La fuerza del nuevo flamenco hecho en la Patagonia

Florencia Campano presentó “Sobre viento y cuarzo”, su espectáculo de flamenco al sur en el Teatro Español. Difunde el género desde su propio espacio, Mar de Jondo y reconoce los puentes que se plantean entre la energía del baile; sus raíces y la fuerte impronta de la región.

07 SEP 2025 - 15:02 | Actualizado 07 SEP 2025 - 19:04

Por Ismael Tebes-Redacción Jornada

La energía parece romper el escenario. Y cada movimiento altera lo que parece previsible. La guitarra con profundos sonidos hispánicos y el cante gitano le abren la puerta al movimiento; a los compases profundos y a la presencia que propone desde el ritmo, llegar a lo profundo.

Florencia Campano, bailaora, se sumerge en un viaje hacia sus propias sensaciones y desde su “Sobre viento y cuarzo”, baila y cuenta historias en movimiento. El flamenco “de acá” no admite distinciones de cualquier otro. Y viaja sensorialmente más allá, mostrando paisajes sureños; tejiendo las raíces mismas en un puente singular. “Éste espectáculo nació de una búsqueda muy personal: cómo el flamenco se entrelaza con la Patagonia, con su viento infinito y su geografía cargada de historia”, confiesa Florencia resumiendo un show donde la intensidad de la danza se mezcla con la poesía, la narrativa visual, la memoria y el paisaje profundo.

“Es un encuentro entre dos fuerzas –plantea- la del flamenco, con toda su intensidad y raíz, y la de ésta tierra que me vio crecer. Quise mostrar cómo ese cruce no solo es posible, sino que tiene una identidad propia, profunda y honesta. Mi intención fue transmitir una experiencia, no solo un show. Que el público pudiera sentir el poder del arte, la belleza del paisaje interior y exterior, y que se reconozca en esa mezcla de lo universal con lo patagónico”.

Propone una identidad y su vida misma, expuesta en el cante, trasladado a sus pies, pura expresión. “Están mis abuelos, mi madre, mis raíces. Está la teatralidad que traigo de mi formación como actriz y que se cruza con el flamenco para darle un lenguaje propio. Y está, sobre todo, la emoción compartida, ese algo invisible que sucede entre el escenario y el público cuando el arte es verdadero”.

“No me interesa mostrar una técnica perfecta, sino mi ser entero en escena. Entrego mi fuego, mi raíz, mis emociones más profundas, desde la alegría hasta el dolor”, describe Campano, hija y nieta de una familia atravesada por la música y entregada por completo al flamenco. Se formó con maestros reconocidos en Argentina y en España, en ciudades emblemáticas como Madrid, Sevilla y Jerez de la Frontera, la cuna del flamenco. Pasó por tablaos míticos, dirigió espacios de creación colectiva, bailó en escenarios porteños y europeos, y regresó siempre con una certeza: su tierra era el lugar donde debía echar raíces. “Siempre tuve el corazón mirando al sur, y un día sentí que era el momento de volver y sembrar flamenco en mi tierra. Hoy "Mar de Jondo" es mi casa, donde comparto lo que soy, con respeto y amor por este arte”, dice, orgullosa, sobre el espacio que inauguró el año pasado en coincidencia con el Día Internacional del Flamenco.

Desde la sonoridad única del Teatro de Astra, con más de cien años hasta una sala llena del Teatro Español con la sola compañía de una guitarra a dirigir la puesta de “Carmen” con la compañía del Teatro Colón, cada pieza encaja en su muestrario de vida. Encendiendo pasiones y sembrando la semilla. “Cada vez más chicas y chicos, mujeres y hombres se acercan a éste arte. En "Mar de Jondo" lo vivimos todos los días: adolescentes que descubren una nueva forma de expresarse, adultos que encuentran un espacio de libertad y personas mayores que se animan a empezar desde cero”.

Por eso sus proyectos están ligados a la escena, a nuevos tablaos, espectáculos de la mano de una mayor formación con el sueño vivo de que el flamenco patagónico se consolide como un movimiento con identidad propia, nacido de ésta tierra y con la fuerza de su gente. “Hoy me siento en un momento de madurez y síntesis”, reflexiona Florencia.

