La sugerencia de Sergio Agüero fue aceptada con beneplácito por el vicepresidente de Boca Juniors a cargo de la delegación en Inglaterra, Juan Carlos Crespi, y el plantel del seleccionado argentino cubrió los 250 kilómetros que separan Londres de Manchester, donde el próximo martes jugará ante Portugal, en un transporte poco habitual para estrellas como el propio "Kun", Lionel Messi, Carlos Tevez y compañía: el tren.
"No voy en avión, voy en tren", le advirtió Agüero a Crespi y al entrenador Gerardo Martino, contradiciendo la propuesta de Charly García, cuando éstos lo consultaron por el viaje a Manchester, donde el ex Independiente es "local".
"El vuelo dura media hora, pero el tren es más práctico, porque tiene vagones de primera cerrados y la estación Picadilly está a menos de cinco minutos del hotel Radisson en el que nos vamos a concentrar", completó su instrucción el actual goleador de la Premier League. Listo, asunto cerrado.
El traslado, si bien se inició una hora después de lo previsto, se cumplió en dos horas y cinco minutos, tal como está cronometrado el tren bala para un viaje de esta distancia.
Pero lo más llamativo fue ver las caras de los habituales pasajeros cuando se encontraron de frente con Messi, Tevez, Angel Di María y el resto de la delegación caminando entre ellos como si regresaran de trabajar ocho tediosas horas en una oficina.
Y si bien los medios locales muestran una auténtica devoción por Messi, el único al que consideraron en el juego de anoche frente a Croacia, con descripciones tales como "Lío dio un concierto" (The Guardian)" o "La Magia de Messi pasó por Londres (The Sun), los que se cruzaron con el equipo argentino en el andén de Picadilly se devoraron los autógrafos de Tevez.
La llegada al hotel pasó en cambio más desapercibida, porque se produjo cuando "paquetas" señoras estaban terminando el "tea o clock" en la confitería contigua al lobby y sus conocimientos futboleros distaban mucho de los que trajinaban un rato antes los andenes ferroviarios.
Sin embargo, en algo coincidieron esos dos mundos tan diferentes: viajar en tren para estas damas de la alta sociedad británica es tan extraño como para estas megaestrellas del fútbol.
La sugerencia de Sergio Agüero fue aceptada con beneplácito por el vicepresidente de Boca Juniors a cargo de la delegación en Inglaterra, Juan Carlos Crespi, y el plantel del seleccionado argentino cubrió los 250 kilómetros que separan Londres de Manchester, donde el próximo martes jugará ante Portugal, en un transporte poco habitual para estrellas como el propio "Kun", Lionel Messi, Carlos Tevez y compañía: el tren.
"No voy en avión, voy en tren", le advirtió Agüero a Crespi y al entrenador Gerardo Martino, contradiciendo la propuesta de Charly García, cuando éstos lo consultaron por el viaje a Manchester, donde el ex Independiente es "local".
"El vuelo dura media hora, pero el tren es más práctico, porque tiene vagones de primera cerrados y la estación Picadilly está a menos de cinco minutos del hotel Radisson en el que nos vamos a concentrar", completó su instrucción el actual goleador de la Premier League. Listo, asunto cerrado.
El traslado, si bien se inició una hora después de lo previsto, se cumplió en dos horas y cinco minutos, tal como está cronometrado el tren bala para un viaje de esta distancia.
Pero lo más llamativo fue ver las caras de los habituales pasajeros cuando se encontraron de frente con Messi, Tevez, Angel Di María y el resto de la delegación caminando entre ellos como si regresaran de trabajar ocho tediosas horas en una oficina.
Y si bien los medios locales muestran una auténtica devoción por Messi, el único al que consideraron en el juego de anoche frente a Croacia, con descripciones tales como "Lío dio un concierto" (The Guardian)" o "La Magia de Messi pasó por Londres (The Sun), los que se cruzaron con el equipo argentino en el andén de Picadilly se devoraron los autógrafos de Tevez.
La llegada al hotel pasó en cambio más desapercibida, porque se produjo cuando "paquetas" señoras estaban terminando el "tea o clock" en la confitería contigua al lobby y sus conocimientos futboleros distaban mucho de los que trajinaban un rato antes los andenes ferroviarios.
Sin embargo, en algo coincidieron esos dos mundos tan diferentes: viajar en tren para estas damas de la alta sociedad británica es tan extraño como para estas megaestrellas del fútbol.