El equipo de psicólogos que en Chubut ayuda a elegir jurados y preparar alegatos

Se llama Equipo de Profesionales en Psicología de Apoyo a la Litigación y lo coordina el doctor en Psicología Esteban Prusso. Su trabajo para los fiscales: explorar perfiles de personalidad para elegir a los jurados más adecuados para cada caso, ayudar a construir y redactar los mejores alegatos posibles y preparar a los peritos para testificar. Ante Jornada, el propio Prusso explicó el día al día de un área que crece.

22 SEP 2024 - 11:15 | Actualizado 22 SEP 2024 - 11:39

Por Rolando Tobarez/Redacción Jornada

-¿En qué momento se inicia el trabajo del Equipo?
-Como su funcionamiento se está armando aún los fiscales no tienen tan presente su figura. La intervención es cada vez más temprana. Si es así empezamos a trabajar desde la audiencia preliminar para que todo lo que se lleve a la admisión de prueba empiece a estar mirado desde nuestra óptica. Tenemos acceso al expediente para trabajar en lo que el fiscal considera la manera en que va a llevar el caso y armar el rompecabezas.
-¿Cómo definirías su intervención concreta?
-En un juicio contás una historia y nuestra intervención es intentar controlar la narrativa. No importa tanto la parte técnica- jurídica sino el cómo se cuenta la historia. Lo primero es ver qué prueba queda después de la preliminar. A partir de eso vas a saber dónde está el corazón del caso y qué valores están intrínsecos: el valor familia, el valor vida, el valor igualdad, etcétera. Y se puede decidir qué instrumentos usar para seleccionar el jurado, en base a esos valores que impregnarán la teoría del caso.

Esteban Prusso es el coordinador del Equipo (Foto: Daniel Feldman)

-¿Eso en qué desemboca?
-Se arman los cuestionarios y se define la estrategia para la audiencia de selección. En el fondo es una audiencia de “deselección” de los perfiles que considerás que tienen prejuicios o algún estereotipo que hará que no sea realmente imparcial y no será permeable a la historia que le vas a contar. Desde ahí se construye.
-¿En qué consiste ese cuestionario?
-Se entrega cuando la cédula de notificación llega a los potenciales jurados tras el sorteo del padrón. Son preguntas acordadas con la Defensa. Así obtenés mucha información clave para armar la selección.

La postal de una de las audiencias de selección.

-¿Siempre es el mismo cuestionario?
-No. Ya pasaron 40 jurados y los fuimos cambiando. Nuestros primeros cuestionarios, como no queríamos dejar nada afuera, eran eternos, 60 preguntas. No servían porque no producían elementos para realmente conocer a la gente, o estaban mal redactados o no te producían información para recusar. Fuimos más eficientes y hoy un buen cuestionario tiene unas 30 preguntas, la mitad. Mejoró la redacción y el formato de pregunta. Y son muy eficientes: se adaptan al tipo de delito y a los valores en juego en el caso.
-¿Qué se pregunta en general?
-Sobre la vida de la persona, edad, hijos, si convive, tiempo libre, cómo se vería en el rol, qué le generó ser notificado, si podría dar un veredicto. Luego dependerá del tipo de delito: uso de armas, justicia por mano propia o la cuestión del abuso intrafamiliar.

El incendio en El Chubut fue el último juicio por jurados en Trelew.

-¿Un ejemplo?
-Para un homicidio pusimos: “Hay personas que consideran que frente a ciertos hechos es una opción válida obtener una respuesta por fuera del sistema judicial, ¿qué opina?”. Se coloca de una manera que corre lo emocional pero en el fondo le preguntás si empatizaría con la idea de resolver por uno mismo. A veces preguntás si frente a una agresión y si tuviera un elemento para defenderse, ¿lo usaría? O si presenció o intervino en conflictos. A veces son preguntas directas, al hueso. Eso te produce un insumo para rescatar en la audiencia.
-En base a esos perfiles que detectan, ¿ustedes aconsejan a los fiscales?
-Rastrillamos los cuestionarios y decimos: “Dentro de lo que consideramos el perfil de personalidad deseable para este caso, debería tener este nivel de instrucción; esta ocupación; esta perspectiva sobre niñez o género”. O que sería mejor que fueran padres, o que viviera en la ciudad y no en la zona rural. Armamos escenarios con el perfil ideal, perfiles no deseados y perfiles intermedios. Buscamos que en esa nomenclatura encajen los seres humanos de verdad que vamos encontrando.

