Sin lugar para morirse: Manaos sufre un segundo colapso por el coronavirus en Brasil

el intendente decretó la emergencia por seis meses al admitir el segundo colapso del sistema sanitario y la falta de espacio en los cementerios para víctimas del Covid.

Las fosas abiertas en Manaos para depositar cuerpos no alcanzan.
06 ENE 2021 - 10:20 | Actualizado

En Manaos, capital del norteño estado brasileño de Amazonas, llamada en el siglo XIX la París de los Trópicos, no hay lugar para morirse: el intendente decretó la emergencia por seis meses al admitir el segundo colapso del sistema sanitario y la falta de espacio en los cementerios para víctimas del coronavirus.

Los fallecimientos en viviendas particulares por Covid-19 y otras enfermedades han aumentado en diciembre y en los primeros días de enero.

"Manaos fue la primera ciudad de Brasil en la cual hubo colapso en su sistema de salud y también la primera en salir. Y volvimos, en esta segunda ola, a entrar en este colapso de atención de casos de Covid-19", dijo el intendente Daniel Almeida.

La decisión se tomó en el marco de la ocupación total de los hospitales públicos y del 90% en los privados de la ciudad y luego de una protesta callejera lanzada antes de Navidad por los comerciantes contra el gobernador derechista Wilson Lima por haber intentado imponer un cese de actividades no esenciales para frenar la segunda ola.

Manaos es la mayor ciudad de la gran selva sudamericana enclavada en el Río Negro, y fue desde allí donde en abril y mayo de 2020 salieron infectados de coronavirus que causaron un contagio masivo en aldeas indígenas.

La decisión de Almedia autoriza a contratar personal de forma temporal, adquirir servicios y la compra de bienes y materiales.

En la ciudad sigue en vigor un decreto que prohíbe el comercio no esencial hasta el 17 de enero. Fue la única capital brasileña colapsada en el mayor pico de Covid-19, en mayo pasado.

Ahora, en los hospitales públicos, según mostraron imágenes de TV Globo, pacientes con coronavirus conviven en pasillos con otros enfermos.

Médicos y enfermeras llorando, agotados, son las imágenes más recurrentes de la ciudad donde en el siglo XIX pasaban sus vacaciones franceses, portugueses y holandeses, alentados por la fiebre del caucho.

Lejos del glamour del famoso Teatro Amazonas de la ciudad y la arquitectura europea a la vera del Río Negro y el Río Solimoes y en medio de la mayor biodiversidad mundial, Manaos podría quedarse sin más tumbas para cadáveres "en dos o tres meses".

El cementerio municipal Taruma tiene filas para los entierros en el sector de la Covid-19.

Manaos registra más de 83.000 infectados por coronavirus desde el inicio de la pandemia y más de 3.400 fallecidos. Amazonas es el estado más grande de Brasil y hace frontera con Perú, Colombia y Venezuela, y el 80% de su comunicación es mediante la navegación fluvial.

El boletín de la Fundación de Vigilancia Sanitaria de Amazonas, el órgano público epidemiológico, indicó que 30 personas murieron el lunes pasado, marcando el día más crítico desde que se computaron 31 decesos el 20 de mayo.

Durante el pico de la pandemia, los ricos de Manaos alquilaban taxis aéreos sanitarios para ser atendidos en los hospitales más caros de San Pablo.

La segunda ola en Manaos ocurre cuando el país aún no definió un plan de vacunación nacional contra el coronavirus ni tiene ninguna vacuna autorizada hasta el momento.

Pero otro fenómeno acompañado al colapso se divisó en forma silenciosa, de acuerdo a lo que publica este miércoles el diario Folha de Sao Paulo, que es el aumento de los casos de ancianos que mueren en sus casas porque priorizaron no acudir a un hospital colapsado o por el temor de contagiarse el virus.

La Secretaría Municipal de Servicios Públicos de Manaos informó que en diciembre fallecieron 213 personas en sus domicilios, la mayoría por no haber conseguido atención hospitalaria.

Del 2 al 3 de enero murieron 33 personas en sus domicilios, 11 por día, un promedio mayor que el de diciembre.

En mayo, las muertes en hogares llegaron a 401.

“Hubo un aumento de enterramientos de personas que murieron en sus casas y de portadores de enfermedades crónicas temerosos de buscar la red de salud por causa de la pandemia. Es importante que la gente con hipertensión, diabetes, cardiopatía o cáncer no pare su tratamiento”, dijo la presidente de la Fundación Vigilancia Sanitaria, Rosemary Pinto.

