El asesino de Orlando no tenía conexiones "con redes extranjeras"

El FBI informó que no encontró ninguna evidencia de que el atacante tuviera vínculos con alguna "red terrorista extranjera", pese a que durante las negociaciones con las fuerzas de seguridad se identificó como "un soldado islámico".

20 JUN 2016 - 13:03 | Actualizado

El agente especial del FBI y uno de los encargados máximos de la investigación, Ron Hopper, explicó a la prensa que pese a las referencias que hizo Omar Mateen, el atacante, al EI y a los atentados que esta milicia islamista se adjudicó en Boston en 2013 y en París el año pasado, no encontraron "ninguna evidencia de que estuviera relacionado con grupos terroristas islámicos".

Tras procesar toda la evidencia, el FBI hizo público por primera vez parte de las negociaciones telefónicas que mantuvo con Mateen durante la masacre del domingo 12 de junio en Orlando.

A las 2.35 de la madrugada, ya dentro del boliche y después de la primera y más sangrienta ráfaga de disparos, Omar Mateen, el joven neoyorquino de 29 años y padres afganos, llamó al 911. Apenas estuvo 50 segundos al teléfono y dijo: "Sépanlo, estoy en Orlando y soy el que disparó".

Después remató en árabe: "En el nombre de Alá, el misericordioso (...) que la paz sea con el profeta de Dios".

 Media hora más tarde, los primeros oficiales de la policía local llegaron al boliche Pulse, en el corazón de la vida nocturna de la siempre alegre Orlando, y se trenzaron en el primer tiroteo con el atacante.

El primer enfrentamiento con la policía llevó a Mateen a refugiarse en el baño del boliche con decenas de rehenes. Allí, armado con un fusil de asalto y una pistola, conversó tres veces con la Policía y el FBI.

La primera duró nueve minutos, la segunda, 16; y la tercera, tres. Hubo dos intervalos de 15 y 20 minutos, respectivamente, informó la agencia de noticias EFE.

Durante esas negociaciones, Mateen exigió el fin de los bombardeos aéreos de Estados Unidos en Siria e Irak, juró lealtad al líder de la milicia extremista Estado Islámico (EI), cuyos feudos se encuentran en esos dos países, y aseguró que tenía un chaleco explosivo como los usados en los atentados de París del 13 de noviembre pasado, en los que murieron 130 personas.

Además, amenazó con ponerle chalecos explosivos similares a cuatro de los rehenes y hacer estallar un coche bomba que había estacionado afuera del boliche en caso de que la Policía ingresara al lugar.
Finalmente, a las 5 de la madrugada un equipo Swat hizo un agujero en una de las paredes del baño, irrumpieron en el edificio, rescataron a todos los rehenes y acribillaron a Mateen.

Según informó el jefe de Policía de Orlando, John Mina, las 49 víctimas que fallecieron esa noche murieron por los disparos de Mateen. Con esta declaración puso fin a las especulaciones sobre lo que sucedió durante el operativo policial y la irrupción final del equipo Swat.

Además, 53 personas resultaron heridas esa noche dentro del boliche.

La red de hospitales de Orlando informó este lunes que 17 de los heridos ya han sido dados de alta, otros 14 siguen internados, pero estables. A ocho días de la masacre, sólo cuatro personas continúan en estado crítico en el Centro Médico Regional.

Mientras la ciudad y, especialmente, la comunidad gay intenta recuperarse del peor tiroteo de la historia reciente de Estados Unidos, la secuelas políticas de la masacre aún se sienten en Washington y en la cada vez más tensa campaña presidencial.

 El virtual candidato de la oposición, el multimillonario Donald Trump, se retractó este lunes de una de sus declaraciones más polémicas posteriores a la masacre.

En un acto de campaña, el magnate había sostenido que "si una de estas maravillosas personas (las víctimas) hubiera tenido un arma, en su cintura o en su tobillo, hubieran podido responder a este maniático con un tiro justo entre los ojos".

Tras recibir una lluvia de críticas, el multimillonario devenido en candidato republicano aclaró su posición.

