Una voz comodorense busca trascender

Virigina Guevera, la cantante.
13 DIC 2020 - 23:16 | Actualizado

Por Ismael Tebes

Allá arriba, en el punto más alto; en la cima de cualquier registro y en la impostación sonora, estridente que marca presencia y enaltece cada pieza de una obra nace el máximo desafío de cualquier cantante lírico.

Ese reto artístico representa el “día a día”, la rutina que desde hace varios años ocupa a Virginia Guevara, cantante comodorense radicada en Capital Federal desde hace seis años. Becada en la carrera de Canto Lírico del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, es protagonista de una historia inusual. Comenzó desde niña haciendo mímica con las viejas princesas de Disney, como Aurora o Blancanieves. “Mi mamá quedó maravillada. Me enamoré cantando la canción de Manuelita cuando iba a visitar a mi abuela en Córdoba. Yo afinaba todo y tenía mucho facilidad. Mi mamá y mi abuela fueron influyentes ya que me mostraron a Ginamaría Hidalgo, cantantes españoles y me regalaron el primer disco de María Callas. Ahí terminé de enamorarme de éste arte.

Ella era más actriz que cantante, que hacía “comprender” lo que sentía su personaje porque estudiaba las partituras de manera especial. La escuchaba sin verla desde un tocadisco, la repetía, escuché a cantar arias de ópera y fue hermoso descubrir todo eso”.

Todo explotó en su niñez, “jugando” al arte pero siempre teniendo la vocación a flor de piel. ““Yo empecé a cantar con público de verdad a los 6 años. Muchos me conocen de haber cantado en el Teatro Español con el grupo Amistad Sur”.

“A los 12 años –agregó- comencé a trabajar la impostación que ni yo sabía que la hacía bien, me salía de manera natural. Cuando salí del secundario, viajé a hacer la audición para ingresar a la carrera del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Me becaron para prepararme para ingresar, logré todo lo que me propuse y aprendí. Ni siquiera conocía Buenos Aires, no sabía leer música y no entendía nada de lo que hacía aunque lo amaba”.

Entrenamiento

“En el mundo de la música y el canto, el lírico es como el gimnasta más preparado porque el concepto es impostar la voz de manera que se escuche muy proyectada, sin micrófono y utilizando acústicas. Tiene que ver mucho con la potencia que uno tenga; el aire es muy importante en la carrera de un cantante lírico casi como su salud vocal, ya que si se desconoce cómo manejarlo, suele suceder que ocurran problemas o enfermedades”, cuenta Virginia quien llega a cantar ocho horas seguidas sin ningún descanso, virtud que adquirió luego de numerosos años de práctica. “Un lírico es como un atleta olímpico por su entrenamiento”, apunta.

“A mí me gustaría viajar al exterior y aprender todo lo necesario para que algún día, poder traer todo éste conocimiento a Comodoro Rivadavia y a la Patagonia donde quizás éste tipo de arte no es muy visto. La idea es esa”, dice sobre el futuro de su carrera.

La música lírica no es una barrera, sino un puente para “popularizar” ésta vertiente y llegar a un público masivo. “Llegar con un mensaje a la gente es el mejor premio. Acá el cantante lírico en Argentina y en Sudamérica está infravalorado. Quisiera llegar a la gente que no conoce y en una manera que les permitiera ver a éste arte como si fuera algo no sobrenatural, sino como una canción más. No es algo lejano, inalcanzable. Hay muchos artistas consagrados a los que les gustaría cantar lírico pero no llegan porque sienten que no llegan o hay una barrera”.

En 2019 participó de la Ópera Armida, una coproducción proyecto del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y el Centro de Música Barroca de Versalles con el apoyo del Instituto Francés y la Embajada de Francia en Argentina. Este proyecto académico se basó en la interpretación del estilo barroco con una de sus obras más emblemáticas: la tragedia lírica Armida (1686) de Jean-Baptiste Lully en la que se utilizaron instrumentos réplica de los originales utilizados en la corte de Luis XIV.

