Belleza sobre ruedas

Se llama Guadalupe Aráoz, tiene 32 años, es economista y viaja por Sudamérica en motocicleta. Madryn es la sexta escala de su aventura.

Guadalupe y su moto “Sami”, juntas desandan los caminos patagónicos. Quiere conocer todos los países de Sudamérica.
02 MAR 2015 - 22:04 | Actualizado

Guadalupe aprendió a andar en moto hace dos años. Fue en Asia y durante un viaje programado de dos años, pero que terminó abruptamente en un accidente y que la regresó de nuevo a Argentina. Ya en su mente elaboraba un futuro viaje de destino incierto pero con varios posibles itinerarios: África, nuevamente Asia o Sudamérica.

Dos años después Guadalupe está en Puerto Madryn, sexta escala de un viaje en moto para recorrer el continente y volcar sus experiencias en un blog que alimenta de historias y fotos de los lugares y gente que conoce.

Guadalupe tiene 32 años y es economista, pero dejó su profesión para viajar. “Soy economista, y lo voy a seguir siendo, y lo sigo usando en muchas cosas; no la economía sino la mente estructurada que me dio la facultad, desde para entender ciertas cosas hasta planear otras, como por ejemplo conseguir los sponsor para este viaje”, dice la joven enfundada en la tradicional indumentaria de viaje que utilizan los moteros que recorren grandes distancias.

“La planificación fue corta, en una semana y media tenía definida la ruta, conseguir los sponsor costó un poco más”, asegura Guadalupe, mientras toma un descanso en una céntrica estación de servicio. Sobre la mesa hay un paquete de snacks y un mapa a medio doblar, que ha dejado de mirar apenas nos presentamos. Ella asegura que si bien planifica sus travesías con mucho cuidado las deshace muy rápido y que quizás en la etapa patagónica del viaje su mayor desafío es evitar el frío y las inclemencias.

“Esa es la pregunta del millón”, dice ante la consulta de cuáles son los motivos que la impulsan a viajar. “Toda mi vida viajé, un mes, dos meses, tres como mucho, pero toda mi vida viajé, mis padres también viajaban y me encanta; una vez que empezás es como que no podés parar, te abre la mente, me voy construyendo como persona, y cada día soy una persona que me gusto más a mí misma, en cambio cuando estaba en la oficina era para atrás, tenía que luchar para ser la persona que yo quiero ser, ahora es como que ni siquiera me cuesta”.

Esta motera que viaja en una Honda XR125N y que ha dedicado el nombre de su blog –“Hasta pronto Catalina”- a su gatita siamesa que quedó en Buenos Aires, partió del Planetario, en los bosques de Palermo el 21 de febrero y hasta ahora pasó por Azul, Necochea, Bahía Blanca, Viedma, Las Grutas y ahora Puerto Madryn, donde piensa quedarse algunas horas, antes de seguir rumbo al sur.

“Yo me enfoqué bastante tiempo en mi carrera, estuve trabajando como cuatro años en lo que estaba haciendo, había conseguido un puesto bastante bueno, andando bien, y si me esforzaba podía pasarla genial, pero si andás todo el día corriendo y llegás a tu casa y en definitiva lo que estás pensando es ponerte a planear tus vacaciones, y ahorrar plata para las vacaciones, algo está mal y así que si bien era antes economista, ahora soy fotógrafa amateur, me encanta la fotografía más bien cultural, y escribir, hacer el blog y viajar, por otro lado me abre puertas para ganar dinero básico, para vivir en el día a día, no para ahorrar y para seguir viviendo”.

Su itinerario marca tres puntos próximos: Comodoro Rivadavia, Puerto San Julián y Río Gallegos, antes de cruzar a la Isla de Tierra del Fuego y llegar a Ushuaia. “Yo tengo una ruta para Argentina y después así como armé las voy desarmando”, cuenta Guadalupe y dice que su primera idea fue salir “en noviembre o diciembre, para llegar a Ushuaia con calorcito; no a fines de febrero porque odio el frío y ahora como me agarró frío en Necochea y lo sufrí, no sé, voy a ir hasta donde me dé el clima y después cruzaré para el lado de la cordillera”.

No hay una ruta lineal para esta aventurera, que piensa en llegar al norte del país y desde allí seguir hacia Bolivia, Perú, pasar por el norte de Brasil, Guayana, Venezuela y terminar en México.

