Llega un libro sobre Atahualpa Yupanqui para niños

"Atahualpa para niños" es el último libro de la colección Aventurer@s de la revista Sudestada, redactado por el periodista Patricio Féminis, y aborda la vida y obra de Atahualpa Yupanqui, "desde su amplitud y complejidad y no desde un lugar de argentinidad ahistórica, como si fuera una parte más de la escarapela o del ser argentino, entelequia totalmente lejana a todo proceso histórico y cultural", según advierte el autor.

25 DIC 2016 - 15:24 | Actualizado

"Querer ver a un Yupanqui parcial, o símbolo único de lo nacional, es siempre inocente, engañoso o incompleto. Para Yupanqui la idea de la patria era más amplia, no sólo el fruto de una mirada tradicionalista o chauvinista (en la que se defiende a un país en oposición a los otros): una patria en la que pueden convivir las tradiciones de nuestra tierra, el poder cantar la belleza de los paisajes con la guitarra, pero también la necesidad de dar voz a los trabajadores, generalmente no tenidos en cuenta en las canciones más conocidas del 'boom del folclore' de los años 50 y 60", explica el autor.

"Atahualpa Yupanqui para niñ@s" forma parte de una colección de Sudestada que también incluyó libros dedicados a lectores infantiles sobre Luis Alberto Spinetta, Julio Cortazar, María Elena Walsh, Abuelas de Plaza de Mayo, Mercedes Sosa, el Descubri-Miento de América Latina y el proceso de Ni una menos.

- Télam: La figura de Yupanqui, como todos los emblemas de una tradición, es eje de disputas simbólicas sobre su representación y muchas veces esas disputas suponen la imposición de un estereotipo, ¿Cómo se ubica este trabajo en el marco de esa tensión? ¿Hay una imagen ya prefigurada sobre Yupanqui en el imaginario social? ¿En qué medida este trabajo la refrenda o la pone en entredicho?

- Patricio Féminis: Se puede pensar a Yupanqui (llamado en realidad Héctor Roberto Chavero) como un radar que incorporaba grandes inquietudes culturales, políticas y humanas como núcleo constante de su obra: los pueblos originarios y el tremendo aporte que hicieron a la cultura y compleja identidad de nuestro país, además del olvido al que fueron sometidos por distintos gobiernos a lo largo del siglo XX; las luchas obreras y de los trabajadores del campo, en las distintas regiones de la Argentina que recorrió Yupanqui; una visión amplia de argentinidad, no como fruto de un nacionalismo cerrado, el cual opone "lo propio" a "lo foráneo", como espejo cultural de cierta mirada sobre la propiedad que Yupanqui rechazaba.

- T: Su trabajo tuvo al menos dos dificultades bastante claras: el de presentar una figura compleja en un lenguaje llano, más accesible para los chicos, y el de narrar la vida de un músico desde un formato en donde lo más, importante, su música, no puede ser presentado en forma directa. ¿De qué manera enfrentó esos problemas?.

- PF: Claro, ¿cómo contarles todo esto a los chicos sin abrumarlos y sin banalizar la complejidad de la vida y el mensaje de Yupanqui? A través del diálogo de los textos, a mi cargo, y de las ilustraciones, realizadas por el tremendo dibujante y caricaturista Julio Ibarra.

Desde ya, en un libro de Yupanqui para chicos no se puede abarcar todas sus facetas, no sólo por la complejidad de su figura, en tantos años de creación y de caminos recorridos. Se eligieron, como dije, aspectos centrales de su labor creativa y humana, entendibles y de interés para los chicos, pero sin soslayar tampoco algunos momentos de su vida que no siempre son señalados o recordados: cómo fue prohibido en las radios en la época del primer peronismo por su militancia comunista (y su posterior salida del Partido Comunista), cómo logró conectar con culturas europeas que creía muy distintas, pero en cuyos folclores también halló relaciones con el nuestro. También, desde ya, se habla de la importancia clave como co-compositora de varias de sus canciones que tuvo su última esposa, la pianista y música francesa Antonietta Paule Pepin-Fitzpatrick (Nennete), madre de uno de sus hijos, Kolla Chavero, quien hace años atesora y difunde el legado de Yupanqui.

Todos tenemos en nuestra memoria de adultos recuerdos de gente de otros tiempos, ancianos y ancianas, en cuyos relatos, canciones e historias había enseñanzas de vida constantes. Atahualpa Yupanqui, de cara a los chicos del siglo XXI, también puede ser pensado así: como un señor muy grande o un abuelo que dejó hermosísimas canciones para los pueblos y los niños por venir, y que con la guitarra y su gran amor por la lectura y los demás, hizo hablar a distintas culturas y memorias a través de su voz.

T: - ¿Qué lugar ocupa hoy, en su entendimiento, la figura de Yupanqui, en relación con el reconocimiento y su valor que le asignan los propios músicos de la música argentina y el lugar que le brindan los medios de comunicación y el Estado?

