Juro decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad…

17 NOV 2014 - 18:18 | Actualizado

Por Daniela Patricia Almirón (*)

En Twitter: @almirond

Cuál es la verdad? La suya, la mía, la nuestra, la de cada uno. “La Verdad”. José, un mediador de mi equipo, siempre nos recuerda al momento de reflexionar y revisar lo trabajado en una mediación: “hay tantas verdades como seres humanos”. “Escucha a todos –dice La Desiderata- incluso al ignorante y al aburrido: todos tienen una verdad que contar”.

He “confesado” que me enamoré del Derecho Civil, y que el Derecho Penal me encontró con la Mediación Penal y la Justicia Restaurativa. Lo que ahora agrego es, justamente, cómo me gusta el Derecho Procesal. No casualmente de convivir en el ejercicio de la profesión con el Código de Procedimiento Civil y Comercial pasé a especializarme en esto de la mediación que es una modalidad, una forma, un proceso, remarcando la facultad que tienen las provincias constitucionalmente de dictarse sus procedimientos.

Así es que el Proceso Civil siempre me ha fascinado. En esto de cómo decirle al juez lo que queremos decirle, y cómo probarle, en las pruebas que se ofrecen y luego al producirlas, mi verdad, que es la única y además con ello aspirar a que se encuentre razón jurídica en lo que reclamo.

Entonces llevamos al juez cantidad de pruebas que intenten acercarlo a la verdad, la formal, ya que el juez es materialmente imposible que esté en el tiempo y lugar que los hechos han ocurrido: al momento en que sucedió el siniestro, que se firmó el contrato, que se realizó la compraventa, que se pagó y cuánto, o al momento de compartir padres separados con sus hijos, la calidad y cantidad de tiempo, que la casa alquilada estaba en condiciones y luego se descuidó, o no, que la humedad en mi casa es culpa del vecino y no mía, y así infinidad de situaciones que cotidianamente se llevan a los jueces para resolver.

Entre las pruebas posibles de ofrecer según el código está la llamada prueba de confesión… De la verdad.

Los griegos, para referirse a la verdad, utilizaban la palabra “aletheia”, en un sentido de descubrimiento, aquello que no está oculto. En latín es “veritas” en cuanto a la exactitud y el rigor en el decir, lo exacto como opuesto a la mentira. Y en hebreo es la palabra “emunah”, en el sentido de confianza de que se cumpla algo que se espera. Tres sentidos diferentes e interesantes: descubrimiento, exactitud y confianza.

La Lógica y la Filosofía permiten explorar en profundidad el estudio de la verdad, y aportan para el conocimiento jurídico.

En el Procedimiento Penal se refiere a la confesión del delito, como acto por el cual una persona reconoce haber cometido un hecho punible. En los Procedimientos Civil y Laboral, la finalidad de la prueba de confesión es obtener de la parte contraria, y con relación a los hechos debatidos, el reconocimiento de los que perjudican la posición litigiosa del confesante y favorecen la del que solicita la prueba. Se le llama también “absolución de posiciones”. (¡Cómo nos gustan las palabras raras a los abogados!) En este caso cuando, en el marco de un juicio civil, comercial o laboral, se produce esta prueba ante el juez es que el requisito es el juramento o promesa de decir verdad.

Este tema de la verdad, cómo tanto, lo trajo a mí un participante de una mediación. Un señor que llamaré aquí Víctor y que le propuso una mediación a una señora que llamaré

Marta, y que se trabajó con ellos en sendos encuentros individuales. Un día me dice: “Sabe qué pasa doctora, yo quiero tener una reunión juntos, porque la verdad la tenemos nosotros,

y estando ahí, mirándonos, tiene que salir la verdad”.

¡Cómo nos importa “la verdad”! Que la verdad se sepa, se conozca, que me den la razón porque digo la verdad. Y también escucho muchas veces, en mediación, “ya va a conocerlo/ la, usted se va a dar cuenta que no dice la verdad, que son puras mentiras las que dice.”

