Sonríe, Dios toca la guitarra

Historias Mínimas.

31 MAY 2014 - 21:48 | Actualizado

Por Pedro Méndez

La guitarra y el hombre han protagonizado innumerables leyendas a través de los tiempos. Esa cosa de madera con seis cuerdas, es hoy el más popular de los instrumentos musicales en el planeta. Con un parentesco lejano con el laúd (al´ud: la madera en egipcio), pero descendiente directo del rebec que introdujeron los moros en España en el Siglo XIV, la guitarra (del latín: cithara, aunque este era un instrumento sin mástil ni trastes) logró su forma actual en el siglo XVI, cuando a la Vihuela (o guitarra latina de cinco cuerdas), luthiers alemanes le agregaron una cuerda más.

Alrededor del mundo son miles, millones los encantados por este instrumento que ha sido capaz de crear sus propios héroes. Su forma tan corpóreamente femenina y sensual, influye en la sensibilidad de cualquiera que llegue a ser tocado por los destellos secretos de su mundo tan sutil e indescifrable como una fantasía infinita.

Ella es capaz de convertir en ángeles o en demonios a quienes ingresen a su mundo. Ella es la dueña de una voz que busca su alma gemela, el espíritu al que entregará su belleza y con el que compartirá su mágico poder de encanto. Ella impone una relación íntima, exclusiva y sin límites. Ella es capaz de hacer de la historia de los hombres la mejor de las leyendas.

En la década de 1930, en EE.UU. existió un guitarrista negro de blues llamado Robert Johnson cuya leyenda dice que en un cruce de caminos (Cross-roads) vendió su alma al diablo para ser el mejor guitarrista del mundo. Entre 1936 a 1937, Johnson grabó un puñado de canciones en las que dejó plasmada su maestría de carácter superior a todo lo que podría aprender y desarrollar un hombre en ese momento, a esa edad y en su contexto de vida. Johnson alimentó el mito, muriendo de manera misteriosa. Algunas historias cuentan que fue envenenado por su novia. Otras dicen que murió aullando como un lobo. Dos certificados, uno de nacimiento, otro de defunción y dos fotografías fueron todas las pertenencias que sobrevivieron a su desaparición.

Las grabaciones de Robert Johnson marcaron un hito en la relación guitarra/interprete, algo que se trasladaría a la siguiente era de manera tan mágica como misteriosa y conmovedora.

Cuando en Inglaterra se editó el álbum “Blues Breakers with Eric Clapton”, la magia volvió al mundo porque Clapton había grabado la canción de Johnson “Rambling on my mind”. A bordo de una guitarra Gibson Les Paul Standard y un amplificador Marshall, la forma de tocar y el sonido de Eric Clapton inspiró entre sus seguidores un graffitti que rezaba: “Clapton is God” (Clapton es Dios), escrito en una pared de la estación de Islington, en el subterráneo de Londres en el otoño de 1967.

“Nunca acepté que fuera el mejor guitarrista del mundo. Siempre quise ser el mejor guitarrista del mundo, pero eso es un ideal, y lo acepto como tal”. Así es como Eric Clapton fue el primer guitarrista del siglo XX en ser elevado a la categoría de mito. Un antecedente similar de carácter regional en la antigua europa, data de principio del siglo XIX cuando un italiano llamado Mauro Giulliani era adulado por su destreza con el instrumento de seis cuerdas.

Eric Clapton nació en Ripley, Surrey, Inglaterra, el 30 de marzo de 1945. Fue un niño criado por sus abuelos creyendo que eran sus padres, y que su madre era su hermana mayor. A los 9 años de edad, averiguó la verdad y fue un punto de inflexión en su vida. La oscura música de Robert Johnson encontró la luz en la vida de Eric Clapton y la leyenda continuó. Antes de dedicarse de lleno al mundo de la música Clapton se ganaba la vida trabajando como ayudante de albañil de su abuelo. En 1970, comenzó a usar guitarras Fender Stratocaster. La primera se llamó “Brownie”, con la que grabó “Layla”. Durante una gira con Derek and the Dominos, Clapton compró seis Fender Stratocasters. Regaló una a George Harrison, otra Steve Winwood y otra a Pete Townshend. Luego con el mango de una, el cuerpo de otra y los micrófonos de la tercera armó una guitarra a la que llamó “Blackie”, la guitarra de cuerpo negro, plaqueta blanca y mango de maple. Esa fue su guitarra principal por 15 años y con la que grabó algunas de las piezas más memorables de la historia del Rock y de la música contemporanea. Clapton retiró a Blackie de los escenarios en 1985.

