Lejos, y en el recuerdo de algunos afortunados, están las imágenes de cuando el tren viajaba por el Valle o venia de Puerto Madryn a Trelew. Ni que decir cuando iba a Playa Unión, llevando a cientos de alegres veraneantes. El temporal dejó al descubierto que, cuando la nieve cae con fuerza, las rutas se inutilizan y las ciudades y la gente quedan aisladas.
#TEMPORAL. ¿Y si vuelve el tren?: #LaTrochita pechó la #nieve como si nada (Video)https://t.co/yFgLQAOK4w pic.twitter.com/i0R808EMIy
— Diario Jornada (@JornadaWeb) June 21, 2024
En la cordillera, una vieja maquina de más de 100 años, les hace frente a los bardones de nieve y avanza sin problema: la querida Trochita.
Ahora imaginemos que un tren circula por la meseta, uniendo pueblos, ciudades y parajes alejados. Que mejor vehículo para llegar seguros, pese a los temporales de nieve o lluvia. Cuantos problemas nos ahorraríamos, ni hablar de dinero y tiempo.
Poder sacar la lana de los campos, transportar animales, mercadería, llevar pobladores, traer turistas a la meseta y darles un ingreso extra a los habitantes de esas zonas con la venta de artesanías, alojamientos, recorridas y comidas típicas.
El tren ha sido sinónimo de progreso en cada país desde sus orígenes. Facilitando la vida de la gente. O como medio indiscutible de transporte de bienes. Los costos se abaratan estrepitosamente.
Por cuestiones políticas e intereses que vaya a saber uno, el trencito murió hace varias décadas en Chubut. Solo La Trochita sobrevive como un atractivo turístico reconocido a nivel mundial.
No sería descabellado soñar con resucitar el tren en Chubut, como una herramienta para fomentar aun más el turismo y llevar progreso a cada paraje que llegue. Río Negro tiene al Tren Patagónico, orgullo de sus ciudadanos y néxo fundamental de los pueblos de su meseta hasta la cordillera.
Dios quiera que alguien, alguna autoridad, un día se ilumine y reviva al querido tren por el bien de todos los chubutenses.
Lejos, y en el recuerdo de algunos afortunados, están las imágenes de cuando el tren viajaba por el Valle o venia de Puerto Madryn a Trelew. Ni que decir cuando iba a Playa Unión, llevando a cientos de alegres veraneantes. El temporal dejó al descubierto que, cuando la nieve cae con fuerza, las rutas se inutilizan y las ciudades y la gente quedan aisladas.
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En la cordillera, una vieja maquina de más de 100 años, les hace frente a los bardones de nieve y avanza sin problema: la querida Trochita.
Ahora imaginemos que un tren circula por la meseta, uniendo pueblos, ciudades y parajes alejados. Que mejor vehículo para llegar seguros, pese a los temporales de nieve o lluvia. Cuantos problemas nos ahorraríamos, ni hablar de dinero y tiempo.
Poder sacar la lana de los campos, transportar animales, mercadería, llevar pobladores, traer turistas a la meseta y darles un ingreso extra a los habitantes de esas zonas con la venta de artesanías, alojamientos, recorridas y comidas típicas.
El tren ha sido sinónimo de progreso en cada país desde sus orígenes. Facilitando la vida de la gente. O como medio indiscutible de transporte de bienes. Los costos se abaratan estrepitosamente.
Por cuestiones políticas e intereses que vaya a saber uno, el trencito murió hace varias décadas en Chubut. Solo La Trochita sobrevive como un atractivo turístico reconocido a nivel mundial.
No sería descabellado soñar con resucitar el tren en Chubut, como una herramienta para fomentar aun más el turismo y llevar progreso a cada paraje que llegue. Río Negro tiene al Tren Patagónico, orgullo de sus ciudadanos y néxo fundamental de los pueblos de su meseta hasta la cordillera.
Dios quiera que alguien, alguna autoridad, un día se ilumine y reviva al querido tren por el bien de todos los chubutenses.