trelew, así como calles en Puerto Madryn y Gaiman llevan su nombre. En Facebook hay también un sitio de ella, acaso como un arribo al mundo digital, casi 100 años después de su muerte. Eluned Morgan falleció en Gaiman en 1938. Los textos que llegan de la época narran un cortejo fúnebre frente a una “impresionante concurrencia”. Antes de su morada final pasó por la capilla Bethel, en donde cuatro reverendos hicieron los oficios.

Eluned es, de todas formas, inmortal.#

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27 JUL 2020 - 21:24

Por Carlos Hughes / @carloshughestre

Fumaba en pipa, montaba y cruzaba la provincia entre caballos y carretas, escribió seis libros, publicó columnas en periódicos de Europa, manejó un diario local, nunca se casó y viajó por el mundo. Fue la versión feminista de la Colonia Galesa, entre dos siglos, allá lejos y hace tiempo.

Eluned Morgan nació en el mar y amaba las profundidades. Hija de Lewis Jones, manejó con cierto desdén esa circunstancia, aunque todo su recorrido, y su legado, no lo olvidan.

Profundamente creyente, vivió siempre a contramano de los paradigmas de la época; pregonaba sobre el comportamiento social y también de sus pares de género, pero no practicó casi nunca sus prédicas.

Su recorrido no está exento de reconocimiento, pero carece de llegada por fuera de la Colonia Galesa, sus descendientes y sus historiadores. Aún hay mucho por decir sobre esta mujer extraordinaria que pasó por el mundo con un siglo de anticipación.

Eluned Morgan nació el 9 de abril de 1870 en alta mar, cuando el barco Myfanwy que trasladaba a su familia navegaba a la altura de la Bahía de Vizcaya.

Fue la tercera hija de Ellen Gryffydd y Lewis Jones, el hombre que comandó la experiencia de la Colonia Galesa en Chubut incluso antes que se conformara. No obstante, jamás usó su apellido paterno. Morgan era el apellido de su abuela y ella se identificaba con él porque, además, en galés significa “que viene del mar”.

Hablaba tres idiomas pues al galés y al inglés le sumó el castellano y tenía, como su padre, un fuerte carácter: “Yo creo que de chicos le teníamos un poco de miedo” recuerda Alwina Thomas en “Desde el Aula entre las Matas”, historia de la educación en la Colonia Galesa editada por la Asociación San David de Trelew.

Alwina relata que “solía ir a la biblioteca de Gaiman –que manejaba Eluned- ella nos elegía los libros y nosotros no nos atrevíamos a contradecirla”.

Su pertenencia familiar le dio chances que no eran comunes para la época: realizó seis viajes a Gales, en donde trabajó y perfeccionó sus estudios, y también recorrió el Mediterráneo, visitando Egipto, Palestina, Siria, Italia y Francia.

Fue la mano derecha de su padre al punto que, cuando éste no estaba en la Colonia, editaba el periódico Y Drafod en donde además escribía sus columnas, al igual que lo hizo en distintos momentos para diarios de Gran Bretaña.

Eluned Morgan fue, probablemente, la primera cronista mujer de La Patagonia. Y de hecho uno de sus libros, “Hacia Los Andes”, nació en forma de notas que tomó en su recorrido hacia la cordillera que luego fueron publicadas en el diario Cymru de Gales.

Es allí donde mencionó, como al pasar, su afición a fumar: “Allí había un primitivo banco colocado debajo de la placentera sombra e instintivamente supe que era éste un rincón para ser profanado por el humo de la seductora pipa”, apuntó en el relato de un encuentro con lugareños a mitad de camino hacia el oeste profundo.

Fue también “Hacia Los Andes” una crítica lapidaria a la campaña del desierto y una defensa de los pueblos originarios, con quienes ella mantuvo desde siempre una gran relación, acaso desde que fue compañera de banco durante todo un año escolar de quien luego fuera el Cacique Kánkel (que ella mencionó en su libro como Kengel).

Además de estudiar y trabajar, en Gales dedicó buena parte de sus esfuerzos a promocionar el idioma y las bondades de la colonia, realizando giras por todo el país y dando conferencias sobre la identidad galesa.

Al regresar de su primer viaje lo hizo con la idea de mejorar la educación de los jóvenes en la Colonia. Así fue que creó, a mediados de 1890, la Escuela Secundaria con Internado para Señoritas, que instaló en la casa de su padre, en Trelew.

Celia Codeseira del Castillo cuenta sobre esta experiencia, en un texto publicado en 2013 en la revista Cruz del Sur: “Bajo su dirección y secundada por su prima Mair Griffith, la enseñanza impartida fue evaluada por el reverendo William Casnodyn Rhys, quien publicó un informe analizando la calidad de las pruebas tomadas. Aunque el proyecto educativo fue de avanzada, en 1892 el establecimiento cerró sus puertas. El gobierno nacional había creado escuelas públicas gratuitas que beneficiaron a la enseñanza oficial en la Colonia”.

