Esperan abrir fronteras con Futaleufú y Palena

02 ENE 2021 - 20:22 | Actualizado

Hasta que comenzó la pandemia, la “vuelta del perro” de muchos vecinos de Esquel, Trevelin y Corcovado los convocaba cada fin de semana a las localidades chilenas de Futaleufú y Palena. Con el tiempo, dicho paseo también se extendió para los habitantes de El Bolsón, Lago Puelo y otros pueblos chubutenses, atraídos por los circuitos paisajísticos, las tradiciones trasandinas, la pesca del Chinook, la gastronomía y las compras de electrónica e indumentaria.
Incluso, la mejora de las rutas chilenas (terminadas o en proceso de asfaltado), permitió extender el viaje hasta Chaitén (con las termas de El Amarillo) o La Junta y el puerto Raúl Marín Balmaceda, con su estuario lleno de delfines y todo el encanto del río Palena saliendo al Pacífico en medio de la selva valdiviana.
La crisis sanitaria clausuró la frontera y cortó el vínculo de muchas familias y amistades: “Hace 10 meses que no puedo ver a mis nietos, que viven con su mamá en un campo cerca del lago Espolón. Así como abrieron el turismo al país, ojalá hagan pronto lo mismo con Chile porque extraño una buena cazuela de ave y unas empanadas de mariscos”, reflejó ayer Daniel Cárcamo, residente en Esquel.
El tema se discutió en la última reunión del Comité de Integración Región de Los Lagos entre la Argentina y Chile, aunque no hubo comunicación oficial al respecto. Las cámaras empresariales de ambos países insisten con la necesidad de retomar el vínculo en el corto plazo, argumentando “la vinculación turística e intercambio comercial histórico”.
Los chilenos también están ansiosos de volver a recibir “a los argentinos del fin de semana”, que motorizan su economía, aunque reconocen su recelo “por la realidad sanitaria que viven. Quizás habría que esperar un poco más, hasta que pase este brote”, dicen al tiempo que piden “protocolos suficientes para evitar futuros contagios de uno y otro lado”.
“Pintado por Dios”
Esta región del sur chileno “es la más pura expresión de la sorprendente exuberancia de la naturaleza. Es un paisaje en movimiento que se modela y cambia ante sus ojos, esculpido entre cataclismos volcánicos, esculturas glaciares, lluvia y nieve, serenos o tormentosos lagos e imponentes fiordos hacia el Pacífico”.
El panorama de los valles intermontanos “se sucede hacia el mar, con vacas y caballos pastando tranquilos cerca de las casonas construidas totalmente con tejuelas”.
Partir hacia el oeste “es la entrada a un mundo fascinante y lleno de sorpresas con toda la energía de sus cascadas cayendo desde cientos de metros de altura, nalcas y helechos que superan los dos metros bordeando aguas caprichosas, ventisqueros colgantes en plena selva valdiviana y siempre la presencia del río Futaleufú, inserto en la profundidad de la zona y con sus verdes azulados que intimidan por la generosidad de su belleza y grandes farallones”.
Otra foto obligada es pararse en los humedales y pequeñas lagunas que se forman sobre la ruta. Los espejos y contrastes se suman a las aves (cisnes cuello negro, garzas, patos) en un verdadero paraíso silvestre que guardará por siempre en sus retinas.
Hay que disponer al menos de dos días y tomar como punto de partida Trevelin. Son 45 kilómetros de ripio en buen estado hasta la frontera. Después de los trámites aduaneros, son otros 10 kilómetros pavimentados hasta Futaleufú, que cuenta con una importante oferta de alojamiento en cabañas y hosterías, gastronomía y excursiones de rafting, cabalgatas, bicicletas y salidas de pesca con mosca, entre otras alternativas.
Aseguran que el rafting en el río Futaleufú “es una experiencia única en el mundo por la majestuosidad de sus aguas de color turquesa, en contraste con la belleza del valle rodeado de maravillosos glaciares y montañas”. Todo comienza remando en aguas tranquilas para irse acostumbrando y pasar a los tramos más agresivos.
El tramo “Puente a puente” (clase III y IV, de ocho kilómetros), es la sección más popular y divertida. Su gran volumen de agua hace que sus rápidos sean una aventura inolvidable. Para navegar no es necesario tener experiencia previa y se pasa por “Puente Colgante”, “Alfombra Mágica” y “Almohadas” (dura cuatro horas).
Si desea más adrenalina, puede añadir los rápidos clase V hasta la salida “El Macal”, con sus tradicionales “Más o menos” y “Casa de Piedra”.
Un poco más abajo aparecen los rápidos “más famosos del mundo” (clase V), con los tramos “Terminador”, “Himalaya” y “Mundaca”, que implica unas seis horas de permanencia en el agua (todas las excursiones se pueden contratar en el pueblo de Futaleufú o en los paradores sobre el mismo río).
Para acceder a Lago Espolón hay que desviarse 5 kilómetros desde la carretera principal y bien vale la pena porque sus aguas azules y las montañas que las circundan “parecen juntarse en el cielo”. Se puede pescar y se ofrecen cabañas equipadas. #

