Marcelo García no era un hombre fácil. Cuando lo detuvieron en febrero de 1996, pocos días después de asesinar y descuartizar a una joven promotora fue trasladado a la Alcaidía de Comodoro. Allí fingió un dolor, lo llevaron al Hospital Regional, durmió al guardia y se escapó. Lo recapturaron al poco tiempo. Pero su estadía en la Alcaidía se hizo insoportable. A diario, provocaba algún incidente con otros presos. Entonces, decidieron trasladarlo a la Unidad Seis de Rawson.
Poco tiempo después del traslado y mientras se duchaba en los baños de la cárcel de máxima seguridad, mató a puntazos a otro interno: Gustavo Rosales, quien cumplía una condena por el crimen de la empresaria Ramona Barrionuevo, ocurrido en 1991 también en Comodoro Rivadavia.
Después de aquel hecho del verano del 96, uno de los más espeluznantes que recuerda la historia policial de la provincia, García se había ganado el apodo de “El descuartizador de las Torres”. Porque fue en una de ellas, la número 6 del complejo ubicado frente al mar sobre la avenida Ducó donde mató y descuartizó a la promotora Magda Ivone Silva, de sólo 21 años y oriunda de Río Senguer. La madrugada del hecho, García y la chica tuvieron sexo en el departamento 12 del complejo, propiedad de la hermana del muchacho, por entonces de 28 años.
Nadie sabe bien que pasó. Aparentemente, Magda Ivone se burló por algún motivo y presa de ira, García la golpeó fuertemente contra el respaldar de la cama. La chica murió instantáneamente. Tras el asesinato, intentó hacer desaparecer el cuerpo. Entonces lo descuartizó, lo colocó en bolsas de consorcio y lo esparció por la costa en cercanías a Rada Tilly. Nunca se supo si alguien los ayudó a descuartizar a Ivone. Y otro dato: se encontraron todas las partes de su cuerpo, menos la cabeza. Marcelo García nunca confesó donde la había tirado.
Marcelo García tuvo un final violento. Así como fue su vida, plagada de hechos delictivos, tras el asesinato de la joven promotora. El domingo pasado, un hombre bajó de una Toyota Hilux y le disparó dos veces. Con una gran certeza: una bala ingresó por la tráquea y otra por el pecho. Murió en el acto. La policía busca ahora intensamente a Adrián Currulef, conocido como “Pepo” quien tras asesinar a García huyó a pie pero cometió un error que lo dejó estrechamente ligado al crimen: olvidó su celular cargando en la camioneta. Fue clave para su identificación.
Ahora tiene pedido de captura nacional e internacional porque todas las evidencias apuntan a que fue el autor de la muerte de uno de los asesinos más “célebres” de la provincia. Se cree que este trágico final de García nada tiene que ver con aquel atroz crimen que cometió en Las Torres hace 18 años. Ambos hombres, García y Currulef estaban vinculados al complejo mundo del sindicalismo petrolero. Algunas diferencias que mantenían habrían provocado la reacción de este último que esperó el momento para asesinarlo.
Tras quedar libre por el descuartizamiento de la chica y del crimen del interno en la Unidad Seis, Marcelo García no pudo abandonar el mundo del delito. Pese a que días antes de su muerte estaba a punto de ingresar en una empresa de servicios petroleros, había hecho de las suyas en Sarmiento donde en 2008 fue detenido por un intento de robo que lo llevó a un nuevo juicio. Según relata la crónica policial de entonces se presentó en una concesionaria para comprar un vehículo pero amenazó al dueño con un arma. Dos años después fue nuevamente detenido por amenazas también en Sarmiento y condenado a 3 años y seis meses de prisión. Tras abandonar la cárcel se vinculó con familias gitanas y se lo acusó varias veces de protagonizar “aprietes con armas”, sobre todo en el ámbito de la compra y venta de vehículos.
García resolvió regresar a Comodoro e ingresar en el mundo del petróleo. Pero no en cualquier lado. Eligió contactarse rápidamente con sindicalistas. Y en ese ambiente fue que conoció a Currulef con quien siempre tuvo diferencias. García era delegado y Currulef, según fuentes de la investigación, cumplía tareas “logísticas” poco claras dentro del Sindicato de Petroleros Privados, desde la época en que era conducido por Mario Mansilla.
