Por Lorena Leeming / Redacción Jornada
Fotografía: Daniel Feldman
Video: Gustavo Zúñiga
Edición: Vanesa Lev
La crisis económica, el crecimiento de la cifra de pobres, personas vulnerables, violencia y desigualdad de género, el rol de la mujer, disidencias, el concepto de solidaridad y las acciones de contención. Fueron éstos algunos de los temas abordados por el padre obispo Roberto Álvarez de Trelew en una entrevista con Jornada. Respondió a todo. Atinado en línea con el papa Francisco que dijo: “Las mujeres llevan adelante el país” (en una visita a Papúa Nueva Guinea), Álvarez reforzó aún más el concepto: “La mujer es intuitiva para la vida y la muerte” afirmó, relatando múltiples ejemplos de cómo son ellas las que afrontan y son fuertes ante una crítica situación. Tampoco evitó responder sobre la posición ante personas que forman parte de comunidades como LGBTQ+. “La Iglesia contiene a todos, no se pregunta la elección sexual”.
El escenario social que afecta a cada uno de los ciudadanos no le es para nada indiferente a Álvarez. Se involucra, conoce, ha trabajado con gente en claro estado de vulnerabilidad y la realidad lo atraviesa, se le nota. Se hace muchas preguntas y las exterioriza; pero no deja las cosas ahí: actúa con las herramientas que tiene a su alcance para mejorar la calidad de vida de una o varias personas.
Asegura que “el rol de la mujer si bien es una cuestión epocal (que cambia) es de empoderamiento ante distintas situaciones sociales o públicas, es algo que emerge, que ya estaba. Yo empecé hace 30 años trabajando en villas de emergencia en Córdoba y a mí me impresionaba cómo era la mujer la que sostenía la casa”, se sinceró.
"Que Dios no sea papá.."
Hizo una pausa. Y describió sin necesidad de agregar ni una palabra más, la violencia intrafamiliar y de género. Recordó: “Cuando fui seminarista me tocó dar catequesis en una villa. Y tenía que explicar que Dios era papá. Cuando fui a explicarlo, los chicos me decían: yo no quiero que Dios sea papá porque llega borracho, violento, falta muchos días. Quiero que sea como mi mamá y no como mi papá. Uno empieza a acuñar que Dios es padre y madre. Pero también te vas dando cuenta que la mujer es la resiliente, la que sostiene en las casas el acontecer cotidiano pero también en las situaciones de emergencia, la que más fuerza tiene para salir”, reflexionó, sin ocultar la sorpresa y la reflexión a la que lo llevó la afirmación de los niños. Esos niños cuyo entorno violento estaba ya casi naturalizado.
"Ellas se ocupan"
No se puede mirar para el costado. Y el obispo no lo hace. Su entrega personal, hace que su discurso sea distinto, que distinga y detecte hasta lo mínimo. Asegura que en los espacios de la Iglesia que tienen que ver con nutrición, estimulación temprana de niños y contención de consumos problemáticos, como así trabajos cooperativos, de huerta, tejeduría, costura, “el 90% son mujeres las que están presentes y trabajando” remarcó, dejando aquí un claro mensaje que otra vez, son ellas las que se ocupan cuando se tiene que buscar ayuda o contención ante problemáticas que requieren inmediata asistencia.
Desigualdad laboral
“Hay distintos espacios en Puerto Madryn, Dolavon, Trelew, Rawson y Las plumas y es la mujer la que lleva adelante la tarea. Eso que es evidente en el ámbito social, en lo laboral sigue siendo dificultoso. No da lo mismo a una empresa o un negocio tomar a una mujer que a un varón. No solo acá sino en otros lugares del mundo: la proyección de la maternidad. Aunque suene duro, a una mujer cuando le hacen una entrevista de trabajo también le hacen una pregunta sobre proyecto de familia. A un varón nunca se la harían” ejemplificó, graficando la desigualdad en el mercado laboral que aún existe en distintos ámbitos.
