Por Juan Miguel Bigrevich
Nacidos en los albores del siglo XX y conformados formalmente –los primeros- dos décadas después, Chubut comenzó a transformarse más en la década del 40 con la conformación ya efectiva de las asociaciones. Con una política de Estado potencial del bienestar, los clubes tuvieron su génesis en los trabajadores del petróleo, del ferrocarril, de la administración pública, de los puertos y de las Fuerza Armadas y de Seguridad, cuyo asiento y presencia fue (y es) innegable en la reseña del
entonces territorio nacional y de la actual provincia.
Los clubes nacieron desde un mundo asociativo: el club social y deportivo. como asociaciones civiles sin fines de lucro, administrada por sus socios en relación al tiempo libre, la recreación y el ocio.
Hay que rescatar las experiencias que dieron origen la fundación de esos clubes: lectores de las obras clásicas literarias, anarquistas confesos y no tanto, una masa ruidosa y laburante, muchas veces caótica y puramente vocacional quienes crearon bibliotecas, hemerotecas, teatro, juegos de mesa; en síntesis, espacios de sociabilidad, los cuales y con el devenir de los tiempos y la pérdida de éstos, fueron desapareciendo en aras de un supuesto progresismo y competitividad cuyo objetivo raya en lo imposible.
Ese derecho al ocio que es la génesis de un club no sólo en un punto determinado de la geografía nacional, sino en toda ella, corre peligro ante un avance brutal del individualismo en este mundo tecnológico en donde la privatización de los colores no parece una empresa improbable.
Los clubes de nuestra provincia destacaron, desde su fundación, la importancia del territorio, de la identidad y participación acompañando el ciclo reproductivo de la vida en toda su trayectoria, desde guarderías, escuelas infantiles hasta la adultez yla condición de vitalicia.
Sin embargo, han mantenido una enorme deuda con el género femenino. A partir de la niñez y basado en una cultura en donde el mandato masculino primaba sobre el resto. Mientras que a los hombres les otorgaba prestigio social y económico, las mujeres eran sometidas al simple rol de espectadoras o colaboradoras de segundo orden; un mandato que se origina desde los establecimientos escolares donde a ellas le estaba vedada algunas actividades físicas como deportes tan populares como el fútbol y boxeo.
También, es dable destacar, que no obstante haber sido siempre asociaciones civiles sin fines de lucro, hubo y hay presidentes personalistas en los clubes que lo condujeron como una Sociedad Anónima Deportiva. Con un estilo verticalista fuerte y que le importaba muy poco lo que la gente pensaba o sentía, quienes –nobleza obliga- en su comodidad de no tener responsabilidades, dejaba actuar.
Más allá de su capacidad o incapacidad en su gestión fueron autoritarios en la dimensión de quién decide, algunos con buenos resultados a corto plazo, pero en general con rotundos fracasos en lo referente a la matriz social.
Los clubes son una marca identitaria de cada sociedad que moldeóesta provincia. Hay de colectividades como el Deportivo Portugués, una ciudad donde las comunidades que llegaron mantuvieron su propio acervo cultural. En menor medida Racing de Trelew con los españoles y Huracán de esa ciudad con los italianos o la galesa con Draig Goch de Gaiman para citar cuatro ejemplos genéricos.
La historia del Dragón Rojo tiene una estrecha relación con otro club de esa localidad: Argentinos del Sur o Sud. Con la Unión de Rugby local en pañales, los gaimenses jugaron con la marca de sus vecinos que portan los colores celeste y blanca. La ecuación era muy sencilla: necesitaban una personería jurídica y aquellos, fundadores de la Liga de Fútbol valletana, ya la tenían.
Después, Argentinos, que supo tener una de las primeras luminarias en su estadio dejaron el fútbol, aunque mantienen una fuerte presencia a partir de su natatorio inaugurado no hace mucho tiempo. Las fuerzas armadas y de seguridad también tuvieron su representatividad. Si bien algunas de esas entidades deportivas y sociales no están más, al menos de manera formal, sí tuvieron su historia.
