Por Meirion Griffiths
La historia del citron como fruta está relacionado a la historia de la colonización galesa del Chubut y a la dieta de varias generaciones. En la actualidad se puede notar cómo ese manjar revivió en diversos hogares del Valle Inferior del Río Chubut.
Se revalorizó en Gaiman por medio de la Municipalidad, lo que llevó a que se publiquen historias de su origen y de sus virtudes. Hace más de 100 años se elabora en Trelew, en sus chacras a la vera del río.
Allí existe una finca fundacional, de los primeros tiempos de la ciudad, en lo que se conoce como Moriah. En esa zona viven Ariel Grant y Marta Luisa Hughes. Los une el amor por el arte culinario, la producción orgánica y los cuidados del ambiente, además del compartir con la comunidad sus dones.
Los aromas, las texturas y los sabores de la cocina de los Hughes en Moriah enternecen el espíritu y traen a la memoria los recuerdos familiares más intensos.
Pero la que tiene la magia plena en sus manos vigentes es Marta. Fue instructora en elaboración y conservación de alimentos. Hoy administra la cocina y producción en Pen y Gelli, el nombre de la chacra familiar, en el acceso sur a Trelew frente al autódromo Mar y Valle. También es pionera del Pro-Huerta de INTA y ha explicado con detalles, cómo hacer el dulce. Asociaciones de jubilados, capillas y escuelas han seguido la receta.
“Son historias de familia. Mi nain y taid (abuelos) tenían citron en la chacra y era una costumbre elaborarlo. Yo vivía en el pueblo. Mi tía hacía el Citron que le traían los tíos de la chacra. Participé de ese trabajo, jugando o como fuera, cortando el citron, colaborando para hacer el dulce”, explicó la señora Hughes.
“Lo aprendí en mi casa con mi vieja, a quien le digo así, mi tía. Cuando me tocó a mí ser ama de casa, tengo presente un momento muy lindo, cuando Dilys Williams de Jones de Esquel, me trajo de regalo un dulce de Citron. Ella fue mamá, abuela, mi tía, todo, la amaba. Estaba embarazada de Cecyl, mi primer hijo. Era una desesperación poder encontrar un espacio tranquilo para saborear ese frasco”, recordó.
“Me decidí a aprender para hacerlo. Lo podemos hacer a gusto nuestro. Es muy bueno disfrutar del poder hacer. Tomar la hoya, la fruta, prepararla y elaborar el dulce. Puede ser Citron, ciruela, es un trabajo excelente. Es disfrutar ese momento y luego verlo envasado y etiquetado con su nombre y la fecha en la que se elaboró, es espectacular”, contó Marta.
El dulce de Citron es uno de esos productos que activan sentimientos entrañables. Para el escritor Ricardo Irianni, a nuestro valle “llegaron las primeras semillas con los colonos galeses que vinieron desde Norteamérica y es cultivado hace más de 130 años, como lo testimonia una carta de Mihangel Ap Iwan del 14 de octubre de 1889 donde indica que el Citron era un cultivo común de las huertas familiares. Actualmente, el Citron tiene una renovada demanda para la elaboración de conservas que se consumen localmente y despiertan el interés de viajeros. Cada frasco de dulce de Citron es un embajador de su peculiar historia, que es asimismo parte de la rica historia de la colonización y poblamiento del Chubut”.
Ariel Hughes, ingeniero agrónomo, agregó que existe su cultivo en Santa Fe. Relato de un camionero santafecino en casa de Te Vestry. Transportaba del sur de Santa Fe a la fábrica de dulces. Lo utilizaban para `cortar` preparaciones, disminuir costos”, mencionó.
“En el sur de San Luis lo descubrimos a la vera de la ruta. Coseché algunos, camino de Salta. Allá elaboramos dulce”, indicó. “Su ingreso a Chubut pudo haber sido vía marítima como tantas especies llegadas a Puerto. Sobre todo, antes de la apertura del canal de Panamá”, contó.
En la actualidad algunas capillas lo sirven durante julio. Las casas de té de Gaiman suelen respetar la presencia del Citron. No sobran los hogares donde se realiza. Uno de ellos es el de Marta y Ariel. Venden una variada gama de dulces, pero sin dudas el más codiciado es el de citron.
