El 13 de octubre del 2021, la vida de Yamila Garcés, de 35 años, oriunda de Sarmiento, madre de cuatro hijos, felizmente casada, cambió para siempre. Sentía dolores y decidió llamar a un médico en el que confiaba, Manuel Flores, con quien había trabajado dos años, y él la citó al consultorio esa misma tarde.
Yamila contó por el programa Fuera de Hora, por Cadena Tiempo, cada detalle de lo que sucedió esa tarde, a las 16 horas, puertas adentro del consultorio. Y si se decidió a hablar es porque quiere que su testimonio sirva para que otras mujeres, víctimas, alcen la voz y no permitan que nadie avasalle su integridad.
La causa en estos días llegó a juicio por jurados y está a un paso de conocerse la sentencia. La fiscal Andrea Vázquez junto a su par Rita Barrionuevo, acusan al médico cirujano de haberse "aprovechado de la paciente, violándola", dijeron en la audiencia. El médico lo niega rotundamente.
“Todas las mujeres merecemos Justicia, ir al médico en paz y saber que vamos a volver sanas y salvas. Este señor, el doctor Manuel Flores Delgado, me agredió sexualmente, me violó el 13 de octubre del 2021 en su consultorio aprovechándose de una situación de vulnerabilidad porque me encontraba muy dolorida”, declaró Yamila en una entrevista con Cadena Tiempo.
Yamila contó que, cerca de las 14 horas, comenzó a sentir dolores, llamó a su médico de cabecera pero él no se encontraba en Sarmiento. Le comentó a su esposo y le pidió que no se dejé estar, que no pierda tiempo, que vaya a otro médico.
Yamila había trabajado con Manuel Flores entre 2009 y 2010, las hijas eran amigas de sus hijas, iban a la escuela, pasaban el tiempo juntas en su casa. Esa tarde, a las 14 horas, lo llamó y él la citó en su consultorio a las 16.
La mujer fue con la preocupación lógica de toda persona que tiene síntomas y quiere conocer qué le está pasando por dentro. Había depositado toda su confianza en él. "En el consultorio solo estábamos él y yo", comenzó. Al principio iba todo bien pero en un momento comenzó a sentirse incómoda.
“Estaba todo apagado, prende el aparato, me dice que me recueste en la camilla, me hace la ecografía, me dice que tengo un quiste de 4 cm -ingresa alguien y él se va-, me da papel para que me limpie la panza, le pregunto si puedo orinar, voy al baño, él vuelve al consultorio, me dice que debía realizarme una ecografía con la vejiga vacía y en ese momento se produce el abuso”, relató Yamila.
Ella no se animó a denunciarlo enseguida porque la atravesaba un dolor y una angustia inmensos imposibles de ponerlos en palabras. “El día que me violó, cuando me iba -porque logro sacarlo de encima de mí-, él me decía que lo arreglábamos económicamente, cuánto es, lo arreglamos”, reveló.
Con el paso de los días, Yamila se animó a hablar y empezó por su familia donde encontró el mejor refugio para volver a empezar. “Da vergüenza, una siente dolor, no es fácil aceptarlo, procesarlo, no pude denunciarlo ese día, lo hice un tiempo más tarde. Después de que pasó le pude contar a mi marido, él estaba enloquecido, pero no ganábamos nada. Yo tenía miedo hasta de mirar por la ventana, lo que más nos preocupaba era nuestra hija más grande, que pasaba mucho tiempo en su casa”, contó la víctima.
Ese fue el primer paso de un largo camino que Yamila atravesó con entereza, tratando de no quebrarse, haciéndose cada vez más fuerte. “Te desploma la vida. Fue muy difícil para nosotros como familia, te roba tu seguridad, tu integridad, te lleva hasta la fibra más íntima que hay en tu cuerpo, vulnera todos tus derechos, se apropia de tu cuerpo como si fueras un objeto, él tomó posición de mi cuerpo, es muy difícil sobrevivir, poder continuar, avanzar, seguir…”
El contexto de “pueblo chico” de Sarmiento, el estatus de los profesionales, el desdén de algunas autoridades, no la ayudaban. Unos meses después Yamilia se encontró con el cirujano en la calle y él la saludó como si nada hubiera pasado, como si todo hubiera sido un sueño. Ella paró el auto en un semáforo -el médico al volante la miró por la ventanilla-, juntó valor y le dijo que lo iba a denunciar. Y así fue.
