Por Darío Roberts
Los contenidos son los mismos que n una escuela pública, lo diferente es la manera de llegar al alumno”. La que habla es María Susana Straub, directora de la escuela Waldorf “Crisol de Micael”, un establecimiento que basa su propuesta educativa en el método creado por el filósofo Rudolf Steiner y que funciona desde 1998 en la comarca cordillerana. Del otro lado del teléfono la docente cuenta de qué manera surgió hace quince años en distintas familias de la comarca del paralelo 42 la necesidad de impulsar una propuesta educativa alternativa a la tradicional.
De aquellos primeros años hasta hoy no sólo ha habido un crecimiento de matrícula y de actividades, sino que también la escuela ha recibido el reconocimiento oficial por parte del Ministerio de Educación de Chubut. La resolución 95/2012, publicada 2 de mayo del año pasado, valida el “funcionamiento de la Escuela Waldorf Crisol de Micael” y otorga un plazo de dos años de carácter provisorio al reconocimiento.
En la actualidad la escuela funciona en el paraje Entre Ríos, dentro del ejido de Lago Puelo, y cuenta con 15 chicos en jardín de infantes y alrededor de 50 entre primero y sexto grado. Con un sistema de autogestión, la participación de la familias es parte central del proceso educativo, ya que además de acompañar las actividades de aprendizaje, los padres participan en distintas comisiones destinadas a dar solución a cada una de los requerimientos de la escuela, desde las finanzas y búsqueda de nuevos recursos, hasta la provisión de material bibliográfico o las reparaciones del edificio donde funciona la escuela.
“Crisol de Micael” de Lago Puelo, al igual que el resto de las escuelas Waldorf, basa su enseñanza en los principios rectores de la antroposofía, una corriente filosófica creada por Rudolf Steiner. Los mismos proponen una educación para la libertad del individuo, incorporando la expresión artística como un medio de aprendizaje en las materias curriculares. De esta manera la música, el canto, la pintura y los juegos no sólo tienen sus clases especiales sino que forman parte de la metodología diaria para que los alumnos aprendan lengua, matemática o ciencias sociales.
A diferencia de otros colegios “en las escuelas Waldorf hay menos recreos, pero son más extensos, para permitir el desarrollo de juegos de principio a fin. Otra característica es que un mismo docente acompaña al grupo desde primero a séptimo grado”, dice María Susana Straub, docente y directora del establecimiento, donde trabajan con aulas integradas y en la cual a los conceptos curriculares se suman talleres en oficios como carpintería, cerámica, cocina, tejido y jardinería, entre otros.
El reconocimiento oficial obtenido hace más de un año permite que la escuela Waldorf 1033 “Crisol de Micael” no sólo evalúe a los alumnos que antes rendían libre en escuelas públicas de la zona, sino también proyectar el crecimiento de la institución a largo plazo.
Sembrando para el futuro
En Puerto Madryn, a más de 680 kilómetros de Lago Puelo, un grupo de docentes inició el año pasado el camino para concretar una institución educativa que tenga como eje los principios de la pedagogía Waldorf. La casa maternal “Semillas de mi tierra” inició sus actividades con la premisa de educar para la libertad, según cuenta María Laura Ferreyra, iniciadora del proyecto, a quien acompañan las docentes Guadalupe, Amanda y Eliana.
“Cuando llegamos a Madryn no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar porque aquí no hay escuelas con esta orientación, así que arrancamos como un grupo de juego y ocho chicos, entre los que estaban mi hijo y mi sobrino”, dice María Laura, y cuenta que “se sumaron más chicos y más docentes y lo acompañamos con un grupo de estudio para adultos donde hablamos de pedagogía en general y al que invitamos generalmente a los papás de la escuela pero también a gente de afuera que quiera participar”.
Uno de los primeros objetivos de “Semillas de mi tierra” es lograr “que nos reconozca el Ministerio de Educación, donde ya presentamos nuestro proyecto. Nuestro fin es ser una escuela hacia la libertad. La idea es que los niños puedan tener una educación libre”.
Guadalupe, otra de las maestras, explica que la antroposofía “tiene es una concepción diferente del niño, se lo toma en su integridad, lo físico, mental y espiritual”, explica, y cuenta que a los chicos “le ofrecemos un montón de actividades para hacer y ellos eligen en qué quieren participar. Cada una está planteada por contenidos educativos y lo que ellos hacen es principalmente jugar y aprenden a través de actividades ligadas a plástica, a construcciones, a dramatizaciones, entonces pueden elegir en lo que quieren participar”.