Comandante Luis Piedrabuena fue un club que desde la Base Almirante Zar de Trelew participó en las disciplinas rugby, fútbol y básquetbol, allá por la década del 70. Más cerca a nuestro tiempo, 3 de Fierro fue una institución que representó a la Liga del Oeste de fútbol en algún que otro regional. El aurinegro pertenecía al Ejército Argentino que tiene base en la principal ciudad de la Comarca Andina.
Lo de Guillermo Brown de Puerto Madryn es actual. Si bien nació ligado a la Prefectura Naval Argentina (su nombre y escudo lo avalan), hoy se ha extendido a otros ámbitos de la sociedad madrynense. Si bien varios de los nombres parecen copias de sus pares nacionales, hubo algunos que debieron cambiar su nombre a partir de una decisión gubernamental del Poder Ejecutivo Nacional.
Racing de Trelew y Ameghino de Comodoro Rivadavia son claros ejemplos. Su original nombre de National, derivó en lo que hoy se los conoce a uno de los clubes más tradicionales de nuestro medio.
Otras de las entidades del sur chubutense y ligada tradicionalmente al obrero petrolero es Florentino Ameghino, cuya original denominación era Germinal en 1919. A raíz de una férrea posición de YPF se decide cambiarle el nombre por el actual en 1923. El que no cambió y que sigue su camino de más de cien años, es el otro Germinal, el de Rawson.
Probablemente inspirado en la novela de Emile Zolá , el club que lleva los colores verdes y blancos –y que supo tener glorias deportivas regionales como caos institucionales que derivó en la pérdida de su patrimonio- se fundó a partir de una escisión de “La Sportiva”, una entidad de la capital provincial que dejó de existir.
Empero, las luces y las sombras que las décadas han puesto sobre los hombres de estas instituciones, y a pesar de las diferentes ofertas de ocio y recreación que existentes por doquier, los clubes chubutenses siguen siendo un sello de agua vigente que nos acompaña a cada lugar que vamos. Los colores, los escudos y banderas o las historias de vida se construyen en un tablón, pegado al alambrado, en una cancha, en un galpón, en una pileta, en una colonia, en un baile o en un carnaval o un gol con la boca bien abierta …y vale la pregunta “¿Tiene valor eso en el mercado? ¿O se cree que los déficits de todo, éste los va a resolver?”.
¿O acaso, el deporte no se cimentó a través de los clubes, quienes asumieron el rol en lo concerniente a la educación física, la iniciación deportiva y la práctica federada, ante la ausencia de una política desde el Estado? Por supuesto que tiene que existir la presencia del Estado. Es una obviedad.
Si ese Estado no coayuda, los clubes, esas asociaciones civiles sin fines de lucro, estarían amenazas en su supervivencia. Y una realidad es la que se observa en los grandes centros urbanos del país y otra en lo que en algún momento se denominó el interior profundo. Con realidades económicas y financieras distintas, con un peso demográfico brutalmente desigual y con topografías tan disímiles como infranqueables, la periferia de Argentina vive una realidad muy distinta al centro de la misma.
Y si el Estado no está para acompañar un proceso de desarrollo, todo tiende a languidecer poquito a poco como en el mejor de los escenarios, sino la finalización
de cualquier proyecto alternativo de una sociedad civil sin fines de lucro.
El ejemplo más brutal es el fútbol, deporte popular por autonomasia. El avance de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), más la eliminación de exenciones impositivas a los mismos, es un claro ejemplo hacia donde se encamina el deporte más popular de los argentinos. Mientras sucede en el centro del universo nacional, las provincias se sostienen con lo que tienen.
Compartiendo regalías con un poder central que se lleva pero que no devuelve en la misma proporción. En esa realidad se tienen que manejar los clubes locales, a quienes le venden espejitos de colores sobre un paraíso que nunca verán, ya que en ningún momento se pensó en invitarlo al banquete.
Tampoco nos engañemos, hay clubes que, si bien son asociaciones civiles sin fines de lucro, han gerenciado, de alguna manera, alguna que otra disciplina para competir.
Un párrafo especial merece Chubut Voley, un proyecto ideado por el empresario televisivo Marcelo Tinelli que en la provincia lo tuvocomo correlato bajo la franquicia de Huracán y que pasó al olvido tanto o más que sus resultados.
