Una pelota como excusa para jugar, compartir y formar buenas personas

11 JUL 2021 - 20:39 | Actualizado

Cualquier motivación es buena para quitarle soldados a lo que hace mal. Y una pelota de fútbol, el vehículo transmisor más barato y eficaz vuelve a demostrar que cualquiera puede mover el mundo si se lo propone. En un estadio lleno; con los flashes a pleno o quizás, de manera más silenciosa, en una humilde canchita de barrio donde el deporte es el cable a tierra de muchos chicos.

En medio de la necesidad, en el corazón de un asentamiento ilegal; donde conviven estigmatización y miseria; el Club Infantil Comipa pudo más que el célebre “piki” vóley, esta práctica paraguaya que se juega por dinero y con reglas propias en los pocos espacios libres que quedaron entre ladrillos y paredes a medio terminar.

A muy pocos metros de la Ruta Uno, cerquita del Casino de Km. 8 y de un conocido supermercado de la zona norte; entre una improvisada “Saladita” con vendedores ambulantes y la transitada avenida Nahuel Huapi; hay un escenario sagrado para cientos de pibes preparados para soñar. “Usamos el deporte como excusa para juntar a los chicos porque pensamos que un pibe en el club es uno menos en la calle”, cuenta Horacio Pared, mentor junto a su padre de este espacio de contención y de “juego libre”.

“Nos ubicamos en Stándart Norte; empezamos en 2019 y fue una idea de mi viejo Mario. Somos correntinos, estábamos trabajando un día en la contrucción y a él se le ocurrió arrancar porque somos apasionados del fútbol y lo hacemos con mucha pasión. Empezamos con diez chicos y hoy tenemos más de cien incluyendo a chicas”.

Como cada paso pareciera costar el doble, Comipa ya tiene vida propia. Un grupo numeroso que se reúne en su cancha para entrenar; que gestionó recursos para adquirir indumentaria deportiva y que comenzó a ser “mirado” por los actores deportivos de la ciudad.

La propia CAI formalizó una invitación para que el equipo participe del tradicional Torneo Oficial Infantil de Futsal que organiza hace décadas y del cual surgieron la mayoría de los futbolistas comodorenses que hoy triunfan en el profesionalismo, dentro y fuera del país. “Queremos participar en torneos y nos propusimos tener nuestra propia indumentaria. Los padres hicieron rifas y juntaron la mitad, Comodoro Deportes también colaboró y al final, pudimos tener los equipos”, acota Pared, uno de los fundadores del espacio que a diario cambia las manos callosas, curtidas por el cemento para enfundarse el traje de “DT” y guiar a los chicos que lo esperan inclusive antes del horario previsto. “Cuando uno va a la cancha te olvidas de cualquier problema cotidiano. Estás llegando y ya ves a los chicos venir corriendo es una linda sensación. La pelota es una excusa para formarlos, inculcarles disciplina y educarlos”.

Cuando se trata de fútbol suele haber un efecto multiplicador: es tanta la dedicación y el amor que se tiene por el proyecto, que a nadie le importa el tiempo ni las limitaciones. La cancha es un páramo en el medio del campo; apenas se levantan rústicos bancos de suplentes; un “vestuario” entre chapas rústicas y dos arcos que increíblemente sobreviven al viento, con las redes siempre infladas. Porque el clima castiga sin reparos o porque los jugadores no le dan respiro todas las tardes. “Además del entrenamiento brindamos la copa de leche. Los lunes, miércoles y viernes no falta la merienda. La gente colabora mucho con nosotros. Siempre hay gente que se suma, en todo momento”.

“A los chicos les hablamos y tratamos siempre de prepararlos. Jugar al futbol quizás sea una manera de educarlos y de enseñarle valores como la amistad y el respeto. En lo personal, tratamos de llegarle con un mensaje positivo, incentivarlos para el futuro y fundamentalmente, para que puedan ser buenas personas”.

No son tiempos fáciles para los pibes en tiempos de pandemia. El encierro forzado y la falta de presencialidad en las clases ha derivado en hábitos poco saludables, exceso de juegos virtuales, poca comunicación y la imposibilidad básica de interactuar hacen que la computadora e internet le hayan ganado la batalla a la práctica deportiva. Por eso, en este caso con la Escuela de Futbol Comipa definitivamente la pelota sea “una simple excusa” para ganarle al ocio, a las malas influencias y a las tentaciones que tristemente llegan, cada más adelantadas en el tiempo.