En 2004, “Blackie” fue subastada en Christie´s, Nueva York por la cantidad de 959.500 dólares. Lo mismo hizo con “Brownie” y otro centenar de guitarras de su colección. Brownie está expuesta en un museo musical de Seattle llamado Experience Music Project. Fender creo una edición limitada de réplicas exactas de Blackie retirada, con el mango gastado, los golpes y las quemaduras de cigarrillo en el clavijero, que se vendieron entre fanáticos y millonarios. La acústica Martin 1939 000-42 que usó para su álbum acústico Unplugged fue vendida en subasta por 791.500 dólares.

En 2011, 70 guitarras de su colección fueron subastas, en Nueva York y consiguió recaudar 2,15 millones de dólares, más del triple de lo esperado. Todas las subastas de guitarras que ha llevado a cabo Clapton, desde tanto la de 1999 (donde se recaudaron más de 5 millones de dólares), como la de 2004 (donde se recaudaron 7.438.624 de dólares), y la última, realizada en 2011 fueron en beneficio del centro de desintoxicación Crossroads Center Antigua, creado por él en 1997.

“La historia de la humanidad está basada en héroes y villanos, en ese contexto, me agrada ser un héroe”, dijo Eric Clapton en octubre de 1990, la primera vez que vino a la Argentina, donde regresó para tocar en 2001 y 2011, completando su trilogía hechicera. En 2013 inició una gira mundial celebrando sus cincuenta años como músico profesional, Eric Clapton es un icono del arte de tocar la guitarra y su vigencia, como la del instrumento siguen superando, década a década, el test del tiempo .

31 MAY 2014 - 21:48

Por Pedro Méndez

La guitarra y el hombre han protagonizado innumerables leyendas a través de los tiempos. Esa cosa de madera con seis cuerdas, es hoy el más popular de los instrumentos musicales en el planeta. Con un parentesco lejano con el laúd (al´ud: la madera en egipcio), pero descendiente directo del rebec que introdujeron los moros en España en el Siglo XIV, la guitarra (del latín: cithara, aunque este era un instrumento sin mástil ni trastes) logró su forma actual en el siglo XVI, cuando a la Vihuela (o guitarra latina de cinco cuerdas), luthiers alemanes le agregaron una cuerda más.

Alrededor del mundo son miles, millones los encantados por este instrumento que ha sido capaz de crear sus propios héroes. Su forma tan corpóreamente femenina y sensual, influye en la sensibilidad de cualquiera que llegue a ser tocado por los destellos secretos de su mundo tan sutil e indescifrable como una fantasía infinita.

Ella es capaz de convertir en ángeles o en demonios a quienes ingresen a su mundo. Ella es la dueña de una voz que busca su alma gemela, el espíritu al que entregará su belleza y con el que compartirá su mágico poder de encanto. Ella impone una relación íntima, exclusiva y sin límites. Ella es capaz de hacer de la historia de los hombres la mejor de las leyendas.

En la década de 1930, en EE.UU. existió un guitarrista negro de blues llamado Robert Johnson cuya leyenda dice que en un cruce de caminos (Cross-roads) vendió su alma al diablo para ser el mejor guitarrista del mundo. Entre 1936 a 1937, Johnson grabó un puñado de canciones en las que dejó plasmada su maestría de carácter superior a todo lo que podría aprender y desarrollar un hombre en ese momento, a esa edad y en su contexto de vida. Johnson alimentó el mito, muriendo de manera misteriosa. Algunas historias cuentan que fue envenenado por su novia. Otras dicen que murió aullando como un lobo. Dos certificados, uno de nacimiento, otro de defunción y dos fotografías fueron todas las pertenencias que sobrevivieron a su desaparición.

