Marta Ranquehue, werken de la Lof Millalonko Ranquehue, en Bariloche, Amancay Kintrikew, longko de la Lof Kinxikew, ubicada entre Bariloche y Villa La Angostura, y Melisa Cabrapan, antropóloga social mapuche, reflexionan acerca de los roles de género dentro de las comunidades.
En septiembre del 2021, Amancay Quintriqueo asumió el rol de longko de su comunidad, la Lof Kinxikew de Río Negro, ubicada sobre la ruta que conecta la ciudad de Bariloche con Villa La Angostura.
La recuperación de la comunidad, en la que viven actualmente cerca de cuarenta personas, lleva 18 años y es la primera vez que una mujer asume las tareas de organización. Amancay llegó a la comunidad cuando su madre, nacida allí, pero criada desde chica en la ciudad de Bariloche, decidió volver al territorio.
Después de un largo proceso, Amancay fue nombrada longko y reemplazó a su tío, acusado de abuso sexual y violencia de género contra integrantes de la lof.
"Me toca reemplazar a un jefe que viene de ejercer un abuso muy importante de poder, con violencia psicológica, abuso a menores, un hombre que desde hace más de diez años dirigía la comunidad", explicó a Télam Amancay Quintriqueo, y remarcó que lo que más le sorprende es "llegar a un traun –reunión en la que se toman las decisiones dentro de la comunidad- y sentir que todos están interesados y que todos están al tanto de lo que vamos a hablar, porque son personas que estaban acostumbradas al silencio, a obedecer a lo que una sola persona decía y decidía".
A más de seis meses de asumir como longko, Amancay está impulsando la educación intercultural dentro de la comunidad y tiene un proyecto para formar promotoras mapuche "para que podamos saber de nuestros derechos y acompañar situaciones de violencia".
También impulsa actividades como cerámica, para que las mujeres de la Lof tengan herramientas de empoderamiento económico, además de un lugar de encuentro.
"Se creó un observatorio en defensa de las infancias mapuche y consideramos que la educación sexual integral (ESI) tenía que ser parte del proceso de sanación que estaba atravesando la comunidad", agregó Melisa Duarte Cabrapan, antropóloga social e integrante de la lof Newen Mapu, que acompañó a las mujeres de la lof Kinxikew.
"Las relaciones de dominación fueron afectando las igualdades. La suma de precarización de la vida, el despojo territorial, la pérdida de conexión con el territorio y la proletarización forzada de muchas familias mapuche llevó a que se acentúen las desigualdades", señaló Cabrapan y recordó que "a las mujeres se las llevaba como esclavas a las ciudades mientras el varón quedaba como peón. Se puede construir retomando lo ancestral si tenemos en cuenta todo lo que pasó en el medio".
Según afirmó Cabrapan, a partir de las denuncias en la comunidad se está llevando adelante una revisión y vigilancia a situaciones de violencia en otras comunidades. "Hay demandas que nos reúnen con las del feminismo pero también hay afectaciones que son distintas, por ejemplo, en comunidades rurales", aclaró la investigadora.
"A nosotros el patriarcado se nos metió de lleno en las comunidades y generó quiebres en la organización. Con la aculturización que trajo el criollismo después de la invasión en la Patagonia, vino un machismo que es propio de la cultura del campo, que hoy está muy arraigado", explicó Amancay Quintriqueo y relató que "los mayores nos cuentan de otro tipo de vínculos, donde había complementariedad y dualidad entre hombres y mujeres".
En este punto coincide Marta Ranquehue, werken de la Lof Millalonco-Ranquehue ubicada en la ruta provincial 82, entre el lago Nahuel Huapi y el lago Gutiérrez, quien afirmó que "hay que construir desde el afecto, no se puede construir de otra manera".
Su casa, varias cuadras hacia arriba de la montaña, comparte terreno con otras viviendas y algunos corrales para los animales. Una cocina a leña calienta el comedor.
