Anuario 2020 / ASPO: la vida social, pulverizada por una sigla

El Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio pulverizó la vida social en Chubut. La rutina debió limitarse al hogar familiar. Adiós a los asados entre amigos, a las cenas afuera y a la cerveza del relax. Chau al picadito, a la picadita y al mate y facturas de la visita. Para otras ocasiones casamientos y fiestas de quince. Solamente quedó el WhatsApp y el trabajo, para quienes no fueron personal de excepción. El resto fue casa, redes sociales, películas y libros.

30 DIC 2020 - 18:55 | Actualizado

En el tramo más duro de la cuarentena las calles lucieron desiertas. Parecía que cada día Argentina jugaba un Mundial. Se instalaron retenes en calles estratégicas para que nadie sin permiso anduviera por ahí.

También las actividades extralaborales se congelaron: gimnasios, yoga, Pilates, artesanías, talleres de todos los colores, hobbies. Sólo algunos pudieron ser virtuales.

El trabajo se transformó. Algunos pudieron seguir desde casa y el home office fue un concepto nuevo y conveniente. Otros quedaron en sus oficinas pero con los cuidados del caso y mucha menos compañía. Otro grupo, por último, tuvo descanso obligado por pertenecer a grupos de riesgo y no tener chance de hacer lo suyo ni siquiera virtualmente.

Aunque no en simultáneo, las ciudades más grandes de Chubut tomaron una decisión extrema e inédita para evitar la llegada del coronavirus o para evitar el ascenso de la curva de contagios ya instalada: cerraron sus accesos para cualquiera que no tuviera domicilio en esos lugares. A Trelew, Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia y Rawson sólo pudieron ingresar sus vecinos, trabajadores esenciales y emergencias médicas. Estas determinaciones provocaron roces entre intendentes y pese a las declaraciones de ocasión, algunas buenas relaciones se tensaron. Es que las situaciones epidemiológicas de cada lugar fueron variando. Sólo Esquel quedó fuera de este escenario.

En Trelew, por ejemplo, fue frecuente que sobre la ruta 3 camiones y transportes de pasajeros debieran rodear la ciudad custodiados por Policía y Guardia Urbana, para evitar que ingresen al casco urbano. En varias localidades se pusieron montículos de tierra sobre el asfalto, incluso en la entrada de algunos barrios. Al inicio de la pandemia, el Gobierno llegó a cerrar la circulación en todas las rutas de la provincia. Hubo operativos para tomar la temperatura en plena ruta a los automovilistas y hasta “duchas” con arcos para desinfectar los vehículos.

Hubo grandes problemas con los permisos: se mezclaron las autorizaciones nacionales con las provinciales, y muchas veces los vecinos no supieron qué documentación necesitaban ni a qué página web acudir ni dónde llamar. Es que cada papel dependía de cada necesidad y de qué lugar se iba a visitar. Se llegaron a habilitar lugares para que Policía emitiera las habilitaciones y se formaron largas colas.

En este escenario, llegó a Chubut el Plan Detectar, la estrategia del Ministerio de Salud de la Nación para salir a los barrios y testear a las personas sintomáticas. El objetivo es, por un lado, descomprimir la atención en los hospitales y, por el otro, contar con la estadística real acerca del avance del coronavirus en las ciudades. Es que no todos los casos sospechosos llegaban a las guardias.

La estrategia fue rastrillar casa por casa para buscar vecinos que debían contestar un cuestionario. Si sus respuestas hacían sospechar de la presencia del Covid-19, se lo llevaba a otro espacio para un hisopado rápido. Se usaron escuelas y gimnasios. Como se preveía, los casos positivos se multiplicaron y puede que sean muchos más aún ya que no todos se prestaron al interrogatorio y a la prueba. Los infectados confirmados y sus contactos estrechos eran aislados de inmediato. El Detectar se movió por el territorio de acuerdo a las necesidades y se vieron largas colas de convocatoria cuando el temor comunitario creció.

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30 DIC 2020 - 18:55

En el tramo más duro de la cuarentena las calles lucieron desiertas. Parecía que cada día Argentina jugaba un Mundial. Se instalaron retenes en calles estratégicas para que nadie sin permiso anduviera por ahí.

También las actividades extralaborales se congelaron: gimnasios, yoga, Pilates, artesanías, talleres de todos los colores, hobbies. Sólo algunos pudieron ser virtuales.

El trabajo se transformó. Algunos pudieron seguir desde casa y el home office fue un concepto nuevo y conveniente. Otros quedaron en sus oficinas pero con los cuidados del caso y mucha menos compañía. Otro grupo, por último, tuvo descanso obligado por pertenecer a grupos de riesgo y no tener chance de hacer lo suyo ni siquiera virtualmente.

Aunque no en simultáneo, las ciudades más grandes de Chubut tomaron una decisión extrema e inédita para evitar la llegada del coronavirus o para evitar el ascenso de la curva de contagios ya instalada: cerraron sus accesos para cualquiera que no tuviera domicilio en esos lugares. A Trelew, Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia y Rawson sólo pudieron ingresar sus vecinos, trabajadores esenciales y emergencias médicas. Estas determinaciones provocaron roces entre intendentes y pese a las declaraciones de ocasión, algunas buenas relaciones se tensaron. Es que las situaciones epidemiológicas de cada lugar fueron variando. Sólo Esquel quedó fuera de este escenario.

En Trelew, por ejemplo, fue frecuente que sobre la ruta 3 camiones y transportes de pasajeros debieran rodear la ciudad custodiados por Policía y Guardia Urbana, para evitar que ingresen al casco urbano. En varias localidades se pusieron montículos de tierra sobre el asfalto, incluso en la entrada de algunos barrios. Al inicio de la pandemia, el Gobierno llegó a cerrar la circulación en todas las rutas de la provincia. Hubo operativos para tomar la temperatura en plena ruta a los automovilistas y hasta “duchas” con arcos para desinfectar los vehículos.

Hubo grandes problemas con los permisos: se mezclaron las autorizaciones nacionales con las provinciales, y muchas veces los vecinos no supieron qué documentación necesitaban ni a qué página web acudir ni dónde llamar. Es que cada papel dependía de cada necesidad y de qué lugar se iba a visitar. Se llegaron a habilitar lugares para que Policía emitiera las habilitaciones y se formaron largas colas.

En este escenario, llegó a Chubut el Plan Detectar, la estrategia del Ministerio de Salud de la Nación para salir a los barrios y testear a las personas sintomáticas. El objetivo es, por un lado, descomprimir la atención en los hospitales y, por el otro, contar con la estadística real acerca del avance del coronavirus en las ciudades. Es que no todos los casos sospechosos llegaban a las guardias.

La estrategia fue rastrillar casa por casa para buscar vecinos que debían contestar un cuestionario. Si sus respuestas hacían sospechar de la presencia del Covid-19, se lo llevaba a otro espacio para un hisopado rápido. Se usaron escuelas y gimnasios. Como se preveía, los casos positivos se multiplicaron y puede que sean muchos más aún ya que no todos se prestaron al interrogatorio y a la prueba. Los infectados confirmados y sus contactos estrechos eran aislados de inmediato. El Detectar se movió por el territorio de acuerdo a las necesidades y se vieron largas colas de convocatoria cuando el temor comunitario creció.


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