Las grabaciones de Robert Johnson marcaron un hito en la relación guitarra/interprete, algo que se trasladaría a la siguiente era de manera tan mágica como misteriosa y conmovedora.

Cuando en Inglaterra se editó el álbum “Blues Breakers with Eric Clapton”, la magia volvió al mundo porque Clapton había grabado la canción de Johnson “Rambling on my mind”. A bordo de una guitarra Gibson Les Paul Standard y un amplificador Marshall, la forma de tocar y el sonido de Eric Clapton inspiró entre sus seguidores un graffitti que rezaba: “Clapton is God” (Clapton es Dios), escrito en una pared de la estación de Islington, en el subterráneo de Londres en el otoño de 1967.

“Nunca acepté que fuera el mejor guitarrista del mundo. Siempre quise ser el mejor guitarrista del mundo, pero eso es un ideal, y lo acepto como tal”. Así es como Eric Clapton fue el primer guitarrista del siglo XX en ser elevado a la categoría de mito. Un antecedente similar de carácter regional en la antigua europa, data de principio del siglo XIX cuando un italiano llamado Mauro Giulliani era adulado por su destreza con el instrumento de seis cuerdas.

Eric Clapton nació en Ripley, Surrey, Inglaterra, el 30 de marzo de 1945. Fue un niño criado por sus abuelos creyendo que eran sus padres, y que su madre era su hermana mayor. A los 9 años de edad, averiguó la verdad y fue un punto de inflexión en su vida. La oscura música de Robert Johnson encontró la luz en la vida de Eric Clapton y la leyenda continuó. Antes de dedicarse de lleno al mundo de la música Clapton se ganaba la vida trabajando como ayudante de albañil de su abuelo. En 1970, comenzó a usar guitarras Fender Stratocaster. La primera se llamó “Brownie”, con la que grabó “Layla”. Durante una gira con Derek and the Dominos, Clapton compró seis Fender Stratocasters. Regaló una a George Harrison, otra Steve Winwood y otra a Pete Townshend. Luego con el mango de una, el cuerpo de otra y los micrófonos de la tercera armó una guitarra a la que llamó “Blackie”, la guitarra de cuerpo negro, plaqueta blanca y mango de maple. Esa fue su guitarra principal por 15 años y con la que grabó algunas de las piezas más memorables de la historia del Rock y de la música contemporanea. Clapton retiró a Blackie de los escenarios en 1985.

En 2004, “Blackie” fue subastada en Christie´s, Nueva York por la cantidad de 959.500 dólares. Lo mismo hizo con “Brownie” y otro centenar de guitarras de su colección. Brownie está expuesta en un museo musical de Seattle llamado Experience Music Project. Fender creo una edición limitada de réplicas exactas de Blackie retirada, con el mango gastado, los golpes y las quemaduras de cigarrillo en el clavijero, que se vendieron entre fanáticos y millonarios. La acústica Martin 1939 000-42 que usó para su álbum acústico Unplugged fue vendida en subasta por 791.500 dólares.

En 2011, 70 guitarras de su colección fueron subastas, en Nueva York y consiguió recaudar 2,15 millones de dólares, más del triple de lo esperado. Todas las subastas de guitarras que ha llevado a cabo Clapton, desde tanto la de 1999 (donde se recaudaron más de 5 millones de dólares), como la de 2004 (donde se recaudaron 7.438.624 de dólares), y la última, realizada en 2011 fueron en beneficio del centro de desintoxicación Crossroads Center Antigua, creado por él en 1997.

“La historia de la humanidad está basada en héroes y villanos, en ese contexto, me agrada ser un héroe”, dijo Eric Clapton en octubre de 1990, la primera vez que vino a la Argentina, donde regresó para tocar en 2001 y 2011, completando su trilogía hechicera. En 2013 inició una gira mundial celebrando sus cincuenta años como músico profesional, Eric Clapton es un icono del arte de tocar la guitarra y su vigencia, como la del instrumento siguen superando, década a década, el test del tiempo .