Pero también, vale resaltar que hay entidades que sí han crecido y mucho desde su estructura funcional y deportiva- recreativa y social. Y vale la pena reconocerlo. Son aquellas que no tienen los que podrían llamarse deportes “tradicionales”.
Bigornia Club, Patoruzú, Trelew, Draig Goch, Madryn RC o la mayoría de los clubes comodorenses y cordilleranos ligados al rugby y hockey han tenido, en el último decenio, un crecimiento exponencial. Con apoyo del Estado han conformado una infraestructura envidiable y parecen señalar el camino. Más allá del aporte
del capital privado, que, en buena hora llega, la actividad de los socios ha sido medular para su crecimiento.
Casos emblemáticos
Dos de los clubes que han competido en la elite a nivel nacional, han sido Independiente de Trelew y Huracán de Comodoro Rivadavia. El rojinegro que tiene su sede y su estadio en la calle Soberanía Nacional (antes conocida como Estados Unidos), llego al pináculo de su éxito deportivo en agosto de 1972, cuando se clasificó para el Torneo Nacional de ese año; un certamen que creado en 1967 y murió en 1985. Un mes y un año muy especial para Trelew.
Durante agosto, Independiente festeja su aniversario, siendo considerado el más antiguo club de fútbol de la región (1916), durante ese mes logró su hito máximo deportivo y durante ese mes se produjo la llamada Masacre de Trelew en la Base Almirante Zar tras la fuga del penal de Rawson.
Independiente es un ejemplo de la resistencia de una entidad civil sin fines de lucro. Prisionero de su pasado glorioso, soportó innumerables embates para vender o enajenar su predio, hoy en pleno centro de la ciudad y con un valor inmobiliario altísimo. Cosas del desarrollo urbanístico a quién cedieron tanto sus vecinos
Racing como Huracán. La cancha de Independiente fue la de todo equipo que deambulaba sin casa para jugar.
Allí se jugaron innumerables finales de las diferentes categorías y allí sucedieron las más grandes gestas del balompié zonal. Y de allí, un club con bandera roja y negra no se fue. Aguantó y aguanta.
El otro club heroico y para su grey el más importante de la provincia es Huracán, el de Comodoro Rivadavia. Nacido como una escisión del club Gimnasia y Esgrima de la misma urbe petrolera (un equipo profesional que sí actúa como SAD en una Liga con franquicias como la basquetbolística), el “Globo” incursión en aquellos nacionales de 1971,1974 y 1976 con planteles profesionales y con suerte diversa, aunque nunca pasó la zona de grupos. Son memorables sus cruces con Cipolletti de Rio Negro. Después cayó.
El capital fue hacia otra parte y hoy se recompone con nuevo estadio (el místico del barrio Pietrobelli ya no està más) y añorando épocas remotas, cuando la ciudad se paralizaba por su accionar. Hoy, los nuevos tiempos, marcan otra realidad. Aquella fue una época dorada y una visión diferente. Quizás, otro camino sea el más adecuado. Referencia y pertenencia poseen. Ambos.
Fútbol textil
No debemos dejar de soslayar a la trascendente historia que significó elcertamen textil de fútbol de los años 70 en Trelew. Representadas cada una de las empresas, la caída brutal en la producción de estas y la eliminación de la promoción industrial en la zona, derivó en la paulatina desaparición de ese evento que también significada pertenencia y referencia.
Algunas entidades, de índole no formal a nivel federación, incursionaron esos ámbitos (Parque Industrial o Foderami). Tal vez, la prosecución de las instituciones
informales se trasladaron a los denominados campeonatos barriales o Ligas Independientes. La resultante fue que la Liga Independiente Mar y Valle de Trelew es una de las poderosas del país con casi un centeaer de quipos participando en todas sus categorías en la actualidad.
Deuda impaga
Más allá de la rica historia que cada club de la provincia desasnando estos cien años, la deuda más grande es con el género femenino. Tal como dijimos al principio, sometidas a ser meras acompañantes de los procesos, tuvieron deportes vedados desde su niñez y adolescencia. Al igual que en el resto del país, las mujeres fueron consideradas de segunda categoría para el fútbol por ejemplo, como si no tuvieran capacidad cognitivas o físicas e intelectuales para practicarlo, perdiéndose varias generaciones en practicarlo.