Un equipo de psicólogos ayuda a elegir los mejores jurados.

-Están construyendo un método, ¿están acertando con los escenarios?
-En general sí. Logramos entender que quienes dicen “A” después tienden a actuar de esa manera. Y también nos dimos cuenta que determinadas personas que dicen “B” nos están mintiendo y eso es más interesante todavía. Algunas personas muestran una apariencia de gran colaboración, permeabilidad y empatía, pero luego eso es de plástico y no lo sostienen. Es más una intención de agradar socialmente que de realmente pensar así. Y está muy bien porque el jurado es soberano y decide lo que quiere. El quid de la cuestión está en la previa: buscar y encontrar al más honesto posible.
-Desde la psicología, ¿cuál es la base de este trabajo?
-El sustento es la Teoría de la Personalidad. Los seres humanos generamos patrones de comportamiento todo el tiempo. Actuamos en base a racimos de información. Yo no te conocía, nos encontramos y nuestra interacción no la prediseñé ni estoy pensando paso a paso cómo saludarte o qué preguntarte. En el fondo es una copia de otros vínculos. Todos actuamos así y es una característica económica de nuestra mente. Estudiar esto te permite producir cierta predictibilidad: los seres humanos ante un escenario conocido tendemos con determinada probabilidad a conducirnos de la misma manera. En ese árbol de decisión armamos perfiles deseables o no deseables.

Defensores y fiscales en pleno juicio por jurados.