Por Meirion Griffiths
La historia del citron como fruta está relacionado a la historia de la colonización galesa del Chubut y a la dieta de varias generaciones. En la actualidad se puede notar cómo ese manjar revivió en diversos hogares del Valle Inferior del Río Chubut.
Se revalorizó en Gaiman por medio de la Municipalidad, lo que llevó a que se publiquen historias de su origen y de sus virtudes. Hace más de 100 años se elabora en Trelew, en sus chacras a la vera del río.
Allí existe una finca fundacional, de los primeros tiempos de la ciudad, en lo que se conoce como Moriah. En esa zona viven Ariel Grant y Marta Luisa Hughes. Los une el amor por el arte culinario, la producción orgánica y los cuidados del ambiente, además del compartir con la comunidad sus dones.
Los aromas, las texturas y los sabores de la cocina de los Hughes en Moriah enternecen el espíritu y traen a la memoria los recuerdos familiares más intensos.
Pero la que tiene la magia plena en sus manos vigentes es Marta. Fue instructora en elaboración y conservación de alimentos. Hoy administra la cocina y producción en Pen y Gelli, el nombre de la chacra familiar, en el acceso sur a Trelew frente al autódromo Mar y Valle. También es pionera del Pro-Huerta de INTA y ha explicado con detalles, cómo hacer el dulce. Asociaciones de jubilados, capillas y escuelas han seguido la receta.
“Son historias de familia. Mi nain y taid (abuelos) tenían citron en la chacra y era una costumbre elaborarlo. Yo vivía en el pueblo. Mi tía hacía el Citron que le traían los tíos de la chacra. Participé de ese trabajo, jugando o como fuera, cortando el citron, colaborando para hacer el dulce”, explicó la señora Hughes.
“Lo aprendí en mi casa con mi vieja, a quien le digo así, mi tía. Cuando me tocó a mí ser ama de casa, tengo presente un momento muy lindo, cuando Dilys Williams de Jones de Esquel, me trajo de regalo un dulce de Citron. Ella fue mamá, abuela, mi tía, todo, la amaba. Estaba embarazada de Cecyl, mi primer hijo. Era una desesperación poder encontrar un espacio tranquilo para saborear ese frasco”, recordó.
“Me decidí a aprender para hacerlo. Lo podemos hacer a gusto nuestro. Es muy bueno disfrutar del poder hacer. Tomar la hoya, la fruta, prepararla y elaborar el dulce. Puede ser Citron, ciruela, es un trabajo excelente. Es disfrutar ese momento y luego verlo envasado y etiquetado con su nombre y la fecha en la que se elaboró, es espectacular”, contó Marta.
El dulce de Citron es uno de esos productos que activan sentimientos entrañables. Para el escritor Ricardo Irianni, a nuestro valle “llegaron las primeras semillas con los colonos galeses que vinieron desde Norteamérica y es cultivado hace más de 130 años, como lo testimonia una carta de Mihangel Ap Iwan del 14 de octubre de 1889 donde indica que el Citron era un cultivo común de las huertas familiares. Actualmente, el Citron tiene una renovada demanda para la elaboración de conservas que se consumen localmente y despiertan el interés de viajeros. Cada frasco de dulce de Citron es un embajador de su peculiar historia, que es asimismo parte de la rica historia de la colonización y poblamiento del Chubut”.
Ariel Hughes, ingeniero agrónomo, agregó que existe su cultivo en Santa Fe. Relato de un camionero santafecino en casa de Te Vestry. Transportaba del sur de Santa Fe a la fábrica de dulces. Lo utilizaban para `cortar` preparaciones, disminuir costos”, mencionó.
“En el sur de San Luis lo descubrimos a la vera de la ruta. Coseché algunos, camino de Salta. Allá elaboramos dulce”, indicó. “Su ingreso a Chubut pudo haber sido vía marítima como tantas especies llegadas a Puerto. Sobre todo, antes de la apertura del canal de Panamá”, contó.
En la actualidad algunas capillas lo sirven durante julio. Las casas de té de Gaiman suelen respetar la presencia del Citron. No sobran los hogares donde se realiza. Uno de ellos es el de Marta y Ariel. Venden una variada gama de dulces, pero sin dudas el más codiciado es el de citron.