Esa estupidez supina de una sociedad claramente patriarcal conspiró con el desarrollo de las mujeres en esta disciplina y se está pagando. Europeas o
norteamericanas nos dan una verdadera paliza cada vez que las enfrentamos. La incipiente profesionalización será el primer paso de un ingreso que ya es inexorable a un mundo.
Afortunadamente, la Liga del Valle del Chubut, comprendió, hace varios ya, este movimiento y conformó su cuadro femenino. Aún se paga años de inactividad. El nivel no es el óptimo y la competencia es escasa. Herencias o mandatos culturales, inacción o escasa vocación conspiran para cristalizar un derecho adquirido.
También suele suceder con el rugby, donde hay pocos clubes que lo practican. Ni hablar con el hockey, pero a la inversa.
No todas las entidades poseen la categoría caballeros. En fin, hay avances sustanciosos, pero hay retrocesos peligrosos. El deporte argentino en general y
chubutense en particular ha tenido etapas de florecimiento cuando las instituciones deportivas pudieron desarrollar su actividad con holgura, apoyados por políticas activas destinadas a tal fin.
Es decir, estamos ante un fenómeno que fue pensado desde muchos ángulos pero que ninguno termina de comprender del todo. Qué el hombre necesita desatar
alegrías, no solo personales sino masivas, es innegable y ello lo canalizan aquellos clubes en donde, ese hombre es un sujeto y no un objeto. Con voz y voto y allí la asociación civil tiene una gran ventaja: pone al club de fútbol en manos de los socios sin que ello evite una buena gerencia con diversificación de actividades la que va de la mano con el inversor privado.
Así pues, observamos que no existe un modelo jurídico mágico que permita resolver todas las dificultades económicas de los clubes. El secreto del éxito se encuentra en un manejo responsable, debiendo determinarpolíticas económicas sostenibles a largo plazo. Eso fue lo que pensaron los socios fundadores. Quizás, se debería volver a las fuentes.#
Por Juan Miguel Bigrevich
Nacidos en los albores del siglo XX y conformados formalmente –los primeros- dos décadas después, Chubut comenzó a transformarse más en la década del 40 con la conformación ya efectiva de las asociaciones. Con una política de Estado potencial del bienestar, los clubes tuvieron su génesis en los trabajadores del petróleo, del ferrocarril, de la administración pública, de los puertos y de las Fuerza Armadas y de Seguridad, cuyo asiento y presencia fue (y es) innegable en la reseña del
entonces territorio nacional y de la actual provincia.
Los clubes nacieron desde un mundo asociativo: el club social y deportivo. como asociaciones civiles sin fines de lucro, administrada por sus socios en relación al tiempo libre, la recreación y el ocio.
Hay que rescatar las experiencias que dieron origen la fundación de esos clubes: lectores de las obras clásicas literarias, anarquistas confesos y no tanto, una masa ruidosa y laburante, muchas veces caótica y puramente vocacional quienes crearon bibliotecas, hemerotecas, teatro, juegos de mesa; en síntesis, espacios de sociabilidad, los cuales y con el devenir de los tiempos y la pérdida de éstos, fueron desapareciendo en aras de un supuesto progresismo y competitividad cuyo objetivo raya en lo imposible.
Ese derecho al ocio que es la génesis de un club no sólo en un punto determinado de la geografía nacional, sino en toda ella, corre peligro ante un avance brutal del individualismo en este mundo tecnológico en donde la privatización de los colores no parece una empresa improbable.
Los clubes de nuestra provincia destacaron, desde su fundación, la importancia del territorio, de la identidad y participación acompañando el ciclo reproductivo de la vida en toda su trayectoria, desde guarderías, escuelas infantiles hasta la adultez yla condición de vitalicia.
Sin embargo, han mantenido una enorme deuda con el género femenino. A partir de la niñez y basado en una cultura en donde el mandato masculino primaba sobre el resto. Mientras que a los hombres les otorgaba prestigio social y económico, las mujeres eran sometidas al simple rol de espectadoras o colaboradoras de segundo orden; un mandato que se origina desde los establecimientos escolares donde a ellas le estaba vedada algunas actividades físicas como deportes tan populares como el fútbol y boxeo.