Lo cierto que es que todo hace presumir que a las 6,30 del domingo pasado Currulef subió a su camioneta y fue en busca de García. Lo encontró en la calle Alvear al 700 justo cuando descendía de su auto. Si bien no hay testigos del hecho, no mediaron palabras. Currulef habría sacado un arma de grueso calibre y prácticamente lo ejecutó. Después, se marchó corriendo.
El asesinato no solo pasa a engrosar la larga lista de muertes violentas que se vienen produciendo en la ciudad de Comodoro en los últimos tiempos. También le puso final a la vida de un hombre que escribió una leyenda con aquel asesinato y descuartizamiento de Las Torres. Delito por el cual lo habían condenado a 14 años de prisión pero logró abandonar la cárcel unos años antes. Con su muerte, el “Descuartizador de las Torres” se llevó a la tumba algunos secretos. Si tuvo un cómplice, donde escondió la cabeza de una joven y hermosa promotora. Y sobre todo que broma de la chica fue la que lo llevó a semejante ataque de ira, al más atroz de los asesinatos.#
Un delegado suelto
Desde la semana pasada, Adrián Currulef de 33 años, tiene pedido de captura nacional e internacional. Es porque las autoridades creen que pudo haber abandonado el país. El joven pertenece a la “Agrupación 7 de Octubre” que lidera el actual secretario general del Sindicato de Petroleros Privados, Jorge “Loma”Ävila. Pero si participación en el gremio viene desde hace algunos años, cuando era manejado por Mario Mansilla. Todo apunta a que el crimen se debió a una interna sindical, aunque hasta ahora ningún dirigente del gremio fue llamado a declarar. Fuentes cercanas a la investigación aseguraron que Currulef gozaba de permanentes licencias gremiales ya que era delegado del sindicato. Y que, al menos en la época de Mansilla, pertenecía a una especie de “grupo de choque”, que se encargaba entre otras cosas, de organizar actos y movilizaciones.
Marcelo García no era un hombre fácil. Cuando lo detuvieron en febrero de 1996, pocos días después de asesinar y descuartizar a una joven promotora fue trasladado a la Alcaidía de Comodoro. Allí fingió un dolor, lo llevaron al Hospital Regional, durmió al guardia y se escapó. Lo recapturaron al poco tiempo. Pero su estadía en la Alcaidía se hizo insoportable. A diario, provocaba algún incidente con otros presos. Entonces, decidieron trasladarlo a la Unidad Seis de Rawson.
Poco tiempo después del traslado y mientras se duchaba en los baños de la cárcel de máxima seguridad, mató a puntazos a otro interno: Gustavo Rosales, quien cumplía una condena por el crimen de la empresaria Ramona Barrionuevo, ocurrido en 1991 también en Comodoro Rivadavia.
Después de aquel hecho del verano del 96, uno de los más espeluznantes que recuerda la historia policial de la provincia, García se había ganado el apodo de “El descuartizador de las Torres”. Porque fue en una de ellas, la número 6 del complejo ubicado frente al mar sobre la avenida Ducó donde mató y descuartizó a la promotora Magda Ivone Silva, de sólo 21 años y oriunda de Río Senguer. La madrugada del hecho, García y la chica tuvieron sexo en el departamento 12 del complejo, propiedad de la hermana del muchacho, por entonces de 28 años.
Nadie sabe bien que pasó. Aparentemente, Magda Ivone se burló por algún motivo y presa de ira, García la golpeó fuertemente contra el respaldar de la cama. La chica murió instantáneamente. Tras el asesinato, intentó hacer desaparecer el cuerpo. Entonces lo descuartizó, lo colocó en bolsas de consorcio y lo esparció por la costa en cercanías a Rada Tilly. Nunca se supo si alguien los ayudó a descuartizar a Ivone. Y otro dato: se encontraron todas las partes de su cuerpo, menos la cabeza. Marcelo García nunca confesó donde la había tirado.
