“Perder a tres miembros de la familia es un dolor más grande que el corporal”

Juan Cedrón recibió el alta después de pelearle al COVID que se llevó a sus padres y dos hermanas. “Me dormí con una imagen y me desperté sin una parte de mi familia”, resumió.

Juan perdió tres familiares directos por el Covid 19.
05 OCT 2020 - 20:49 | Actualizado

Por Ismael Tebes

A Juan Cedrón el mismo dolor pareció ponerlo de pie. Y después de pasar diecisiete días dormido en una cama de Terapia Intensiva, con un cuerpo que perdió veinticinco kilos, dice que se “reinició” para poder seguir. Cuando se apagaron las luces de su mente y nadie podía asegurar su “vuelta”, éste chofer en la industria petrolera que poco antes había sufrido un ACV solamente pidió “que le den un beso a su hijo” si es que las cosas se complicaban.

En recuperación, casi empezando desde cero a caminar y a administrar sus movimientos, Juan volvió a la casa de su familia para acompañar a su madre y a los dos hermanos sobrevivientes del peor de los virus. “Es dolorosa la recuperación, siento que un camión me pasó por encima. Me costó levantarme porque duele hasta salir del coma y que te saquen el respirador y las mangueras. Después, en la sala, me trataron como una criatura y me dio un poco de impotencia”.

Cuenta que la práctica deportiva (juega como pilar en Comodoro RC, el club de rugby de Astra) le significó “pelearle” al COVID con mejores armas. “Siempre hice deporte, me dediqué y voy a seguir haciéndolo porque fue lo que me salvó, como me dijeron los médicos. Nunca fumé; no tengo ninguna otra enfermedad y resistieron mis pulmones porque nunca tuve nada. Tenía un noventa por ciento de flema y eso fue lo que más me complicó”.

“Yo me había aislado –dijo a Cadena Tiempo- por mi hermana Luisa que se había contagiado no sabemos cómo. El día que falleció mi viejo yo estaba inconsciente; me fue a buscar la ambulancia y no sé cómo hicieron para entrar a mi departamento. Estuve dos horas en la ambulancia hasta ver dónde me llevaban. Pasé seis horas en la Clínica del Valle; una noche en el Regional y después me trasladaron a La Española por suerte y por tener obra social”.

En cuestión de segundos y con su condición general muy deteriorada, Cedrón afrontó con crudeza el primer pronóstico, tan frío como textual: “Te tengo que dormir pero no te garantizo nada”. Los diecisiete días posteriores fueron el comienzo de todo, un raro renacer. “Esos segundos fueron horribles. Lo único que te pido si no vuelvo es que le des un beso a mi hijo”, transmitió.

“Tenía buena salud y por eso no corrí la mala suerte del resto de mi familia. Mi papá se estaba dializando y eso no lo ayudó; Graciela tenía diabetes igual que Luisa, la primera en internarse, a quien también iban a empezar a hacer diálisis. Inclusive ella había salido, le sacaron el respirador pero le terminó agarrando un paro. Cuando me desperté recién me enteré que se habían ido ellas dos”.

Cedrón asume con fortaleza éste proceso que lo lleva casi al punto de partida: debe empezar a caminar nuevamente; perdió masa muscular y sufre además de los dolores físicos, los que nacen del alma. “Duele todo, no sé cómo acostarme y pararme. Trato de hacer ejercicio y camino; va a venir una kinesióloga para rehabilitarme y también me dan proteínas. Los pulmones quedaron bien; pasé la tomografía y las pruebas de COVID. No tenía nada”.

La familia siempre está primero aunque los silencios sean crueles y en la casa de Calle Sarmiento, en el barrio Jorge Newbery, nada parezca ser igual. “Me dormí con una imagen y me desperté sin una parte de ella”.

“Lamentablemente –indicó en diálogo con el programa “Fase Cero”- en junio me había agarrado un ACV pero estaba bien y recuperado con secuelas en el brazo y en el ojo izquierdo. Traté de salir lo más rápido posible y no estancarme. Hoy parece que me reinicié y ya no tengo nada”.

Y desde las múltiples maneras que se puede tener de procesar el dolor, se aferra a cada pequeño retazo. “Trato de salir de ésta y no fue un proceso fácil. Perder a tres miembros de la familia es un dolor más grande que el corporal. Es muchísimo más grande”.

“La enfermedad –aclaró- no la buscamos, vino sola, no hubo ninguna fiesta como dijeron por ahí. Mis viejos son grandes; tenían diabetes e hipertensión y siempre tratamos de cuidarlos. Yo casi ni venía a visitarlos por ese tema, pasaba; saludaba y me iba”.

Desde su propia tragedia y buscando “pegar” en el pensamiento de muchos expresó que nada es más valioso que la propia vida. “Prefiero perder cualquier cosa material antes que un familiar. Si se pretende seguir no hay que juntarse; utilizar barbijo y cuidarse en general. En nuestro caso nos encerramos y aún más con lo que pasó; no recibimos visitas y apenas hablamos detrás de la reja. Es muy duro que en una semana se mueran tres integrantes de la familia. Es preferible perder cualquier cosa pero nunca la familia”.

Y al final, Juan Cedrón, alma mater y presidente de la Peña de Boca Juniors, repitió la recomendación que no deja de ser oportuna. “Agradezco los mensajes, los saludos y las cadenas de oración y a cada persona que se interesó por mi salud. Hay que cuidarse, hay que cuidarse…”, repitió.