También, es dable destacar, que no obstante haber sido siempre asociaciones civiles sin fines de lucro, hubo y hay presidentes personalistas en los clubes que lo condujeron como una Sociedad Anónima Deportiva. Con un estilo verticalista fuerte y que le importaba muy poco lo que la gente pensaba o sentía, quienes –nobleza obliga- en su comodidad de no tener responsabilidades, dejaba actuar.
Más allá de su capacidad o incapacidad en su gestión fueron autoritarios en la dimensión de quién decide, algunos con buenos resultados a corto plazo, pero en general con rotundos fracasos en lo referente a la matriz social.
Los clubes son una marca identitaria de cada sociedad que moldeóesta provincia. Hay de colectividades como el Deportivo Portugués, una ciudad donde las comunidades que llegaron mantuvieron su propio acervo cultural. En menor medida Racing de Trelew con los españoles y Huracán de esa ciudad con los italianos o la galesa con Draig Goch de Gaiman para citar cuatro ejemplos genéricos.
La historia del Dragón Rojo tiene una estrecha relación con otro club de esa localidad: Argentinos del Sur o Sud. Con la Unión de Rugby local en pañales, los gaimenses jugaron con la marca de sus vecinos que portan los colores celeste y blanca. La ecuación era muy sencilla: necesitaban una personería jurídica y aquellos, fundadores de la Liga de Fútbol valletana, ya la tenían.
Después, Argentinos, que supo tener una de las primeras luminarias en su estadio dejaron el fútbol, aunque mantienen una fuerte presencia a partir de su natatorio inaugurado no hace mucho tiempo. Las fuerzas armadas y de seguridad también tuvieron su representatividad. Si bien algunas de esas entidades deportivas y sociales no están más, al menos de manera formal, sí tuvieron su historia.
Comandante Luis Piedrabuena fue un club que desde la Base Almirante Zar de Trelew participó en las disciplinas rugby, fútbol y básquetbol, allá por la década del 70. Más cerca a nuestro tiempo, 3 de Fierro fue una institución que representó a la Liga del Oeste de fútbol en algún que otro regional. El aurinegro pertenecía al Ejército Argentino que tiene base en la principal ciudad de la Comarca Andina.
Lo de Guillermo Brown de Puerto Madryn es actual. Si bien nació ligado a la Prefectura Naval Argentina (su nombre y escudo lo avalan), hoy se ha extendido a otros ámbitos de la sociedad madrynense. Si bien varios de los nombres parecen copias de sus pares nacionales, hubo algunos que debieron cambiar su nombre a partir de una decisión gubernamental del Poder Ejecutivo Nacional.
Racing de Trelew y Ameghino de Comodoro Rivadavia son claros ejemplos. Su original nombre de National, derivó en lo que hoy se los conoce a uno de los clubes más tradicionales de nuestro medio.
Otras de las entidades del sur chubutense y ligada tradicionalmente al obrero petrolero es Florentino Ameghino, cuya original denominación era Germinal en 1919. A raíz de una férrea posición de YPF se decide cambiarle el nombre por el actual en 1923. El que no cambió y que sigue su camino de más de cien años, es el otro Germinal, el de Rawson.
Probablemente inspirado en la novela de Emile Zolá , el club que lleva los colores verdes y blancos –y que supo tener glorias deportivas regionales como caos institucionales que derivó en la pérdida de su patrimonio- se fundó a partir de una escisión de “La Sportiva”, una entidad de la capital provincial que dejó de existir.
Empero, las luces y las sombras que las décadas han puesto sobre los hombres de estas instituciones, y a pesar de las diferentes ofertas de ocio y recreación que existentes por doquier, los clubes chubutenses siguen siendo un sello de agua vigente que nos acompaña a cada lugar que vamos. Los colores, los escudos y banderas o las historias de vida se construyen en un tablón, pegado al alambrado, en una cancha, en un galpón, en una pileta, en una colonia, en un baile o en un carnaval o un gol con la boca bien abierta …y vale la pregunta “¿Tiene valor eso en el mercado? ¿O se cree que los déficits de todo, éste los va a resolver?”.
