Por Lorena Leeming / Redacción Jornada
Fotografía: Sergio Esparza
Video y edición: Vanesa Lev
La lucha por una sociedad igualitaria aún sigue en pie y parecería que aún falta mucho para lograrlo. Más aún, en un contexto en el que el gobierno nacional poco tiene en cuenta los derechos adquiridos por mujeres, disidencias y minorías. El 5 de septiembre se conmemoró el día Internacional de la Mujer Originaria. Paula Huincaleo describió a la perfección la realidad actual de una comunidad marcada por discriminación, falta de acceso a la educación y tantos otros ámbitos. Es referente mapuche de “Ruka Peñi” en Dolavon. En la entrevista con Jornada deslizó: “Duele que te juzguen por ser de un color o una raza”.
La templanza parece ser su mayor virtud. Paula cuenta una lucha de muchos años hasta lograr tener un lugar para que su comunidad Ruka Peñi se asiente en Dolavon. Admite que en lo personal logró insertarse en un mercado laboral a través de emprendimientos y que actualmente trabaja en la escuela 101 de esa localidad enseñando el idioma mapuche. Una partecita de tanta cultura por la que bregan para que no desaparezca. Su rico lenguaje le permite hablar en su propia lengua y con una sonrisa traducirlo rápidamente al castellano para que todos interpreten sus palabras, su relato.
Claro está que no todas las mujeres de su comunidad corrieron su misma suerte. Ella se transforma rápidamente en la voz de las que no la tienen. De aquellas que no pueden salir aún de lugares de trabajo antaño relacionados a campos, tareas de cuidado y otros tantos que nada tienen que ver con su crecimiento personal y mucho menos, realización como mujer. “En cuanto a los derechos, estamos en lucha. Hay muchos derechos en los que estamos muy atrasadas. Tendríamos que tener más más igualdad, más respeto”, expresó sin ningún tipo de resentimiento ni molestia, pero la solemnidad con la que explica la realidad estremece, lleva de inmediato a la reflexión.
La sumisión y falta de oportunidades no es de ahora, claro. Son años, muchos maños. Paula asegura que “nuestra voz viene callándose desde el tiempo de mi abuela. Ella falleció a los 113 años en Dolavon. Siempre estuvo en lucha por el reconocimiento y por darnos nuestro lugar. Poder llevar nuestra palabra, nuestra lengua mapuche, los pensamientos, poder ser iguales en la sociedad como cualquiera de las mujeres”. Un deseo que en realidad, es un derecho; pero que aún por estos tiempos parece estar pendiente.
El Dia Internacional de la Mujer Originaria, fue instituido en 1983, recuerda la muerte de Bartolina Sisa, una valiente guerrera quechua que luchó contra la dominación colonial española y simboliza la resistencia de los pueblos originarios. “Queremos que nos tengan en cuenta no sólo este día, sino todos los días. Luego, en cuanto a las luchas, hay mujeres que siguen peleándola, que no tienen esa posibilidad de estar viviendo como una, de ser reconocida, que la gente se acerque y vea cómo se vive. Hay que prestarles una ayuda”, vaciló.
Argumenta de alguna manera, esta marginalidad en la que por mala fortuna vivieron y viven. “Muchas de nuestras mujeres no tuvieron la oportunidad de terminar un estudio, terminar una primaria, secundaria, pero sí han tenido el conocimiento ancestral. Hay una artesana con su hilar, alfareras, sus cuencos, su orfebrería. Por ese lugar, la mujer mapuche ha estado llegando a trabajar”, enumeró entre otros tantos oficios que enaltecen la labor que se desprende de una cultura que torna privilegiado el territorio chubutense.
Paula no dudó en poner en palabras lo que más les afecta como mujeres pertenecientes a una comunidad que dentro de la sociedad, suele ser minoría. “Creo que duele que te juzguen por ser de un color y una raza y no llegar a lugares por no haber podido estudiar. Con los años que tengo, se me hizo difícil poder estudiar. Mi madre me crió sola. Éramos muchos hermanos y fue difícil. O trabajabas o estudiabas. Y me salió salir a ser niñera, empleada doméstica, costurera. Ahora estoy en Educación Intercultural bilingüe. Estoy enseñando en la escuela 101 de Dolavon. Hoy por hoy estoy en ese lugar”, expresó siempre con una sonrisa.
Admitió sentir que aún falta mucho para lograr una sociedad igualitaria. “Deberíamos ser reconocidas pero todavía hay gente que dice que no merecemos llevar nuestra voz y enseñar nuestra lengua originaria. Por ahí, entristece que nos miren diferente pero estamos fortalecidas. Donde haya un lugar y un espacio donde podemos revindicar nuestra cultura y ser reconocidas, vamos a estar”, reveló.
Para finalizar, emitió un mensaje a mujeres de distintas culturas que alzan todos los días su bandera para lograr una mejor calidad de vida. “El mensaje es que luchen, que salgan adelante, se unan para salir adelante luchando, esforzándose. Diciendo: soy mapuche, me toca votar y tengo un derecho que tengo que hacer valer”, concluyó.
