Comarca Andina: no puede cruzar a su escuela y recibe tarea en la frontera

11 NOV 2021 - 20:38 | Actualizado

Cada 15 días, los veterinarios Alejandro Vautier y Alejo Vargas van al encuentro de Elías Delgado Miranda, un estudiante chileno de 15 años que vive en Paso El León y no puede cruzar la frontera para asistir a las clases presenciales en el Centro de Educación Técnica 35 de El Manso, donde está cursando el primer año.

Ayer llegaron hasta el límite binacional (a 100 kilómetros de El Bolsón), marcado apenas por un rudimentaria tranquera de madera (aunque celosamente vigilado por los gendarmes), y alambrado por medio devolvieron al joven las notas de sus últimos exámenes y le dejaron los elementos necesarios para armar un sistema de riego en el campo que posee la familia en la zona alta del paraje trasandino.

“Por suerte me fue bien en Matemáticas y Educación Física, una materia que me gusta mucho. Una lástima, porque me encanta el fútbol y no lo puedo jugar. Es más, todavía no conozco a mis compañeros de curso. Hoy me escribieron una carta y sólo tenemos contacto por WhatsApp. La última vez que estuve fue en 2018, cuando terminé la primaria en la Escuela 213”, explicó.

Con todo, reveló que sus preferencias “están en aprender cosas sobre las vacas y las ovejas, con las que estoy siempre en contacto. Para hacer las tareas, hay temas que busco en Google porque no tengo a quién consultar”.

En realidad, el jovencito nació en Bariloche y tiene doble nacionalidad. A pesar de las restricciones por la pandemia, podría ingresar a Argentina pero no podría regresar. Vive solo con su padre no vidente de 63 años y su premisa es cuidarlo, además de atender los trabajos propios de la crianza de unas 15 vacas y otros animales domésticos. Según detalló, “quisiera poder ir a clases de lunes a viernes, me puedo quedar donde mi abuelo, y volver a mi casa los fines de semana”.

Ir a algún colegio secundario del lado chileno lo considera prácticamente imposible: “Cochamó, el pueblo más cercano, queda a tres días de caballo por la cordillera; y Puerto Montt es mucho más lejos y muy caro. La escuela a la que fui siempre en El Manso Medio, me queda a sólo 35 kilómetros, pero la frontera sigue clausurada”, remarcó.

De igual modo, el adolescente sueña con que “en diciembre puedan venir mis compañeros hasta este lugar. No sé si podremos abrazarnos, pero sería lindo conocerlos y compartir un rato. Claro, para eso seguramente harán falta permisos especiales y cuestiones burocráticas, pero lo cierto es que acá siempre tuvimos más ayuda de Argentina que de Chile”, reflejó.

Esfuerzo

Para llegar hasta el punto de encuentro, Elías Delgado tiene que esperar un bote que lo ayude a sortear el curso hídrico siempre caudaloso y desde allí caminar otra media hora hasta la tranquera, donde la guardia aduanera impide el paso.

A su turno, el profesor Alejandro Vautier valoró “el esfuerzo de nuestro estudiante, quien trabaja en el campo diariamente, cuida a su papá y además pone el tiempo necesario para hacer las tareas. Tiene muy buenas notas y ya ha promocionado a segundo año. Salvo en épocas invernales, donde el clima complica los caminos, tratamos de asistirlo y ayudarlo cada dos o tres semanas viniendo hasta el límite. Igual está en contacto con los profesores vía WhatsApp, a través de una trayectoria de acompañamiento”.

Resaltó que “la presencialidad, vernos a la cara y conocernos es importante. Ojalá mejore la situación sanitaria y se abra pronto la frontera para que todo se normalice, toda vez que la historia de El León y El Manso es la misma. Es una línea divisoria demasiado fina y la mayoría de sus habitantes son parientes”, remarcó.#

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11 NOV 2021 - 20:38

Cada 15 días, los veterinarios Alejandro Vautier y Alejo Vargas van al encuentro de Elías Delgado Miranda, un estudiante chileno de 15 años que vive en Paso El León y no puede cruzar la frontera para asistir a las clases presenciales en el Centro de Educación Técnica 35 de El Manso, donde está cursando el primer año.

Ayer llegaron hasta el límite binacional (a 100 kilómetros de El Bolsón), marcado apenas por un rudimentaria tranquera de madera (aunque celosamente vigilado por los gendarmes), y alambrado por medio devolvieron al joven las notas de sus últimos exámenes y le dejaron los elementos necesarios para armar un sistema de riego en el campo que posee la familia en la zona alta del paraje trasandino.

“Por suerte me fue bien en Matemáticas y Educación Física, una materia que me gusta mucho. Una lástima, porque me encanta el fútbol y no lo puedo jugar. Es más, todavía no conozco a mis compañeros de curso. Hoy me escribieron una carta y sólo tenemos contacto por WhatsApp. La última vez que estuve fue en 2018, cuando terminé la primaria en la Escuela 213”, explicó.

Con todo, reveló que sus preferencias “están en aprender cosas sobre las vacas y las ovejas, con las que estoy siempre en contacto. Para hacer las tareas, hay temas que busco en Google porque no tengo a quién consultar”.

En realidad, el jovencito nació en Bariloche y tiene doble nacionalidad. A pesar de las restricciones por la pandemia, podría ingresar a Argentina pero no podría regresar. Vive solo con su padre no vidente de 63 años y su premisa es cuidarlo, además de atender los trabajos propios de la crianza de unas 15 vacas y otros animales domésticos. Según detalló, “quisiera poder ir a clases de lunes a viernes, me puedo quedar donde mi abuelo, y volver a mi casa los fines de semana”.

Ir a algún colegio secundario del lado chileno lo considera prácticamente imposible: “Cochamó, el pueblo más cercano, queda a tres días de caballo por la cordillera; y Puerto Montt es mucho más lejos y muy caro. La escuela a la que fui siempre en El Manso Medio, me queda a sólo 35 kilómetros, pero la frontera sigue clausurada”, remarcó.

De igual modo, el adolescente sueña con que “en diciembre puedan venir mis compañeros hasta este lugar. No sé si podremos abrazarnos, pero sería lindo conocerlos y compartir un rato. Claro, para eso seguramente harán falta permisos especiales y cuestiones burocráticas, pero lo cierto es que acá siempre tuvimos más ayuda de Argentina que de Chile”, reflejó.

Esfuerzo

Para llegar hasta el punto de encuentro, Elías Delgado tiene que esperar un bote que lo ayude a sortear el curso hídrico siempre caudaloso y desde allí caminar otra media hora hasta la tranquera, donde la guardia aduanera impide el paso.

A su turno, el profesor Alejandro Vautier valoró “el esfuerzo de nuestro estudiante, quien trabaja en el campo diariamente, cuida a su papá y además pone el tiempo necesario para hacer las tareas. Tiene muy buenas notas y ya ha promocionado a segundo año. Salvo en épocas invernales, donde el clima complica los caminos, tratamos de asistirlo y ayudarlo cada dos o tres semanas viniendo hasta el límite. Igual está en contacto con los profesores vía WhatsApp, a través de una trayectoria de acompañamiento”.

Resaltó que “la presencialidad, vernos a la cara y conocernos es importante. Ojalá mejore la situación sanitaria y se abra pronto la frontera para que todo se normalice, toda vez que la historia de El León y El Manso es la misma. Es una línea divisoria demasiado fina y la mayoría de sus habitantes son parientes”, remarcó.#


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