¿O acaso, el deporte no se cimentó a través de los clubes, quienes asumieron el rol en lo concerniente a la educación física, la iniciación deportiva y la práctica federada, ante la ausencia de una política desde el Estado? Por supuesto que tiene que existir la presencia del Estado. Es una obviedad.
Si ese Estado no coayuda, los clubes, esas asociaciones civiles sin fines de lucro, estarían amenazas en su supervivencia. Y una realidad es la que se observa en los grandes centros urbanos del país y otra en lo que en algún momento se denominó el interior profundo. Con realidades económicas y financieras distintas, con un peso demográfico brutalmente desigual y con topografías tan disímiles como infranqueables, la periferia de Argentina vive una realidad muy distinta al centro de la misma.
Y si el Estado no está para acompañar un proceso de desarrollo, todo tiende a languidecer poquito a poco como en el mejor de los escenarios, sino la finalización
de cualquier proyecto alternativo de una sociedad civil sin fines de lucro.
El ejemplo más brutal es el fútbol, deporte popular por autonomasia. El avance de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), más la eliminación de exenciones impositivas a los mismos, es un claro ejemplo hacia donde se encamina el deporte más popular de los argentinos. Mientras sucede en el centro del universo nacional, las provincias se sostienen con lo que tienen.
Compartiendo regalías con un poder central que se lleva pero que no devuelve en la misma proporción. En esa realidad se tienen que manejar los clubes locales, a quienes le venden espejitos de colores sobre un paraíso que nunca verán, ya que en ningún momento se pensó en invitarlo al banquete.
Tampoco nos engañemos, hay clubes que, si bien son asociaciones civiles sin fines de lucro, han gerenciado, de alguna manera, alguna que otra disciplina para competir.
Un párrafo especial merece Chubut Voley, un proyecto ideado por el empresario televisivo Marcelo Tinelli que en la provincia lo tuvocomo correlato bajo la franquicia de Huracán y que pasó al olvido tanto o más que sus resultados.
Pero también, vale resaltar que hay entidades que sí han crecido y mucho desde su estructura funcional y deportiva- recreativa y social. Y vale la pena reconocerlo. Son aquellas que no tienen los que podrían llamarse deportes “tradicionales”.
Bigornia Club, Patoruzú, Trelew, Draig Goch, Madryn RC o la mayoría de los clubes comodorenses y cordilleranos ligados al rugby y hockey han tenido, en el último decenio, un crecimiento exponencial. Con apoyo del Estado han conformado una infraestructura envidiable y parecen señalar el camino. Más allá del aporte
del capital privado, que, en buena hora llega, la actividad de los socios ha sido medular para su crecimiento.
Casos emblemáticos
Dos de los clubes que han competido en la elite a nivel nacional, han sido Independiente de Trelew y Huracán de Comodoro Rivadavia. El rojinegro que tiene su sede y su estadio en la calle Soberanía Nacional (antes conocida como Estados Unidos), llego al pináculo de su éxito deportivo en agosto de 1972, cuando se clasificó para el Torneo Nacional de ese año; un certamen que creado en 1967 y murió en 1985. Un mes y un año muy especial para Trelew.
Durante agosto, Independiente festeja su aniversario, siendo considerado el más antiguo club de fútbol de la región (1916), durante ese mes logró su hito máximo deportivo y durante ese mes se produjo la llamada Masacre de Trelew en la Base Almirante Zar tras la fuga del penal de Rawson.
Independiente es un ejemplo de la resistencia de una entidad civil sin fines de lucro. Prisionero de su pasado glorioso, soportó innumerables embates para vender o enajenar su predio, hoy en pleno centro de la ciudad y con un valor inmobiliario altísimo. Cosas del desarrollo urbanístico a quién cedieron tanto sus vecinos
Racing como Huracán. La cancha de Independiente fue la de todo equipo que deambulaba sin casa para jugar.
Allí se jugaron innumerables finales de las diferentes categorías y allí sucedieron las más grandes gestas del balompié zonal. Y de allí, un club con bandera roja y negra no se fue. Aguantó y aguanta.
