Mortandad de ballenas: la intoxicación por la marea roja sigue siendo la hipótesis más firme

Investigadores del PMSBFA continúan tomando muestras de las ballenas muertas en Península Valdés. Trabajan sobre la hipótesis que relaciona estas muertes con la intoxicación por floraciones algales nocivas, ya que las muestras de plancton y bivalvos presentan niveles muy altos de biotoxinas.

Agustina Donini, coordinadora de campo, y Adrián Rodríguez, asistente técnico, tomando medidas.
07 OCT 2022 - 20:45 | Actualizado 07 OCT 2022 - 20:49

La primera ballena adulta muerta de esta temporada fue encontrada el sábado 24 de septiembre en proximidades de Punta Pardelas. Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas y co-director del PMSBFA informó: “Desde entonces hemos continuado el trabajo en el campo, colectando muestras de más ejemplares, y hemos recibido nuevos reportes de ballenas adultas y juveniles muertas, todas en el Golfo Nuevo y en condiciones similares. Hasta el 7 de octubre hay confirmación de 15 casos en total”.

Análisis de las muestras

Marcela Uhart, co-directora del PMSBFA y Directora del Programa Latinoamericano, detalló: “Hemos recolectado muestras de órganos, tejidos y fluidos de las ballenas que son primordiales para detectar biotoxinas, que investigamos como posible causa de muerte de estas ballenas, a consecuencia de la intensa floración algal y elevados niveles de biotoxinas detectadas en plancton y bivalvos de la zona. Las muestras de las ballenas ya han sido pre-procesadas en instalaciones del CESIMAR, CCT CENPAT, CONICET. Una vez analizadas comunicaremos los resultados, en un plazo estimado de un par de semanas”.

Se analizaron muestras de plancton colectadas en dos sitios del Golfo Nuevo el 27 y 28 de septiembre. Fue examinado e identificado por el Instituto de Investigación de Hidrobiología de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”.

También se analizaron muestras de cholgas recolectadas el 28 de septiembre en Punta Pardelas y Puerto Pirámides. Las muestras de bivalvos fueron analizadas en el laboratorio de la Dirección Provincial de Salud Ambiental de Chubut.
Marea roja

El fitoplancton está compuesto por microalgas que son los principales productores primarios del océano. Algunas generan biotoxinas naturales. En condiciones ambientales apropiadas, que incluyen temperatura adecuada, horas de luz en aumento (como sucede en primavera), y la presencia de nutrientes en el agua, las algas pueden reproducirse velozmente y cuando son tóxicas generan las llamadas “mareas rojas”.
Uhart describió: “Estas floraciones afectan a algunos organismos y a otros no. Por ejemplo, los bivalvos como mejillones y cholgas no se ven afectados y actúan como concentradores y vectores, facilitando que las toxinas pasen a otros organismos de niveles superiores de la cadena alimentaria, como los mamíferos y aves”.

En estos organismos las biotoxinas concentradas pueden provocar distintos daños en la salud, e incluso la muerte. “Algunas toxinas tienen propiedades paralizantes y afectan el sistema respiratorio, pudiendo causar la muerte por asfixia. Otras afectan el sistema gastrointestinal y nervioso. En las personas, algunas toxinas que afectan el sistema nervioso pueden causar pérdida de la memoria”.

Sironi explicó: “Las actividades humanas tienen un efecto directo en la ocurrencia de las floraciones algales nocivas costeras. Las algas se ven favorecidas por el aumento de la temperatura del mar por el calentamiento global, sumado al exceso de nutrientes (eutrofización) que llegan a los cuerpos de agua, entre otras vías, por el vertido de efluentes cloacales e industriales mal tratados, y por los fertilizantes que filtran desde los campos hacia los ríos y el mar, aportando nitrógeno, fósforo y otros elementos que las algas utilizan. Es un fenómeno que se está acentuando a nivel mundial.”

A nivel global, las floraciones algales nocivas producen la muerte de muchas especies, incluyendo personas. Los eventos de mortalidad de fauna marina por floraciones algales nocivas se han documentado mayormente en aves y tortugas marinas. Los eventos en grandes ballenas son raros o poco documentados. El mayor evento registrado hasta la fecha afectó a más de 300 ballenas sei en el sur de Chile en 2015.

Antecedentes

Un trabajo reciente reportó que el registro de toxinas producidas por algas en la plataforma patagónica se incrementó abruptamente en los últimos 40 años, siendo 5 veces mayor en la última década (2006-2018, con 638 reportes) que en la del 80 (1980-1992, con 124 reportes). También aumentó la diversidad.