“Nos invitaron a participar de varios torneos, como el de la CAI, los chicos están felices. La idea es siempre poder jugar y en lo personal, la principal aspiración sería que algún chico logre destacarse y pueda ser un futbolista reconocido. Por supuesto sería un sueño, pero no es lo que buscamos, ya que acá lo queremos es divertirnos, aprender, compartir y poder acompañar a los chicos en éste proceso sacándolos de la calle”.#

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11 JUL 2021 - 20:39

Cualquier motivación es buena para quitarle soldados a lo que hace mal. Y una pelota de fútbol, el vehículo transmisor más barato y eficaz vuelve a demostrar que cualquiera puede mover el mundo si se lo propone. En un estadio lleno; con los flashes a pleno o quizás, de manera más silenciosa, en una humilde canchita de barrio donde el deporte es el cable a tierra de muchos chicos.

En medio de la necesidad, en el corazón de un asentamiento ilegal; donde conviven estigmatización y miseria; el Club Infantil Comipa pudo más que el célebre “piki” vóley, esta práctica paraguaya que se juega por dinero y con reglas propias en los pocos espacios libres que quedaron entre ladrillos y paredes a medio terminar.

A muy pocos metros de la Ruta Uno, cerquita del Casino de Km. 8 y de un conocido supermercado de la zona norte; entre una improvisada “Saladita” con vendedores ambulantes y la transitada avenida Nahuel Huapi; hay un escenario sagrado para cientos de pibes preparados para soñar. “Usamos el deporte como excusa para juntar a los chicos porque pensamos que un pibe en el club es uno menos en la calle”, cuenta Horacio Pared, mentor junto a su padre de este espacio de contención y de “juego libre”.

“Nos ubicamos en Stándart Norte; empezamos en 2019 y fue una idea de mi viejo Mario. Somos correntinos, estábamos trabajando un día en la contrucción y a él se le ocurrió arrancar porque somos apasionados del fútbol y lo hacemos con mucha pasión. Empezamos con diez chicos y hoy tenemos más de cien incluyendo a chicas”.

Como cada paso pareciera costar el doble, Comipa ya tiene vida propia. Un grupo numeroso que se reúne en su cancha para entrenar; que gestionó recursos para adquirir indumentaria deportiva y que comenzó a ser “mirado” por los actores deportivos de la ciudad.

La propia CAI formalizó una invitación para que el equipo participe del tradicional Torneo Oficial Infantil de Futsal que organiza hace décadas y del cual surgieron la mayoría de los futbolistas comodorenses que hoy triunfan en el profesionalismo, dentro y fuera del país. “Queremos participar en torneos y nos propusimos tener nuestra propia indumentaria. Los padres hicieron rifas y juntaron la mitad, Comodoro Deportes también colaboró y al final, pudimos tener los equipos”, acota Pared, uno de los fundadores del espacio que a diario cambia las manos callosas, curtidas por el cemento para enfundarse el traje de “DT” y guiar a los chicos que lo esperan inclusive antes del horario previsto. “Cuando uno va a la cancha te olvidas de cualquier problema cotidiano. Estás llegando y ya ves a los chicos venir corriendo es una linda sensación. La pelota es una excusa para formarlos, inculcarles disciplina y educarlos”.

Cuando se trata de fútbol suele haber un efecto multiplicador: es tanta la dedicación y el amor que se tiene por el proyecto, que a nadie le importa el tiempo ni las limitaciones. La cancha es un páramo en el medio del campo; apenas se levantan rústicos bancos de suplentes; un “vestuario” entre chapas rústicas y dos arcos que increíblemente sobreviven al viento, con las redes siempre infladas. Porque el clima castiga sin reparos o porque los jugadores no le dan respiro todas las tardes. “Además del entrenamiento brindamos la copa de leche. Los lunes, miércoles y viernes no falta la merienda. La gente colabora mucho con nosotros. Siempre hay gente que se suma, en todo momento”.

“A los chicos les hablamos y tratamos siempre de prepararlos. Jugar al futbol quizás sea una manera de educarlos y de enseñarle valores como la amistad y el respeto. En lo personal, tratamos de llegarle con un mensaje positivo, incentivarlos para el futuro y fundamentalmente, para que puedan ser buenas personas”.

No son tiempos fáciles para los pibes en tiempos de pandemia. El encierro forzado y la falta de presencialidad en las clases ha derivado en hábitos poco saludables, exceso de juegos virtuales, poca comunicación y la imposibilidad básica de interactuar hacen que la computadora e internet le hayan ganado la batalla a la práctica deportiva. Por eso, en este caso con la Escuela de Futbol Comipa definitivamente la pelota sea “una simple excusa” para ganarle al ocio, a las malas influencias y a las tentaciones que tristemente llegan, cada más adelantadas en el tiempo.

“Nos invitaron a participar de varios torneos, como el de la CAI, los chicos están felices. La idea es siempre poder jugar y en lo personal, la principal aspiración sería que algún chico logre destacarse y pueda ser un futbolista reconocido. Por supuesto sería un sueño, pero no es lo que buscamos, ya que acá lo queremos es divertirnos, aprender, compartir y poder acompañar a los chicos en éste proceso sacándolos de la calle”.#


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