Por: Juan Miguel Bigrevich
Edición: Marcelo Maidana
Podcast: Luciano De Maio
Hace 24 años, moría en Florencia Guido Bartali; uno de los más célebres ciclistas italianos de todos los tiempos con dos Tour de Francia y tres Giros de Italia ganados. Casi nada. Fue un símbolo propagandístico de la Italia fascista de Mussolini y un ídolo total en la península, cuyas victorias calmaron tensiones post 45. Cuando falleció tenía 85 años. Y se llevó un gran secreto a la tumba el que se develó tres años después.
Por años, durante la segunda guerra mundial, sus piernas, su mente y su corazón, salvaron la vida de 800 judíos italianos. Con la excusa de entrenar día a día. Bartali recorría 400 kilómetros entre la Toscana y Asís, llevando –en el tubo de su bicicleta- fotografías y documentos falsos para aquellos que estaban condenados a un campo de exterminio.
Miembro clave de una red clandestina y aprovechando su condición de ídolo nacional por sus victorias deportivas, el tipo recorría su camino firmando autógrafos y saludando a los soldados que lo ovacionaban a su paso. Se comió el garrón de ser considerado un hombre del régimen y nunca delató a la resistencia ni se ufanó de lo que hacía.
“Yo no soy ningún héroe.Sólo un ciclista”, repetía. Cuando en el 2003, unas libretas clandestinas mostraron la gesta de Bartali y se hizo público, una frase de él tomó sentido: “En la vida, las cosas se hacen y basta”. Guido Bartali, un fuera de serie. Aunque era sólo un ciclista.
Por: Juan Miguel Bigrevich
Edición: Marcelo Maidana
Podcast: Luciano De Maio
Hace 24 años, moría en Florencia Guido Bartali; uno de los más célebres ciclistas italianos de todos los tiempos con dos Tour de Francia y tres Giros de Italia ganados. Casi nada. Fue un símbolo propagandístico de la Italia fascista de Mussolini y un ídolo total en la península, cuyas victorias calmaron tensiones post 45. Cuando falleció tenía 85 años. Y se llevó un gran secreto a la tumba el que se develó tres años después.
Por años, durante la segunda guerra mundial, sus piernas, su mente y su corazón, salvaron la vida de 800 judíos italianos. Con la excusa de entrenar día a día. Bartali recorría 400 kilómetros entre la Toscana y Asís, llevando –en el tubo de su bicicleta- fotografías y documentos falsos para aquellos que estaban condenados a un campo de exterminio.
Miembro clave de una red clandestina y aprovechando su condición de ídolo nacional por sus victorias deportivas, el tipo recorría su camino firmando autógrafos y saludando a los soldados que lo ovacionaban a su paso. Se comió el garrón de ser considerado un hombre del régimen y nunca delató a la resistencia ni se ufanó de lo que hacía.
“Yo no soy ningún héroe.Sólo un ciclista”, repetía. Cuando en el 2003, unas libretas clandestinas mostraron la gesta de Bartali y se hizo público, una frase de él tomó sentido: “En la vida, las cosas se hacen y basta”. Guido Bartali, un fuera de serie. Aunque era sólo un ciclista.