-Entonces hay gente que lo que escribe en el cuestionario no lo cumple…
-Totalmente, porque el cuestionario, en el fondo y sobre todo después de la audiencia, es una exposición social. Lo fuimos aprendiendo con las preguntas. Nadie dice abiertamente una opinión muy en contra de lo esperable socialmente frente a otras 50 personas. Aprendimos cómo interpelarlos de manera tal que se produzca debate y aparezca una respuesta más honesta. Si les pedís que levanten la mano las personas que consideran que en respuesta a una agresión está bien matar, posiblemente nadie la levante. No obtuviste información.
-Otra cosa sería preguntarle qué haría para defender a sus hijos…
-Exacto. Los ponés en situaciones que les tocan una fibra emocional. Y ahí se produce el debate entre ellos y aparece una respuesta más real, honesta y a veces más vehemente. En esos intercambios entre ellos a veces se olvidan qué les estás preguntando y entre los mismos vecinos empiezan a contestarse. Ahí aparece la información más rica.
-¿En qué medida los fiscales usan al Equipo?
-Hay fiscales que ven que tenemos una herramienta que es válida. Todavía tenemos mucho que trabajar en la credibilidad de la Psicología como una herramienta de verdad útil, o que tiene la capacidad para ser eficiente en este proceso. Los fiscales con los que hemos trabajado, de ahí en adelante cuando tienen otros juicios indefectiblemente nos llamaron. El que usó el producto después dijo “algo de esto saqué”. El Equipo no es obligatorio pero está a disposición.
-¿Notaron diferencias entre jurados de acuerdo a la zona?
-Sí, diametralmente. Claramente la gente de una parte de la provincia es muy diferente de otra. Nos chocamos y el primer obstáculo fue al aplicar el cuestionario porque nos dimos cuenta de que la misma pregunta que en un lugar produjo respuestas de calidad, para un hecho similar un mes después en una población diferente, como en la Meseta, nos generaba muchas respuestas como “no sé”, “no entiendo”, “desconozco”. Evidentemente, lo que había cambiado fuerte era la población objetivo. No sólo había que adaptar los cuestionarios según el delito y la teoría del caso, sino sobre el tipo de población. Hay poblaciones más tradicionales y otras más cosmopolitas. No es lo mismo el centro de la provincia que Puerto Madryn, un lugar más citadino y con otra apertura y perspectiva, por ejemplo, a la cuestión de género.
-¿Y en el comportamiento como jurado propiamente dicho?
-Aún no se puede decir, nos falta casuística. Sí observamos y es muy interesante que la gente a veces toma como una carga ser jurado. Hay gente que va contenta pero en otros es “Salí sorteado, qué plomo”.
-Casi como ser autoridad de mesa…
-Totalmente. Lo interesante es que, post juicio, escuchamos en las charlas que a la gente le gusta. Lo ves en las personas seleccionadas y convocadas por segunda vez. En la audiencia declaran: “Aunque por ley tengo la chance de irme porque ya estuve en uno, me quiero quedar porque la experiencia fue buenísima”. Y también vimos que los primeros días están un poco perdidos y asimilando la idea de que se van a tener que quedar. Pero a partir del segundo o tercer día, les cambia la manera, el rictus y se compenetran con el rol. Se ve en la deliberación, que es concienzuda, piden la prueba, arman croquis. Hacen cosas que evidencian que hay un compromiso, que realmente se toman en serio el rol y entienden su importancia. Pasó en toda la provincia.
-¿Cuál es el consejo básico a un fiscal para relatar el hecho?
-Ser breve y simple, con un lenguaje llano. En los alegatos contribuimos en dos sentidos: en elaborar el contenido, lo más llano y acotado posible, apuntando a la capacidad de sostener una atención plena. Y después hay que aportar al “acting” del alegato, a la puesta en escena. A veces hay que ser vehemente, o causar indignación. A veces es más técnico, o más pausado, o necesitás trabajar más un grito o un golpe en la mesa. Uno trabaja el golpe de efecto que querés que produzcan las palabras. Todo cambia según el caso y las posibilidades de “actuar” del fiscal. Mirar a un jurado o a otro, sobre todo en el alegato de cierre. Si se considera que algún jurado será el líder de grupo de la deliberación, hay que convencer a ese. Se trabaja mucho sobre la estrategia de cómo enunciar.