El Proceso de Mediación es “confidencial”, los mediadores no pueden ser llamados a declarar como testigos sobre algo que hayan escuchado en una mediación. Lo que los participantes cuentan sobre sí mismos, con nombre y apellido, queda ahí en ese espacio. Así es que para poder revisarse en la práctica, a través del relato de casos que permita a los mediadores analizar el adecuado uso de las herramientas, ya sea en talleres o escribiendo al respecto, se realiza usando otros nombres y modificando los contextos, pero con la posibilidad de estudiar justamente este proceso individual y transformador en las personas, de que “la conversación” permita sacar a la luz, del ocultamiento interno, sus verdades, porque como canta Serrat, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

La verdad, la de cada uno, expresada clara y pacíficamente la buena fe de quienes están involucrados en una disputa, en un conflicto; permite construir, y así lo creo, soluciones sostenibles en el tiempo. Esa sostenibilidad brinda tranquilidad y confianza, en ellos mismos, constructores de la solución, en el mediador que colaboró en que pudiesen comprenderse, en el sistema judicial, y lo más importante, genera confianza social.

Sándor Márai en una novela maravillosa, “Divorcio en Buda”, escribe acerca de un juez puesto a dictar sentencia: “Kömives intuía que justicia y “hechos” son cosas diferentes. El mundo confuso y ambiguo de “los hechos” se transformaba en la sala, y en la mayoría de los casos el juez sólo podía conocer la verdad apoyándose en su intuición, pues los que entraban en la sala llevaban espejos que deformaban su imagen: los enanos querían hacerse pasar por gigantes; los gordos, por delgados, y los flacos por robustos. La verdad es, ante todo, saber situarse en la medida justa. Nadie le había enseñado esta ley, pero él la sentía con todo su ser a través de la experiencia de su padre y sus antepasados, y mediante el raciocinio, que advierte el peligro”.#

(*) Daniela Patricia Almirón es abogada- Mediadora

17 NOV 2014 - 18:18

Por Daniela Patricia Almirón (*)

En Twitter: @almirond

Cuál es la verdad? La suya, la mía, la nuestra, la de cada uno. “La Verdad”. José, un mediador de mi equipo, siempre nos recuerda al momento de reflexionar y revisar lo trabajado en una mediación: “hay tantas verdades como seres humanos”. “Escucha a todos –dice La Desiderata- incluso al ignorante y al aburrido: todos tienen una verdad que contar”.

He “confesado” que me enamoré del Derecho Civil, y que el Derecho Penal me encontró con la Mediación Penal y la Justicia Restaurativa. Lo que ahora agrego es, justamente, cómo me gusta el Derecho Procesal. No casualmente de convivir en el ejercicio de la profesión con el Código de Procedimiento Civil y Comercial pasé a especializarme en esto de la mediación que es una modalidad, una forma, un proceso, remarcando la facultad que tienen las provincias constitucionalmente de dictarse sus procedimientos.

Así es que el Proceso Civil siempre me ha fascinado. En esto de cómo decirle al juez lo que queremos decirle, y cómo probarle, en las pruebas que se ofrecen y luego al producirlas, mi verdad, que es la única y además con ello aspirar a que se encuentre razón jurídica en lo que reclamo.

Entonces llevamos al juez cantidad de pruebas que intenten acercarlo a la verdad, la formal, ya que el juez es materialmente imposible que esté en el tiempo y lugar que los hechos han ocurrido: al momento en que sucedió el siniestro, que se firmó el contrato, que se realizó la compraventa, que se pagó y cuánto, o al momento de compartir padres separados con sus hijos, la calidad y cantidad de tiempo, que la casa alquilada estaba en condiciones y luego se descuidó, o no, que la humedad en mi casa es culpa del vecino y no mía, y así infinidad de situaciones que cotidianamente se llevan a los jueces para resolver.