De las motos

alquiladas a Sami

La primera referencia de Guadalupe al hablar sobre el viaje fue un manchón de ripio sobre el asfalto que la sorprendió y le hizo pasar un susto. “Le tengo miedo al ripio, yo me accidenté en el ripio y trato de esquivarlo”, cuenta la joven, haciendo referencia al episodio que truncó de manera abrupta su primer gran viaje por Asia.

En aquel continente fue donde se subió por primera vez a una motocicleta y donde hizo sus primeras armas. “Fue hace poco menos de dos años, yo me manejaba en el transporte público, un poco a dedo, pero no usaba transporte turístico, trataba de hacerlo bien barato. En Indonesia me rompí un pie y estuve un mes parada con el yeso, así que una amiga me enseñó, me dijo ‘subite a la moto de mi hermano’, así que ahí aprendí”, dice la motera.

Una vez que le sacaron el yeso fue a la isla de Bali “y me alquilé una moto, automática, así que salí con la moto y dije no es tan difícil, igual soy muy cuidadosa”, cuenta Guadalupe, quien de ahí en adelante siguió viajando en motos alquiladas.

En Filipinas aprendió a usar motos con cambios, pero hace poco más de un año y en plena aventura asiática, tuvo un accidente en caminos de Camboya que aceleró su vuelta a la Argentina. El golpe le generó una fractura de clavícula y dos cirugías, la primera en el país asiático para tratar la lesión y la segunda en Buenos Aires para corregir los defectos de la primera intervención.

“Acá me tuve con comprar una moto y la primera pregunta fue ¿Qué moto comprar?”, dice mientras se apoya en ‘Sami’, tal como ha bautizado a la motocicleta de 125cc. que es su contraparte en este viaje. Las primeras vueltas en Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el primer viaje a Cardales por autopista son ya parte del pasado, pero de una necesaria experiencia para quien no estaba acostumbrada al tránsito argentino. “La primera vez que subí a la autopista hice unos 75 kilómetros, me encantó, iba a 100 km/h, de acá para allá y ahí me enseñaron un montón de cosas y tuve que acostumbrarme al tránsito argentino, porque en Asia es distinto, allá son todas motos, hay pocos autos”, asegura.

Cuando el grabador se apaga, la que pregunta es Guadalupe, quien rápido aprovecha para tomar referencias sobres distancias, lugares y en especial cuestiones ligadas al clima, como el viento y el frío. Subida en su moto, la joven se coloca el casco y celular en mano consulta sus contactos en la zona. La espera un lugar para hospedarse, comida y descanso. La travesía recién ha empezado.

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02 MAR 2015 - 22:04

Guadalupe aprendió a andar en moto hace dos años. Fue en Asia y durante un viaje programado de dos años, pero que terminó abruptamente en un accidente y que la regresó de nuevo a Argentina. Ya en su mente elaboraba un futuro viaje de destino incierto pero con varios posibles itinerarios: África, nuevamente Asia o Sudamérica.

Dos años después Guadalupe está en Puerto Madryn, sexta escala de un viaje en moto para recorrer el continente y volcar sus experiencias en un blog que alimenta de historias y fotos de los lugares y gente que conoce.

Guadalupe tiene 32 años y es economista, pero dejó su profesión para viajar. “Soy economista, y lo voy a seguir siendo, y lo sigo usando en muchas cosas; no la economía sino la mente estructurada que me dio la facultad, desde para entender ciertas cosas hasta planear otras, como por ejemplo conseguir los sponsor para este viaje”, dice la joven enfundada en la tradicional indumentaria de viaje que utilizan los moteros que recorren grandes distancias.

“La planificación fue corta, en una semana y media tenía definida la ruta, conseguir los sponsor costó un poco más”, asegura Guadalupe, mientras toma un descanso en una céntrica estación de servicio. Sobre la mesa hay un paquete de snacks y un mapa a medio doblar, que ha dejado de mirar apenas nos presentamos. Ella asegura que si bien planifica sus travesías con mucho cuidado las deshace muy rápido y que quizás en la etapa patagónica del viaje su mayor desafío es evitar el frío y las inclemencias.

“Esa es la pregunta del millón”, dice ante la consulta de cuáles son los motivos que la impulsan a viajar. “Toda mi vida viajé, un mes, dos meses, tres como mucho, pero toda mi vida viajé, mis padres también viajaban y me encanta; una vez que empezás es como que no podés parar, te abre la mente, me voy construyendo como persona, y cada día soy una persona que me gusto más a mí misma, en cambio cuando estaba en la oficina era para atrás, tenía que luchar para ser la persona que yo quiero ser, ahora es como que ni siquiera me cuesta”.