En la comunidad Ranquehue no hay longkos sino que las decisiones se toman en conjunto, en los traunes.
"Mi rol como werken es comunicar, hablar con otros werken y recuperar aspectos culturales mapuche, como el idioma, pero yo no tomo las decisiones. La exigencia de que haya una autoridad en cada lof es algo que viene del Estado, antes no todas las comunidades tenían un longko. Nosotros tenemos esa rebeldía de que sea la unión la que decida por todos", explicó Ranquehue.
Hace dos años, un grupo de mujeres mapuche se reunió en su casa y surgió un espacio de encuentro que se volvió indispensable para todas. Si bien no se considera feminista, resalta que las diferencias se dan cuando no hay respeto entre las personas.
"Vienen lamien –hermanas- que pasaron por mucho dolor. Surgió de forma natural y se fue dando un espacio de confianza para hablar dolores ocultos que teníamos. Cuanto más hablamos sobre el dolor más liviano es", señaló Marta, que ahora comparte ese espacio con sus dos hijas, que a veces se suman a las reuniones.
"Ser mapuche es una decisión que implica responsabilidades, compromisos no sólo con las personas sino con las fuerzas y los seres que nos acompañan. Hay mucho desconocimiento sobre nuestra cultura porque históricamente no hemos tenido voz", agregó Ranquehue.
A fines del 2021, la lof Kinxikew recibió a mujeres mapuche y no mapuche que acompañaron a la comunidad durante el proceso de denuncias al longko. El encuentro fue en Mañke Ruka, el camping que la comunidad tiene sobre el Brazo Huemul del lago Nahuel Huapi.
"Defender el territorio es nuestro gran objetivo, pero para lograrlo hay que recuperar algunos conocimientos dormidos, vivir realmente los valores del pueblo mapuche. Mi prioridad es fortalecer el círculo comunitario, porque sin una base sólida no se pueden enfrentar los factores externos. Una mujer sin territorio pierde su fortaleza", explicó Quintriqueo.
Marta Ranquehue, werken de la Lof Millalonko Ranquehue, en Bariloche, Amancay Kintrikew, longko de la Lof Kinxikew, ubicada entre Bariloche y Villa La Angostura, y Melisa Cabrapan, antropóloga social mapuche, reflexionan acerca de los roles de género dentro de las comunidades.
En septiembre del 2021, Amancay Quintriqueo asumió el rol de longko de su comunidad, la Lof Kinxikew de Río Negro, ubicada sobre la ruta que conecta la ciudad de Bariloche con Villa La Angostura.
La recuperación de la comunidad, en la que viven actualmente cerca de cuarenta personas, lleva 18 años y es la primera vez que una mujer asume las tareas de organización. Amancay llegó a la comunidad cuando su madre, nacida allí, pero criada desde chica en la ciudad de Bariloche, decidió volver al territorio.
Después de un largo proceso, Amancay fue nombrada longko y reemplazó a su tío, acusado de abuso sexual y violencia de género contra integrantes de la lof.
"Me toca reemplazar a un jefe que viene de ejercer un abuso muy importante de poder, con violencia psicológica, abuso a menores, un hombre que desde hace más de diez años dirigía la comunidad", explicó a Télam Amancay Quintriqueo, y remarcó que lo que más le sorprende es "llegar a un traun –reunión en la que se toman las decisiones dentro de la comunidad- y sentir que todos están interesados y que todos están al tanto de lo que vamos a hablar, porque son personas que estaban acostumbradas al silencio, a obedecer a lo que una sola persona decía y decidía".
A más de seis meses de asumir como longko, Amancay está impulsando la educación intercultural dentro de la comunidad y tiene un proyecto para formar promotoras mapuche "para que podamos saber de nuestros derechos y acompañar situaciones de violencia".
También impulsa actividades como cerámica, para que las mujeres de la Lof tengan herramientas de empoderamiento económico, además de un lugar de encuentro.