Las ballenas francas de Península Valdés se ven expuestas regularmente a estas toxinas. Lo demuestran estudios en colaboración por investigadores de varias universidades y organizaciones del ámbito gubernamental y civil.

Se han documentado evidencias de toxinas paralizantes y de ácido domoico (toxina amnésica) en tejidos de ballenas muertas recolectados por el Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral en Península Valdés entre 2004 y 2012.

Han demostrado que las neurotoxinas como el ácido domóico producido por las floraciones algales y detectadas en muestras de ballenas colectadas entre 2013 y 2018 en los golfos de la Península afectan la función adrenal, con efectos negativos sobre el metabolismo de las ballenas.

Indicadoras de salud

Si bien las aguas de Península Valdés son una zona de cría y reproducción de ballenas francas, también utilizan esta zona para alimentarse, principalmente de copépodos, cuando comienza la primavera. Las primeras observaciones durante las necropsias concluyeron que los individuos se habían alimentado previo a su muerte.

La hipótesis que continúa vigente y aún en análisis, es que al alimentarse del zooplancton ingirieron estas biotoxinas y murieron intoxicadas. Es importante aguardar los resultados de laboratorio para confirmar esta hipótesis.

La población de ballenas francas de Península Valdés se encuentra en buen estado de conservación, aumenta cada año y es considerada “de preocupación menor” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Es probable que su dinámica a gran escala no se vea afectada por un evento como el actual, si se mantiene acotado y no recurrente cada año.

Sin embargo, la muerte de cada ballena adulta representa una pérdida importante considerando su bagaje genético y su conocimiento ancestral de los procesos y rincones del océano que habitan. Además, en nuestro caso conocemos más de 4.000 ballenas de esta población de manera individual, por lo que cada muerte se siente de manera especial. Nuestro compromiso es investigar en profundidad para continuar protegiéndolas hoy y a sus generaciones futuras.

Sironi concluyó diciendo: “Esta lamentable situación, con la muerte de ballenas adultas reproductoras, sanas y en buen estado, confirma que las ballenas son verdaderas centinelas de la salud del mar”.

“En este evento las ballenas alertaron sobre un problema inminente que estaba pasando desapercibido. En casos como este, la rápida acción en respuesta a las muertes de fauna seguida de la veda de consumo de bivalvos son claves para evitar mayores impactos en la salud de las personas. Debemos tener un compromiso más activo y más responsable ante nuestra relación con el mar y con las especies que lo habitan. Las ballenas y nosotros merecemos un océano más sano y libre de amenazas”.#

Agustina Donini, coordinadora de campo, y Adrián Rodríguez, asistente técnico, tomando medidas.
07 OCT 2022 - 20:45

La primera ballena adulta muerta de esta temporada fue encontrada el sábado 24 de septiembre en proximidades de Punta Pardelas. Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas y co-director del PMSBFA informó: “Desde entonces hemos continuado el trabajo en el campo, colectando muestras de más ejemplares, y hemos recibido nuevos reportes de ballenas adultas y juveniles muertas, todas en el Golfo Nuevo y en condiciones similares. Hasta el 7 de octubre hay confirmación de 15 casos en total”.

Análisis de las muestras

Marcela Uhart, co-directora del PMSBFA y Directora del Programa Latinoamericano, detalló: “Hemos recolectado muestras de órganos, tejidos y fluidos de las ballenas que son primordiales para detectar biotoxinas, que investigamos como posible causa de muerte de estas ballenas, a consecuencia de la intensa floración algal y elevados niveles de biotoxinas detectadas en plancton y bivalvos de la zona. Las muestras de las ballenas ya han sido pre-procesadas en instalaciones del CESIMAR, CCT CENPAT, CONICET. Una vez analizadas comunicaremos los resultados, en un plazo estimado de un par de semanas”.

Se analizaron muestras de plancton colectadas en dos sitios del Golfo Nuevo el 27 y 28 de septiembre. Fue examinado e identificado por el Instituto de Investigación de Hidrobiología de la Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Bosco”.

También se analizaron muestras de cholgas recolectadas el 28 de septiembre en Punta Pardelas y Puerto Pirámides. Las muestras de bivalvos fueron analizadas en el laboratorio de la Dirección Provincial de Salud Ambiental de Chubut.
Marea roja

El fitoplancton está compuesto por microalgas que son los principales productores primarios del océano. Algunas generan biotoxinas naturales. En condiciones ambientales apropiadas, que incluyen temperatura adecuada, horas de luz en aumento (como sucede en primavera), y la presencia de nutrientes en el agua, las algas pueden reproducirse velozmente y cuando son tóxicas generan las llamadas “mareas rojas”.
Uhart describió: “Estas floraciones afectan a algunos organismos y a otros no. Por ejemplo, los bivalvos como mejillones y cholgas no se ven afectados y actúan como concentradores y vectores, facilitando que las toxinas pasen a otros organismos de niveles superiores de la cadena alimentaria, como los mamíferos y aves”.

