Por Ismael Tebes
Simplemente, el Rey. Trascendió las barreras generacionales para convertirse en una figura sin tiempo, apto para canosos y jóvenes hereditarios de su ritmo. Pelusa, el de los sombreros y los lentes oscuros, parece tener la llave para hacer mover los pies. Y contagiar una energía diferente, con letras que inevitablemente llevan al público a algún momento puntual de sus propias vidas.
El artista cordobés parece haberse encariñado con los paisajes patagónicos y con el público que incorpora sus canciones como si fueran nuevas. Si hasta el comercial sureño, un baile propio y acunado en nuestras pistas, parece adaptado a sus compases; a los tiempos ideales para girar y girar y al eje único que representa un escenario lleno de músicos.
“Siempre es gracias a ustedes” cuenta el Rey Pelusa quien visitó Comodoro Rivadavia varias veces en los últimos meses y aguarda por otro show a mediados de año, en una ciudad con ganas de reír. “Estoy muy feliz como seguramente se notará en mi semblante; feliz de estar acá y sabiendo que volveremos a la zona dentro de poco”, cuenta el autor de “Tonto corazón” y “Mi gran amor, mi locura”.
Desde su regreso al país y a los escenarios el exvocalista de Chébere, nunca dejó de hacer. Y superó acaso la prueba más exigente para los artistas que se nutren de la raíz clásica: se renovó pese a devolver generosamente lo que su público le pide y sumó detalles a su estilo, el de los “viejos” bailes donde la música era la que solía mandar.
“Tengo la suerte de ser escuchado por prácticamente tres generaciones. La explicación es que cuando empecé a trabajar primero con Chébere y después como solista, la gente que me escuchaba le transmitió la música a sus hijos y sus nietos también. Por ese motivo, la gente sigue viniendo a mis shows y yo simplemente, absorbo esa energía. Soy como un Drácula del Cuarteto”, bromeó.
No todo pasa por los viajes en avión o en colectivo; recorrer de un lado a otro el país y compartir con músicos y asistentes esa rutina sino por imponer un sello que pocos podrían negar en el universo del género.
Las voces del momento, las megaproducciones, el márketing por encima de cualquier calidad vocal o simplemente ni la venta de un “producto” circunstancial podrán quitarle ese espacio que se ganó plantado ante el universo.
El Rey Pelusa desfila por sus clásicos uno por uno. Habla de amor y llega al corazón a veces desde la ruptura y el desencanto. Y en otras, exaltando sueños posibles que mantienen viva la ilusión o el reencuentro. Siempre parece haber un buen motivo para convertir todo en una canción.
“La música transmite eso, hace un público en común en el sentido de la diversión y el entretenimiento. Cantan las canciones y eso quiere decir que las conocen. Todos tienen eso. En cada lado al que vamos”, reconoce el artista quien pasó con su banda por el teatro del Colegio María Auxiliadora y se presentó en el predio del festival de la Esquila en Río Mayo.
“El público de teatro –reconoció- es muy especial, hay que estar muy concentrado y tratar de no equivocarse para nada, porque se escucha y se ven todos los detalles. Si uno desafina, todo el mundo lo va a notar y eso es muy triste. Un teatro es hermoso por el ambiente que se crea, es algo como sagrado”.
“Yo escucho música desde que tenía trece años aproximadamente. Y no paré. Lo hice solamente cuando empecé a cantar en Chébere. Cuando decidí hacerme solista, tenía que escuchar música para hacer en los bailes. Ahí volví a escuchar música. Y cada vez más y más. Ahora me escuchó a mí mismo porque sigo haciendo canciones y no lo puedo creer. Escucho todo lo nuevo que estoy haciendo, lo que estoy grabando e inclusive lo que recomiendan no escuchar porque es de otro estilo. La música ha sido una compañía extraordinaria para mí”.
Defensor de lo clásico, proyecta un nuevo disco con la opción de las redes como soporte. “Es así, hemos empezado a hablar del nuevo disco, ya está en las redes para quienes quieran escucharlo y vamos a empezar a presentarlo el 11 de marzo”.
“Le quisimos dar la tónica de colección porque la industria del disco prácticamente ya murió hace bastante tiempo. Y cada trabajo es carísimo y cuesta mucho hacerlo. Hicimos unos cuantos para repartir en la mayoría de las emisoras que empezaremos a visitar dentro de dos semanas”.
Como balance de su recorrido, asume que Chébere (la banda cordobesa con la que triunfó en los 80) representó una escuela para el género.
“Después se dijo que Trulalá era la Escuela por lo que Chébere pasó a ser una Universidad. Todos los que pasamos por ahí, seríamos como universitarios”.
“Hay mucho de Chébere dentro de toda la música nueva y más cercana a la época en la que me fui. Siempre se hizo música parecida y los nuevos cantantes y músicos bailan en el escenario por la gente que iba a los bailes a escuchar a Chébere. Ellos ahora cantan y tienen sus propias bandas. Antes éramos “arboles” parados en el escenario y no nos movíamos por nada del mundo por eso hay mucho de esa influencia todavía”, asume el Rey.#
Por Ismael Tebes
Simplemente, el Rey. Trascendió las barreras generacionales para convertirse en una figura sin tiempo, apto para canosos y jóvenes hereditarios de su ritmo. Pelusa, el de los sombreros y los lentes oscuros, parece tener la llave para hacer mover los pies. Y contagiar una energía diferente, con letras que inevitablemente llevan al público a algún momento puntual de sus propias vidas.