- PF: Yupanqui es una gran presencia para los nuevos artistas, intérpretes, compositores e instrumentistas de la música argentina del siglo XXI que buscan un contenido en su arte y no sólo vender millones cantando cosas pasatistas o sólo en base a las reglas del mercado. Yupanqui, como los artistas de hoy en su línea y su huella, buscan tener resonancia cantando cosas valiosas, simples y profundas, y poder entretener pero también hablar sobre los problemas del presente. No hacen arte evasivo sino arte con fundamento.

El deseo es que con este libro se pueda aportar un poco más para revalorizar y comprender la profundidad y simpleza de la obra. También sería genial que el libro pudiera despertar nuevos debates sobre la música argentina y sus imaginarios, hoy, en el país: si la categoría de "folclore" sigue siendo adecuada -o no- para expresar la gran riqueza de expresiones sonoras del siglo XXI, que se alimentan de múltiples influencias. Y qué aportes hizo Yupanqui para abrir miradas sobre las culturas argentinas miradas desde lo folclórico, pero sin soslayar el aporte de los indios, los trabajadores. No casualmente, en los años 60 él fue uno de los hacedores reivindicados en el Manifiesto del Nuevo Cancionero mendocino (del que emergió Mercedes Sosa): Yupanqui cantó a los paisajes argentinos pero sin mirada turística o for-export. Cantó, además, a los hombres y mujeres con sus conflictos en ellos.

Todas las imágenes prefiguradas o congeladas sobre Yupanqui sólo lo alejarían más de los niños y del pueblo en general. Atahualpa está aún por delante, como bien reconocen muchos de los estudiosos de su obra, desde un punto de vista progresista y popular (en veredas distantes a las miradas aristocráticas o conservadoras del "folclore", o de las cerradas en sí mismas, que no comprenden aún el origen histórico, selectivo y nada inocente de toda concepción de tradición). Querer ver a un Yupanqui parcial, o símbolo único de lo nacional, es siempre inocente, engañoso o incompleto.

El espesor creativo, cultural y simbólico de figuras como él permite abrir múltiples debates, y toda imagen abierta de Yupanqui, que no desconozca los hechos históricos, sus decisiones estéticas, políticas, a qué decidió cantarle y a qué no, sería desatinado. Reivindicarlo sólo como un criollo tradicionalista, o, más lejos aún, como un gaucho que no pondría en discusión el sentido de la propiedad de la tierra, los latifundios o la exclusión, sería ir muy lejos de su figura.

Yupanqui no era un gaucho nostálgico por tiempos mejores sino un hombre, un artista, un trabajador, un ser de la cultura y de los pueblos (de todos: un creador con mirada universalista) que creía que todo tiempo pasado era un puente al mañana.

25 DIC 2016 - 15:24

"Querer ver a un Yupanqui parcial, o símbolo único de lo nacional, es siempre inocente, engañoso o incompleto. Para Yupanqui la idea de la patria era más amplia, no sólo el fruto de una mirada tradicionalista o chauvinista (en la que se defiende a un país en oposición a los otros): una patria en la que pueden convivir las tradiciones de nuestra tierra, el poder cantar la belleza de los paisajes con la guitarra, pero también la necesidad de dar voz a los trabajadores, generalmente no tenidos en cuenta en las canciones más conocidas del 'boom del folclore' de los años 50 y 60", explica el autor.

"Atahualpa Yupanqui para niñ@s" forma parte de una colección de Sudestada que también incluyó libros dedicados a lectores infantiles sobre Luis Alberto Spinetta, Julio Cortazar, María Elena Walsh, Abuelas de Plaza de Mayo, Mercedes Sosa, el Descubri-Miento de América Latina y el proceso de Ni una menos.

- Télam: La figura de Yupanqui, como todos los emblemas de una tradición, es eje de disputas simbólicas sobre su representación y muchas veces esas disputas suponen la imposición de un estereotipo, ¿Cómo se ubica este trabajo en el marco de esa tensión? ¿Hay una imagen ya prefigurada sobre Yupanqui en el imaginario social? ¿En qué medida este trabajo la refrenda o la pone en entredicho?

- Patricio Féminis: Se puede pensar a Yupanqui (llamado en realidad Héctor Roberto Chavero) como un radar que incorporaba grandes inquietudes culturales, políticas y humanas como núcleo constante de su obra: los pueblos originarios y el tremendo aporte que hicieron a la cultura y compleja identidad de nuestro país, además del olvido al que fueron sometidos por distintos gobiernos a lo largo del siglo XX; las luchas obreras y de los trabajadores del campo, en las distintas regiones de la Argentina que recorrió Yupanqui; una visión amplia de argentinidad, no como fruto de un nacionalismo cerrado, el cual opone "lo propio" a "lo foráneo", como espejo cultural de cierta mirada sobre la propiedad que Yupanqui rechazaba.