"Cuando dije que si, dentro del boliche de Orlando, hubiera habido personas con armas, obviamente me referían a más guardias o empleados", explicó hoy en su cuenta de Twitter.

La masacre no sólo desató dentro de la campaña presidencial un renovado debate sobre los controles en las compras de armas, sino que reimpulsó enmiendas dentro del Congreso, un poder prácticamente paralizado desde 2010, cuando la oposición republicana asumió la mayoría de la Cámara baja y comenzó a bloquear todas las iniciativas del presidente Barack Obama, entre ellas una reforma de armas.

 Por eso, el Senado se preparaba este lunes para votar cuatro propuestas que plantear aumentar el control sobre la venta de armas, dos presentadas por el oficialismo demócrata y dos por la oposición. Ninguna tiene garantizado el éxito.

Dos de las cuatro tienen un mismo objetivo, impedir que personas investigadas por terrorismo puedan comprar armas.

La propuesta demócrata, presentada por la senadora californiana Dianne Feinstein, daría al fiscal general, es decir, al Departamento de Justicia, la potestad de prohibir la venta de un arma a cualquier persona que haya estado en una lista de sospechosos de terrorismo en algún momento durante los últimos 5 años.

En cambio, la propuesta republicana, presentada por el senador tejano John Cornyn, establece que cuando una persona cuyo nombre aparezca en una lista de sospechosos de terrorismo intente comprar un arma, las autoridades deben ser alertadas, y el fiscal general puede bloquear esa operación durante tres días.

En esos tres días, una corte judicial debe revisar el caso y tomar una decisión firme sobre si la venta se permite o no.
La otra propuesta presentada por los republicanos busca evitar que personas con historia de enfermedades mentales puedan ingresar a bases de datos de potenciales compradores de armas, lo que a priori, argumentan sus autores, debería contribuir a que los negocios vendan armas a personas enfermas.

Finalmente, la última propuesta, presentada por los demócratas y muy similar a una enviada por la Casa Blanca en 2013, establece que todos los compradores de armas del país deben ser sometidos a un chequeo de antecedentes antes de poder acceder a un arma. Hoy esto no se cumple en todos los estados, en las compras por internet y en las ferias bélicas.
 

20 JUN 2016 - 13:03

El agente especial del FBI y uno de los encargados máximos de la investigación, Ron Hopper, explicó a la prensa que pese a las referencias que hizo Omar Mateen, el atacante, al EI y a los atentados que esta milicia islamista se adjudicó en Boston en 2013 y en París el año pasado, no encontraron "ninguna evidencia de que estuviera relacionado con grupos terroristas islámicos".

Tras procesar toda la evidencia, el FBI hizo público por primera vez parte de las negociaciones telefónicas que mantuvo con Mateen durante la masacre del domingo 12 de junio en Orlando.

A las 2.35 de la madrugada, ya dentro del boliche y después de la primera y más sangrienta ráfaga de disparos, Omar Mateen, el joven neoyorquino de 29 años y padres afganos, llamó al 911. Apenas estuvo 50 segundos al teléfono y dijo: "Sépanlo, estoy en Orlando y soy el que disparó".

Después remató en árabe: "En el nombre de Alá, el misericordioso (...) que la paz sea con el profeta de Dios".

 Media hora más tarde, los primeros oficiales de la policía local llegaron al boliche Pulse, en el corazón de la vida nocturna de la siempre alegre Orlando, y se trenzaron en el primer tiroteo con el atacante.

El primer enfrentamiento con la policía llevó a Mateen a refugiarse en el baño del boliche con decenas de rehenes. Allí, armado con un fusil de asalto y una pistola, conversó tres veces con la Policía y el FBI.

La primera duró nueve minutos, la segunda, 16; y la tercera, tres. Hubo dos intervalos de 15 y 20 minutos, respectivamente, informó la agencia de noticias EFE.

Durante esas negociaciones, Mateen exigió el fin de los bombardeos aéreos de Estados Unidos en Siria e Irak, juró lealtad al líder de la milicia extremista Estado Islámico (EI), cuyos feudos se encuentran en esos dos países, y aseguró que tenía un chaleco explosivo como los usados en los atentados de París del 13 de noviembre pasado, en los que murieron 130 personas.