Esta motera que viaja en una Honda XR125N y que ha dedicado el nombre de su blog –“Hasta pronto Catalina”- a su gatita siamesa que quedó en Buenos Aires, partió del Planetario, en los bosques de Palermo el 21 de febrero y hasta ahora pasó por Azul, Necochea, Bahía Blanca, Viedma, Las Grutas y ahora Puerto Madryn, donde piensa quedarse algunas horas, antes de seguir rumbo al sur.

“Yo me enfoqué bastante tiempo en mi carrera, estuve trabajando como cuatro años en lo que estaba haciendo, había conseguido un puesto bastante bueno, andando bien, y si me esforzaba podía pasarla genial, pero si andás todo el día corriendo y llegás a tu casa y en definitiva lo que estás pensando es ponerte a planear tus vacaciones, y ahorrar plata para las vacaciones, algo está mal y así que si bien era antes economista, ahora soy fotógrafa amateur, me encanta la fotografía más bien cultural, y escribir, hacer el blog y viajar, por otro lado me abre puertas para ganar dinero básico, para vivir en el día a día, no para ahorrar y para seguir viviendo”.

Su itinerario marca tres puntos próximos: Comodoro Rivadavia, Puerto San Julián y Río Gallegos, antes de cruzar a la Isla de Tierra del Fuego y llegar a Ushuaia. “Yo tengo una ruta para Argentina y después así como armé las voy desarmando”, cuenta Guadalupe y dice que su primera idea fue salir “en noviembre o diciembre, para llegar a Ushuaia con calorcito; no a fines de febrero porque odio el frío y ahora como me agarró frío en Necochea y lo sufrí, no sé, voy a ir hasta donde me dé el clima y después cruzaré para el lado de la cordillera”.

No hay una ruta lineal para esta aventurera, que piensa en llegar al norte del país y desde allí seguir hacia Bolivia, Perú, pasar por el norte de Brasil, Guayana, Venezuela y terminar en México.

De las motos

alquiladas a Sami

La primera referencia de Guadalupe al hablar sobre el viaje fue un manchón de ripio sobre el asfalto que la sorprendió y le hizo pasar un susto. “Le tengo miedo al ripio, yo me accidenté en el ripio y trato de esquivarlo”, cuenta la joven, haciendo referencia al episodio que truncó de manera abrupta su primer gran viaje por Asia.

En aquel continente fue donde se subió por primera vez a una motocicleta y donde hizo sus primeras armas. “Fue hace poco menos de dos años, yo me manejaba en el transporte público, un poco a dedo, pero no usaba transporte turístico, trataba de hacerlo bien barato. En Indonesia me rompí un pie y estuve un mes parada con el yeso, así que una amiga me enseñó, me dijo ‘subite a la moto de mi hermano’, así que ahí aprendí”, dice la motera.

Una vez que le sacaron el yeso fue a la isla de Bali “y me alquilé una moto, automática, así que salí con la moto y dije no es tan difícil, igual soy muy cuidadosa”, cuenta Guadalupe, quien de ahí en adelante siguió viajando en motos alquiladas.

En Filipinas aprendió a usar motos con cambios, pero hace poco más de un año y en plena aventura asiática, tuvo un accidente en caminos de Camboya que aceleró su vuelta a la Argentina. El golpe le generó una fractura de clavícula y dos cirugías, la primera en el país asiático para tratar la lesión y la segunda en Buenos Aires para corregir los defectos de la primera intervención.

“Acá me tuve con comprar una moto y la primera pregunta fue ¿Qué moto comprar?”, dice mientras se apoya en ‘Sami’, tal como ha bautizado a la motocicleta de 125cc. que es su contraparte en este viaje. Las primeras vueltas en Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el primer viaje a Cardales por autopista son ya parte del pasado, pero de una necesaria experiencia para quien no estaba acostumbrada al tránsito argentino. “La primera vez que subí a la autopista hice unos 75 kilómetros, me encantó, iba a 100 km/h, de acá para allá y ahí me enseñaron un montón de cosas y tuve que acostumbrarme al tránsito argentino, porque en Asia es distinto, allá son todas motos, hay pocos autos”, asegura.

Cuando el grabador se apaga, la que pregunta es Guadalupe, quien rápido aprovecha para tomar referencias sobres distancias, lugares y en especial cuestiones ligadas al clima, como el viento y el frío. Subida en su moto, la joven se coloca el casco y celular en mano consulta sus contactos en la zona. La espera un lugar para hospedarse, comida y descanso. La travesía recién ha empezado.


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