Se trata de uno de los libros más originales surgidos de la avalancha editorial que han desatado los festejos por el bicentenario de la declaración de la Independencia del 9 de julio de 1816: imaginar cómo se hubieran titulado, en vivo y en directo y con tipografía catástrofe, ciertos sucesos de la historia argentina.
Desde hace 22 años las placas rojas de Crónica llaman la atención de los televidentes; pero fue el sábado 9 de enero, cuando los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci (condenados por el triple crimen de General Rodríguez) estaban a punto de ser apresados en Santa Fe, que el joven periodista Pedrini saltó a la fama con una sucesión disparatada de placas: "Pida más pochoclo porque sigue la película"; "Ni se le ocurra ir al baño"; "En Santa Fe hasta suspendieron la siesta" y "La película tuvo final feliz, acabaron adentro".
"No soy el creador ni el padre putativo", aclara Pedrini durante una entrevista con Télam. "Pero luego de la triple fuga, un editor me propuso hacer un libro de humor e historia utilizando ciertos latiguillos y repentismos que uso habitualmente en mi trabajo".
Con esa idea, fue seleccionando sucesos históricos e imaginando cómo los hubiera titulado: "hago una selección particular de los acontecimientos que por ahí no necesariamente están en los libros como la columna vertebral de la historia, pero hablar del petiso orejudo o del dulce del leche son hechos muy puntales que no necesariamente responden a cualquier manual", resalta Pedrini, también licenciado en Comunicación.
"Desde hoy puede comprar La Gaceta de Buenos Aires" o "Si lo sabe, lea", hubiese 'plaqueado' Pedrini el 7 de junio de 1810 cuando se distribuyó el primer número del periódico dirigido por Mariano Moreno.
"Malas juntas: a Moreno lo mató una sobredosis"; "Se descompuso en un barco rumbo a tierra pirata"; "Mala praxis: el capitán quiso curarlo y lo mató", dirían según Pedrini las placas del 4 de marzo de 1811, cuando Mariano Moreno murió a bordo de la fragata inglesa Fame.
El libro, editado por Ediciones B, lleva prólogo de Carlos Ulanosvky: "He aquí un caso testigo de revisionismo que, de tan audaz y novedoso, haría reaccionar en sus sepulturas a los adalides de ese movimiento que supo, quiso y pudo interpretar a lo menos discutido de la historia nacional. En su trabajo diario, Pedrini contribuye a desdramatizar la realidad que bastante pesada es. Cada placa roja constituye en sí misma una pequeña historia de seis u ocho palabras que nace y muere con la instantaneidad propia del medio televisivo, pero que debe ser recordada".
Cuando una noticia conmueve a la sociedad, las placas son comentadas en tiempo real en las redes sociales y eso desató otros fenómenos: sitios web, app y hasta videos de YouTube ofrecen plantillas predeterminadas para transformar las propias ocurrencias de hechos cotidianos y familiares en una leyenda en letras blancas sobre fondo rojo.
-Télam: ¿Pensás todo el tiempo en placas?
-Facundo Pedrini: Hay gente que piensa en imágenes, esquemas mentales, categorías. Yo pienso en placas y eso conlleva riesgos. Uno de ellos es la repetición que está siempre rondando como la misma muerte.
-T: ¿En épocas de internet e inmediatez, la gente lee más o menos?
-FP: Tengo una lectura un poco pesimista, uno de los éxitos de las placas, más allá de su fortaleza que es ineludible, tiene que ver con la tiranía de lo breve. Es el funeral de la lectura. Para hacerlas tenés que leer mucho porque le estás hablando a alguien que no necesariamente comparte tus hábitos de lectura. Creo que es una sociedad donde se lee menos, y para mí eso es una gran frustración.
-T: ¿Qué hecho histórico te hubiese gustado presenciar?
-FP: Sin dudas, la muerte de Eva Perón. Yo la titulé con cuatro números '20:25'. Para mí no había nada más que decir. Pero esas placas son negras, no rojas.
Pedrini, actualmente coordinador de aire de Crónica TV, cierra "Argentina. Una historia en placas" con algunas ironías sobre el Bicentenario, escribiendo: "Independencia y Estados Unidos son paralelas, nunca se cruzan"; "Pasaron 200 años y todavía esperamos la independencia: a cruzar los dedos"; y remata con "La grieta es para siempre".