El padre Álvarez admite que “hoy a nivel gerencial hay muchas mujeres pero sigue siendo una proporción distinta. En la Iglesia, en lo que sería hoy gerenciar la catequesis , la pastoral social, la caridad y el acontencer pastoral, tenemos una participación masiva de mujeres, repitiendo sí, en la Iglesia un esquema patriarcal”, admitió.
Fundamentó esta afirmación con una comparación: “En lugar de estar su padre o su marido, pasa a estar el cura. Y al cura es al que está referida y al cura es al que obedece y a veces, a mí como obispo me cuesta que las mujeres se desmarquen. Si tienen su propia opinión o intuición desde lo femenino, bienvenida la aplicación”, valoró.
"Intuitiva"
Citó al papa Benedicto respecto a una visión, también compartida por el papa Francisco: “La mujer es intuitiva para la vida y para la muerte”. Cuando hay signos de muerte, los descubre más rápido la mujer. Esa dimensión que es tan clara, también se da en lo pastoral y a veces tiene demasiada mediación de la estructura de los curas. Estamos haciendo un trabajo para estimular a mujeres a coordinar espacios que no necesariamente tienen que tener la figura sacerdotal aunque es indispensable para algunas cosas por alguna cuestión particular, no en todo”, aclaró.
“Es decir -subrayó Alvarez-, en la Iglesia y en los espacios de contención social es clarísimo el emergente de la mujer como articulador , como promoción, generación y transformación”, expresó dándole un manto de claridad a sus expresiones.
"La Iglesia no pregunta"
Consultado sobre la posición respecto a las disidencias (comunidades como LGBTQ+) cuyo debate y discusión es permanente, Álvarez no planteó ningún tipo de conflicto. A modo pedagógico volvió a citar al papa Francisco para dejar en claro que nadie en un servicio pastoral, pregunta cuál es la elección sexual de otra persona para brindar contención o asistencia. “No corresponde” dijo. A continuación apuntó el ejemplo de Francisco y se remontó al fútbol: “Un arquero no elige de qué lado se tira cuando llega la pelota, tiene que atajar siempre. Hay que atajar la vida como viene, no como querríamos que fuera”, explicó.
Pero no quedó ahí, su humanidad se nota a flor de piel. “La vida viene en lo afectivo, en lo sexual y en otras dimensiones, no en el marco y concepto que creemos ideal, solo viene. La Iglesia tiene como obligación contender, aceptar, promocionar, darle un lugar. Es un espacio de integración. Nadie pregunta ante un servicio pastoral, cuál es la elección sexual del otro, no correspondería” afirmó, sin dejar rastros de duda.
La crisis económica se siente, se palpa. La gente no puede ocultar su angustia y la preocupación de no poder afrontar los gastos mínimos o por perder sus empleos. La fe es una de las “propiedades” que no se pierde. Y por eso, cada vez más fieles llegan a las Iglesias para permitirse creer en un mundo un poco mejor. Admitió Roberto Álvarez que en los últimos años “los requerimientos son más grandes. Han ido en aumento desde los últimos 6 años. A mi me tocó recién empezar a ser cura con la hiperinflación, me marcó para siempre y en Córdoba”, recordó.
Entre la salud y la comida
El obispo, que bien sabe transmitir sus propias emociones más allá del trabajo diario que le toca afrontar, confiesa – con evidente impotencia – que “lo que a uno lo mata es ver gente que vuelve a pensar si come o toma remedios. A cualquiera que tiene una fibra de corazón lo mata. Y volvés a ver a nuestros ancianos o a gente con niños pequeños. Cuando se ve a la mamá con el niño resfriado con bronquios tomados y va a nuestros espacios para ver si hay muestras gratis de algo, se sabe que la renuncia va a ser no cenar porque va a tener que comprar medicación o lo que sea y se queda sin cenar. Entre la salud y la comida. Son esas conversaciones que uno padeció en 2001 o 2002. Me destruyen y me parece que a los curas y agentes pastorales les significa una creatividad para seguir alentando y teniendo esperanza”, manifestó.
