Punta Tombo: tierra de los pingüinos

La reserva más grande del mundo recibe alrededor de 1.000 visitas por día desde la apertura de la temporada. Van llegando las hembras para el ciclo reproductivo.

25 SEP 2021 - 20:22 | Actualizado

Por Martín Tacón

De las cálidas aguas del sur de Brasil hasta la fría y remota Patagonia, el pingüino de Magallanes recorre cientos de kilómetros año tras año para cumplir con su ciclo vital. Forma pareja para toda la vida y vuelve siempre al mismo nido, aquí, en Punta Tombo, el santuario de su ritual reproductivo, lugar donde conforman la colonia más grande del mundo.

El periplo de los pingüinos por el océano Atlántico comienza en abril. Se mueven con las corrientes cálidas, siguiendo los cardúmenes de anchoíta. El límite norte de su viaje es el sur de Brasil. Permanecen siempre mar adentro, 100 kilómetros alejados de la costa. Así pasan el invierno, lejos del frío, para luego emprender su regreso a la Patagonia.

En septiembre comienzan a llegar los machos a la colonia, en Punta Tombo. Defienden su nido de las amenazas y preparan el lugar donde recibirán a las hembras. El arribo de las hembras marca el inicio de la etapa reproductiva. Los pingüinos viven en monogamia, es común que mantengan la misma pareja durante toda su vida. Siempre vuelven al mismo nido, sin embargo pueden producirse disputas cuando hay pingüinos jóvenes interesados en ocupar nidos de machos viejos. Cuando un macho gana un territorio o uno de los dos muere, la migración los llevará a formar una nueva pareja.

Cuando la hembra llega a la colonia, emite gritos para encontrar a su pareja. Es su modo de orientación. Se reconocen entre parejas y entre vecinos. Una vez que ponen huevos, los cuidan día y noche, sin descanso. En Punta Tombo permanecen desde el principio de la primavera y el verano completo, alternando viajes de alimentación. Son ciclos de cuatro días a una semana, que es lo que demoran los pingüinos en alimentarse ellos mismos y traer comida al pichón para relevar al que cuida el nido.

Se alimentan de peces: anchoíta, pejerrey, merluza y en menor medida langostinos y calamares. En la reserva conviven asiduamente con los guanacos. Su relación es buena, no tienen competencia de ningún tipo dado que los guanacos son herbívoros. No obstante, cuando caminan cerca de los nidos, los pingüinos se defienden a picotazos. No les gusta que anden cerca. En verano, cuando escasea el agua dulce, los guanacos se acercan al mar a beber, gracias a su adaptación. En esos momentos, al atravesar la zona de la costa ocupada por pingüinos, los guanacos se llevan varios picotazos en las patas.

Contacto cercano

Estas características son apreciables a simple vista en Punta Tombo. Es parte de la magia, en la fusión entre la fauna y el relieve patagónico. Punta Tombo es la colonia de pingüino de Magallanes más grande del mundo, con más de 200.000 parejas reproductivas y un total que supera el medio millón de individuos.

Es común ver a los pingüinos caminando tranquilamente por las pasarelas, muy cerca de las personas. Son animales fieles a su lugar. Se acostumbran a la gente, aunque eso no significa que sean amigables. La presencia de las personas genera estrés en el animal. Es importante que los turistas respeten su espacio.

Entre 500 y mil personas visitan Punta Tombo cada día. El 80% de los visitantes provienen de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Los fines de semana es cuando se ve mayor tránsito de turismo local. Desde el día de su apertura, el 15 de septiembre, Punta Tombo recibió más de 7.000 personas.

Imperdible, un lugar en el mundo.#

25 SEP 2021 - 20:22

Por Martín Tacón

De las cálidas aguas del sur de Brasil hasta la fría y remota Patagonia, el pingüino de Magallanes recorre cientos de kilómetros año tras año para cumplir con su ciclo vital. Forma pareja para toda la vida y vuelve siempre al mismo nido, aquí, en Punta Tombo, el santuario de su ritual reproductivo, lugar donde conforman la colonia más grande del mundo.

El periplo de los pingüinos por el océano Atlántico comienza en abril. Se mueven con las corrientes cálidas, siguiendo los cardúmenes de anchoíta. El límite norte de su viaje es el sur de Brasil. Permanecen siempre mar adentro, 100 kilómetros alejados de la costa. Así pasan el invierno, lejos del frío, para luego emprender su regreso a la Patagonia.

En septiembre comienzan a llegar los machos a la colonia, en Punta Tombo. Defienden su nido de las amenazas y preparan el lugar donde recibirán a las hembras. El arribo de las hembras marca el inicio de la etapa reproductiva. Los pingüinos viven en monogamia, es común que mantengan la misma pareja durante toda su vida. Siempre vuelven al mismo nido, sin embargo pueden producirse disputas cuando hay pingüinos jóvenes interesados en ocupar nidos de machos viejos. Cuando un macho gana un territorio o uno de los dos muere, la migración los llevará a formar una nueva pareja.

Cuando la hembra llega a la colonia, emite gritos para encontrar a su pareja. Es su modo de orientación. Se reconocen entre parejas y entre vecinos. Una vez que ponen huevos, los cuidan día y noche, sin descanso. En Punta Tombo permanecen desde el principio de la primavera y el verano completo, alternando viajes de alimentación. Son ciclos de cuatro días a una semana, que es lo que demoran los pingüinos en alimentarse ellos mismos y traer comida al pichón para relevar al que cuida el nido.

Se alimentan de peces: anchoíta, pejerrey, merluza y en menor medida langostinos y calamares. En la reserva conviven asiduamente con los guanacos. Su relación es buena, no tienen competencia de ningún tipo dado que los guanacos son herbívoros. No obstante, cuando caminan cerca de los nidos, los pingüinos se defienden a picotazos. No les gusta que anden cerca. En verano, cuando escasea el agua dulce, los guanacos se acercan al mar a beber, gracias a su adaptación. En esos momentos, al atravesar la zona de la costa ocupada por pingüinos, los guanacos se llevan varios picotazos en las patas.

Contacto cercano

Estas características son apreciables a simple vista en Punta Tombo. Es parte de la magia, en la fusión entre la fauna y el relieve patagónico. Punta Tombo es la colonia de pingüino de Magallanes más grande del mundo, con más de 200.000 parejas reproductivas y un total que supera el medio millón de individuos.

Es común ver a los pingüinos caminando tranquilamente por las pasarelas, muy cerca de las personas. Son animales fieles a su lugar. Se acostumbran a la gente, aunque eso no significa que sean amigables. La presencia de las personas genera estrés en el animal. Es importante que los turistas respeten su espacio.

Entre 500 y mil personas visitan Punta Tombo cada día. El 80% de los visitantes provienen de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Los fines de semana es cuando se ve mayor tránsito de turismo local. Desde el día de su apertura, el 15 de septiembre, Punta Tombo recibió más de 7.000 personas.

Imperdible, un lugar en el mundo.#


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