Tragedia de Once: Marina Moreno en el recuerdo de Eugenia, su hermana que ahora vive en Madryn

El 22 de febrero de 2012 cambiaba la vida de 51 familias luego del trágico suceso. Una de esas familias se radicó en la ciudad portuaria.

22 FEB 2013 - 22:03 | Actualizado

Por Tamara Sander

Mi nombre es María Eugenia Moreno, Marina era mi hermana… Marina, mi hermano, mi mamá y mi papá, esa era nuestra familia, Marina era el centro de nuestra familia, la que nos sostenía a todos”. Así empieza Eugenia su relato, cargado de emoción, por lo que implicó el día de ayer para ella y su familia, para su familia y las 51 familias de quienes fallecieron el 22 de febrero de 2012 en Once, en Buenos Aires.

Eugenia vive en Puerto Madryn. Hace más de 8 meses que tomaron la decisión de cambiar de rumbo y asentarse en la ciudad del Golfo, cerca de su hermano, el mayor. Marina era la hermana del medio, Eugenia es la menor, Leo es el mayor, se llevan tres años de diferencia entre los tres. Marina tenía 34 años el día del accidente, “mi hermano vive acá, en Madryn, hace 11 años, mi hermana vivía con mi mamá porque mi viejo había fallecido un año antes de lo que pasó con ella”. Eugenia repasa lo que fuera la vida en aquel Buenos Aires que ahora ve lejano, aquel al que no quiere volver.

Una mina sencilla

“Marina viajaba mucho porque era ingeniera, trabajaba en una obra en el Amazonas, pero luego de la muerte de mi viejo decidió no viajar más para acompañar a mi mamá”, recuerda Eugenia con orgullo, rememorando con detalle lo que hacía Marina, cómo esa “chica simple pero muy inteligente” siempre estaba acompañando a la familia, siempre estaba, siempre está.

Eugenia recuerda a su hermana como a “una mina que amaba a su familia, era súper sencilla, muy inteligente, era Ingeniera, Maestra Jardinera, Maestra de Sordomudos, estuvo cerca de recibirse de Profesora de Matemática, ella ponía todo su amor en aprender y su familia, la veías en al calle y era la mina más humilde de todas”.

Marina empezó a trabajar en Puerto Madero, “siempre para la misma empresa pero dejó de viajar y una semana antes del accidente mi vieja tuvo un infarto, así que había faltado toda la semana al trabajo, pero justo ese día viajó particularmente más temprano de lo que lo hacía habitualmente”. Eugenia mira como aún preguntándose porqué y remarca “Marina siempre viajaba un poquitito más tarde”.

Enseñanzas

Hoy, a un año y un día de aquel #22F, como lo recrean algunas redes sociales, Eugenia sigue sosteniendo su decisión de haber venido al Sur, de haber dejado “el caos, de aprender a vivir sin miedo, aunque sin dejar a mi mamá sola”, y confiando en las enseñanzas que aún hoy su hermana Marina le da. “Creo que esto horrible que nos pasó nos enseñó a poner las energías en lo que verdaderamente importa, si Marina algo me dejó es esa enseñanza. Fue muy difícil para mi este año sin ella, sin su optimismo, pero después descubrí que la tengo acá adentro – señalando su corazón -, y que los 32 años que yo compartí con ella van a estar en mi corazón para siempre”. Eugenia, emocionada, sigue remarcando en sus palabras el orgullo por su hermana, por Marina, por la mirada de Marina, nombre que lleva su local comercial en el que la recuerdan también todos los días.

“No creo en la Justicia”

“Quiero aprovechar esta posibilidad de hablar, de la que no hice uso en Buenos Aires, primero porque fue muy pronto, porque nos fuimos a los cuatro meses de lo que pasó, rodeada de confusión, de confusiones, de mucho dolor… Porque uno puede esperar perder a sus padres, pero jamás a un hermano, Marina era mi compañera, era como mi mamá”. Eugenia recuerda a su hermana con pasión, con la convicción que ella misma hubiese puesto en el relato.

Eugenia sostiene que la gente tiende a pensar que cuando a uno le sucede esto, lo primero que hace es aferrarse a la Justicia “pero yo no pido Justicia, no creo en la Justicia de nuestro país e intento vivir lo mejor que se puede aceptando lo que nos pasó, acompañando a mi mamá, a mi hermano y a mis sobrinas en este dolor tan grande, porque es lo que Marina hubiese hecho”, y remarca con convicción que lo que sucedió fue algo que se sabía que iba a pasar.

“Fue una crónica de una muerte anunciada, no creo que haya sido un accidente, existen grandes posibilidades de que vuelva a suceder porque los trenes siguen funcionando de la misma manera”. Eugenia es radical en esto, no cree en la independencia de la Justicia, “los responsables verdaderos no están imputados, podría pedir como mínimo que los hermanos Cirigliano no estén al frente de TBA, pero la responsabilidad es de arriba hacia abajo y quienes deben estar no están”, sostiene y como auto convenciéndose expresa: “no voy a esperar 20 o 30 años para que haya eso que llaman Justicia, no voy a permitir que mi mamá se exponga a eso, y es una de las razones por la que estamos hoy acá”.