No obstante, ella siguió con su lucha por una escuela para adolescentes. En 1904 nació la Sociedad Camwy de Educación Intermedia que buscaba crear un instituto secundario para mayores de 14 años en donde se impartiera el idioma galés. Fue protagonista, recorrió pueblos gestionando donaciones para construir el edificio escolar y dos años después se inauguró el Colegio Camwy. La mayoría de los bancos de los alumnos habían pertenecido a la Escuela fundada por Eluned en Trelew.

Con las letras

Como escritora se enroló en la línea del Romanticismo Galés y fue partícipe, desde muy joven, de actividades culturales. Tanto en la Patagonia como en Gales participo de Eisteddfod, ciclos literarios y musicales de origen celta. Su primer libro de relatos data de 1891.

Y aunque rompió con todos los paradigmas de mujer de la época, un año después de publicar “Hacia Los Andes” escribió, junto a Esther Emmet y T. Williams, un ensayo sobre la organización familiar que, sin embargo, ella no siguió con demasiado rigor.

Cuando su padre no estaba en el Valle se hacía cargo de la publicación de periódico Y Drafod, en donde además escribía sus propios artículos.

Además de Hacia Los Andes, publicó Algas Marinas, Por Tierra y Por Mar (de su viaje a Tierra Santa) e Hijos del Sol (la vida de los Incas en Perú) y después de 1970, en Gales, se publicaron otras dos obras: “Cartas de enamorada a William George”, hermano del primer ministro británico David Lloyd George; y “Correspondencia con el Pastor Nantlais Williams”, a quien había invitado a visitar las capillas del Chubut, en 1938.

En el primero de sus libros, Hacia Los Andes, dedicó todo un capítulo a describir y defender a los tehuelches en el contexto de la conquista del desierto que llevaba adelante el gobierno nacional, a la que criticó severamente. Y antes de ello narró un episodio poco difundido relacionado a la muerte de los tres galeses que acompañaron a John Daniel Evans en la travesía que terminaría con el caballo Malacara salvando la vida de “El Baqueano”

Según detalló allí Eluned, un grupo de galeses salió a vengar los hechos y dio con los cuerpos mutilados de sus compatriotas que, días antes de la masacre, habían adquirido ropa militar a un mercachifle. Cantaron a viva voz como despedida, pero no encontraron rastros para seguir la búsqueda. Meses más tarde supieron que esa noche estaban rodeados pero que los aborígenes no los atacaron porque, al escucharlos entonar música en galés, supieron que no les habían dado muerte a los militares que entonces los perseguían y los mataban, sino a miembros de aquel pueblo con el que tan pacífica relación mantenían desde los inicios de la Colonia.

Ese grupo fue comandado por el propio Evans y entre ellos estuvo Lewis Jones, quien encabezó los oficios religiosos de los tres colonos.

Todos los libros de Eluned Morgan fueron material de estudio en las escuelas, una forma de transmitir las tradiciones celtas a los más jóvenes.

Carácter

En Algas Marinas, para muchos su mejor obra, relató un episodio singular que marca, no obstante, su particular temperamento: El barco en el que se trasladaban hacia Sudamérica cruzaba una tempestad en el Canal de la Mancha por lo que el capitán ordenó a todo el pasaje abandonar la cubierta. Pero ella, que se reconoció siempre como hija del mar, quería presenciar lo que entendía como un gran espectáculo de la naturaleza. Discutió hasta que consiguió que la amarraran a un mástil. Y se dio el gusto. Eluned Morgan fue un poco eso, una mujer libre que nunca dejó que se le escaparan sus sueños sin importar demasiado lo que se necesitaba para lograrlo.

Romanticismo galés

Se ubicó entre los escritores del Romanticismo Galés, un movimiento iniciado casi cien años antes, en Anglesey, que se dedicó a la búsqueda de antiguos manuscritos. Desde allí, ella convivió con prosistas focalizados en revivir la cultura galesa publicando narrativas de viaje, ensayos históricos, biografías y documentos de esa índole.

En el Centenario del Desembarco en Puerto Madryn, Lewis Saunders la refirió en el Western Mail de Carfiff: “Ella vive y seguirá viviendo como escritora. Ese período comenzó con el memorable Eisteddfod de Bangor, en 1902 y concluyó con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Fue una etapa de oro en la restauración de la poesía galesa, iniciada por T. Gwynn Jones, W. J. Griffydd y Silyn Roberts hasta R. W Parry y el joven T. H. Parry Williams. En todos estos excitantes años, sólo existió un escritor de prosa creativa cuyo trabajo puede compararse con aquel de los poetas. Es el de la galesa-sudamericana Eluned Morgan”. El mismo texto fue citado por Mathews Henry Jones en “Trelew, un desafío patagónico”.

En su nombre

La biblioteca de la Asociación Camwy, el Instituto Provincial de Formación Docente, la Escuela Provincial 40 de Trelew, así como calles en Puerto Madryn y Gaiman llevan su nombre. En Facebook hay también un sitio de ella, acaso como un arribo al mundo digital, casi 100 años después de su muerte. Eluned Morgan falleció en Gaiman en 1938. Los textos que llegan de la época narran un cortejo fúnebre frente a una “impresionante concurrencia”. Antes de su morada final pasó por la capilla Bethel, en donde cuatro reverendos hicieron los oficios.

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