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Juan perdió tres familiares directos por el Covid 19.
05 OCT 2020 - 20:49

Por Ismael Tebes

A Juan Cedrón el mismo dolor pareció ponerlo de pie. Y después de pasar diecisiete días dormido en una cama de Terapia Intensiva, con un cuerpo que perdió veinticinco kilos, dice que se “reinició” para poder seguir. Cuando se apagaron las luces de su mente y nadie podía asegurar su “vuelta”, éste chofer en la industria petrolera que poco antes había sufrido un ACV solamente pidió “que le den un beso a su hijo” si es que las cosas se complicaban.

En recuperación, casi empezando desde cero a caminar y a administrar sus movimientos, Juan volvió a la casa de su familia para acompañar a su madre y a los dos hermanos sobrevivientes del peor de los virus. “Es dolorosa la recuperación, siento que un camión me pasó por encima. Me costó levantarme porque duele hasta salir del coma y que te saquen el respirador y las mangueras. Después, en la sala, me trataron como una criatura y me dio un poco de impotencia”.

Cuenta que la práctica deportiva (juega como pilar en Comodoro RC, el club de rugby de Astra) le significó “pelearle” al COVID con mejores armas. “Siempre hice deporte, me dediqué y voy a seguir haciéndolo porque fue lo que me salvó, como me dijeron los médicos. Nunca fumé; no tengo ninguna otra enfermedad y resistieron mis pulmones porque nunca tuve nada. Tenía un noventa por ciento de flema y eso fue lo que más me complicó”.

“Yo me había aislado –dijo a Cadena Tiempo- por mi hermana Luisa que se había contagiado no sabemos cómo. El día que falleció mi viejo yo estaba inconsciente; me fue a buscar la ambulancia y no sé cómo hicieron para entrar a mi departamento. Estuve dos horas en la ambulancia hasta ver dónde me llevaban. Pasé seis horas en la Clínica del Valle; una noche en el Regional y después me trasladaron a La Española por suerte y por tener obra social”.

En cuestión de segundos y con su condición general muy deteriorada, Cedrón afrontó con crudeza el primer pronóstico, tan frío como textual: “Te tengo que dormir pero no te garantizo nada”. Los diecisiete días posteriores fueron el comienzo de todo, un raro renacer. “Esos segundos fueron horribles. Lo único que te pido si no vuelvo es que le des un beso a mi hijo”, transmitió.

“Tenía buena salud y por eso no corrí la mala suerte del resto de mi familia. Mi papá se estaba dializando y eso no lo ayudó; Graciela tenía diabetes igual que Luisa, la primera en internarse, a quien también iban a empezar a hacer diálisis. Inclusive ella había salido, le sacaron el respirador pero le terminó agarrando un paro. Cuando me desperté recién me enteré que se habían ido ellas dos”.

Cedrón asume con fortaleza éste proceso que lo lleva casi al punto de partida: debe empezar a caminar nuevamente; perdió masa muscular y sufre además de los dolores físicos, los que nacen del alma. “Duele todo, no sé cómo acostarme y pararme. Trato de hacer ejercicio y camino; va a venir una kinesióloga para rehabilitarme y también me dan proteínas. Los pulmones quedaron bien; pasé la tomografía y las pruebas de COVID. No tenía nada”.

La familia siempre está primero aunque los silencios sean crueles y en la casa de Calle Sarmiento, en el barrio Jorge Newbery, nada parezca ser igual. “Me dormí con una imagen y me desperté sin una parte de ella”.

“Lamentablemente –indicó en diálogo con el programa “Fase Cero”- en junio me había agarrado un ACV pero estaba bien y recuperado con secuelas en el brazo y en el ojo izquierdo. Traté de salir lo más rápido posible y no estancarme. Hoy parece que me reinicié y ya no tengo nada”.

Y desde las múltiples maneras que se puede tener de procesar el dolor, se aferra a cada pequeño retazo. “Trato de salir de ésta y no fue un proceso fácil. Perder a tres miembros de la familia es un dolor más grande que el corporal. Es muchísimo más grande”.

“La enfermedad –aclaró- no la buscamos, vino sola, no hubo ninguna fiesta como dijeron por ahí. Mis viejos son grandes; tenían diabetes e hipertensión y siempre tratamos de cuidarlos. Yo casi ni venía a visitarlos por ese tema, pasaba; saludaba y me iba”.

Desde su propia tragedia y buscando “pegar” en el pensamiento de muchos expresó que nada es más valioso que la propia vida. “Prefiero perder cualquier cosa material antes que un familiar. Si se pretende seguir no hay que juntarse; utilizar barbijo y cuidarse en general. En nuestro caso nos encerramos y aún más con lo que pasó; no recibimos visitas y apenas hablamos detrás de la reja. Es muy duro que en una semana se mueran tres integrantes de la familia. Es preferible perder cualquier cosa pero nunca la familia”.

Y al final, Juan Cedrón, alma mater y presidente de la Peña de Boca Juniors, repitió la recomendación que no deja de ser oportuna. “Agradezco los mensajes, los saludos y las cadenas de oración y a cada persona que se interesó por mi salud. Hay que cuidarse, hay que cuidarse…”, repitió.


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