Qatar, el Mundial de las sorpresas diarias y las obras de primer nivel

Por Jorge Angulo
Enviado especial Qatar

A aquella lejana, pero aún dolorosa caída -2 a 1- de la selección argentina ante Arabia Saudita en el debut de ambos conjuntos, con la pérdida obviamente del extenso record invicto, siguió la victoria de Japón sobre el múltiple campeón mundial, Alemania, por idéntico marcador y luego la caída del combinado nipón a manos de Costa Rica. Para colmo, los “Ticos” habían sido goleados categóricamente por España 7 a 0 en la primera fecha.

Tampoco debe ser tomado con liviandad el triunfo por dos a cero de Irán ante el equipo de Gales, con Bale como máxima figura. Irán venía de recibir media docena de goles ante Inglaterra. Fue derrota 6 a 2.
Y por supuesto, destacar la merecida victoria, y aún escasa en el marcador, de Marruecos que estiró su invicto entre Eliminatorias y Mundial. El equipo africano le ganó 2 a 0 al actual número 1 del ranking FIFA: Bélgica.

Nuevos escenarios

Los imponentes estadios visitados en los primeros siete días ya son historia. Ahora toca el turno de otros que no le envidian en magnitud y comodidad, aunque con menos capacidad de espectadores.

Camino a Al Wakrah, llegamos al estadio Al Janoub para recibir a 40 mil simpatizantes cómodamente ubicados y con un techo retráctil de tela. Su diseño está inspirado en la clásica embarcación llamada dhow, de ahí toma el diseño de las velas que ondulando por el viento, dan la forma exterior del estadio.

Ubicado en una zona en su mayoría aún desértica y con el extenso terreno siendo acondicionado para la edificación de más complejos habitacionales de los ya existentes.

A diferencia de Doha y sus alrededores, a casi 40 kilómetros de la capital qatarí, no hay edificios rutilantes ni luces multicolores. Solamente casas de uno o dos pisos, algunas con generosas terrazas, y el infaltable camino asfaltado, de tres o cuatro carriles, y en impecable condición.

Y llamativamente, en algunos lugares hay dos carriles marcados para el tránsito cotidiano. Uno de cemento para los ciclistas y el otro, para los peatones, con piso de tartan –color rojo- que hace más placentera la caminata al sol.
Todo es color blanco o beige, con veredas a tono y curiosos techos construidos sobre éstas para darle sombra a los automóviles de última generación.

Y luego el estadio 974, el construido de manera íntegra con justamente ese número de containers y que una vez finalizada la Copa del Mundo, será desmantelado y sus partes donadas a distintas entidades de beneficencia.

Ubicado en una zona distinta a la anterior, con cercanía de la costa del Golfo Pérsico en un sector y las avenidas que conducen al centro de Doha, por el otro, para visitar los mercados más populares de la ciudad.

De una calidad de arquitectura de primera, el escenario donde éste miércoles Argentina buscará el pase a octavos de final ante Polonia, demuestra estar a la altura de la cita mundialista en un lugar tan lejano.

En Qatar, con todo el movimiento de suelo para la constante construcción de complejos, el gobierno de Doha también apuesta al espacio verde como sustentabilidad, al plantado de especies arboleas, césped en grandes extensiones y hasta plantas con flores multicolores, en muchos casos con el riego con agua tratada, reciclaje de la residual.