"Se creó un observatorio en defensa de las infancias mapuche y consideramos que la educación sexual integral (ESI) tenía que ser parte del proceso de sanación que estaba atravesando la comunidad", agregó Melisa Duarte Cabrapan, antropóloga social e integrante de la lof Newen Mapu, que acompañó a las mujeres de la lof Kinxikew.
"Las relaciones de dominación fueron afectando las igualdades. La suma de precarización de la vida, el despojo territorial, la pérdida de conexión con el territorio y la proletarización forzada de muchas familias mapuche llevó a que se acentúen las desigualdades", señaló Cabrapan y recordó que "a las mujeres se las llevaba como esclavas a las ciudades mientras el varón quedaba como peón. Se puede construir retomando lo ancestral si tenemos en cuenta todo lo que pasó en el medio".
Según afirmó Cabrapan, a partir de las denuncias en la comunidad se está llevando adelante una revisión y vigilancia a situaciones de violencia en otras comunidades. "Hay demandas que nos reúnen con las del feminismo pero también hay afectaciones que son distintas, por ejemplo, en comunidades rurales", aclaró la investigadora.
"A nosotros el patriarcado se nos metió de lleno en las comunidades y generó quiebres en la organización. Con la aculturización que trajo el criollismo después de la invasión en la Patagonia, vino un machismo que es propio de la cultura del campo, que hoy está muy arraigado", explicó Amancay Quintriqueo y relató que "los mayores nos cuentan de otro tipo de vínculos, donde había complementariedad y dualidad entre hombres y mujeres".
En este punto coincide Marta Ranquehue, werken de la Lof Millalonco-Ranquehue ubicada en la ruta provincial 82, entre el lago Nahuel Huapi y el lago Gutiérrez, quien afirmó que "hay que construir desde el afecto, no se puede construir de otra manera".
Su casa, varias cuadras hacia arriba de la montaña, comparte terreno con otras viviendas y algunos corrales para los animales. Una cocina a leña calienta el comedor.
En la comunidad Ranquehue no hay longkos sino que las decisiones se toman en conjunto, en los traunes.
"Mi rol como werken es comunicar, hablar con otros werken y recuperar aspectos culturales mapuche, como el idioma, pero yo no tomo las decisiones. La exigencia de que haya una autoridad en cada lof es algo que viene del Estado, antes no todas las comunidades tenían un longko. Nosotros tenemos esa rebeldía de que sea la unión la que decida por todos", explicó Ranquehue.
Hace dos años, un grupo de mujeres mapuche se reunió en su casa y surgió un espacio de encuentro que se volvió indispensable para todas. Si bien no se considera feminista, resalta que las diferencias se dan cuando no hay respeto entre las personas.
"Vienen lamien –hermanas- que pasaron por mucho dolor. Surgió de forma natural y se fue dando un espacio de confianza para hablar dolores ocultos que teníamos. Cuanto más hablamos sobre el dolor más liviano es", señaló Marta, que ahora comparte ese espacio con sus dos hijas, que a veces se suman a las reuniones.
"Ser mapuche es una decisión que implica responsabilidades, compromisos no sólo con las personas sino con las fuerzas y los seres que nos acompañan. Hay mucho desconocimiento sobre nuestra cultura porque históricamente no hemos tenido voz", agregó Ranquehue.
A fines del 2021, la lof Kinxikew recibió a mujeres mapuche y no mapuche que acompañaron a la comunidad durante el proceso de denuncias al longko. El encuentro fue en Mañke Ruka, el camping que la comunidad tiene sobre el Brazo Huemul del lago Nahuel Huapi.
"Defender el territorio es nuestro gran objetivo, pero para lograrlo hay que recuperar algunos conocimientos dormidos, vivir realmente los valores del pueblo mapuche. Mi prioridad es fortalecer el círculo comunitario, porque sin una base sólida no se pueden enfrentar los factores externos. Una mujer sin territorio pierde su fortaleza", explicó Quintriqueo.