“Fue la primera vez que canté para una producción europea. Todo se llevó a cabo en tres meses y fue hermoso. Tengo un traje en el teatro Colón con mi nombre escrito ya que el vestuario y hasta el calzado fue confeccionado en los talleres propios. Eso no tiene precio para mí”.#

Virigina Guevera, la cantante.
13 DIC 2020 - 23:16

Por Ismael Tebes

Allá arriba, en el punto más alto; en la cima de cualquier registro y en la impostación sonora, estridente que marca presencia y enaltece cada pieza de una obra nace el máximo desafío de cualquier cantante lírico.

Ese reto artístico representa el “día a día”, la rutina que desde hace varios años ocupa a Virginia Guevara, cantante comodorense radicada en Capital Federal desde hace seis años. Becada en la carrera de Canto Lírico del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, es protagonista de una historia inusual. Comenzó desde niña haciendo mímica con las viejas princesas de Disney, como Aurora o Blancanieves. “Mi mamá quedó maravillada. Me enamoré cantando la canción de Manuelita cuando iba a visitar a mi abuela en Córdoba. Yo afinaba todo y tenía mucho facilidad. Mi mamá y mi abuela fueron influyentes ya que me mostraron a Ginamaría Hidalgo, cantantes españoles y me regalaron el primer disco de María Callas. Ahí terminé de enamorarme de éste arte.

Ella era más actriz que cantante, que hacía “comprender” lo que sentía su personaje porque estudiaba las partituras de manera especial. La escuchaba sin verla desde un tocadisco, la repetía, escuché a cantar arias de ópera y fue hermoso descubrir todo eso”.

Todo explotó en su niñez, “jugando” al arte pero siempre teniendo la vocación a flor de piel. ““Yo empecé a cantar con público de verdad a los 6 años. Muchos me conocen de haber cantado en el Teatro Español con el grupo Amistad Sur”.

“A los 12 años –agregó- comencé a trabajar la impostación que ni yo sabía que la hacía bien, me salía de manera natural. Cuando salí del secundario, viajé a hacer la audición para ingresar a la carrera del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Me becaron para prepararme para ingresar, logré todo lo que me propuse y aprendí. Ni siquiera conocía Buenos Aires, no sabía leer música y no entendía nada de lo que hacía aunque lo amaba”.

Entrenamiento

“En el mundo de la música y el canto, el lírico es como el gimnasta más preparado porque el concepto es impostar la voz de manera que se escuche muy proyectada, sin micrófono y utilizando acústicas. Tiene que ver mucho con la potencia que uno tenga; el aire es muy importante en la carrera de un cantante lírico casi como su salud vocal, ya que si se desconoce cómo manejarlo, suele suceder que ocurran problemas o enfermedades”, cuenta Virginia quien llega a cantar ocho horas seguidas sin ningún descanso, virtud que adquirió luego de numerosos años de práctica. “Un lírico es como un atleta olímpico por su entrenamiento”, apunta.

“A mí me gustaría viajar al exterior y aprender todo lo necesario para que algún día, poder traer todo éste conocimiento a Comodoro Rivadavia y a la Patagonia donde quizás éste tipo de arte no es muy visto. La idea es esa”, dice sobre el futuro de su carrera.

La música lírica no es una barrera, sino un puente para “popularizar” ésta vertiente y llegar a un público masivo. “Llegar con un mensaje a la gente es el mejor premio. Acá el cantante lírico en Argentina y en Sudamérica está infravalorado. Quisiera llegar a la gente que no conoce y en una manera que les permitiera ver a éste arte como si fuera algo no sobrenatural, sino como una canción más. No es algo lejano, inalcanzable. Hay muchos artistas consagrados a los que les gustaría cantar lírico pero no llegan porque sienten que no llegan o hay una barrera”.

En 2019 participó de la Ópera Armida, una coproducción proyecto del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y el Centro de Música Barroca de Versalles con el apoyo del Instituto Francés y la Embajada de Francia en Argentina. Este proyecto académico se basó en la interpretación del estilo barroco con una de sus obras más emblemáticas: la tragedia lírica Armida (1686) de Jean-Baptiste Lully en la que se utilizaron instrumentos réplica de los originales utilizados en la corte de Luis XIV.

“Fue la primera vez que canté para una producción europea. Todo se llevó a cabo en tres meses y fue hermoso. Tengo un traje en el teatro Colón con mi nombre escrito ya que el vestuario y hasta el calzado fue confeccionado en los talleres propios. Eso no tiene precio para mí”.#


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