En estos organismos las biotoxinas concentradas pueden provocar distintos daños en la salud, e incluso la muerte. “Algunas toxinas tienen propiedades paralizantes y afectan el sistema respiratorio, pudiendo causar la muerte por asfixia. Otras afectan el sistema gastrointestinal y nervioso. En las personas, algunas toxinas que afectan el sistema nervioso pueden causar pérdida de la memoria”.

Sironi explicó: “Las actividades humanas tienen un efecto directo en la ocurrencia de las floraciones algales nocivas costeras. Las algas se ven favorecidas por el aumento de la temperatura del mar por el calentamiento global, sumado al exceso de nutrientes (eutrofización) que llegan a los cuerpos de agua, entre otras vías, por el vertido de efluentes cloacales e industriales mal tratados, y por los fertilizantes que filtran desde los campos hacia los ríos y el mar, aportando nitrógeno, fósforo y otros elementos que las algas utilizan. Es un fenómeno que se está acentuando a nivel mundial.”

A nivel global, las floraciones algales nocivas producen la muerte de muchas especies, incluyendo personas. Los eventos de mortalidad de fauna marina por floraciones algales nocivas se han documentado mayormente en aves y tortugas marinas. Los eventos en grandes ballenas son raros o poco documentados. El mayor evento registrado hasta la fecha afectó a más de 300 ballenas sei en el sur de Chile en 2015.

Antecedentes

Un trabajo reciente reportó que el registro de toxinas producidas por algas en la plataforma patagónica se incrementó abruptamente en los últimos 40 años, siendo 5 veces mayor en la última década (2006-2018, con 638 reportes) que en la del 80 (1980-1992, con 124 reportes). También aumentó la diversidad.

Las ballenas francas de Península Valdés se ven expuestas regularmente a estas toxinas. Lo demuestran estudios en colaboración por investigadores de varias universidades y organizaciones del ámbito gubernamental y civil.

Se han documentado evidencias de toxinas paralizantes y de ácido domoico (toxina amnésica) en tejidos de ballenas muertas recolectados por el Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral en Península Valdés entre 2004 y 2012.

Han demostrado que las neurotoxinas como el ácido domóico producido por las floraciones algales y detectadas en muestras de ballenas colectadas entre 2013 y 2018 en los golfos de la Península afectan la función adrenal, con efectos negativos sobre el metabolismo de las ballenas.

Indicadoras de salud

Si bien las aguas de Península Valdés son una zona de cría y reproducción de ballenas francas, también utilizan esta zona para alimentarse, principalmente de copépodos, cuando comienza la primavera. Las primeras observaciones durante las necropsias concluyeron que los individuos se habían alimentado previo a su muerte.

La hipótesis que continúa vigente y aún en análisis, es que al alimentarse del zooplancton ingirieron estas biotoxinas y murieron intoxicadas. Es importante aguardar los resultados de laboratorio para confirmar esta hipótesis.

La población de ballenas francas de Península Valdés se encuentra en buen estado de conservación, aumenta cada año y es considerada “de preocupación menor” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Es probable que su dinámica a gran escala no se vea afectada por un evento como el actual, si se mantiene acotado y no recurrente cada año.

Sin embargo, la muerte de cada ballena adulta representa una pérdida importante considerando su bagaje genético y su conocimiento ancestral de los procesos y rincones del océano que habitan. Además, en nuestro caso conocemos más de 4.000 ballenas de esta población de manera individual, por lo que cada muerte se siente de manera especial. Nuestro compromiso es investigar en profundidad para continuar protegiéndolas hoy y a sus generaciones futuras.

Sironi concluyó diciendo: “Esta lamentable situación, con la muerte de ballenas adultas reproductoras, sanas y en buen estado, confirma que las ballenas son verdaderas centinelas de la salud del mar”.

“En este evento las ballenas alertaron sobre un problema inminente que estaba pasando desapercibido. En casos como este, la rápida acción en respuesta a las muertes de fauna seguida de la veda de consumo de bivalvos son claves para evitar mayores impactos en la salud de las personas. Debemos tener un compromiso más activo y más responsable ante nuestra relación con el mar y con las especies que lo habitan. Las ballenas y nosotros merecemos un océano más sano y libre de amenazas”.#