02 ENE 2021 - 20:22

Hasta que comenzó la pandemia, la “vuelta del perro” de muchos vecinos de Esquel, Trevelin y Corcovado los convocaba cada fin de semana a las localidades chilenas de Futaleufú y Palena. Con el tiempo, dicho paseo también se extendió para los habitantes de El Bolsón, Lago Puelo y otros pueblos chubutenses, atraídos por los circuitos paisajísticos, las tradiciones trasandinas, la pesca del Chinook, la gastronomía y las compras de electrónica e indumentaria.
Incluso, la mejora de las rutas chilenas (terminadas o en proceso de asfaltado), permitió extender el viaje hasta Chaitén (con las termas de El Amarillo) o La Junta y el puerto Raúl Marín Balmaceda, con su estuario lleno de delfines y todo el encanto del río Palena saliendo al Pacífico en medio de la selva valdiviana.
La crisis sanitaria clausuró la frontera y cortó el vínculo de muchas familias y amistades: “Hace 10 meses que no puedo ver a mis nietos, que viven con su mamá en un campo cerca del lago Espolón. Así como abrieron el turismo al país, ojalá hagan pronto lo mismo con Chile porque extraño una buena cazuela de ave y unas empanadas de mariscos”, reflejó ayer Daniel Cárcamo, residente en Esquel.
El tema se discutió en la última reunión del Comité de Integración Región de Los Lagos entre la Argentina y Chile, aunque no hubo comunicación oficial al respecto. Las cámaras empresariales de ambos países insisten con la necesidad de retomar el vínculo en el corto plazo, argumentando “la vinculación turística e intercambio comercial histórico”.
Los chilenos también están ansiosos de volver a recibir “a los argentinos del fin de semana”, que motorizan su economía, aunque reconocen su recelo “por la realidad sanitaria que viven. Quizás habría que esperar un poco más, hasta que pase este brote”, dicen al tiempo que piden “protocolos suficientes para evitar futuros contagios de uno y otro lado”.
“Pintado por Dios”
Esta región del sur chileno “es la más pura expresión de la sorprendente exuberancia de la naturaleza. Es un paisaje en movimiento que se modela y cambia ante sus ojos, esculpido entre cataclismos volcánicos, esculturas glaciares, lluvia y nieve, serenos o tormentosos lagos e imponentes fiordos hacia el Pacífico”.
El panorama de los valles intermontanos “se sucede hacia el mar, con vacas y caballos pastando tranquilos cerca de las casonas construidas totalmente con tejuelas”.
Partir hacia el oeste “es la entrada a un mundo fascinante y lleno de sorpresas con toda la energía de sus cascadas cayendo desde cientos de metros de altura, nalcas y helechos que superan los dos metros bordeando aguas caprichosas, ventisqueros colgantes en plena selva valdiviana y siempre la presencia del río Futaleufú, inserto en la profundidad de la zona y con sus verdes azulados que intimidan por la generosidad de su belleza y grandes farallones”.
Otra foto obligada es pararse en los humedales y pequeñas lagunas que se forman sobre la ruta. Los espejos y contrastes se suman a las aves (cisnes cuello negro, garzas, patos) en un verdadero paraíso silvestre que guardará por siempre en sus retinas.
Hay que disponer al menos de dos días y tomar como punto de partida Trevelin. Son 45 kilómetros de ripio en buen estado hasta la frontera. Después de los trámites aduaneros, son otros 10 kilómetros pavimentados hasta Futaleufú, que cuenta con una importante oferta de alojamiento en cabañas y hosterías, gastronomía y excursiones de rafting, cabalgatas, bicicletas y salidas de pesca con mosca, entre otras alternativas.
Aseguran que el rafting en el río Futaleufú “es una experiencia única en el mundo por la majestuosidad de sus aguas de color turquesa, en contraste con la belleza del valle rodeado de maravillosos glaciares y montañas”. Todo comienza remando en aguas tranquilas para irse acostumbrando y pasar a los tramos más agresivos.
El tramo “Puente a puente” (clase III y IV, de ocho kilómetros), es la sección más popular y divertida. Su gran volumen de agua hace que sus rápidos sean una aventura inolvidable. Para navegar no es necesario tener experiencia previa y se pasa por “Puente Colgante”, “Alfombra Mágica” y “Almohadas” (dura cuatro horas).
Si desea más adrenalina, puede añadir los rápidos clase V hasta la salida “El Macal”, con sus tradicionales “Más o menos” y “Casa de Piedra”.
Un poco más abajo aparecen los rápidos “más famosos del mundo” (clase V), con los tramos “Terminador”, “Himalaya” y “Mundaca”, que implica unas seis horas de permanencia en el agua (todas las excursiones se pueden contratar en el pueblo de Futaleufú o en los paradores sobre el mismo río).
Para acceder a Lago Espolón hay que desviarse 5 kilómetros desde la carretera principal y bien vale la pena porque sus aguas azules y las montañas que las circundan “parecen juntarse en el cielo”. Se puede pescar y se ofrecen cabañas equipadas. #


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