Los primeros que le hicieron sentir que tenía las de perder, fueron quienes le tomaron la denuncia. “Es algo que forma parte de mí, que él me obligó, él es médico y sigue atendiendo y veo un montón de mujeres y no es la primera vez que pasa, yo me animé a denunciar, puse la cara. La Policía me dijo que era una guerra entre David y Goliat, si iba a poder mantener la denuncia, que buscara un abogado”, sostuvo.
Contra todos los obstáculos, Yamila siguió adelante pensando no solo en ella sino en todas las mujeres que pasaron por lo mismo y callan por temor, pudor o vergüenza. “¿Cómo se siente una mujer que va a denunciar una violación y la persona que tiene que resguardar, no te dice nada, te hace declarar en un ambiente sumamente hostil, te intimida? Me fui peor de lo que estaba”, dijo con la voz quebrada.
Yamila asegura que ella no es la única víctima. Entiende a todas las mujeres que aún no se animaron a hablar. Sí, a ella le hicieron sentir lo mismo. “Cuando te encontrás con esta situación que la persona que toma la denuncia no respeta ni siquiera tu dolor, tu vulnerabilidad, tus miedos, tu relato, tu vivencia, esto es lo que lamentablemente ese depravado me hizo vivir”, cuenta.
Una vez que Yamila y su familia buscaron ayuda psicológica y legal, a través de la Fiscalía, y el caso llegó a juicio, las heridas empezaron a sanar un poco. “Me ayudaron muchísimo de la Fiscalía y el SAVD con una psicóloga, una abogada me ha fortalecido para estar en el juicio y estar lo más entera posible”, señala.
Ahora lo único que espera es que se haga Justicia para empezar a vivir en paz.
“Espero que el jurado tome en cuenta las pruebas, el trabajo de la fiscalía, sus peritos, el análisis psicodiagnóstico que me realizaron, espero que tome mi vivencia, mi violación, ese tipo me violó y pueda juzgar, me arruinó la vida. Creen que pueden ensuciar tu dignidad, lo poco que te queda, revictimizarte. Quiero volver a la paz que tenía y reparar el daño que esta persona me hizo”, setenció.
El 13 de octubre del 2021, la vida de Yamila Garcés, de 35 años, oriunda de Sarmiento, madre de cuatro hijos, felizmente casada, cambió para siempre. Sentía dolores y decidió llamar a un médico en el que confiaba, Manuel Flores, con quien había trabajado dos años, y él la citó al consultorio esa misma tarde.
Yamila contó por el programa Fuera de Hora, por Cadena Tiempo, cada detalle de lo que sucedió esa tarde, a las 16 horas, puertas adentro del consultorio. Y si se decidió a hablar es porque quiere que su testimonio sirva para que otras mujeres, víctimas, alcen la voz y no permitan que nadie avasalle su integridad.
La causa en estos días llegó a juicio por jurados y está a un paso de conocerse la sentencia. La fiscal Andrea Vázquez junto a su par Rita Barrionuevo, acusan al médico cirujano de haberse "aprovechado de la paciente, violándola", dijeron en la audiencia. El médico lo niega rotundamente.
“Todas las mujeres merecemos Justicia, ir al médico en paz y saber que vamos a volver sanas y salvas. Este señor, el doctor Manuel Flores Delgado, me agredió sexualmente, me violó el 13 de octubre del 2021 en su consultorio aprovechándose de una situación de vulnerabilidad porque me encontraba muy dolorida”, declaró Yamila en una entrevista con Cadena Tiempo.
Yamila contó que, cerca de las 14 horas, comenzó a sentir dolores, llamó a su médico de cabecera pero él no se encontraba en Sarmiento. Le comentó a su esposo y le pidió que no se dejé estar, que no pierda tiempo, que vaya a otro médico.
Yamila había trabajado con Manuel Flores entre 2009 y 2010, las hijas eran amigas de sus hijas, iban a la escuela, pasaban el tiempo juntas en su casa. Esa tarde, a las 14 horas, lo llamó y él la citó en su consultorio a las 16.
La mujer fue con la preocupación lógica de toda persona que tiene síntomas y quiere conocer qué le está pasando por dentro. Había depositado toda su confianza en él. "En el consultorio solo estábamos él y yo", comenzó. Al principio iba todo bien pero en un momento comenzó a sentirse incómoda.