- T: Su trabajo tuvo al menos dos dificultades bastante claras: el de presentar una figura compleja en un lenguaje llano, más accesible para los chicos, y el de narrar la vida de un músico desde un formato en donde lo más, importante, su música, no puede ser presentado en forma directa. ¿De qué manera enfrentó esos problemas?.

- PF: Claro, ¿cómo contarles todo esto a los chicos sin abrumarlos y sin banalizar la complejidad de la vida y el mensaje de Yupanqui? A través del diálogo de los textos, a mi cargo, y de las ilustraciones, realizadas por el tremendo dibujante y caricaturista Julio Ibarra.

Desde ya, en un libro de Yupanqui para chicos no se puede abarcar todas sus facetas, no sólo por la complejidad de su figura, en tantos años de creación y de caminos recorridos. Se eligieron, como dije, aspectos centrales de su labor creativa y humana, entendibles y de interés para los chicos, pero sin soslayar tampoco algunos momentos de su vida que no siempre son señalados o recordados: cómo fue prohibido en las radios en la época del primer peronismo por su militancia comunista (y su posterior salida del Partido Comunista), cómo logró conectar con culturas europeas que creía muy distintas, pero en cuyos folclores también halló relaciones con el nuestro. También, desde ya, se habla de la importancia clave como co-compositora de varias de sus canciones que tuvo su última esposa, la pianista y música francesa Antonietta Paule Pepin-Fitzpatrick (Nennete), madre de uno de sus hijos, Kolla Chavero, quien hace años atesora y difunde el legado de Yupanqui.

Todos tenemos en nuestra memoria de adultos recuerdos de gente de otros tiempos, ancianos y ancianas, en cuyos relatos, canciones e historias había enseñanzas de vida constantes. Atahualpa Yupanqui, de cara a los chicos del siglo XXI, también puede ser pensado así: como un señor muy grande o un abuelo que dejó hermosísimas canciones para los pueblos y los niños por venir, y que con la guitarra y su gran amor por la lectura y los demás, hizo hablar a distintas culturas y memorias a través de su voz.

T: - ¿Qué lugar ocupa hoy, en su entendimiento, la figura de Yupanqui, en relación con el reconocimiento y su valor que le asignan los propios músicos de la música argentina y el lugar que le brindan los medios de comunicación y el Estado?

- PF: Yupanqui es una gran presencia para los nuevos artistas, intérpretes, compositores e instrumentistas de la música argentina del siglo XXI que buscan un contenido en su arte y no sólo vender millones cantando cosas pasatistas o sólo en base a las reglas del mercado. Yupanqui, como los artistas de hoy en su línea y su huella, buscan tener resonancia cantando cosas valiosas, simples y profundas, y poder entretener pero también hablar sobre los problemas del presente. No hacen arte evasivo sino arte con fundamento.

El deseo es que con este libro se pueda aportar un poco más para revalorizar y comprender la profundidad y simpleza de la obra. También sería genial que el libro pudiera despertar nuevos debates sobre la música argentina y sus imaginarios, hoy, en el país: si la categoría de "folclore" sigue siendo adecuada -o no- para expresar la gran riqueza de expresiones sonoras del siglo XXI, que se alimentan de múltiples influencias. Y qué aportes hizo Yupanqui para abrir miradas sobre las culturas argentinas miradas desde lo folclórico, pero sin soslayar el aporte de los indios, los trabajadores. No casualmente, en los años 60 él fue uno de los hacedores reivindicados en el Manifiesto del Nuevo Cancionero mendocino (del que emergió Mercedes Sosa): Yupanqui cantó a los paisajes argentinos pero sin mirada turística o for-export. Cantó, además, a los hombres y mujeres con sus conflictos en ellos.

Todas las imágenes prefiguradas o congeladas sobre Yupanqui sólo lo alejarían más de los niños y del pueblo en general. Atahualpa está aún por delante, como bien reconocen muchos de los estudiosos de su obra, desde un punto de vista progresista y popular (en veredas distantes a las miradas aristocráticas o conservadoras del "folclore", o de las cerradas en sí mismas, que no comprenden aún el origen histórico, selectivo y nada inocente de toda concepción de tradición). Querer ver a un Yupanqui parcial, o símbolo único de lo nacional, es siempre inocente, engañoso o incompleto.

El espesor creativo, cultural y simbólico de figuras como él permite abrir múltiples debates, y toda imagen abierta de Yupanqui, que no desconozca los hechos históricos, sus decisiones estéticas, políticas, a qué decidió cantarle y a qué no, sería desatinado. Reivindicarlo sólo como un criollo tradicionalista, o, más lejos aún, como un gaucho que no pondría en discusión el sentido de la propiedad de la tierra, los latifundios o la exclusión, sería ir muy lejos de su figura.

Yupanqui no era un gaucho nostálgico por tiempos mejores sino un hombre, un artista, un trabajador, un ser de la cultura y de los pueblos (de todos: un creador con mirada universalista) que creía que todo tiempo pasado era un puente al mañana.


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