Los misterios del cerebro, hoy en Canal Encuentro

Los neurocientíficos Diego Golombek y Mariano Sigman conducen "El cerebro y yo". Para entender cómo funciona, siente, ve y escucha el ser humano. Este jueves a las 21:30.

08 OCT 2014 - 18:29 | Actualizado

"El cerebro es una máquina que interpreta la realidad. En otras palabras, hay tantas realidades como cerebros. Conocer sus secretos, sus engaños y sus límites es conocernos a nosotros mismos y eso planteamos en esta serie y, la verdad, da vértigo", expresa Golombek en charla con Télam.

En cada uno de los ocho capítulos, estos hombres de ciencia proponen acercar al espectador a los misterios del cerebro a partir de una interacción con el universo que nos rodea, permitiendo explorar la relación entre algunos de los procesos cerebrales y los diferentes aspectos de la vida cotidiana como la toma de decisiones, las habilidades artísticas, la percepción sensorial y la creatividad, entre otros.

De esta manera, la serie recorre a través de un formato original, dinámico y entretenido, temáticas como la actividad mental, la forma en que desarrollamos los pensamientos, los procesos inconscientes y las acciones simples.

En cada entrega "vamos desgranando cómo el cerebro se relaciona con diversos aspectos de la vida cotidiana, desde la mirada hasta la música, pasando por el movimiento, el tiempo, el dinero, la moral y el lenguaje. Abordamos descubrimientos e investigaciones contemporáneas para contar la importancia de la neurociencia en todo lo que vivimos", explica Golombek.

¿Cómo fue pensado el programa?

Desde hacía tiempo teníamos la idea de hacer un programa sobre el cerebro, considerado el objeto más complejo del universo. Para eso buscamos hacer un programa dinámico, riguroso pero con humor, que incluya diversos experimentos con gente en distintos lugares del país y que además pudieran ser realizados por el público.

¿Desde qué lugar abordan un universo tan amplio y complejo?

La neurociencia es posiblemente la disciplina que más avanzó en los últimos años. Los avances tecnológicos permitieron que cada vez sepamos más sobre el funcionamiento del cerebro, o sea, de nosotros mismos. Esto trae aparejado la necesidad de comunicar, de contar las novedades e investigaciones sobre el tema.

La particularidad de "El cerebro y yo" -donde el título es una ironía, dado que ese "yo" es, en el fondo, el mismísimo cerebro- es abrirnos la posibilidad de relacionar al sistema nervioso con todo lo que hacemos, con nuestra vida cotidiana; así, los diferentes capítulos hablarán de la relación entre el cerebro y el tiempo, el movimiento, la música, la mirada, la moral o el dinero.

¿Qué buscan transmitir en este ciclo?

Compartir el asombro y lo maravilloso que es asomarse a los misterios del cerebro. Por ejemplo, la única forma que tenemos de conocer el mundo es a través de los sentidos, que no son de lo más fidedignos, ya que inventan o hacen desaparecer cosas, y nuestro cerebro se las tiene que arreglar con lo que le llega. En cierta forma, no sabemos cómo es el mundo, sino lo que los sentidos nos dicen sobre él.

¿Cómo está pensado el formato y el lenguaje con el que buscan llegar al espectador?

Es un programa muy ambicioso, en el cual buscamos la locación más adecuada para contar los distintos temas. Por ejemplo, para hablar de una situación estresante nos tiramos en tirolesa sobre un lago en Mendoza, o hacemos bungee-jumping en Salta. Convocamos jóvenes para realizar experimentos reales y que nos acompañen en esta aventura de descubrir a nuestro órgano de pensamiento, emociones y sentidos.

Si bien Mariano y yo somos investigadores profesionales y dirigimos laboratorios de neurociencia, utilizamos un lenguaje riguroso pero coloquial, ameno y entretenido de manera de captar la atención del espectador.

¿Cómo se acercan la biología, la física y la neurociencia al espectador común?

Con pasión. La misma que vivimos en nuestras clases y en nuestros laboratorios, con la curiosidad que todos llevamos dentro y nos da ganas de sacudir a la naturaleza a preguntas. No hay nada más fascinante que conocer y, en este caso, conocernos a nosotros mismos y al órgano que nos hace ser quienes somos. Es cierto que las ciencias naturales tienen un lenguaje particular, conciso y elegante, que a veces se torna demasiado cerrado y para una cofradía de investigadores; el desafío es poder abrir el juego echando mando a los diversos recursos de la divulgación científica, pero sin grises y sin tergiversar nunca los hallazgos y preceptos de la investigación. Aquí el humor, la ficción, los ambientes naturales y los experimentos ayudan muchísimo.

¿Qué importancia tiene la divulgación de estos conocimientos?

Mucha. Por un lado, estamos viviendo una época en la que el público quiere saber de qué se trata. La tríada de actores involucrados – científicos, comunicadores, público – está muy interesada en la comunicación pública de la ciencia, sobre todo de aquellos saberes que les tocan más de cerca. Al mismo tiempo, necesitamos más científicos y tecnólogos en nuestro país, y la divulgación es un recurso más para fomentar vocaciones por la ciencia. Pero, sobre todo, el promover una cultura científica, con pensamiento racional y una mirada experimental sobre el mundo, no solo nos hace conocer más y mejor lo que nos rodea, sino que, además, al eliminar prejuicios y principios de autoridad, no me cabe duda de que nos hace mejores personas.