Además, amenazó con ponerle chalecos explosivos similares a cuatro de los rehenes y hacer estallar un coche bomba que había estacionado afuera del boliche en caso de que la Policía ingresara al lugar.
Finalmente, a las 5 de la madrugada un equipo Swat hizo un agujero en una de las paredes del baño, irrumpieron en el edificio, rescataron a todos los rehenes y acribillaron a Mateen.

Según informó el jefe de Policía de Orlando, John Mina, las 49 víctimas que fallecieron esa noche murieron por los disparos de Mateen. Con esta declaración puso fin a las especulaciones sobre lo que sucedió durante el operativo policial y la irrupción final del equipo Swat.

Además, 53 personas resultaron heridas esa noche dentro del boliche.

La red de hospitales de Orlando informó este lunes que 17 de los heridos ya han sido dados de alta, otros 14 siguen internados, pero estables. A ocho días de la masacre, sólo cuatro personas continúan en estado crítico en el Centro Médico Regional.

Mientras la ciudad y, especialmente, la comunidad gay intenta recuperarse del peor tiroteo de la historia reciente de Estados Unidos, la secuelas políticas de la masacre aún se sienten en Washington y en la cada vez más tensa campaña presidencial.

 El virtual candidato de la oposición, el multimillonario Donald Trump, se retractó este lunes de una de sus declaraciones más polémicas posteriores a la masacre.

En un acto de campaña, el magnate había sostenido que "si una de estas maravillosas personas (las víctimas) hubiera tenido un arma, en su cintura o en su tobillo, hubieran podido responder a este maniático con un tiro justo entre los ojos".

Tras recibir una lluvia de críticas, el multimillonario devenido en candidato republicano aclaró su posición.

"Cuando dije que si, dentro del boliche de Orlando, hubiera habido personas con armas, obviamente me referían a más guardias o empleados", explicó hoy en su cuenta de Twitter.

La masacre no sólo desató dentro de la campaña presidencial un renovado debate sobre los controles en las compras de armas, sino que reimpulsó enmiendas dentro del Congreso, un poder prácticamente paralizado desde 2010, cuando la oposición republicana asumió la mayoría de la Cámara baja y comenzó a bloquear todas las iniciativas del presidente Barack Obama, entre ellas una reforma de armas.

 Por eso, el Senado se preparaba este lunes para votar cuatro propuestas que plantear aumentar el control sobre la venta de armas, dos presentadas por el oficialismo demócrata y dos por la oposición. Ninguna tiene garantizado el éxito.

Dos de las cuatro tienen un mismo objetivo, impedir que personas investigadas por terrorismo puedan comprar armas.

La propuesta demócrata, presentada por la senadora californiana Dianne Feinstein, daría al fiscal general, es decir, al Departamento de Justicia, la potestad de prohibir la venta de un arma a cualquier persona que haya estado en una lista de sospechosos de terrorismo en algún momento durante los últimos 5 años.

En cambio, la propuesta republicana, presentada por el senador tejano John Cornyn, establece que cuando una persona cuyo nombre aparezca en una lista de sospechosos de terrorismo intente comprar un arma, las autoridades deben ser alertadas, y el fiscal general puede bloquear esa operación durante tres días.

En esos tres días, una corte judicial debe revisar el caso y tomar una decisión firme sobre si la venta se permite o no.
La otra propuesta presentada por los republicanos busca evitar que personas con historia de enfermedades mentales puedan ingresar a bases de datos de potenciales compradores de armas, lo que a priori, argumentan sus autores, debería contribuir a que los negocios vendan armas a personas enfermas.

Finalmente, la última propuesta, presentada por los demócratas y muy similar a una enviada por la Casa Blanca en 2013, establece que todos los compradores de armas del país deben ser sometidos a un chequeo de antecedentes antes de poder acceder a un arma. Hoy esto no se cumple en todos los estados, en las compras por internet y en las ferias bélicas.
 


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