-¿A qué se refiere al hablar de “líderes de grupo”?
-Los cuestionarios preguntan cómo se comportan en situaciones sociales, por ejemplo si tienden a ser capitanes de su equipo de fútbol. Se indaga en cómo se manejan en otros grupos, cómo toman decisiones, uno delinea a las personas que podrían guiar la deliberación. Lo sospechás en el cuestionario y ya lo vas viendo en la selección hasta en cómo están sentados. A veces uno construye los alegatos pensando sobre todo en esos dos o tres que eventualmente creés que van a llevar al resto.
-¿Les cuesta los fiscales? No venían acostumbrados a convencer a 12 personas…
-Evidentemente genera una alta respuesta ansiosa. El fiscal ve con beneplácito al jurado popular pero les implica el desafío de comunicar de una manera más llana y cercana. Para el mundo jurídico es un desafío traducir al común de la población. Parte del convencimiento tiene que ver con vender la imagen. Es una construcción que si el jurado fuera técnico importa menos.
-¿Cómo es preparar a los peritos para declarar?
-Tras un par de juicios vimos que había una cantidad de tecnicismos que era imposible. En mi profesión muchas veces la declaración de un psicólogo está teñida de la extravagancia de nuestro lenguaje para explicar menesteres psíquicos. Los abogados a veces te entienden y a veces no pero están acostumbrados a escucharnos. Pero para un jurado de ciudadanos promedio está lleno de neologismos y tecnicismos que claramente no van a servir. El testigo experto poco acostumbrado a exponer ante ciudadanos tiende a hablar más complicado a medida que más nervioso se pone. Había que romper con eso porque cada vez era peor. Cuanto más veían que se empantanaban, más técnicos se ponían. Hay que escuchar antes qué van a declarar para intentar convertirlo en algo llano. Lo mejor es desarrollar cinco ideas bien claras y no una disquisición de 50 minutos. Eso cansa al jurado y no sirve para la deliberación porque no se saca nada de información de calidad. Es una prueba estéril.
-¿Hacia dónde van?
-El primer desafío es terminar de conformar el Equipo. Nos falta una pata más sociológica o antropológica que introduzca variedad y una mirada macro. Lo segundo, lograr darle cientificidad al trabajo. Estamos mutando a la versión 4.0 de los cuestionarios, necesitamos saber que ciertas preguntas sirvieron, otras no, otras producen recusaciones. Que eso produzca estadística. Lo tercero es lograr que ese modelo genere un protocolo de buenas prácticas y se introduzca en la cotidianeidad de todos los equipos fiscales. Después habrá siempre algún fiscal que decida no convocarnos. Debemos lograr establecer que es un recurso válido y útil.
-¿Tener este Equipo es una ventaja sobre la defensa?
-Sí, sobre todo porque es casi matemático, es experiencia acumulada. Pasé la veintena de juicios, entonces tengo 20 circunstancias similares donde pasaron cosas que puedo atajar. Claramente jugás con ventaja por haber jugado 20 partidos contra haber jugado 2, algo aprendiste en esos 18 de diferencia. Sirve porque los cuestionarios ya fueron probados, igual que las preguntas en la audiencia y ponés esa experiencia en ese caso. Ese acumulado no puede dejar de hacer algún efecto. Es un beneficio y suma.
-¿Qué autocrítica se hacen?
-Sin dudas haber recibido mucha capacitación e insumos de otro lado y querer adaptarlo así como estaban acá. Fue un gran error la no adaptación geográfica, sobre todo porque la bibliografía es norteamericana y los capacitadores son porteños. Cuando quisimos bajar eso acá nos dimos cuenta de que la idiosincracia local tenía que ser clave, sin duda. También aprendimos que al principio trabajábamos audiencias o alegatos sin haber estado desde antes. Esa intervención aislada no sirve. Hay que tener al menos una visión macro desde la previa de los cuestionarios. No sirve una intervención si la audiencia de selección es pasado mañana, porque no está impregnada de los valores del caso y termina no funcionando.