Solidaridad
Así como faltan alimentos, falta trabajo y tantas otras cosas, también (nobleza obliga) el pueblo “es enormemente solidario. Yo siendo cura comencé una campaña para mi cumpleaños. A mi no me hace falta nada. Hice 3 misas: una en Madryn, en Rawson y Trelew. Todos tenían que traer medias y camisetas. Mi cumpleaños es el 5 de mayo. Llenamos 3 camionetas y repartimos la ropa en Telsen, Gan Gan, Lagunita Salada, etcétera. Así cuando hacemos cada campaña. Como en navidad. Se arman cajas. Y las decoran, les ponen mensajes de niños para otros. No me puedo quejar del sentimiento solidario. Atrás de pequeños trabajos hay empresas que nos donan para hacer tareas corporativas: una máquina de coser, una amasadora para panadería, por ejemplo. Es precioso”, ejemplificó.
Violencia de género
La violencia de género y las consecuencias de este flagelo que padecen millones de mujeres en el mundo, fue otro de los temas que el obispo abordó sin tapujos. “Siendo cura hicimos una casa de contención de mujeres que sufrían violencia de género. Gasté parte de mi ministerio de cura recibiendo mujeres trompeadas, desfiguradas, embarazadas golpeadas. Ahí vi el último escalón de lo abusivo, de cuando no tiene donde ir y se tiene que quedar al lado del violento, acceder a determinadas cosas para darle de comer a sus hijos”, relató.
"Es posible otra cosa"
No se salió de tema y como mensaje a las personas que viven en situación de vulnerabilidad y que por una u otra razón están a un paso de perder las esperanzas, Roberto Álvarez expresó: “ Me encantaría que nuestras comunidades le dijeran a “ese último escalón” y todos los que van para arriba que es posible otra cosa. Y que esa otra cosa necesita un proyecto colectivo. No es la ayuda de un cura o una mujer buena que está en una capilla. Es esa decisión comunitaria como diócesis que hemos tomado. Y empezar a respirar un mundo distinto y una realidad personal afectiva distinta. Eso, me encantaría que cuando lean o escuchen, si una mujer tiene la tristeza de no tener futuro, sufre la violencia o falta de proyecto, sienta que cerca hay una capilla de la iglesia católica que estará dispuesta a darle una mano”, concluyó.
Por Lorena Leeming / Redacción Jornada
Fotografía: Daniel Feldman
Video: Gustavo Zúñiga
Edición: Vanesa Lev
La crisis económica, el crecimiento de la cifra de pobres, personas vulnerables, violencia y desigualdad de género, el rol de la mujer, disidencias, el concepto de solidaridad y las acciones de contención. Fueron éstos algunos de los temas abordados por el padre obispo Roberto Álvarez de Trelew en una entrevista con Jornada. Respondió a todo. Atinado en línea con el papa Francisco que dijo: “Las mujeres llevan adelante el país” (en una visita a Papúa Nueva Guinea), Álvarez reforzó aún más el concepto: “La mujer es intuitiva para la vida y la muerte” afirmó, relatando múltiples ejemplos de cómo son ellas las que afrontan y son fuertes ante una crítica situación. Tampoco evitó responder sobre la posición ante personas que forman parte de comunidades como LGBTQ+. “La Iglesia contiene a todos, no se pregunta la elección sexual”.
El escenario social que afecta a cada uno de los ciudadanos no le es para nada indiferente a Álvarez. Se involucra, conoce, ha trabajado con gente en claro estado de vulnerabilidad y la realidad lo atraviesa, se le nota. Se hace muchas preguntas y las exterioriza; pero no deja las cosas ahí: actúa con las herramientas que tiene a su alcance para mejorar la calidad de vida de una o varias personas.
Asegura que “el rol de la mujer si bien es una cuestión epocal (que cambia) es de empoderamiento ante distintas situaciones sociales o públicas, es algo que emerge, que ya estaba. Yo empecé hace 30 años trabajando en villas de emergencia en Córdoba y a mí me impresionaba cómo era la mujer la que sostenía la casa”, se sinceró.
"Que Dios no sea papá.."