Por Lorena Leeming / Redacción Jornada
Fotografía: Sergio Esparza
Video y edición: Vanesa Lev
La lucha por una sociedad igualitaria aún sigue en pie y parecería que aún falta mucho para lograrlo. Más aún, en un contexto en el que el gobierno nacional poco tiene en cuenta los derechos adquiridos por mujeres, disidencias y minorías. El 5 de septiembre se conmemoró el día Internacional de la Mujer Originaria. Paula Huincaleo describió a la perfección la realidad actual de una comunidad marcada por discriminación, falta de acceso a la educación y tantos otros ámbitos. Es referente mapuche de “Ruka Peñi” en Dolavon. En la entrevista con Jornada deslizó: “Duele que te juzguen por ser de un color o una raza”.
La templanza parece ser su mayor virtud. Paula cuenta una lucha de muchos años hasta lograr tener un lugar para que su comunidad Ruka Peñi se asiente en Dolavon. Admite que en lo personal logró insertarse en un mercado laboral a través de emprendimientos y que actualmente trabaja en la escuela 101 de esa localidad enseñando el idioma mapuche. Una partecita de tanta cultura por la que bregan para que no desaparezca. Su rico lenguaje le permite hablar en su propia lengua y con una sonrisa traducirlo rápidamente al castellano para que todos interpreten sus palabras, su relato.
Claro está que no todas las mujeres de su comunidad corrieron su misma suerte. Ella se transforma rápidamente en la voz de las que no la tienen. De aquellas que no pueden salir aún de lugares de trabajo antaño relacionados a campos, tareas de cuidado y otros tantos que nada tienen que ver con su crecimiento personal y mucho menos, realización como mujer. “En cuanto a los derechos, estamos en lucha. Hay muchos derechos en los que estamos muy atrasadas. Tendríamos que tener más más igualdad, más respeto”, expresó sin ningún tipo de resentimiento ni molestia, pero la solemnidad con la que explica la realidad estremece, lleva de inmediato a la reflexión.
La sumisión y falta de oportunidades no es de ahora, claro. Son años, muchos maños. Paula asegura que “nuestra voz viene callándose desde el tiempo de mi abuela. Ella falleció a los 113 años en Dolavon. Siempre estuvo en lucha por el reconocimiento y por darnos nuestro lugar. Poder llevar nuestra palabra, nuestra lengua mapuche, los pensamientos, poder ser iguales en la sociedad como cualquiera de las mujeres”. Un deseo que en realidad, es un derecho; pero que aún por estos tiempos parece estar pendiente.
El Dia Internacional de la Mujer Originaria, fue instituido en 1983, recuerda la muerte de Bartolina Sisa, una valiente guerrera quechua que luchó contra la dominación colonial española y simboliza la resistencia de los pueblos originarios. “Queremos que nos tengan en cuenta no sólo este día, sino todos los días. Luego, en cuanto a las luchas, hay mujeres que siguen peleándola, que no tienen esa posibilidad de estar viviendo como una, de ser reconocida, que la gente se acerque y vea cómo se vive. Hay que prestarles una ayuda”, vaciló.
Argumenta de alguna manera, esta marginalidad en la que por mala fortuna vivieron y viven. “Muchas de nuestras mujeres no tuvieron la oportunidad de terminar un estudio, terminar una primaria, secundaria, pero sí han tenido el conocimiento ancestral. Hay una artesana con su hilar, alfareras, sus cuencos, su orfebrería. Por ese lugar, la mujer mapuche ha estado llegando a trabajar”, enumeró entre otros tantos oficios que enaltecen la labor que se desprende de una cultura que torna privilegiado el territorio chubutense.
Paula no dudó en poner en palabras lo que más les afecta como mujeres pertenecientes a una comunidad que dentro de la sociedad, suele ser minoría. “Creo que duele que te juzguen por ser de un color y una raza y no llegar a lugares por no haber podido estudiar. Con los años que tengo, se me hizo difícil poder estudiar. Mi madre me crió sola. Éramos muchos hermanos y fue difícil. O trabajabas o estudiabas. Y me salió salir a ser niñera, empleada doméstica, costurera. Ahora estoy en Educación Intercultural bilingüe. Estoy enseñando en la escuela 101 de Dolavon. Hoy por hoy estoy en ese lugar”, expresó siempre con una sonrisa.
Admitió sentir que aún falta mucho para lograr una sociedad igualitaria. “Deberíamos ser reconocidas pero todavía hay gente que dice que no merecemos llevar nuestra voz y enseñar nuestra lengua originaria. Por ahí, entristece que nos miren diferente pero estamos fortalecidas. Donde haya un lugar y un espacio donde podemos revindicar nuestra cultura y ser reconocidas, vamos a estar”, reveló.
Para finalizar, emitió un mensaje a mujeres de distintas culturas que alzan todos los días su bandera para lograr una mejor calidad de vida. “El mensaje es que luchen, que salgan adelante, se unan para salir adelante luchando, esforzándose. Diciendo: soy mapuche, me toca votar y tengo un derecho que tengo que hacer valer”, concluyó.