Las fosas abiertas en Manaos para depositar cuerpos no alcanzan.
06 ENE 2021 - 10:20

En Manaos, capital del norteño estado brasileño de Amazonas, llamada en el siglo XIX la París de los Trópicos, no hay lugar para morirse: el intendente decretó la emergencia por seis meses al admitir el segundo colapso del sistema sanitario y la falta de espacio en los cementerios para víctimas del coronavirus.

Los fallecimientos en viviendas particulares por Covid-19 y otras enfermedades han aumentado en diciembre y en los primeros días de enero.

"Manaos fue la primera ciudad de Brasil en la cual hubo colapso en su sistema de salud y también la primera en salir. Y volvimos, en esta segunda ola, a entrar en este colapso de atención de casos de Covid-19", dijo el intendente Daniel Almeida.

La decisión se tomó en el marco de la ocupación total de los hospitales públicos y del 90% en los privados de la ciudad y luego de una protesta callejera lanzada antes de Navidad por los comerciantes contra el gobernador derechista Wilson Lima por haber intentado imponer un cese de actividades no esenciales para frenar la segunda ola.

Manaos es la mayor ciudad de la gran selva sudamericana enclavada en el Río Negro, y fue desde allí donde en abril y mayo de 2020 salieron infectados de coronavirus que causaron un contagio masivo en aldeas indígenas.

La decisión de Almedia autoriza a contratar personal de forma temporal, adquirir servicios y la compra de bienes y materiales.

En la ciudad sigue en vigor un decreto que prohíbe el comercio no esencial hasta el 17 de enero. Fue la única capital brasileña colapsada en el mayor pico de Covid-19, en mayo pasado.

Ahora, en los hospitales públicos, según mostraron imágenes de TV Globo, pacientes con coronavirus conviven en pasillos con otros enfermos.

Médicos y enfermeras llorando, agotados, son las imágenes más recurrentes de la ciudad donde en el siglo XIX pasaban sus vacaciones franceses, portugueses y holandeses, alentados por la fiebre del caucho.

Lejos del glamour del famoso Teatro Amazonas de la ciudad y la arquitectura europea a la vera del Río Negro y el Río Solimoes y en medio de la mayor biodiversidad mundial, Manaos podría quedarse sin más tumbas para cadáveres "en dos o tres meses".

El cementerio municipal Taruma tiene filas para los entierros en el sector de la Covid-19.

Manaos registra más de 83.000 infectados por coronavirus desde el inicio de la pandemia y más de 3.400 fallecidos. Amazonas es el estado más grande de Brasil y hace frontera con Perú, Colombia y Venezuela, y el 80% de su comunicación es mediante la navegación fluvial.

El boletín de la Fundación de Vigilancia Sanitaria de Amazonas, el órgano público epidemiológico, indicó que 30 personas murieron el lunes pasado, marcando el día más crítico desde que se computaron 31 decesos el 20 de mayo.

Durante el pico de la pandemia, los ricos de Manaos alquilaban taxis aéreos sanitarios para ser atendidos en los hospitales más caros de San Pablo.

La segunda ola en Manaos ocurre cuando el país aún no definió un plan de vacunación nacional contra el coronavirus ni tiene ninguna vacuna autorizada hasta el momento.

Pero otro fenómeno acompañado al colapso se divisó en forma silenciosa, de acuerdo a lo que publica este miércoles el diario Folha de Sao Paulo, que es el aumento de los casos de ancianos que mueren en sus casas porque priorizaron no acudir a un hospital colapsado o por el temor de contagiarse el virus.

La Secretaría Municipal de Servicios Públicos de Manaos informó que en diciembre fallecieron 213 personas en sus domicilios, la mayoría por no haber conseguido atención hospitalaria.

Del 2 al 3 de enero murieron 33 personas en sus domicilios, 11 por día, un promedio mayor que el de diciembre.

En mayo, las muertes en hogares llegaron a 401.

“Hubo un aumento de enterramientos de personas que murieron en sus casas y de portadores de enfermedades crónicas temerosos de buscar la red de salud por causa de la pandemia. Es importante que la gente con hipertensión, diabetes, cardiopatía o cáncer no pare su tratamiento”, dijo la presidente de la Fundación Vigilancia Sanitaria, Rosemary Pinto.


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