Por Darío Roberts
Los contenidos son los mismos que n una escuela pública, lo diferente es la manera de llegar al alumno”. La que habla es María Susana Straub, directora de la escuela Waldorf “Crisol de Micael”, un establecimiento que basa su propuesta educativa en el método creado por el filósofo Rudolf Steiner y que funciona desde 1998 en la comarca cordillerana. Del otro lado del teléfono la docente cuenta de qué manera surgió hace quince años en distintas familias de la comarca del paralelo 42 la necesidad de impulsar una propuesta educativa alternativa a la tradicional.
De aquellos primeros años hasta hoy no sólo ha habido un crecimiento de matrícula y de actividades, sino que también la escuela ha recibido el reconocimiento oficial por parte del Ministerio de Educación de Chubut. La resolución 95/2012, publicada 2 de mayo del año pasado, valida el “funcionamiento de la Escuela Waldorf Crisol de Micael” y otorga un plazo de dos años de carácter provisorio al reconocimiento.
En la actualidad la escuela funciona en el paraje Entre Ríos, dentro del ejido de Lago Puelo, y cuenta con 15 chicos en jardín de infantes y alrededor de 50 entre primero y sexto grado. Con un sistema de autogestión, la participación de la familias es parte central del proceso educativo, ya que además de acompañar las actividades de aprendizaje, los padres participan en distintas comisiones destinadas a dar solución a cada una de los requerimientos de la escuela, desde las finanzas y búsqueda de nuevos recursos, hasta la provisión de material bibliográfico o las reparaciones del edificio donde funciona la escuela.
“Crisol de Micael” de Lago Puelo, al igual que el resto de las escuelas Waldorf, basa su enseñanza en los principios rectores de la antroposofía, una corriente filosófica creada por Rudolf Steiner. Los mismos proponen una educación para la libertad del individuo, incorporando la expresión artística como un medio de aprendizaje en las materias curriculares. De esta manera la música, el canto, la pintura y los juegos no sólo tienen sus clases especiales sino que forman parte de la metodología diaria para que los alumnos aprendan lengua, matemática o ciencias sociales.
A diferencia de otros colegios “en las escuelas Waldorf hay menos recreos, pero son más extensos, para permitir el desarrollo de juegos de principio a fin. Otra característica es que un mismo docente acompaña al grupo desde primero a séptimo grado”, dice María Susana Straub, docente y directora del establecimiento, donde trabajan con aulas integradas y en la cual a los conceptos curriculares se suman talleres en oficios como carpintería, cerámica, cocina, tejido y jardinería, entre otros.
El reconocimiento oficial obtenido hace más de un año permite que la escuela Waldorf 1033 “Crisol de Micael” no sólo evalúe a los alumnos que antes rendían libre en escuelas públicas de la zona, sino también proyectar el crecimiento de la institución a largo plazo.
Sembrando para el futuro
En Puerto Madryn, a más de 680 kilómetros de Lago Puelo, un grupo de docentes inició el año pasado el camino para concretar una institución educativa que tenga como eje los principios de la pedagogía Waldorf. La casa maternal “Semillas de mi tierra” inició sus actividades con la premisa de educar para la libertad, según cuenta María Laura Ferreyra, iniciadora del proyecto, a quien acompañan las docentes Guadalupe, Amanda y Eliana.
“Cuando llegamos a Madryn no sabíamos con qué nos íbamos a encontrar porque aquí no hay escuelas con esta orientación, así que arrancamos como un grupo de juego y ocho chicos, entre los que estaban mi hijo y mi sobrino”, dice María Laura, y cuenta que “se sumaron más chicos y más docentes y lo acompañamos con un grupo de estudio para adultos donde hablamos de pedagogía en general y al que invitamos generalmente a los papás de la escuela pero también a gente de afuera que quiera participar”.
Uno de los primeros objetivos de “Semillas de mi tierra” es lograr “que nos reconozca el Ministerio de Educación, donde ya presentamos nuestro proyecto. Nuestro fin es ser una escuela hacia la libertad. La idea es que los niños puedan tener una educación libre”.
Guadalupe, otra de las maestras, explica que la antroposofía “tiene es una concepción diferente del niño, se lo toma en su integridad, lo físico, mental y espiritual”, explica, y cuenta que a los chicos “le ofrecemos un montón de actividades para hacer y ellos eligen en qué quieren participar. Cada una está planteada por contenidos educativos y lo que ellos hacen es principalmente jugar y aprenden a través de actividades ligadas a plástica, a construcciones, a dramatizaciones, entonces pueden elegir en lo que quieren participar”.