Hizo una pausa. Y describió sin necesidad de agregar ni una palabra más, la violencia intrafamiliar y de género. Recordó: “Cuando fui seminarista me tocó dar catequesis en una villa. Y tenía que explicar que Dios era papá. Cuando fui a explicarlo, los chicos me decían: yo no quiero que Dios sea papá porque llega borracho, violento, falta muchos días. Quiero que sea como mi mamá y no como mi papá. Uno empieza a acuñar que Dios es padre y madre. Pero también te vas dando cuenta que la mujer es la resiliente, la que sostiene en las casas el acontecer cotidiano pero también en las situaciones de emergencia, la que más fuerza tiene para salir”, reflexionó, sin ocultar la sorpresa y la reflexión a la que lo llevó la afirmación de los niños. Esos niños cuyo entorno violento estaba ya casi naturalizado.
"Ellas se ocupan"
No se puede mirar para el costado. Y el obispo no lo hace. Su entrega personal, hace que su discurso sea distinto, que distinga y detecte hasta lo mínimo. Asegura que en los espacios de la Iglesia que tienen que ver con nutrición, estimulación temprana de niños y contención de consumos problemáticos, como así trabajos cooperativos, de huerta, tejeduría, costura, “el 90% son mujeres las que están presentes y trabajando” remarcó, dejando aquí un claro mensaje que otra vez, son ellas las que se ocupan cuando se tiene que buscar ayuda o contención ante problemáticas que requieren inmediata asistencia.
Desigualdad laboral
“Hay distintos espacios en Puerto Madryn, Dolavon, Trelew, Rawson y Las plumas y es la mujer la que lleva adelante la tarea. Eso que es evidente en el ámbito social, en lo laboral sigue siendo dificultoso. No da lo mismo a una empresa o un negocio tomar a una mujer que a un varón. No solo acá sino en otros lugares del mundo: la proyección de la maternidad. Aunque suene duro, a una mujer cuando le hacen una entrevista de trabajo también le hacen una pregunta sobre proyecto de familia. A un varón nunca se la harían” ejemplificó, graficando la desigualdad en el mercado laboral que aún existe en distintos ámbitos.
El padre Álvarez admite que “hoy a nivel gerencial hay muchas mujeres pero sigue siendo una proporción distinta. En la Iglesia, en lo que sería hoy gerenciar la catequesis , la pastoral social, la caridad y el acontencer pastoral, tenemos una participación masiva de mujeres, repitiendo sí, en la Iglesia un esquema patriarcal”, admitió.
Fundamentó esta afirmación con una comparación: “En lugar de estar su padre o su marido, pasa a estar el cura. Y al cura es al que está referida y al cura es al que obedece y a veces, a mí como obispo me cuesta que las mujeres se desmarquen. Si tienen su propia opinión o intuición desde lo femenino, bienvenida la aplicación”, valoró.
"Intuitiva"
Citó al papa Benedicto respecto a una visión, también compartida por el papa Francisco: “La mujer es intuitiva para la vida y para la muerte”. Cuando hay signos de muerte, los descubre más rápido la mujer. Esa dimensión que es tan clara, también se da en lo pastoral y a veces tiene demasiada mediación de la estructura de los curas. Estamos haciendo un trabajo para estimular a mujeres a coordinar espacios que no necesariamente tienen que tener la figura sacerdotal aunque es indispensable para algunas cosas por alguna cuestión particular, no en todo”, aclaró.
“Es decir -subrayó Alvarez-, en la Iglesia y en los espacios de contención social es clarísimo el emergente de la mujer como articulador , como promoción, generación y transformación”, expresó dándole un manto de claridad a sus expresiones.
"La Iglesia no pregunta"
Consultado sobre la posición respecto a las disidencias (comunidades como LGBTQ+) cuyo debate y discusión es permanente, Álvarez no planteó ningún tipo de conflicto. A modo pedagógico volvió a citar al papa Francisco para dejar en claro que nadie en un servicio pastoral, pregunta cuál es la elección sexual de otra persona para brindar contención o asistencia. “No corresponde” dijo. A continuación apuntó el ejemplo de Francisco y se remontó al fútbol: “Un arquero no elige de qué lado se tira cuando llega la pelota, tiene que atajar siempre. Hay que atajar la vida como viene, no como querríamos que fuera”, explicó.