“Cada paso que doy tiene sentido porque está enraizado en lo que soy. El flamenco me permite mostrar lo más honesto de mí, y eso es lo que intento compartir siempre”. En “Sobre viento y cuarzo” la bailaora se funde con la geografía, la memoria y el público. Hay viento y también fuego en un despliegue artístico que parece abrazar. Genuino flamenco made in Patagonia.

07 SEP 2025 - 15:02

Por Ismael Tebes-Redacción Jornada

La energía parece romper el escenario. Y cada movimiento altera lo que parece previsible. La guitarra con profundos sonidos hispánicos y el cante gitano le abren la puerta al movimiento; a los compases profundos y a la presencia que propone desde el ritmo, llegar a lo profundo.

Florencia Campano, bailaora, se sumerge en un viaje hacia sus propias sensaciones y desde su “Sobre viento y cuarzo”, baila y cuenta historias en movimiento. El flamenco “de acá” no admite distinciones de cualquier otro. Y viaja sensorialmente más allá, mostrando paisajes sureños; tejiendo las raíces mismas en un puente singular. “Éste espectáculo nació de una búsqueda muy personal: cómo el flamenco se entrelaza con la Patagonia, con su viento infinito y su geografía cargada de historia”, confiesa Florencia resumiendo un show donde la intensidad de la danza se mezcla con la poesía, la narrativa visual, la memoria y el paisaje profundo.

“Es un encuentro entre dos fuerzas –plantea- la del flamenco, con toda su intensidad y raíz, y la de ésta tierra que me vio crecer. Quise mostrar cómo ese cruce no solo es posible, sino que tiene una identidad propia, profunda y honesta. Mi intención fue transmitir una experiencia, no solo un show. Que el público pudiera sentir el poder del arte, la belleza del paisaje interior y exterior, y que se reconozca en esa mezcla de lo universal con lo patagónico”.

Propone una identidad y su vida misma, expuesta en el cante, trasladado a sus pies, pura expresión. “Están mis abuelos, mi madre, mis raíces. Está la teatralidad que traigo de mi formación como actriz y que se cruza con el flamenco para darle un lenguaje propio. Y está, sobre todo, la emoción compartida, ese algo invisible que sucede entre el escenario y el público cuando el arte es verdadero”.

“No me interesa mostrar una técnica perfecta, sino mi ser entero en escena. Entrego mi fuego, mi raíz, mis emociones más profundas, desde la alegría hasta el dolor”, describe Campano, hija y nieta de una familia atravesada por la música y entregada por completo al flamenco. Se formó con maestros reconocidos en Argentina y en España, en ciudades emblemáticas como Madrid, Sevilla y Jerez de la Frontera, la cuna del flamenco. Pasó por tablaos míticos, dirigió espacios de creación colectiva, bailó en escenarios porteños y europeos, y regresó siempre con una certeza: su tierra era el lugar donde debía echar raíces. “Siempre tuve el corazón mirando al sur, y un día sentí que era el momento de volver y sembrar flamenco en mi tierra. Hoy "Mar de Jondo" es mi casa, donde comparto lo que soy, con respeto y amor por este arte”, dice, orgullosa, sobre el espacio que inauguró el año pasado en coincidencia con el Día Internacional del Flamenco.

Desde la sonoridad única del Teatro de Astra, con más de cien años hasta una sala llena del Teatro Español con la sola compañía de una guitarra a dirigir la puesta de “Carmen” con la compañía del Teatro Colón, cada pieza encaja en su muestrario de vida. Encendiendo pasiones y sembrando la semilla. “Cada vez más chicas y chicos, mujeres y hombres se acercan a éste arte. En "Mar de Jondo" lo vivimos todos los días: adolescentes que descubren una nueva forma de expresarse, adultos que encuentran un espacio de libertad y personas mayores que se animan a empezar desde cero”.

Por eso sus proyectos están ligados a la escena, a nuevos tablaos, espectáculos de la mano de una mayor formación con el sueño vivo de que el flamenco patagónico se consolide como un movimiento con identidad propia, nacido de ésta tierra y con la fuerza de su gente. “Hoy me siento en un momento de madurez y síntesis”, reflexiona Florencia.

“Cada paso que doy tiene sentido porque está enraizado en lo que soy. El flamenco me permite mostrar lo más honesto de mí, y eso es lo que intento compartir siempre”. En “Sobre viento y cuarzo” la bailaora se funde con la geografía, la memoria y el público. Hay viento y también fuego en un despliegue artístico que parece abrazar. Genuino flamenco made in Patagonia.