Alarmante informe: murió un tercio de las ballenas nacidas en la temporada 2012

Hubo en total 116 muertes. De esa cifra, 113 corresponden a ballenatos, lo que representa un 97 por ciento. Nunca en la historia se registró una mortandad de tal magnitud para la especie en ningún lugar del mundo. No se saben con exactitud las causas de los decesos.

29 MAY 2013 - 22:37 | Actualizado

Un informe revela que la temporada de ballenas 2012 terminó con la cifra récord de 116 ejemplares muertos en Península Valdés. De esa cifra, 113 son ballenatos lo que significa un 97 por ciento de las muertes. Esto no sólo indica una alarma sino también que al menos un tercio de las ballenas nacidas durante la temporada pasada en nuestra provincia murieron. Y lo que es peor aún no se pueden identificar las causas de los decesos a pesar de los esfuerzos científicos por examinar a cada animal que muere. El informe agrega otro dato que impresiona: jamás en la historia se registró una mortandad de esta magnitud para la especie en ningún lugar del mundo.

El informe pertenece al denominado Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral y complementa a otro realizado a principios de octubre del año pasado. El programa lo realizan en conjunto las ONGs Wildlife Conservation Society y el Instituto de Conservación de Ballenas. También se sumó la Fundación Patagonia Natural. Fue entregado al Defensor del Pueblo Ricardo Azparren quien sigue año tras año la evolución de esta problemática.

La mortandad de la temporada 2012 fue lo suficientemente alta para reducir en un 3 por ciento la cantidad de ballenas en el Atlántico Sur. La población total estimada es de 4.000 ejemplares.

Hay que decir que tres son las causas que se manejan como posibles en las muertes: los varamientos, la exposición al sol y el ataque constante de las gaviotas cocineras. En este último caso, las aves le provocan al animal heridas profundas por donde podrían ingresar virus que en algunos casos serían mortales. Pero los investigadores no tienen un ciento por ciento de seguridad en cuanto a esta posibilidad.

Por otra parte, la mortandad excepcional observada en 2012 no fue un evento único -agrega al informe- sino que en Valdés se vienen registrando números récords de crías muertas desde el año 2007 con algunos años de menor mortandad intercalados. Por ejemplo, en 2012 se registraron 113 ballenatos muertos de un total esperado de 342 crías nacidas. Esto significa que en la temporada pasada murió al menos el 33 por ciento de las crías nacidas lo cual es un porcentaje elevadísimo para una población de la especie.

De esta manera, el impacto acumulado de alta mortandad es tal que los modelos poblacionales actuales indican que la tasa de crecimiento poblacional se redujo en la última década pasando de un 6,9 por ciento a un 5,1 anual. Considerando además que las ballenas tienen su primera cría a los 9 años (en promedio) se espera que en el plazo de una década comience a observarse la reducción efectiva en el número de ballenatos nacidos en la zona.

Dicha reducción será consecuencia de la sostenida pérdida de crías hembras en la actualidad que afectará de manera negativa el reclutamiento de las mismas en el futuro para asegurar la reproducción. Cabe recordar que en el informe pasado realizado por este programa de monitoreo se había detectado la muerte de unos 500 ejemplares en el período 2003 y 2011 detectándose también que la mayoría de los ejemplares muertos eran crías.

El informe pide la colaboración de las autoridades para evitar que sigan aumentando las muertes: “En base a la evidencia científica disponible a más de cuatro décadas de experiencia estudiando a la ballena Franca Austral y al consenso de los especialistas reunidos en talleres recientes, entendemos que la situación actual que se manifiesta en un número récord de ballenas muertas en la temporada 2012 (que duplica en número de muertes al año anterior) es altamente preocupante para la población de ballenas francas en la Argentina. Por ello, consideramos que la misma requiere de una máxima atención de las autoridades nacionales y provinciales responsables del manejo y la conservación de los recursos naturales de nuestro país”. Firman el informe las supervisoras Marcela Uhart, Victoria Rowntree y el asesor científico Mariano Sironi.

29 MAY 2013 - 22:37

Un informe revela que la temporada de ballenas 2012 terminó con la cifra récord de 116 ejemplares muertos en Península Valdés. De esa cifra, 113 son ballenatos lo que significa un 97 por ciento de las muertes. Esto no sólo indica una alarma sino también que al menos un tercio de las ballenas nacidas durante la temporada pasada en nuestra provincia murieron. Y lo que es peor aún no se pueden identificar las causas de los decesos a pesar de los esfuerzos científicos por examinar a cada animal que muere. El informe agrega otro dato que impresiona: jamás en la historia se registró una mortandad de esta magnitud para la especie en ningún lugar del mundo.

El informe pertenece al denominado Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral y complementa a otro realizado a principios de octubre del año pasado. El programa lo realizan en conjunto las ONGs Wildlife Conservation Society y el Instituto de Conservación de Ballenas. También se sumó la Fundación Patagonia Natural. Fue entregado al Defensor del Pueblo Ricardo Azparren quien sigue año tras año la evolución de esta problemática.

La mortandad de la temporada 2012 fue lo suficientemente alta para reducir en un 3 por ciento la cantidad de ballenas en el Atlántico Sur. La población total estimada es de 4.000 ejemplares.

Hay que decir que tres son las causas que se manejan como posibles en las muertes: los varamientos, la exposición al sol y el ataque constante de las gaviotas cocineras. En este último caso, las aves le provocan al animal heridas profundas por donde podrían ingresar virus que en algunos casos serían mortales. Pero los investigadores no tienen un ciento por ciento de seguridad en cuanto a esta posibilidad.

Por otra parte, la mortandad excepcional observada en 2012 no fue un evento único -agrega al informe- sino que en Valdés se vienen registrando números récords de crías muertas desde el año 2007 con algunos años de menor mortandad intercalados. Por ejemplo, en 2012 se registraron 113 ballenatos muertos de un total esperado de 342 crías nacidas. Esto significa que en la temporada pasada murió al menos el 33 por ciento de las crías nacidas lo cual es un porcentaje elevadísimo para una población de la especie.

De esta manera, el impacto acumulado de alta mortandad es tal que los modelos poblacionales actuales indican que la tasa de crecimiento poblacional se redujo en la última década pasando de un 6,9 por ciento a un 5,1 anual. Considerando además que las ballenas tienen su primera cría a los 9 años (en promedio) se espera que en el plazo de una década comience a observarse la reducción efectiva en el número de ballenatos nacidos en la zona.

Dicha reducción será consecuencia de la sostenida pérdida de crías hembras en la actualidad que afectará de manera negativa el reclutamiento de las mismas en el futuro para asegurar la reproducción. Cabe recordar que en el informe pasado realizado por este programa de monitoreo se había detectado la muerte de unos 500 ejemplares en el período 2003 y 2011 detectándose también que la mayoría de los ejemplares muertos eran crías.

El informe pide la colaboración de las autoridades para evitar que sigan aumentando las muertes: “En base a la evidencia científica disponible a más de cuatro décadas de experiencia estudiando a la ballena Franca Austral y al consenso de los especialistas reunidos en talleres recientes, entendemos que la situación actual que se manifiesta en un número récord de ballenas muertas en la temporada 2012 (que duplica en número de muertes al año anterior) es altamente preocupante para la población de ballenas francas en la Argentina. Por ello, consideramos que la misma requiere de una máxima atención de las autoridades nacionales y provinciales responsables del manejo y la conservación de los recursos naturales de nuestro país”. Firman el informe las supervisoras Marcela Uhart, Victoria Rowntree y el asesor científico Mariano Sironi.


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