El artista cordobés parece haberse encariñado con los paisajes patagónicos y con el público que incorpora sus canciones como si fueran nuevas. Si hasta el comercial sureño, un baile propio y acunado en nuestras pistas, parece adaptado a sus compases; a los tiempos ideales para girar y girar y al eje único que representa un escenario lleno de músicos.
“Siempre es gracias a ustedes” cuenta el Rey Pelusa quien visitó Comodoro Rivadavia varias veces en los últimos meses y aguarda por otro show a mediados de año, en una ciudad con ganas de reír. “Estoy muy feliz como seguramente se notará en mi semblante; feliz de estar acá y sabiendo que volveremos a la zona dentro de poco”, cuenta el autor de “Tonto corazón” y “Mi gran amor, mi locura”.
Desde su regreso al país y a los escenarios el exvocalista de Chébere, nunca dejó de hacer. Y superó acaso la prueba más exigente para los artistas que se nutren de la raíz clásica: se renovó pese a devolver generosamente lo que su público le pide y sumó detalles a su estilo, el de los “viejos” bailes donde la música era la que solía mandar.
“Tengo la suerte de ser escuchado por prácticamente tres generaciones. La explicación es que cuando empecé a trabajar primero con Chébere y después como solista, la gente que me escuchaba le transmitió la música a sus hijos y sus nietos también. Por ese motivo, la gente sigue viniendo a mis shows y yo simplemente, absorbo esa energía. Soy como un Drácula del Cuarteto”, bromeó.
No todo pasa por los viajes en avión o en colectivo; recorrer de un lado a otro el país y compartir con músicos y asistentes esa rutina sino por imponer un sello que pocos podrían negar en el universo del género.
Las voces del momento, las megaproducciones, el márketing por encima de cualquier calidad vocal o simplemente ni la venta de un “producto” circunstancial podrán quitarle ese espacio que se ganó plantado ante el universo.
El Rey Pelusa desfila por sus clásicos uno por uno. Habla de amor y llega al corazón a veces desde la ruptura y el desencanto. Y en otras, exaltando sueños posibles que mantienen viva la ilusión o el reencuentro. Siempre parece haber un buen motivo para convertir todo en una canción.
“La música transmite eso, hace un público en común en el sentido de la diversión y el entretenimiento. Cantan las canciones y eso quiere decir que las conocen. Todos tienen eso. En cada lado al que vamos”, reconoce el artista quien pasó con su banda por el teatro del Colegio María Auxiliadora y se presentó en el predio del festival de la Esquila en Río Mayo.
“El público de teatro –reconoció- es muy especial, hay que estar muy concentrado y tratar de no equivocarse para nada, porque se escucha y se ven todos los detalles. Si uno desafina, todo el mundo lo va a notar y eso es muy triste. Un teatro es hermoso por el ambiente que se crea, es algo como sagrado”.
“Yo escucho música desde que tenía trece años aproximadamente. Y no paré. Lo hice solamente cuando empecé a cantar en Chébere. Cuando decidí hacerme solista, tenía que escuchar música para hacer en los bailes. Ahí volví a escuchar música. Y cada vez más y más. Ahora me escuchó a mí mismo porque sigo haciendo canciones y no lo puedo creer. Escucho todo lo nuevo que estoy haciendo, lo que estoy grabando e inclusive lo que recomiendan no escuchar porque es de otro estilo. La música ha sido una compañía extraordinaria para mí”.
Defensor de lo clásico, proyecta un nuevo disco con la opción de las redes como soporte. “Es así, hemos empezado a hablar del nuevo disco, ya está en las redes para quienes quieran escucharlo y vamos a empezar a presentarlo el 11 de marzo”.
“Le quisimos dar la tónica de colección porque la industria del disco prácticamente ya murió hace bastante tiempo. Y cada trabajo es carísimo y cuesta mucho hacerlo. Hicimos unos cuantos para repartir en la mayoría de las emisoras que empezaremos a visitar dentro de dos semanas”.
Como balance de su recorrido, asume que Chébere (la banda cordobesa con la que triunfó en los 80) representó una escuela para el género.
“Después se dijo que Trulalá era la Escuela por lo que Chébere pasó a ser una Universidad. Todos los que pasamos por ahí, seríamos como universitarios”.
“Hay mucho de Chébere dentro de toda la música nueva y más cercana a la época en la que me fui. Siempre se hizo música parecida y los nuevos cantantes y músicos bailan en el escenario por la gente que iba a los bailes a escuchar a Chébere. Ellos ahora cantan y tienen sus propias bandas. Antes éramos “arboles” parados en el escenario y no nos movíamos por nada del mundo por eso hay mucho de esa influencia todavía”, asume el Rey.#