22 FEB 2013 - 22:03

Por Tamara Sander

Mi nombre es María Eugenia Moreno, Marina era mi hermana… Marina, mi hermano, mi mamá y mi papá, esa era nuestra familia, Marina era el centro de nuestra familia, la que nos sostenía a todos”. Así empieza Eugenia su relato, cargado de emoción, por lo que implicó el día de ayer para ella y su familia, para su familia y las 51 familias de quienes fallecieron el 22 de febrero de 2012 en Once, en Buenos Aires.

Eugenia vive en Puerto Madryn. Hace más de 8 meses que tomaron la decisión de cambiar de rumbo y asentarse en la ciudad del Golfo, cerca de su hermano, el mayor. Marina era la hermana del medio, Eugenia es la menor, Leo es el mayor, se llevan tres años de diferencia entre los tres. Marina tenía 34 años el día del accidente, “mi hermano vive acá, en Madryn, hace 11 años, mi hermana vivía con mi mamá porque mi viejo había fallecido un año antes de lo que pasó con ella”. Eugenia repasa lo que fuera la vida en aquel Buenos Aires que ahora ve lejano, aquel al que no quiere volver.

Una mina sencilla

“Marina viajaba mucho porque era ingeniera, trabajaba en una obra en el Amazonas, pero luego de la muerte de mi viejo decidió no viajar más para acompañar a mi mamá”, recuerda Eugenia con orgullo, rememorando con detalle lo que hacía Marina, cómo esa “chica simple pero muy inteligente” siempre estaba acompañando a la familia, siempre estaba, siempre está.

Eugenia recuerda a su hermana como a “una mina que amaba a su familia, era súper sencilla, muy inteligente, era Ingeniera, Maestra Jardinera, Maestra de Sordomudos, estuvo cerca de recibirse de Profesora de Matemática, ella ponía todo su amor en aprender y su familia, la veías en al calle y era la mina más humilde de todas”.

Marina empezó a trabajar en Puerto Madero, “siempre para la misma empresa pero dejó de viajar y una semana antes del accidente mi vieja tuvo un infarto, así que había faltado toda la semana al trabajo, pero justo ese día viajó particularmente más temprano de lo que lo hacía habitualmente”. Eugenia mira como aún preguntándose porqué y remarca “Marina siempre viajaba un poquitito más tarde”.

Enseñanzas

Hoy, a un año y un día de aquel #22F, como lo recrean algunas redes sociales, Eugenia sigue sosteniendo su decisión de haber venido al Sur, de haber dejado “el caos, de aprender a vivir sin miedo, aunque sin dejar a mi mamá sola”, y confiando en las enseñanzas que aún hoy su hermana Marina le da. “Creo que esto horrible que nos pasó nos enseñó a poner las energías en lo que verdaderamente importa, si Marina algo me dejó es esa enseñanza. Fue muy difícil para mi este año sin ella, sin su optimismo, pero después descubrí que la tengo acá adentro – señalando su corazón -, y que los 32 años que yo compartí con ella van a estar en mi corazón para siempre”. Eugenia, emocionada, sigue remarcando en sus palabras el orgullo por su hermana, por Marina, por la mirada de Marina, nombre que lleva su local comercial en el que la recuerdan también todos los días.

“No creo en la Justicia”

“Quiero aprovechar esta posibilidad de hablar, de la que no hice uso en Buenos Aires, primero porque fue muy pronto, porque nos fuimos a los cuatro meses de lo que pasó, rodeada de confusión, de confusiones, de mucho dolor… Porque uno puede esperar perder a sus padres, pero jamás a un hermano, Marina era mi compañera, era como mi mamá”. Eugenia recuerda a su hermana con pasión, con la convicción que ella misma hubiese puesto en el relato.

Eugenia sostiene que la gente tiende a pensar que cuando a uno le sucede esto, lo primero que hace es aferrarse a la Justicia “pero yo no pido Justicia, no creo en la Justicia de nuestro país e intento vivir lo mejor que se puede aceptando lo que nos pasó, acompañando a mi mamá, a mi hermano y a mis sobrinas en este dolor tan grande, porque es lo que Marina hubiese hecho”, y remarca con convicción que lo que sucedió fue algo que se sabía que iba a pasar.

“Fue una crónica de una muerte anunciada, no creo que haya sido un accidente, existen grandes posibilidades de que vuelva a suceder porque los trenes siguen funcionando de la misma manera”. Eugenia es radical en esto, no cree en la independencia de la Justicia, “los responsables verdaderos no están imputados, podría pedir como mínimo que los hermanos Cirigliano no estén al frente de TBA, pero la responsabilidad es de arriba hacia abajo y quienes deben estar no están”, sostiene y como auto convenciéndose expresa: “no voy a esperar 20 o 30 años para que haya eso que llaman Justicia, no voy a permitir que mi mamá se exponga a eso, y es una de las razones por la que estamos hoy acá”.