¿Existe la ideología de género?

Columna AMJA Chubut/Igualdad en la Diversidad.

05 SEP 2020 - 20:18 | Actualizado

Por Patricia Reyes y Marcela Pérez Bogado (*) /Edición: Daniela P. Almirón

Me apena escuchar a integrantes de la sociedad civil, gobernantes, docentes, profesionales, periodistas, influyentes de opinión, repetir fácilmente y en cualquier tipo de intervención, la expresión “género” por ser “políticamente correcta” creyendo tal vez la mayoría, que se trata de un sinónimo de sexo.

El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW sus siglas en inglés), define el género como “los significados sociales dados a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres que afectan la distribución de los recursos y el poder político y de decisión de las mujeres.”

Así, no se nace “mujer”, sino se llega a serlo como brillantemente lo decía Simone de Beauvoir.

Judith Butler explica en su libro El género en disputa que, aunque el género se ha entendido como una expresión natural del sexo, nadie nace con un género: este se adquiere. El sexo no crea el género ni el género expresa al sexo. Ser de un sexo no equivale a llegar a ser de un género. Dicho de otra forma: “mujer” no necesariamente es la construcción de un cuerpo femenino y “hombre” tampoco representa obligatoriamente un cuerpo masculino. Es decir “Las categorías hombre y mujer son políticas y no naturales”.

La expresión “ideología de género” se utilizó para descalificar los avances de las mujeres y las personas LGBTI, comenzó a aplicarse en los últimos años en redes sociales y se convirtió en una bandera del rechazo hacia las orientaciones sexuales no heterosexuales y hacia las diferentes identidades de género. También desde otro punto de vista, se encuentran quienes encontraron en esta frase una forma de protesta contra los estudios que definen el género como los comportamientos y atributos que cada sociedad les asigna a hombres y mujeres de manera diferenciada.

Se observa en la comunidad mundial un movimiento que se opone a la separación entre sexo (biológico) y género (cultural), porque esto significaría que el género es aprendido, no innato y puede evolucionar y cambiar para, por ejemplo, eliminar las desigualdades existentes entre hombres y mujeres, que se perciben como naturales.

El término “ideología de género” no surge del feminismo, es un concepto que se atribuye al discurso del Vaticano, durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, en 1995. Cabe recordar que esa Conferencia marcó un punto clave para avanzar en la agenda mundial de igualdad entre hombres y mujeres.

Ideología de género, como sistema de ideas organizadas no existe, lo que existe son los “estudios de género”, “la teoría de género” o “la epistemología de género” que se alimentan de los análisis desde la antropología, la historia y la sociología.

Vale la pena entonces sumar voces y organizar estrategias para evitar que, desde la política, la religión, los medios de prensa de comunicación masiva, se aproveche la coyuntura en pos de intereses alejados de los que incumben a la comunidad toda. Es necesario evitar que la llamada “ideología de género” logre atribuirse triunfos que, en la práctica se traducen en desigualdad, violencia y retroceso. Un grupo de especialistas independientes del grupo de trabajo de la ONU, sobre discriminación contra las mujeres, reclamaron a los países miembros que contrarrestaran esta narrativa utilizada “para desinformar a las sociedades y socavar el avance de los derechos de la mujer”.

El pensamiento íntimo de cada ser humano, sin duda queda en el fuero interno y como un derecho al libre pensamiento y accionar personal en la vida. Los marcos normativos nacionales e internacionales de incumbencia constitucional, respecto de estos temas enmarcan las obligaciones del Estado, de las políticas públicas y de los operadores estatales en los tres poderes.

Lo sustancial, desde nuestro punto de vista, es que al expresarse acerca de “género” se lo haga con conocimiento basado en la formación académica, pero sin generar confusiones dialécticas y oportunistas, teniendo en vista un único norte, propender al bien común de la sociedad que conformamos.

(*) Juezas penales de Puerto Madryn.

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05 SEP 2020 - 20:18

Por Patricia Reyes y Marcela Pérez Bogado (*) /Edición: Daniela P. Almirón

Me apena escuchar a integrantes de la sociedad civil, gobernantes, docentes, profesionales, periodistas, influyentes de opinión, repetir fácilmente y en cualquier tipo de intervención, la expresión “género” por ser “políticamente correcta” creyendo tal vez la mayoría, que se trata de un sinónimo de sexo.

El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW sus siglas en inglés), define el género como “los significados sociales dados a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres que afectan la distribución de los recursos y el poder político y de decisión de las mujeres.”

Así, no se nace “mujer”, sino se llega a serlo como brillantemente lo decía Simone de Beauvoir.

Judith Butler explica en su libro El género en disputa que, aunque el género se ha entendido como una expresión natural del sexo, nadie nace con un género: este se adquiere. El sexo no crea el género ni el género expresa al sexo. Ser de un sexo no equivale a llegar a ser de un género. Dicho de otra forma: “mujer” no necesariamente es la construcción de un cuerpo femenino y “hombre” tampoco representa obligatoriamente un cuerpo masculino. Es decir “Las categorías hombre y mujer son políticas y no naturales”.

La expresión “ideología de género” se utilizó para descalificar los avances de las mujeres y las personas LGBTI, comenzó a aplicarse en los últimos años en redes sociales y se convirtió en una bandera del rechazo hacia las orientaciones sexuales no heterosexuales y hacia las diferentes identidades de género. También desde otro punto de vista, se encuentran quienes encontraron en esta frase una forma de protesta contra los estudios que definen el género como los comportamientos y atributos que cada sociedad les asigna a hombres y mujeres de manera diferenciada.

Se observa en la comunidad mundial un movimiento que se opone a la separación entre sexo (biológico) y género (cultural), porque esto significaría que el género es aprendido, no innato y puede evolucionar y cambiar para, por ejemplo, eliminar las desigualdades existentes entre hombres y mujeres, que se perciben como naturales.

El término “ideología de género” no surge del feminismo, es un concepto que se atribuye al discurso del Vaticano, durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, en 1995. Cabe recordar que esa Conferencia marcó un punto clave para avanzar en la agenda mundial de igualdad entre hombres y mujeres.

Ideología de género, como sistema de ideas organizadas no existe, lo que existe son los “estudios de género”, “la teoría de género” o “la epistemología de género” que se alimentan de los análisis desde la antropología, la historia y la sociología.

Vale la pena entonces sumar voces y organizar estrategias para evitar que, desde la política, la religión, los medios de prensa de comunicación masiva, se aproveche la coyuntura en pos de intereses alejados de los que incumben a la comunidad toda. Es necesario evitar que la llamada “ideología de género” logre atribuirse triunfos que, en la práctica se traducen en desigualdad, violencia y retroceso. Un grupo de especialistas independientes del grupo de trabajo de la ONU, sobre discriminación contra las mujeres, reclamaron a los países miembros que contrarrestaran esta narrativa utilizada “para desinformar a las sociedades y socavar el avance de los derechos de la mujer”.

El pensamiento íntimo de cada ser humano, sin duda queda en el fuero interno y como un derecho al libre pensamiento y accionar personal en la vida. Los marcos normativos nacionales e internacionales de incumbencia constitucional, respecto de estos temas enmarcan las obligaciones del Estado, de las políticas públicas y de los operadores estatales en los tres poderes.

Lo sustancial, desde nuestro punto de vista, es que al expresarse acerca de “género” se lo haga con conocimiento basado en la formación académica, pero sin generar confusiones dialécticas y oportunistas, teniendo en vista un único norte, propender al bien común de la sociedad que conformamos.

(*) Juezas penales de Puerto Madryn.


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