08 OCT 2014 - 18:29

"El cerebro es una máquina que interpreta la realidad. En otras palabras, hay tantas realidades como cerebros. Conocer sus secretos, sus engaños y sus límites es conocernos a nosotros mismos y eso planteamos en esta serie y, la verdad, da vértigo", expresa Golombek en charla con Télam.

En cada uno de los ocho capítulos, estos hombres de ciencia proponen acercar al espectador a los misterios del cerebro a partir de una interacción con el universo que nos rodea, permitiendo explorar la relación entre algunos de los procesos cerebrales y los diferentes aspectos de la vida cotidiana como la toma de decisiones, las habilidades artísticas, la percepción sensorial y la creatividad, entre otros.

De esta manera, la serie recorre a través de un formato original, dinámico y entretenido, temáticas como la actividad mental, la forma en que desarrollamos los pensamientos, los procesos inconscientes y las acciones simples.

En cada entrega "vamos desgranando cómo el cerebro se relaciona con diversos aspectos de la vida cotidiana, desde la mirada hasta la música, pasando por el movimiento, el tiempo, el dinero, la moral y el lenguaje. Abordamos descubrimientos e investigaciones contemporáneas para contar la importancia de la neurociencia en todo lo que vivimos", explica Golombek.

¿Cómo fue pensado el programa?

Desde hacía tiempo teníamos la idea de hacer un programa sobre el cerebro, considerado el objeto más complejo del universo. Para eso buscamos hacer un programa dinámico, riguroso pero con humor, que incluya diversos experimentos con gente en distintos lugares del país y que además pudieran ser realizados por el público.

¿Desde qué lugar abordan un universo tan amplio y complejo?

La neurociencia es posiblemente la disciplina que más avanzó en los últimos años. Los avances tecnológicos permitieron que cada vez sepamos más sobre el funcionamiento del cerebro, o sea, de nosotros mismos. Esto trae aparejado la necesidad de comunicar, de contar las novedades e investigaciones sobre el tema.

La particularidad de "El cerebro y yo" -donde el título es una ironía, dado que ese "yo" es, en el fondo, el mismísimo cerebro- es abrirnos la posibilidad de relacionar al sistema nervioso con todo lo que hacemos, con nuestra vida cotidiana; así, los diferentes capítulos hablarán de la relación entre el cerebro y el tiempo, el movimiento, la música, la mirada, la moral o el dinero.

¿Qué buscan transmitir en este ciclo?

Compartir el asombro y lo maravilloso que es asomarse a los misterios del cerebro. Por ejemplo, la única forma que tenemos de conocer el mundo es a través de los sentidos, que no son de lo más fidedignos, ya que inventan o hacen desaparecer cosas, y nuestro cerebro se las tiene que arreglar con lo que le llega. En cierta forma, no sabemos cómo es el mundo, sino lo que los sentidos nos dicen sobre él.

¿Cómo está pensado el formato y el lenguaje con el que buscan llegar al espectador?

Es un programa muy ambicioso, en el cual buscamos la locación más adecuada para contar los distintos temas. Por ejemplo, para hablar de una situación estresante nos tiramos en tirolesa sobre un lago en Mendoza, o hacemos bungee-jumping en Salta. Convocamos jóvenes para realizar experimentos reales y que nos acompañen en esta aventura de descubrir a nuestro órgano de pensamiento, emociones y sentidos.

Si bien Mariano y yo somos investigadores profesionales y dirigimos laboratorios de neurociencia, utilizamos un lenguaje riguroso pero coloquial, ameno y entretenido de manera de captar la atención del espectador.

¿Cómo se acercan la biología, la física y la neurociencia al espectador común?

Con pasión. La misma que vivimos en nuestras clases y en nuestros laboratorios, con la curiosidad que todos llevamos dentro y nos da ganas de sacudir a la naturaleza a preguntas. No hay nada más fascinante que conocer y, en este caso, conocernos a nosotros mismos y al órgano que nos hace ser quienes somos. Es cierto que las ciencias naturales tienen un lenguaje particular, conciso y elegante, que a veces se torna demasiado cerrado y para una cofradía de investigadores; el desafío es poder abrir el juego echando mando a los diversos recursos de la divulgación científica, pero sin grises y sin tergiversar nunca los hallazgos y preceptos de la investigación. Aquí el humor, la ficción, los ambientes naturales y los experimentos ayudan muchísimo.

¿Qué importancia tiene la divulgación de estos conocimientos?

Mucha. Por un lado, estamos viviendo una época en la que el público quiere saber de qué se trata. La tríada de actores involucrados – científicos, comunicadores, público – está muy interesada en la comunicación pública de la ciencia, sobre todo de aquellos saberes que les tocan más de cerca. Al mismo tiempo, necesitamos más científicos y tecnólogos en nuestro país, y la divulgación es un recurso más para fomentar vocaciones por la ciencia. Pero, sobre todo, el promover una cultura científica, con pensamiento racional y una mirada experimental sobre el mundo, no solo nos hace conocer más y mejor lo que nos rodea, sino que, además, al eliminar prejuicios y principios de autoridad, no me cabe duda de que nos hace mejores personas.


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