22 SEP 2024 - 11:15

Por Rolando Tobarez/Redacción Jornada

-¿En qué momento se inicia el trabajo del Equipo?
-Como su funcionamiento se está armando aún los fiscales no tienen tan presente su figura. La intervención es cada vez más temprana. Si es así empezamos a trabajar desde la audiencia preliminar para que todo lo que se lleve a la admisión de prueba empiece a estar mirado desde nuestra óptica. Tenemos acceso al expediente para trabajar en lo que el fiscal considera la manera en que va a llevar el caso y armar el rompecabezas.
-¿Cómo definirías su intervención concreta?
-En un juicio contás una historia y nuestra intervención es intentar controlar la narrativa. No importa tanto la parte técnica- jurídica sino el cómo se cuenta la historia. Lo primero es ver qué prueba queda después de la preliminar. A partir de eso vas a saber dónde está el corazón del caso y qué valores están intrínsecos: el valor familia, el valor vida, el valor igualdad, etcétera. Y se puede decidir qué instrumentos usar para seleccionar el jurado, en base a esos valores que impregnarán la teoría del caso.

Esteban Prusso es el coordinador del Equipo (Foto: Daniel Feldman)

-¿Eso en qué desemboca?
-Se arman los cuestionarios y se define la estrategia para la audiencia de selección. En el fondo es una audiencia de “deselección” de los perfiles que considerás que tienen prejuicios o algún estereotipo que hará que no sea realmente imparcial y no será permeable a la historia que le vas a contar. Desde ahí se construye.
-¿En qué consiste ese cuestionario?
-Se entrega cuando la cédula de notificación llega a los potenciales jurados tras el sorteo del padrón. Son preguntas acordadas con la Defensa. Así obtenés mucha información clave para armar la selección.