Pero no quedó ahí, su humanidad se nota a flor de piel. “La vida viene en lo afectivo, en lo sexual y en otras dimensiones, no en el marco y concepto que creemos ideal, solo viene. La Iglesia tiene como obligación contender, aceptar, promocionar, darle un lugar. Es un espacio de integración. Nadie pregunta ante un servicio pastoral, cuál es la elección sexual del otro, no correspondería” afirmó, sin dejar rastros de duda.
La crisis económica se siente, se palpa. La gente no puede ocultar su angustia y la preocupación de no poder afrontar los gastos mínimos o por perder sus empleos. La fe es una de las “propiedades” que no se pierde. Y por eso, cada vez más fieles llegan a las Iglesias para permitirse creer en un mundo un poco mejor. Admitió Roberto Álvarez que en los últimos años “los requerimientos son más grandes. Han ido en aumento desde los últimos 6 años. A mi me tocó recién empezar a ser cura con la hiperinflación, me marcó para siempre y en Córdoba”, recordó.
Entre la salud y la comida
El obispo, que bien sabe transmitir sus propias emociones más allá del trabajo diario que le toca afrontar, confiesa – con evidente impotencia – que “lo que a uno lo mata es ver gente que vuelve a pensar si come o toma remedios. A cualquiera que tiene una fibra de corazón lo mata. Y volvés a ver a nuestros ancianos o a gente con niños pequeños. Cuando se ve a la mamá con el niño resfriado con bronquios tomados y va a nuestros espacios para ver si hay muestras gratis de algo, se sabe que la renuncia va a ser no cenar porque va a tener que comprar medicación o lo que sea y se queda sin cenar. Entre la salud y la comida. Son esas conversaciones que uno padeció en 2001 o 2002. Me destruyen y me parece que a los curas y agentes pastorales les significa una creatividad para seguir alentando y teniendo esperanza”, manifestó.
Solidaridad
Así como faltan alimentos, falta trabajo y tantas otras cosas, también (nobleza obliga) el pueblo “es enormemente solidario. Yo siendo cura comencé una campaña para mi cumpleaños. A mi no me hace falta nada. Hice 3 misas: una en Madryn, en Rawson y Trelew. Todos tenían que traer medias y camisetas. Mi cumpleaños es el 5 de mayo. Llenamos 3 camionetas y repartimos la ropa en Telsen, Gan Gan, Lagunita Salada, etcétera. Así cuando hacemos cada campaña. Como en navidad. Se arman cajas. Y las decoran, les ponen mensajes de niños para otros. No me puedo quejar del sentimiento solidario. Atrás de pequeños trabajos hay empresas que nos donan para hacer tareas corporativas: una máquina de coser, una amasadora para panadería, por ejemplo. Es precioso”, ejemplificó.
Violencia de género
La violencia de género y las consecuencias de este flagelo que padecen millones de mujeres en el mundo, fue otro de los temas que el obispo abordó sin tapujos. “Siendo cura hicimos una casa de contención de mujeres que sufrían violencia de género. Gasté parte de mi ministerio de cura recibiendo mujeres trompeadas, desfiguradas, embarazadas golpeadas. Ahí vi el último escalón de lo abusivo, de cuando no tiene donde ir y se tiene que quedar al lado del violento, acceder a determinadas cosas para darle de comer a sus hijos”, relató.
"Es posible otra cosa"
No se salió de tema y como mensaje a las personas que viven en situación de vulnerabilidad y que por una u otra razón están a un paso de perder las esperanzas, Roberto Álvarez expresó: “ Me encantaría que nuestras comunidades le dijeran a “ese último escalón” y todos los que van para arriba que es posible otra cosa. Y que esa otra cosa necesita un proyecto colectivo. No es la ayuda de un cura o una mujer buena que está en una capilla. Es esa decisión comunitaria como diócesis que hemos tomado. Y empezar a respirar un mundo distinto y una realidad personal afectiva distinta. Eso, me encantaría que cuando lean o escuchen, si una mujer tiene la tristeza de no tener futuro, sufre la violencia o falta de proyecto, sienta que cerca hay una capilla de la iglesia católica que estará dispuesta a darle una mano”, concluyó.