Afirma haber tenido una relación amorosa con un hombre llamado Cándido González, pero lo que hace esta historia aún más intrigante es que él era, según la mitología guaraní, un "porá" o fantasma.
Doña Anita, de 69 años, cuenta un relato alucinante que ha dejado una huella imborrable en su vida. A pesar de los años transcurridos, no puede olvidar a su primer amor: Cándido González, un ser que, según ella, proviene del otro lado. Su historia nos adentra en un mundo donde lo sobrenatural se mezcla con los lazos sentimentales, desafiando la comprensión convencional de la realidad.
Este fascinante relato nos sumerge en la mente de la mujer y nos invita a cuestionar nuestra propia percepción de lo posible. ¿Podrá haber verdad en su relato o será el producto de una imaginación desbordante? Sólo aquellos dispuestos a adentrarse en lo desconocido podrán encontrar una respuesta.
El relato de Doña Ana
De acuerdo con una publicación del diario Crónica de Paraguay, cuando doña Anita tenía tan solo 25 años, experimentó un amor profundamente apasionado. Fue un encuentro fortuito, un flechazo a primera vista que dejaría una marca indeleble en su vida. Esa mágica conexión ocurrió en la localidad de Concepción, y el hombre en cuestión resultó ser su vecino.
Después de un tiempo, su relación comenzó a estar plagada de sucesos inexplicables. Doña Anita notó que, al tomar la mano de Cándido, esta parecía estar formada por tierra. Esta peculiaridad no pasó desapercibida y se convirtió en una curiosidad inquietante. Su relación duró poco tiempo y la mujer no volvió a ver al hombre nunca más.
Una increíble revelación
Algunos años después, Doña Anita, durante una visita al cementerio, mientras estaba frente a la tumba de su difunta madre, se dio cuenta de que la persona enterrada junto a ella llevaba el mismo nombre que su amado: Cándido González.
La sorpresa alcanzó un nivel aún mayor cuando se percató de que la foto que Cándido le había regalado era idéntica a la imagen que descansaba en la tumba. Cándido había sido realmente vecino de su madre, pero de una manera más literal de lo que jamás podría haber imaginado, pues descansaba en paz justo al lado de su tumba.
La incansable búsqueda de respuestas se ha convertido en una constante en la vida de Doña Anita. Desea comprender por qué Cándido siempre ha estado presente en su vida y cómo su amor por él ha influido en su destino. A pesar de las dificultades, confía en encontrar explicaciones y superar esta misteriosa conexión que ha dejado una huella profunda en su existencia. (Clarín)
Afirma haber tenido una relación amorosa con un hombre llamado Cándido González, pero lo que hace esta historia aún más intrigante es que él era, según la mitología guaraní, un "porá" o fantasma.
Doña Anita, de 69 años, cuenta un relato alucinante que ha dejado una huella imborrable en su vida. A pesar de los años transcurridos, no puede olvidar a su primer amor: Cándido González, un ser que, según ella, proviene del otro lado. Su historia nos adentra en un mundo donde lo sobrenatural se mezcla con los lazos sentimentales, desafiando la comprensión convencional de la realidad.
Este fascinante relato nos sumerge en la mente de la mujer y nos invita a cuestionar nuestra propia percepción de lo posible. ¿Podrá haber verdad en su relato o será el producto de una imaginación desbordante? Sólo aquellos dispuestos a adentrarse en lo desconocido podrán encontrar una respuesta.
El relato de Doña Ana
De acuerdo con una publicación del diario Crónica de Paraguay, cuando doña Anita tenía tan solo 25 años, experimentó un amor profundamente apasionado. Fue un encuentro fortuito, un flechazo a primera vista que dejaría una marca indeleble en su vida. Esa mágica conexión ocurrió en la localidad de Concepción, y el hombre en cuestión resultó ser su vecino.
Después de un tiempo, su relación comenzó a estar plagada de sucesos inexplicables. Doña Anita notó que, al tomar la mano de Cándido, esta parecía estar formada por tierra. Esta peculiaridad no pasó desapercibida y se convirtió en una curiosidad inquietante. Su relación duró poco tiempo y la mujer no volvió a ver al hombre nunca más.
Una increíble revelación
Algunos años después, Doña Anita, durante una visita al cementerio, mientras estaba frente a la tumba de su difunta madre, se dio cuenta de que la persona enterrada junto a ella llevaba el mismo nombre que su amado: Cándido González.
La sorpresa alcanzó un nivel aún mayor cuando se percató de que la foto que Cándido le había regalado era idéntica a la imagen que descansaba en la tumba. Cándido había sido realmente vecino de su madre, pero de una manera más literal de lo que jamás podría haber imaginado, pues descansaba en paz justo al lado de su tumba.
La incansable búsqueda de respuestas se ha convertido en una constante en la vida de Doña Anita. Desea comprender por qué Cándido siempre ha estado presente en su vida y cómo su amor por él ha influido en su destino. A pesar de las dificultades, confía en encontrar explicaciones y superar esta misteriosa conexión que ha dejado una huella profunda en su existencia. (Clarín)