Editorial / Se terminan los tiempos de postergar discusiones

Leé La Columna del Domingo, la tradicional editorial de la edición dominical de Jornada, con la mejor información política de Chubut.

05 SEP 2020 - 20:39 | Actualizado

No se trata de comparaciones odiosas ni de exposiciones miserables, pero frente a la crisis con escasos precedentes que vive la provincia, y sobre la que cabalga ya de manera sempiterna, acaso deba replantearse el horizonte de discusiones políticas y agregarle al constante esfuerzo de sobrevivir a la permanente coyuntura un análisis adulto, sincero y sin mezquindades sobre el futuro más allá de los tiempos electorales.

Con una matriz productiva que languidece, echando mano a un único sustento que ya no es lo que supo ser, como el petróleo y sin imaginación más allá de la necesidad de pagar sueldos públicos, como si gobernar se tratara sólo de eso, el panorama es oscuro no porque cada mes que pasa el déficit financiero de la provincia se agrande hasta tender a un verdadero agujero negro sino por sobre todo por la ausencia de ideas superadoras que expliquen de qué va a vivir Chubut en las próximas décadas, una pregunta incómoda que hoy está baldía de respuestas.

No obstante, y por fin, la discusión del reparto de recursos naturales amenaza con calar hondo en el imaginario político y los protagonistas, que son los que tienen verdaderas responsabilidades sobre lo que nos pasa a los chubutenses, parecen haber tomado con seriedad la idea de repensar la provincia, sus fuentes de recursos y la forma de gestionarlos.

Se entiende finalmente, quizás, que nos e trata de discutir lo que le toca a cada uno de los dólares que ingresan por el crudo, o no solamente, sino de repensar un usufructo mayor de la variedad de recursos naturales (y esta es la clave) que han sido desperdiciados hasta aquí o que directamente han engrosado bolsillos a diestra y siniestra pero no de los habitantes de la provincia, sino de empresas que a veces –otra discusión que debería darse- ni siquiera tributan en Chubut.

Para que quede claro y en buen romance: no se trata de sacarle a unos para darle a otros sino de robustecer la generación de recursos para que el reparto de dividendos alcance volúmenes superiores. Pesca, regalías hidroeléctricas, energía eólica y minería sin contaminación ambiental han estado allí siempre, en el olvido de los repartos, y es hora que el dueño de esos recursos, que es genuinamente la provincia, les saque dividendos. Como corresponde, además.

Y en la continuidad de esa línea también debe ponerse en la mesa la discusión el despilfarro que implica exportar materias primas sin ponerle valor agregado, una cadencia que no deja de dar frutos a unos pocos pero que estimula la ociosidad y termina por generar pérdidas en término de posibles negocios mucho más redituables a la provincia. Es decir, para todos.

Es hora de aprovechar las oportunidades, que están en la naturaleza misma de nuestra tierra y de dejar de perderlas, una costumbre que generó el mismo oro negro que en otros tiempos le dio riquezas y potencialidad pero que hoy, está visto, ya no alcanza.

Ahí está como testigo el frustrado proyecto del Dique Compensador Las Piedra, truncado porque sepultaba bajo agua a la minera de caolín armanino que, sin embargo, nunca se industrializó en la región, que debería tener al menos producción de platos, pocillos y hasta aisladores de energía, por no imaginar manufacturas más complejas; algo similar a lo que ocurre con la pesca, un recurso que Chubut explota desde siempre y que sin embargo así cómo sale del mar se va para otras regiones a donde le agregan valor y le sacan un sustento que aquí no sabe aprovecharse.

El panorama energético no es mejor. Chubut genera diez veces más de lo que consume y sin embargo todo el tiempo el rubro es noticia porque pueblos enteros se quedan aislados porque no hay combustible para sus generadores, porque se rompen los motores y porque, sobre todo, no están enganchados a un sistema interconectado que debió haberse proyectado hace muchos años y que ya debería ser parte esencia del relegado interior provincial.

Ahí está Comodoro, que tiene el recurso más caro e importante de la provincia pero pese a que lleva más de 100 años repartiendo las ganancias del petróleo nunca logró tener una provisión de agua confiable, sustentable en el tiempo. Antes, al menos, los cortes eran temas veraniegos pero el problema incluso dejó de ser estacional. Es un problema todo el tiempo.

Ya se escrito en este espacio decena de veces pero aun nadie recogió el guante: ¿hasta cuándo la energía eólica, que genera enormes ganancias y poca mano de obra permanente, será sólo negocio para los empresarios que son dueños de los parques para dejarle también algo a la provincia que le da a explotar el recurso? Es cierto que por la llamada Ley Guinle (27191) hasta 2025 no está habilitado el cobro de un canon, pero sí bien puede imaginarse algún tipo de tasa, o aforo, que deje un mínimo de metálico en la provincia.

La política chubutense lleva décadas propalando la necesidad de diversificar la matriz productiva de la provincia. Los tiempos que corren, con un Estado cada vez más endeudado y sin horizonte de mejoría, obligan a que esa discusión se ponga sobre la mesa y se lleve delante de una buena vez.

Está muy bien que no debe dejarse de lado la necesidad de pagar los sueldos, pero también está palmariamente claro que con esta cadencia el colapso, inexorablemente, llegará. Y las esquirlas alcanzarán a todos.

