Tres músicos en el "planeta Cuchi Leguizamón"

El guitarrista Pablo Márquez y el dúo conformado por Quique Sinesi y Silvia Iriondo protagonizaron ayer un concierto en La Usina del Arte en homenaje al gran compositor salteño Gustavo “Cuchi” Leguizamón, en el que realizaron un acercamiento desde la música clásica, en el primer caso, y desde ritmos populares contemporáneos, en el segundo, a la obra del autor de clásicos como “La pomeña” y “Balderrama”, entre otros.

31 OCT 2016 - 11:28 | Actualizado

El concierto, que llevó por título “Planeta Cuchi Leguizamón” constó de dos partes, con una primera etapa en donde Márquez abordó su lectura instrumental, en tono académico, de algunas piezas del músico salteño, tal como lo hizo desde su disco “El Cuchi bien temperado”; y una segunda parte cantada, en donde el dúo Sinesi-Iriondo aportó elementos de ritmos contemporáneos como el jazz y el tango, las cuales están registradas en “Cuchicheando II”, último trabajo del guitarrista.

Nacido en Jujuy, criado en Salta y radicado en Francia, Márquez cautivó desde el inicio del recital ofrecido en la Sala de Cámara, con sus cruces entre Leguizamón y Bach, a partir de interpretaciones abordadas con la premisa de abarcar sin repeticiones las 24 tonalidades existentes.

En esa recorrida por todo el espectro tonal, el guitarrista abordó “Coplas de Tata Dios”, “Chacarera del expediente” y "Zamba del carnaval”, con pasajes en donde arremetía con algunos rasguidos y golpes percusivos en la caja del instrumento que le devolvían su carácter folclórico a las composiciones.

“No la presento porque seguro que la conocen”, dijo Márquez, antes de iniciar una celebrada versión del “Carnavalito del duende”, seguida de la aplaudida “Zamba de Lozano”, en uno de los pasajes de su concierto en donde el espíritu popular de la obra de Leguizamón le ganó al conservatorio.

El particular universo sonoro del "Cuchi" se puso de manifiesto con la experimental “Chacarera del holgado”, una composición sin tonalidad, a la que el guitarrista definió como “uno de los temas más increíbles” del autor salteño.

Con “Canción del que no hace nada”, Márquez logró uno de los momentos más emotivos de su concierto, acaso ayudado por el rescate que realizó, antes de iniciar su interpretación, de la frase “me va tapando los ojos la eternidad”, que forma parte de la letra puesta por Manuel Castilla.

Para el cierre de su concierto, el guitarrista apeló a la conocida “Maturana” y se reservó “El silbador” para los bises, como para completar un repertorio que combinó en similares dosis clásicos y rarezas del repertorio de Leguizamón.

Un recitado en la voz del propio Leguizamón de “Coplas para un caballo que muere” sirvió de preludio para la presentación de Sinesi-Iriondo, quienes precisamente iniciaron su recorrido con “El silbador”, el mismo tema usado por Márquez para su cierre, aunque en una versión cantada y con arreglos más cercanos a la música contemporánea.

El set presentado por esta dupla se caracterizó principalmente por su alto grado de expresividad, a partir del trabajo de Sinesi en una guitarra de siete cuerdas, con arreglos cercanos por momentos al jazz y el tango contemporáneo, y la voz de Iriondo que, más allá de la poesía contenida en las líricas, se articuló como un instrumento más.

“La arenosa” fue una de las pruebas más cabales del rol de Iriondo en el dúo, con chasquidos de dedos y ruidos con la boca que oficiaron de soporte rítmico al despliegue armónico y melódico de Sinesi.

“Elogio del viento” aportó melancolía y sirvió de contraste para la crítica política incluida en “Chacarera del expediente”, interpretada con particular gracia por Iriondo.

Por su parte, Sinesi se lució particularmente en la introducción de “Pregúntale a las estrellas (Canción de 900)”, en donde fue agregando en vivo capas de sonidos a bases que iba interpretando y grabando en el momento.

La intrincada letra de “Corazón que te sucede” le devolvió protagonismo a Iriondo e inició el tramo final del concierto, en donde no podía faltar la versión cantada de “Carnavalito del duende”.