Marcelo García tuvo un final violento. Así como fue su vida, plagada de hechos delictivos, tras el asesinato de la joven promotora. El domingo pasado, un hombre bajó de una Toyota Hilux y le disparó dos veces. Con una gran certeza: una bala ingresó por la tráquea y otra por el pecho. Murió en el acto. La policía busca ahora intensamente a Adrián Currulef, conocido como “Pepo” quien tras asesinar a García huyó a pie pero cometió un error que lo dejó estrechamente ligado al crimen: olvidó su celular cargando en la camioneta. Fue clave para su identificación.
Ahora tiene pedido de captura nacional e internacional porque todas las evidencias apuntan a que fue el autor de la muerte de uno de los asesinos más “célebres” de la provincia. Se cree que este trágico final de García nada tiene que ver con aquel atroz crimen que cometió en Las Torres hace 18 años. Ambos hombres, García y Currulef estaban vinculados al complejo mundo del sindicalismo petrolero. Algunas diferencias que mantenían habrían provocado la reacción de este último que esperó el momento para asesinarlo.
Tras quedar libre por el descuartizamiento de la chica y del crimen del interno en la Unidad Seis, Marcelo García no pudo abandonar el mundo del delito. Pese a que días antes de su muerte estaba a punto de ingresar en una empresa de servicios petroleros, había hecho de las suyas en Sarmiento donde en 2008 fue detenido por un intento de robo que lo llevó a un nuevo juicio. Según relata la crónica policial de entonces se presentó en una concesionaria para comprar un vehículo pero amenazó al dueño con un arma. Dos años después fue nuevamente detenido por amenazas también en Sarmiento y condenado a 3 años y seis meses de prisión. Tras abandonar la cárcel se vinculó con familias gitanas y se lo acusó varias veces de protagonizar “aprietes con armas”, sobre todo en el ámbito de la compra y venta de vehículos.
García resolvió regresar a Comodoro e ingresar en el mundo del petróleo. Pero no en cualquier lado. Eligió contactarse rápidamente con sindicalistas. Y en ese ambiente fue que conoció a Currulef con quien siempre tuvo diferencias. García era delegado y Currulef, según fuentes de la investigación, cumplía tareas “logísticas” poco claras dentro del Sindicato de Petroleros Privados, desde la época en que era conducido por Mario Mansilla.
Lo cierto que es que todo hace presumir que a las 6,30 del domingo pasado Currulef subió a su camioneta y fue en busca de García. Lo encontró en la calle Alvear al 700 justo cuando descendía de su auto. Si bien no hay testigos del hecho, no mediaron palabras. Currulef habría sacado un arma de grueso calibre y prácticamente lo ejecutó. Después, se marchó corriendo.
El asesinato no solo pasa a engrosar la larga lista de muertes violentas que se vienen produciendo en la ciudad de Comodoro en los últimos tiempos. También le puso final a la vida de un hombre que escribió una leyenda con aquel asesinato y descuartizamiento de Las Torres. Delito por el cual lo habían condenado a 14 años de prisión pero logró abandonar la cárcel unos años antes. Con su muerte, el “Descuartizador de las Torres” se llevó a la tumba algunos secretos. Si tuvo un cómplice, donde escondió la cabeza de una joven y hermosa promotora. Y sobre todo que broma de la chica fue la que lo llevó a semejante ataque de ira, al más atroz de los asesinatos.#
Un delegado suelto
Desde la semana pasada, Adrián Currulef de 33 años, tiene pedido de captura nacional e internacional. Es porque las autoridades creen que pudo haber abandonado el país. El joven pertenece a la “Agrupación 7 de Octubre” que lidera el actual secretario general del Sindicato de Petroleros Privados, Jorge “Loma”Ävila. Pero si participación en el gremio viene desde hace algunos años, cuando era manejado por Mario Mansilla. Todo apunta a que el crimen se debió a una interna sindical, aunque hasta ahora ningún dirigente del gremio fue llamado a declarar. Fuentes cercanas a la investigación aseguraron que Currulef gozaba de permanentes licencias gremiales ya que era delegado del sindicato. Y que, al menos en la época de Mansilla, pertenecía a una especie de “grupo de choque”, que se encargaba entre otras cosas, de organizar actos y movilizaciones.