Entre las pruebas posibles de ofrecer según el código está la llamada prueba de confesión… De la verdad.

Los griegos, para referirse a la verdad, utilizaban la palabra “aletheia”, en un sentido de descubrimiento, aquello que no está oculto. En latín es “veritas” en cuanto a la exactitud y el rigor en el decir, lo exacto como opuesto a la mentira. Y en hebreo es la palabra “emunah”, en el sentido de confianza de que se cumpla algo que se espera. Tres sentidos diferentes e interesantes: descubrimiento, exactitud y confianza.

La Lógica y la Filosofía permiten explorar en profundidad el estudio de la verdad, y aportan para el conocimiento jurídico.

En el Procedimiento Penal se refiere a la confesión del delito, como acto por el cual una persona reconoce haber cometido un hecho punible. En los Procedimientos Civil y Laboral, la finalidad de la prueba de confesión es obtener de la parte contraria, y con relación a los hechos debatidos, el reconocimiento de los que perjudican la posición litigiosa del confesante y favorecen la del que solicita la prueba. Se le llama también “absolución de posiciones”. (¡Cómo nos gustan las palabras raras a los abogados!) En este caso cuando, en el marco de un juicio civil, comercial o laboral, se produce esta prueba ante el juez es que el requisito es el juramento o promesa de decir verdad.

Este tema de la verdad, cómo tanto, lo trajo a mí un participante de una mediación. Un señor que llamaré aquí Víctor y que le propuso una mediación a una señora que llamaré

Marta, y que se trabajó con ellos en sendos encuentros individuales. Un día me dice: “Sabe qué pasa doctora, yo quiero tener una reunión juntos, porque la verdad la tenemos nosotros,

y estando ahí, mirándonos, tiene que salir la verdad”.

¡Cómo nos importa “la verdad”! Que la verdad se sepa, se conozca, que me den la razón porque digo la verdad. Y también escucho muchas veces, en mediación, “ya va a conocerlo/ la, usted se va a dar cuenta que no dice la verdad, que son puras mentiras las que dice.”

El Proceso de Mediación es “confidencial”, los mediadores no pueden ser llamados a declarar como testigos sobre algo que hayan escuchado en una mediación. Lo que los participantes cuentan sobre sí mismos, con nombre y apellido, queda ahí en ese espacio. Así es que para poder revisarse en la práctica, a través del relato de casos que permita a los mediadores analizar el adecuado uso de las herramientas, ya sea en talleres o escribiendo al respecto, se realiza usando otros nombres y modificando los contextos, pero con la posibilidad de estudiar justamente este proceso individual y transformador en las personas, de que “la conversación” permita sacar a la luz, del ocultamiento interno, sus verdades, porque como canta Serrat, “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

La verdad, la de cada uno, expresada clara y pacíficamente la buena fe de quienes están involucrados en una disputa, en un conflicto; permite construir, y así lo creo, soluciones sostenibles en el tiempo. Esa sostenibilidad brinda tranquilidad y confianza, en ellos mismos, constructores de la solución, en el mediador que colaboró en que pudiesen comprenderse, en el sistema judicial, y lo más importante, genera confianza social.

Sándor Márai en una novela maravillosa, “Divorcio en Buda”, escribe acerca de un juez puesto a dictar sentencia: “Kömives intuía que justicia y “hechos” son cosas diferentes. El mundo confuso y ambiguo de “los hechos” se transformaba en la sala, y en la mayoría de los casos el juez sólo podía conocer la verdad apoyándose en su intuición, pues los que entraban en la sala llevaban espejos que deformaban su imagen: los enanos querían hacerse pasar por gigantes; los gordos, por delgados, y los flacos por robustos. La verdad es, ante todo, saber situarse en la medida justa. Nadie le había enseñado esta ley, pero él la sentía con todo su ser a través de la experiencia de su padre y sus antepasados, y mediante el raciocinio, que advierte el peligro”.#

(*) Daniela Patricia Almirón es abogada- Mediadora