Para el cierre, la voz de Leguizamón volvió a copar el lugar con otros pasajes de la citada “Coplas para un caballo que muere”, como interludio a la emotiva “Me voy quedando”, interpretación que concluyó con un “Gracias Cuchi”, por parte de Iriondo a modo de saludo, que resumió el sentir de todos los presentes.

31 OCT 2016 - 11:28

El concierto, que llevó por título “Planeta Cuchi Leguizamón” constó de dos partes, con una primera etapa en donde Márquez abordó su lectura instrumental, en tono académico, de algunas piezas del músico salteño, tal como lo hizo desde su disco “El Cuchi bien temperado”; y una segunda parte cantada, en donde el dúo Sinesi-Iriondo aportó elementos de ritmos contemporáneos como el jazz y el tango, las cuales están registradas en “Cuchicheando II”, último trabajo del guitarrista.

Nacido en Jujuy, criado en Salta y radicado en Francia, Márquez cautivó desde el inicio del recital ofrecido en la Sala de Cámara, con sus cruces entre Leguizamón y Bach, a partir de interpretaciones abordadas con la premisa de abarcar sin repeticiones las 24 tonalidades existentes.

En esa recorrida por todo el espectro tonal, el guitarrista abordó “Coplas de Tata Dios”, “Chacarera del expediente” y "Zamba del carnaval”, con pasajes en donde arremetía con algunos rasguidos y golpes percusivos en la caja del instrumento que le devolvían su carácter folclórico a las composiciones.

“No la presento porque seguro que la conocen”, dijo Márquez, antes de iniciar una celebrada versión del “Carnavalito del duende”, seguida de la aplaudida “Zamba de Lozano”, en uno de los pasajes de su concierto en donde el espíritu popular de la obra de Leguizamón le ganó al conservatorio.

El particular universo sonoro del "Cuchi" se puso de manifiesto con la experimental “Chacarera del holgado”, una composición sin tonalidad, a la que el guitarrista definió como “uno de los temas más increíbles” del autor salteño.

Con “Canción del que no hace nada”, Márquez logró uno de los momentos más emotivos de su concierto, acaso ayudado por el rescate que realizó, antes de iniciar su interpretación, de la frase “me va tapando los ojos la eternidad”, que forma parte de la letra puesta por Manuel Castilla.

Para el cierre de su concierto, el guitarrista apeló a la conocida “Maturana” y se reservó “El silbador” para los bises, como para completar un repertorio que combinó en similares dosis clásicos y rarezas del repertorio de Leguizamón.

Un recitado en la voz del propio Leguizamón de “Coplas para un caballo que muere” sirvió de preludio para la presentación de Sinesi-Iriondo, quienes precisamente iniciaron su recorrido con “El silbador”, el mismo tema usado por Márquez para su cierre, aunque en una versión cantada y con arreglos más cercanos a la música contemporánea.

El set presentado por esta dupla se caracterizó principalmente por su alto grado de expresividad, a partir del trabajo de Sinesi en una guitarra de siete cuerdas, con arreglos cercanos por momentos al jazz y el tango contemporáneo, y la voz de Iriondo que, más allá de la poesía contenida en las líricas, se articuló como un instrumento más.

“La arenosa” fue una de las pruebas más cabales del rol de Iriondo en el dúo, con chasquidos de dedos y ruidos con la boca que oficiaron de soporte rítmico al despliegue armónico y melódico de Sinesi.

“Elogio del viento” aportó melancolía y sirvió de contraste para la crítica política incluida en “Chacarera del expediente”, interpretada con particular gracia por Iriondo.

Por su parte, Sinesi se lució particularmente en la introducción de “Pregúntale a las estrellas (Canción de 900)”, en donde fue agregando en vivo capas de sonidos a bases que iba interpretando y grabando en el momento.

La intrincada letra de “Corazón que te sucede” le devolvió protagonismo a Iriondo e inició el tramo final del concierto, en donde no podía faltar la versión cantada de “Carnavalito del duende”.

Para el cierre, la voz de Leguizamón volvió a copar el lugar con otros pasajes de la citada “Coplas para un caballo que muere”, como interludio a la emotiva “Me voy quedando”, interpretación que concluyó con un “Gracias Cuchi”, por parte de Iriondo a modo de saludo, que resumió el sentir de todos los presentes.


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