“Estaba todo apagado, prende el aparato, me dice que me recueste en la camilla, me hace la ecografía, me dice que tengo un quiste de 4 cm -ingresa alguien y él se va-, me da papel para que me limpie la panza, le pregunto si puedo orinar, voy al baño, él vuelve al consultorio, me dice que debía realizarme una ecografía con la vejiga vacía y en ese momento se produce el abuso”, relató Yamila.
Ella no se animó a denunciarlo enseguida porque la atravesaba un dolor y una angustia inmensos imposibles de ponerlos en palabras. “El día que me violó, cuando me iba -porque logro sacarlo de encima de mí-, él me decía que lo arreglábamos económicamente, cuánto es, lo arreglamos”, reveló.
Con el paso de los días, Yamila se animó a hablar y empezó por su familia donde encontró el mejor refugio para volver a empezar. “Da vergüenza, una siente dolor, no es fácil aceptarlo, procesarlo, no pude denunciarlo ese día, lo hice un tiempo más tarde. Después de que pasó le pude contar a mi marido, él estaba enloquecido, pero no ganábamos nada. Yo tenía miedo hasta de mirar por la ventana, lo que más nos preocupaba era nuestra hija más grande, que pasaba mucho tiempo en su casa”, contó la víctima.
Ese fue el primer paso de un largo camino que Yamila atravesó con entereza, tratando de no quebrarse, haciéndose cada vez más fuerte. “Te desploma la vida. Fue muy difícil para nosotros como familia, te roba tu seguridad, tu integridad, te lleva hasta la fibra más íntima que hay en tu cuerpo, vulnera todos tus derechos, se apropia de tu cuerpo como si fueras un objeto, él tomó posición de mi cuerpo, es muy difícil sobrevivir, poder continuar, avanzar, seguir…”
El contexto de “pueblo chico” de Sarmiento, el estatus de los profesionales, el desdén de algunas autoridades, no la ayudaban. Unos meses después Yamilia se encontró con el cirujano en la calle y él la saludó como si nada hubiera pasado, como si todo hubiera sido un sueño. Ella paró el auto en un semáforo -el médico al volante la miró por la ventanilla-, juntó valor y le dijo que lo iba a denunciar. Y así fue.
Los primeros que le hicieron sentir que tenía las de perder, fueron quienes le tomaron la denuncia. “Es algo que forma parte de mí, que él me obligó, él es médico y sigue atendiendo y veo un montón de mujeres y no es la primera vez que pasa, yo me animé a denunciar, puse la cara. La Policía me dijo que era una guerra entre David y Goliat, si iba a poder mantener la denuncia, que buscara un abogado”, sostuvo.
Contra todos los obstáculos, Yamila siguió adelante pensando no solo en ella sino en todas las mujeres que pasaron por lo mismo y callan por temor, pudor o vergüenza. “¿Cómo se siente una mujer que va a denunciar una violación y la persona que tiene que resguardar, no te dice nada, te hace declarar en un ambiente sumamente hostil, te intimida? Me fui peor de lo que estaba”, dijo con la voz quebrada.
Yamila asegura que ella no es la única víctima. Entiende a todas las mujeres que aún no se animaron a hablar. Sí, a ella le hicieron sentir lo mismo. “Cuando te encontrás con esta situación que la persona que toma la denuncia no respeta ni siquiera tu dolor, tu vulnerabilidad, tus miedos, tu relato, tu vivencia, esto es lo que lamentablemente ese depravado me hizo vivir”, cuenta.
Una vez que Yamila y su familia buscaron ayuda psicológica y legal, a través de la Fiscalía, y el caso llegó a juicio, las heridas empezaron a sanar un poco. “Me ayudaron muchísimo de la Fiscalía y el SAVD con una psicóloga, una abogada me ha fortalecido para estar en el juicio y estar lo más entera posible”, señala.
Ahora lo único que espera es que se haga Justicia para empezar a vivir en paz.
“Espero que el jurado tome en cuenta las pruebas, el trabajo de la fiscalía, sus peritos, el análisis psicodiagnóstico que me realizaron, espero que tome mi vivencia, mi violación, ese tipo me violó y pueda juzgar, me arruinó la vida. Creen que pueden ensuciar tu dignidad, lo poco que te queda, revictimizarte. Quiero volver a la paz que tenía y reparar el daño que esta persona me hizo”, setenció.