El otro club heroico y para su grey el más importante de la provincia es Huracán, el de Comodoro Rivadavia. Nacido como una escisión del club Gimnasia y Esgrima de la misma urbe petrolera (un equipo profesional que sí actúa como SAD en una Liga con franquicias como la basquetbolística), el “Globo” incursión en aquellos nacionales de 1971,1974 y 1976 con planteles profesionales y con suerte diversa, aunque nunca pasó la zona de grupos. Son memorables sus cruces con Cipolletti de Rio Negro. Después cayó.
El capital fue hacia otra parte y hoy se recompone con nuevo estadio (el místico del barrio Pietrobelli ya no està más) y añorando épocas remotas, cuando la ciudad se paralizaba por su accionar. Hoy, los nuevos tiempos, marcan otra realidad. Aquella fue una época dorada y una visión diferente. Quizás, otro camino sea el más adecuado. Referencia y pertenencia poseen. Ambos.
Fútbol textil
No debemos dejar de soslayar a la trascendente historia que significó elcertamen textil de fútbol de los años 70 en Trelew. Representadas cada una de las empresas, la caída brutal en la producción de estas y la eliminación de la promoción industrial en la zona, derivó en la paulatina desaparición de ese evento que también significada pertenencia y referencia.
Algunas entidades, de índole no formal a nivel federación, incursionaron esos ámbitos (Parque Industrial o Foderami). Tal vez, la prosecución de las instituciones
informales se trasladaron a los denominados campeonatos barriales o Ligas Independientes. La resultante fue que la Liga Independiente Mar y Valle de Trelew es una de las poderosas del país con casi un centeaer de quipos participando en todas sus categorías en la actualidad.
Deuda impaga
Más allá de la rica historia que cada club de la provincia desasnando estos cien años, la deuda más grande es con el género femenino. Tal como dijimos al principio, sometidas a ser meras acompañantes de los procesos, tuvieron deportes vedados desde su niñez y adolescencia. Al igual que en el resto del país, las mujeres fueron consideradas de segunda categoría para el fútbol por ejemplo, como si no tuvieran capacidad cognitivas o físicas e intelectuales para practicarlo, perdiéndose varias generaciones en practicarlo.
Esa estupidez supina de una sociedad claramente patriarcal conspiró con el desarrollo de las mujeres en esta disciplina y se está pagando. Europeas o
norteamericanas nos dan una verdadera paliza cada vez que las enfrentamos. La incipiente profesionalización será el primer paso de un ingreso que ya es inexorable a un mundo.
Afortunadamente, la Liga del Valle del Chubut, comprendió, hace varios ya, este movimiento y conformó su cuadro femenino. Aún se paga años de inactividad. El nivel no es el óptimo y la competencia es escasa. Herencias o mandatos culturales, inacción o escasa vocación conspiran para cristalizar un derecho adquirido.
También suele suceder con el rugby, donde hay pocos clubes que lo practican. Ni hablar con el hockey, pero a la inversa.
No todas las entidades poseen la categoría caballeros. En fin, hay avances sustanciosos, pero hay retrocesos peligrosos. El deporte argentino en general y
chubutense en particular ha tenido etapas de florecimiento cuando las instituciones deportivas pudieron desarrollar su actividad con holgura, apoyados por políticas activas destinadas a tal fin.
Es decir, estamos ante un fenómeno que fue pensado desde muchos ángulos pero que ninguno termina de comprender del todo. Qué el hombre necesita desatar
alegrías, no solo personales sino masivas, es innegable y ello lo canalizan aquellos clubes en donde, ese hombre es un sujeto y no un objeto. Con voz y voto y allí la asociación civil tiene una gran ventaja: pone al club de fútbol en manos de los socios sin que ello evite una buena gerencia con diversificación de actividades la que va de la mano con el inversor privado.
Así pues, observamos que no existe un modelo jurídico mágico que permita resolver todas las dificultades económicas de los clubes. El secreto del éxito se encuentra en un manejo responsable, debiendo determinarpolíticas económicas sostenibles a largo plazo. Eso fue lo que pensaron los socios fundadores. Quizás, se debería volver a las fuentes.#