Se trata de uno de los libros más originales surgidos de la avalancha editorial que han desatado los festejos por el bicentenario de la declaración de la Independencia del 9 de julio de 1816: imaginar cómo se hubieran titulado, en vivo y en directo y con tipografía catástrofe, ciertos sucesos de la historia argentina.
Desde hace 22 años las placas rojas de Crónica llaman la atención de los televidentes; pero fue el sábado 9 de enero, cuando los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schillaci (condenados por el triple crimen de General Rodríguez) estaban a punto de ser apresados en Santa Fe, que el joven periodista Pedrini saltó a la fama con una sucesión disparatada de placas: "Pida más pochoclo porque sigue la película"; "Ni se le ocurra ir al baño"; "En Santa Fe hasta suspendieron la siesta" y "La película tuvo final feliz, acabaron adentro".
"No soy el creador ni el padre putativo", aclara Pedrini durante una entrevista con Télam. "Pero luego de la triple fuga, un editor me propuso hacer un libro de humor e historia utilizando ciertos latiguillos y repentismos que uso habitualmente en mi trabajo".
Con esa idea, fue seleccionando sucesos históricos e imaginando cómo los hubiera titulado: "hago una selección particular de los acontecimientos que por ahí no necesariamente están en los libros como la columna vertebral de la historia, pero hablar del petiso orejudo o del dulce del leche son hechos muy puntales que no necesariamente responden a cualquier manual", resalta Pedrini, también licenciado en Comunicación.
"Desde hoy puede comprar La Gaceta de Buenos Aires" o "Si lo sabe, lea", hubiese 'plaqueado' Pedrini el 7 de junio de 1810 cuando se distribuyó el primer número del periódico dirigido por Mariano Moreno.
"Malas juntas: a Moreno lo mató una sobredosis"; "Se descompuso en un barco rumbo a tierra pirata"; "Mala praxis: el capitán quiso curarlo y lo mató", dirían según Pedrini las placas del 4 de marzo de 1811, cuando Mariano Moreno murió a bordo de la fragata inglesa Fame.
El libro, editado por Ediciones B, lleva prólogo de Carlos Ulanosvky: "He aquí un caso testigo de revisionismo que, de tan audaz y novedoso, haría reaccionar en sus sepulturas a los adalides de ese movimiento que supo, quiso y pudo interpretar a lo menos discutido de la historia nacional. En su trabajo diario, Pedrini contribuye a desdramatizar la realidad que bastante pesada es. Cada placa roja constituye en sí misma una pequeña historia de seis u ocho palabras que nace y muere con la instantaneidad propia del medio televisivo, pero que debe ser recordada".
Cuando una noticia conmueve a la sociedad, las placas son comentadas en tiempo real en las redes sociales y eso desató otros fenómenos: sitios web, app y hasta videos de YouTube ofrecen plantillas predeterminadas para transformar las propias ocurrencias de hechos cotidianos y familiares en una leyenda en letras blancas sobre fondo rojo.
-Télam: ¿Pensás todo el tiempo en placas?
-Facundo Pedrini: Hay gente que piensa en imágenes, esquemas mentales, categorías. Yo pienso en placas y eso conlleva riesgos. Uno de ellos es la repetición que está siempre rondando como la misma muerte.
-T: ¿En épocas de internet e inmediatez, la gente lee más o menos?
-FP: Tengo una lectura un poco pesimista, uno de los éxitos de las placas, más allá de su fortaleza que es ineludible, tiene que ver con la tiranía de lo breve. Es el funeral de la lectura. Para hacerlas tenés que leer mucho porque le estás hablando a alguien que no necesariamente comparte tus hábitos de lectura. Creo que es una sociedad donde se lee menos, y para mí eso es una gran frustración.
-T: ¿Qué hecho histórico te hubiese gustado presenciar?
-FP: Sin dudas, la muerte de Eva Perón. Yo la titulé con cuatro números '20:25'. Para mí no había nada más que decir. Pero esas placas son negras, no rojas.
Pedrini, actualmente coordinador de aire de Crónica TV, cierra "Argentina. Una historia en placas" con algunas ironías sobre el Bicentenario, escribiendo: "Independencia y Estados Unidos son paralelas, nunca se cruzan"; "Pasaron 200 años y todavía esperamos la independencia: a cruzar los dedos"; y remata con "La grieta es para siempre".