La postal de una de las audiencias de selección.

-¿Siempre es el mismo cuestionario?
-No. Ya pasaron 40 jurados y los fuimos cambiando. Nuestros primeros cuestionarios, como no queríamos dejar nada afuera, eran eternos, 60 preguntas. No servían porque no producían elementos para realmente conocer a la gente, o estaban mal redactados o no te producían información para recusar. Fuimos más eficientes y hoy un buen cuestionario tiene unas 30 preguntas, la mitad. Mejoró la redacción y el formato de pregunta. Y son muy eficientes: se adaptan al tipo de delito y a los valores en juego en el caso.
-¿Qué se pregunta en general?
-Sobre la vida de la persona, edad, hijos, si convive, tiempo libre, cómo se vería en el rol, qué le generó ser notificado, si podría dar un veredicto. Luego dependerá del tipo de delito: uso de armas, justicia por mano propia o la cuestión del abuso intrafamiliar.

El incendio en El Chubut fue el último juicio por jurados en Trelew.

-¿Un ejemplo?
-Para un homicidio pusimos: “Hay personas que consideran que frente a ciertos hechos es una opción válida obtener una respuesta por fuera del sistema judicial, ¿qué opina?”. Se coloca de una manera que corre lo emocional pero en el fondo le preguntás si empatizaría con la idea de resolver por uno mismo. A veces preguntás si frente a una agresión y si tuviera un elemento para defenderse, ¿lo usaría? O si presenció o intervino en conflictos. A veces son preguntas directas, al hueso. Eso te produce un insumo para rescatar en la audiencia.
-En base a esos perfiles que detectan, ¿ustedes aconsejan a los fiscales?
-Rastrillamos los cuestionarios y decimos: “Dentro de lo que consideramos el perfil de personalidad deseable para este caso, debería tener este nivel de instrucción; esta ocupación; esta perspectiva sobre niñez o género”. O que sería mejor que fueran padres, o que viviera en la ciudad y no en la zona rural. Armamos escenarios con el perfil ideal, perfiles no deseados y perfiles intermedios. Buscamos que en esa nomenclatura encajen los seres humanos de verdad que vamos encontrando.

Un equipo de psicólogos ayuda a elegir los mejores jurados.

-Están construyendo un método, ¿están acertando con los escenarios?
-En general sí. Logramos entender que quienes dicen “A” después tienden a actuar de esa manera. Y también nos dimos cuenta que determinadas personas que dicen “B” nos están mintiendo y eso es más interesante todavía. Algunas personas muestran una apariencia de gran colaboración, permeabilidad y empatía, pero luego eso es de plástico y no lo sostienen. Es más una intención de agradar socialmente que de realmente pensar así. Y está muy bien porque el jurado es soberano y decide lo que quiere. El quid de la cuestión está en la previa: buscar y encontrar al más honesto posible.
-Desde la psicología, ¿cuál es la base de este trabajo?
-El sustento es la Teoría de la Personalidad. Los seres humanos generamos patrones de comportamiento todo el tiempo. Actuamos en base a racimos de información. Yo no te conocía, nos encontramos y nuestra interacción no la prediseñé ni estoy pensando paso a paso cómo saludarte o qué preguntarte. En el fondo es una copia de otros vínculos. Todos actuamos así y es una característica económica de nuestra mente. Estudiar esto te permite producir cierta predictibilidad: los seres humanos ante un escenario conocido tendemos con determinada probabilidad a conducirnos de la misma manera. En ese árbol de decisión armamos perfiles deseables o no deseables.

Defensores y fiscales en pleno juicio por jurados.