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05 SEP 2020 - 20:39

No se trata de comparaciones odiosas ni de exposiciones miserables, pero frente a la crisis con escasos precedentes que vive la provincia, y sobre la que cabalga ya de manera sempiterna, acaso deba replantearse el horizonte de discusiones políticas y agregarle al constante esfuerzo de sobrevivir a la permanente coyuntura un análisis adulto, sincero y sin mezquindades sobre el futuro más allá de los tiempos electorales.

Con una matriz productiva que languidece, echando mano a un único sustento que ya no es lo que supo ser, como el petróleo y sin imaginación más allá de la necesidad de pagar sueldos públicos, como si gobernar se tratara sólo de eso, el panorama es oscuro no porque cada mes que pasa el déficit financiero de la provincia se agrande hasta tender a un verdadero agujero negro sino por sobre todo por la ausencia de ideas superadoras que expliquen de qué va a vivir Chubut en las próximas décadas, una pregunta incómoda que hoy está baldía de respuestas.

No obstante, y por fin, la discusión del reparto de recursos naturales amenaza con calar hondo en el imaginario político y los protagonistas, que son los que tienen verdaderas responsabilidades sobre lo que nos pasa a los chubutenses, parecen haber tomado con seriedad la idea de repensar la provincia, sus fuentes de recursos y la forma de gestionarlos.

Se entiende finalmente, quizás, que nos e trata de discutir lo que le toca a cada uno de los dólares que ingresan por el crudo, o no solamente, sino de repensar un usufructo mayor de la variedad de recursos naturales (y esta es la clave) que han sido desperdiciados hasta aquí o que directamente han engrosado bolsillos a diestra y siniestra pero no de los habitantes de la provincia, sino de empresas que a veces –otra discusión que debería darse- ni siquiera tributan en Chubut.

Para que quede claro y en buen romance: no se trata de sacarle a unos para darle a otros sino de robustecer la generación de recursos para que el reparto de dividendos alcance volúmenes superiores. Pesca, regalías hidroeléctricas, energía eólica y minería sin contaminación ambiental han estado allí siempre, en el olvido de los repartos, y es hora que el dueño de esos recursos, que es genuinamente la provincia, les saque dividendos. Como corresponde, además.

Y en la continuidad de esa línea también debe ponerse en la mesa la discusión el despilfarro que implica exportar materias primas sin ponerle valor agregado, una cadencia que no deja de dar frutos a unos pocos pero que estimula la ociosidad y termina por generar pérdidas en término de posibles negocios mucho más redituables a la provincia. Es decir, para todos.

Es hora de aprovechar las oportunidades, que están en la naturaleza misma de nuestra tierra y de dejar de perderlas, una costumbre que generó el mismo oro negro que en otros tiempos le dio riquezas y potencialidad pero que hoy, está visto, ya no alcanza.

Ahí está como testigo el frustrado proyecto del Dique Compensador Las Piedra, truncado porque sepultaba bajo agua a la minera de caolín armanino que, sin embargo, nunca se industrializó en la región, que debería tener al menos producción de platos, pocillos y hasta aisladores de energía, por no imaginar manufacturas más complejas; algo similar a lo que ocurre con la pesca, un recurso que Chubut explota desde siempre y que sin embargo así cómo sale del mar se va para otras regiones a donde le agregan valor y le sacan un sustento que aquí no sabe aprovecharse.

El panorama energético no es mejor. Chubut genera diez veces más de lo que consume y sin embargo todo el tiempo el rubro es noticia porque pueblos enteros se quedan aislados porque no hay combustible para sus generadores, porque se rompen los motores y porque, sobre todo, no están enganchados a un sistema interconectado que debió haberse proyectado hace muchos años y que ya debería ser parte esencia del relegado interior provincial.

Ahí está Comodoro, que tiene el recurso más caro e importante de la provincia pero pese a que lleva más de 100 años repartiendo las ganancias del petróleo nunca logró tener una provisión de agua confiable, sustentable en el tiempo. Antes, al menos, los cortes eran temas veraniegos pero el problema incluso dejó de ser estacional. Es un problema todo el tiempo.

Ya se escrito en este espacio decena de veces pero aun nadie recogió el guante: ¿hasta cuándo la energía eólica, que genera enormes ganancias y poca mano de obra permanente, será sólo negocio para los empresarios que son dueños de los parques para dejarle también algo a la provincia que le da a explotar el recurso? Es cierto que por la llamada Ley Guinle (27191) hasta 2025 no está habilitado el cobro de un canon, pero sí bien puede imaginarse algún tipo de tasa, o aforo, que deje un mínimo de metálico en la provincia.

La política chubutense lleva décadas propalando la necesidad de diversificar la matriz productiva de la provincia. Los tiempos que corren, con un Estado cada vez más endeudado y sin horizonte de mejoría, obligan a que esa discusión se ponga sobre la mesa y se lleve delante de una buena vez.

Está muy bien que no debe dejarse de lado la necesidad de pagar los sueldos, pero también está palmariamente claro que con esta cadencia el colapso, inexorablemente, llegará. Y las esquirlas alcanzarán a todos.


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