Le diagnosticaron cáncer de pulmón terminal.La joven recibió un balde de agua fría y no solo tuvo que asimilar portar la enfermedad, sino enterarse que le quedan dos semanas de vida. Si bien el año pasado fue internada de emergencia en el hospital tras perder la vista por segunda vez, no había tenido indicios de un cáncer. Por lo tanto, un dolor de espalda jamás podría ser considerado una alarma.
Pero con el tiempo los dolores de espalda y las migrañas comenzaron a ser reiterativas. Fue por esto que tuvo que abandonar sus estudios de yoga en la ciudad de Leeds, ubicado en el condado de Yorkshire, y los entrenamientos de fuerza. Cuando llegó al médico para obtener un parte de su estado de salud, la retuvieron por cinco días para realizarle pruebas, resonancias magnéticas, tomografías computarizadas y hasta una biopsia de espalda. En ese entonces no podía ponerse de pie por su cuenta y necesitó respiración artificial.
En diálogo con el portal New York Post, declaró: “Recuerdo que dos médicos se me acercaron. Cerraron las cortinas, sentía una sensación en el estómago. Solo sabía que algo no estaba bien”. En un momento, uno de los médicos entro por la puerta de su cuarto y le dio la trágica noticia: tenía cáncer de pulmón en etapa 4 (se había extendido desde sus pulmones hasta su columna vertebral, cerebro y cráneo).
“Recuerdo que llamé a mi mamá y le dije que venga al hospital. ‘Es cáncer’, le gritaba”, expresó. “Mi papá se tiró al suelo, mi mamá gritaba, yo gritaba. Recuerdo que le dije a mi mamá: ‘Por favor, no me dejes morir’”, añadió Becca. Después de muchos cuidados en una clínica privada, fue trasladada a su casa con cuidados paliativos y, a pesar de que empezó el encierro, “amigos y familiares viajaron para estar junto a mi cama para despedirse”, narró.
A pesar de que le dijeron que tenía dos semanas de vida, la esperanza es lo último que se pierde. Y como dicen algunos, primero está Dios y después la medicina. La hermana de Becca, Steph, de 31 años, gastó en remedios a base de hierbas en un intento por mejorar su salud tanto como sea posible, incluidos aceites de cannabis y jugos curativos.
Además, Becca toma un fármaco denominado Alectinib que la mantiene “estable” y prolonga su vida. El medio estadounidense detalló que el cáncer ha dejado el cerebro y el cráneo, pero una pequeña cantidad permanece inactiva en el pulmón izquierdo y la columna vertebral.
La deportista va al hospital todos los meses para realizarse chequeos, y no se sabe precisamente cuál es su pronóstico en la actualidad. Por lo pronto,se sabe que ha regresado al trabajo, al gimnasio, y cuenta que “se siente más sana mental y físicamente”. “No puedo vivir mi vida con miedo”, manifestó.
“Simplemente me siento como en este nuevo camino; en lugar de ayudar a las personas en el fitness, espero usar mi diagnóstico para ayudar a las personas. Miro todo de manera diferente ahora. No me preocupo ni me estreso por las cosas que solía hacer”, concluyó.
Le diagnosticaron cáncer de pulmón terminal.La joven recibió un balde de agua fría y no solo tuvo que asimilar portar la enfermedad, sino enterarse que le quedan dos semanas de vida. Si bien el año pasado fue internada de emergencia en el hospital tras perder la vista por segunda vez, no había tenido indicios de un cáncer. Por lo tanto, un dolor de espalda jamás podría ser considerado una alarma.
Pero con el tiempo los dolores de espalda y las migrañas comenzaron a ser reiterativas. Fue por esto que tuvo que abandonar sus estudios de yoga en la ciudad de Leeds, ubicado en el condado de Yorkshire, y los entrenamientos de fuerza. Cuando llegó al médico para obtener un parte de su estado de salud, la retuvieron por cinco días para realizarle pruebas, resonancias magnéticas, tomografías computarizadas y hasta una biopsia de espalda. En ese entonces no podía ponerse de pie por su cuenta y necesitó respiración artificial.
En diálogo con el portal New York Post, declaró: “Recuerdo que dos médicos se me acercaron. Cerraron las cortinas, sentía una sensación en el estómago. Solo sabía que algo no estaba bien”. En un momento, uno de los médicos entro por la puerta de su cuarto y le dio la trágica noticia: tenía cáncer de pulmón en etapa 4 (se había extendido desde sus pulmones hasta su columna vertebral, cerebro y cráneo).
“Recuerdo que llamé a mi mamá y le dije que venga al hospital. ‘Es cáncer’, le gritaba”, expresó. “Mi papá se tiró al suelo, mi mamá gritaba, yo gritaba. Recuerdo que le dije a mi mamá: ‘Por favor, no me dejes morir’”, añadió Becca. Después de muchos cuidados en una clínica privada, fue trasladada a su casa con cuidados paliativos y, a pesar de que empezó el encierro, “amigos y familiares viajaron para estar junto a mi cama para despedirse”, narró.
A pesar de que le dijeron que tenía dos semanas de vida, la esperanza es lo último que se pierde. Y como dicen algunos, primero está Dios y después la medicina. La hermana de Becca, Steph, de 31 años, gastó en remedios a base de hierbas en un intento por mejorar su salud tanto como sea posible, incluidos aceites de cannabis y jugos curativos.
Además, Becca toma un fármaco denominado Alectinib que la mantiene “estable” y prolonga su vida. El medio estadounidense detalló que el cáncer ha dejado el cerebro y el cráneo, pero una pequeña cantidad permanece inactiva en el pulmón izquierdo y la columna vertebral.
La deportista va al hospital todos los meses para realizarse chequeos, y no se sabe precisamente cuál es su pronóstico en la actualidad. Por lo pronto,se sabe que ha regresado al trabajo, al gimnasio, y cuenta que “se siente más sana mental y físicamente”. “No puedo vivir mi vida con miedo”, manifestó.
“Simplemente me siento como en este nuevo camino; en lugar de ayudar a las personas en el fitness, espero usar mi diagnóstico para ayudar a las personas. Miro todo de manera diferente ahora. No me preocupo ni me estreso por las cosas que solía hacer”, concluyó.