-Entonces hay gente que lo que escribe en el cuestionario no lo cumple…
-Totalmente, porque el cuestionario, en el fondo y sobre todo después de la audiencia, es una exposición social. Lo fuimos aprendiendo con las preguntas. Nadie dice abiertamente una opinión muy en contra de lo esperable socialmente frente a otras 50 personas. Aprendimos cómo interpelarlos de manera tal que se produzca debate y aparezca una respuesta más honesta. Si les pedís que levanten la mano las personas que consideran que en respuesta a una agresión está bien matar, posiblemente nadie la levante. No obtuviste información.
-Otra cosa sería preguntarle qué haría para defender a sus hijos…
-Exacto. Los ponés en situaciones que les tocan una fibra emocional. Y ahí se produce el debate entre ellos y aparece una respuesta más real, honesta y a veces más vehemente. En esos intercambios entre ellos a veces se olvidan qué les estás preguntando y entre los mismos vecinos empiezan a contestarse. Ahí aparece la información más rica.
-¿En qué medida los fiscales usan al Equipo?
-Hay fiscales que ven que tenemos una herramienta que es válida. Todavía tenemos mucho que trabajar en la credibilidad de la Psicología como una herramienta de verdad útil, o que tiene la capacidad para ser eficiente en este proceso. Los fiscales con los que hemos trabajado, de ahí en adelante cuando tienen otros juicios indefectiblemente nos llamaron. El que usó el producto después dijo “algo de esto saqué”. El Equipo no es obligatorio pero está a disposición.
-¿Notaron diferencias entre jurados de acuerdo a la zona?
-Sí, diametralmente. Claramente la gente de una parte de la provincia es muy diferente de otra. Nos chocamos y el primer obstáculo fue al aplicar el cuestionario porque nos dimos cuenta de que la misma pregunta que en un lugar produjo respuestas de calidad, para un hecho similar un mes después en una población diferente, como en la Meseta, nos generaba muchas respuestas como “no sé”, “no entiendo”, “desconozco”. Evidentemente, lo que había cambiado fuerte era la población objetivo. No sólo había que adaptar los cuestionarios según el delito y la teoría del caso, sino sobre el tipo de población. Hay poblaciones más tradicionales y otras más cosmopolitas. No es lo mismo el centro de la provincia que Puerto Madryn, un lugar más citadino y con otra apertura y perspectiva, por ejemplo, a la cuestión de género.
-¿Y en el comportamiento como jurado propiamente dicho?
-Aún no se puede decir, nos falta casuística. Sí observamos y es muy interesante que la gente a veces toma como una carga ser jurado. Hay gente que va contenta pero en otros es “Salí sorteado, qué plomo”.
-Casi como ser autoridad de mesa…
-Totalmente. Lo interesante es que, post juicio, escuchamos en las charlas que a la gente le gusta. Lo ves en las personas seleccionadas y convocadas por segunda vez. En la audiencia declaran: “Aunque por ley tengo la chance de irme porque ya estuve en uno, me quiero quedar porque la experiencia fue buenísima”. Y también vimos que los primeros días están un poco perdidos y asimilando la idea de que se van a tener que quedar. Pero a partir del segundo o tercer día, les cambia la manera, el rictus y se compenetran con el rol. Se ve en la deliberación, que es concienzuda, piden la prueba, arman croquis. Hacen cosas que evidencian que hay un compromiso, que realmente se toman en serio el rol y entienden su importancia. Pasó en toda la provincia.
-¿Cuál es el consejo básico a un fiscal para relatar el hecho?
-Ser breve y simple, con un lenguaje llano. En los alegatos contribuimos en dos sentidos: en elaborar el contenido, lo más llano y acotado posible, apuntando a la capacidad de sostener una atención plena. Y después hay que aportar al “acting” del alegato, a la puesta en escena. A veces hay que ser vehemente, o causar indignación. A veces es más técnico, o más pausado, o necesitás trabajar más un grito o un golpe en la mesa. Uno trabaja el golpe de efecto que querés que produzcan las palabras. Todo cambia según el caso y las posibilidades de “actuar” del fiscal. Mirar a un jurado o a otro, sobre todo en el alegato de cierre. Si se considera que algún jurado será el líder de grupo de la deliberación, hay que convencer a ese. Se trabaja mucho sobre la estrategia de cómo enunciar.
-¿A qué se refiere al hablar de “líderes de grupo”?
-Los cuestionarios preguntan cómo se comportan en situaciones sociales, por ejemplo si tienden a ser capitanes de su equipo de fútbol. Se indaga en cómo se manejan en otros grupos, cómo toman decisiones, uno delinea a las personas que podrían guiar la deliberación. Lo sospechás en el cuestionario y ya lo vas viendo en la selección hasta en cómo están sentados. A veces uno construye los alegatos pensando sobre todo en esos dos o tres que eventualmente creés que van a llevar al resto.
-¿Les cuesta los fiscales? No venían acostumbrados a convencer a 12 personas…
-Evidentemente genera una alta respuesta ansiosa. El fiscal ve con beneplácito al jurado popular pero les implica el desafío de comunicar de una manera más llana y cercana. Para el mundo jurídico es un desafío traducir al común de la población. Parte del convencimiento tiene que ver con vender la imagen. Es una construcción que si el jurado fuera técnico importa menos.
-¿Cómo es preparar a los peritos para declarar?
-Tras un par de juicios vimos que había una cantidad de tecnicismos que era imposible. En mi profesión muchas veces la declaración de un psicólogo está teñida de la extravagancia de nuestro lenguaje para explicar menesteres psíquicos. Los abogados a veces te entienden y a veces no pero están acostumbrados a escucharnos. Pero para un jurado de ciudadanos promedio está lleno de neologismos y tecnicismos que claramente no van a servir. El testigo experto poco acostumbrado a exponer ante ciudadanos tiende a hablar más complicado a medida que más nervioso se pone. Había que romper con eso porque cada vez era peor. Cuanto más veían que se empantanaban, más técnicos se ponían. Hay que escuchar antes qué van a declarar para intentar convertirlo en algo llano. Lo mejor es desarrollar cinco ideas bien claras y no una disquisición de 50 minutos. Eso cansa al jurado y no sirve para la deliberación porque no se saca nada de información de calidad. Es una prueba estéril.
-¿Hacia dónde van?
-El primer desafío es terminar de conformar el Equipo. Nos falta una pata más sociológica o antropológica que introduzca variedad y una mirada macro. Lo segundo, lograr darle cientificidad al trabajo. Estamos mutando a la versión 4.0 de los cuestionarios, necesitamos saber que ciertas preguntas sirvieron, otras no, otras producen recusaciones. Que eso produzca estadística. Lo tercero es lograr que ese modelo genere un protocolo de buenas prácticas y se introduzca en la cotidianeidad de todos los equipos fiscales. Después habrá siempre algún fiscal que decida no convocarnos. Debemos lograr establecer que es un recurso válido y útil.
-¿Tener este Equipo es una ventaja sobre la defensa?
-Sí, sobre todo porque es casi matemático, es experiencia acumulada. Pasé la veintena de juicios, entonces tengo 20 circunstancias similares donde pasaron cosas que puedo atajar. Claramente jugás con ventaja por haber jugado 20 partidos contra haber jugado 2, algo aprendiste en esos 18 de diferencia. Sirve porque los cuestionarios ya fueron probados, igual que las preguntas en la audiencia y ponés esa experiencia en ese caso. Ese acumulado no puede dejar de hacer algún efecto. Es un beneficio y suma.
-¿Qué autocrítica se hacen?
-Sin dudas haber recibido mucha capacitación e insumos de otro lado y querer adaptarlo así como estaban acá. Fue un gran error la no adaptación geográfica, sobre todo porque la bibliografía es norteamericana y los capacitadores son porteños. Cuando quisimos bajar eso acá nos dimos cuenta de que la idiosincracia local tenía que ser clave, sin duda. También aprendimos que al principio trabajábamos audiencias o alegatos sin haber estado desde antes. Esa intervención aislada no sirve. Hay que tener al menos una visión macro desde la previa de los cuestionarios. No sirve una intervención si la audiencia de selección es pasado mañana, porque no está impregnada de los valores del caso y termina no funcionando.